lunes, 14 de marzo de 2011

PORTADA

EDITORIAL: La guerra de Calderón


Más de 48 horas de asedio, ataques y bloqueos por integrantes del cártel de La Familia Michoacana en la entidad natal de Calderón, acciones que abarcaron más de doce municipios, y que provocaron el repudio de parte de amplios sectores de la población en contra de la soldadesca y simpatías abiertas hacia La Familia, le recuerdan al presidente espurio su desplante de fuerza militar cuando iniciaba su mandato con el Ejército por delante como factor de intimidación. Cuatro años después, el fracaso es evidente –así lo muestra un estado en llamas, inerme, con una población aterrorizada y bajas mínimas en el bando narco–, si bien el gobierno federal se ufana de haber eliminado a El Chayo, uno de los principales mandos de esa organización.

Asimismo, Tamaulipas es lo más parecido a una dictadura criminal, con zonas controladas por el cártel del Golfo y otras por Los Zetas. Desde hace una década, esa entidad es una zona de silencio: hay regiones donde el silencio domina, donde el miedo se siente y se ve entre la gente. “Es la guerra”, dicen.

EDITORIAL: Crítica de la autocrítica

De poco sirve una autocrítica puramente confesional si lo que se requiere es corregir, toda o en parte, una acción fallida. O muchas. Se necesita un método correcto que comprenda lo objetivo tanto como lo subjetivo. No basta con “sentirse mal” y encontrar “excusas”. Una autocrítica socialmente útil exige acción inmediata y rectificación concreta y nada de eso se consigue sin un programa antecedente y un programa de soluciones. Cada error tiene su historia y es necesario identificar las raíces de un paso equivocado que pueden alcanzar, incluso, al origen mismo de la metodología de acción y sus marcos filosóficos. La autocrítica, por eso, como parte inexcusable del método de acción, debe ser permanente, dinámica y eficaz… exige un entrenamiento riguroso y no admite condescendencias ni auto-complacencias. La autocrítica debe, incluso, formar parte de las tareas de planeación y debe desarrollarse, siempre, un paso por delante de la acción. Si la autocrítica se rezaga, deben encenderse alarmas autocríticas de emergencia. No pocos proyectos, y experiencias cotidianas requieren un equipo especializado en autocrítica, con un programa de monitoreo constante, capaz de ejercer la responsabilidad de corregir errores de manera inmediata. Suele, además, requerirse un programa de valoración crítica de los aportes emanados desde otros frentes de crítica dirigidos a nuestros proyectos. La crítica de la crítica. Nada fácil, pero tampoco imposible. Un programa efectivo para la autocrítica exige de sus responsables un compromiso consensuado e incuestionable con los fundamentos, los objetivos, los métodos y los alcances de un proyecto. Toda desviación puede tener consecuencias serias. No se acepta complicidad alguna con la ineficiencia. Semejante programa, con frecuencia olvidado en el desarrollo de proyectos, bien puede ser una herramienta formidable para alcanzar éxitos fundamentales, pero no es su garantía absoluta. Es necesario recordar siempre que los éxitos no sólo dependen de los programas y que factores como el azar o la calidad moral de quienes integran un grupo, que son indispensables e inevitables, tienen zonas difícilmente cuantificables pero no imposibles de medir. Un programa efectivo para la autocrítica requiere consenso en sus bases y en sus pasos. De poco sirve una autocrítica unilateral. Requiere definición precisa del “error”, de sus antecedentes, de su desarrollo y de sus consecuencias. Requiere descripción detallada y consensual sobre, y con, los involucrados… valoración exacta de los costos y de los tiempos, definición meticulosa de plazos y recursos con los que será reparado el “error” y plan concreto para lograr el beneplácito de los involucrados. La acción directa. La autocrítica efectiva no es una dádiva, ni una concesión, hijas de la “buena fe” o de ciertas culpas funcionales. Es una herramienta poderosa para separar el tratamiento de los errores de cualquier campo abstracto para elevarlos al terreno de lo concreto, a la vista de todos, y con el beneficio de la corresponsabilidad en las soluciones. Todos necesitamos la autocrítica como herramienta para la lucha, para el trabajo y para la vida cotidiana. Como herramienta social para la militancia, para ser mejores luchadores sociales, mejores personas, mejores ejemplos en lo que nos corresponda ser responsables para la transformación del mundo. Para superar al capitalismo sin cometer errores y, si cometemos alguno, corregirlos correctamente y de inmediato. En colectivo. Adentro y afuera, de lo macro a lo micro.

(Texto de Fernando Buen Abad Domínguez, rebelión, 18/XI/10).

EDITORIAL: Wikileaks: escándalo e información

En lo que ha sido calificado como la mayor filtración informativa de la historia, el sitio de internet Wikileaks difundió el pasado 28 de noviembre más de 250 mil telegramas entre las embajadas estadunidenses en una treintena de países y el Departamento de Estado. En los textos, la mayor parte de los cuales corresponden a los tres años pasados, se consignan, entre otras cosas, descalificaciones de funcionarios estadunidenses contra el presidente iraní, Mahmud Ajmadineyad; presiones del gobierno autocrático de Arabia Saudita para atacar al régimen de Teherán; solicitudes de espionaje a varios funcionarios de la ONU, incluido el secretario general Ban Kimoon; señalamientos críticos a varios jefes de Estado europeos; detalles sobre “ciertos movimientos de Estados Unidos” durante el golpe que destituyó a Manuel Zelaya en Honduras, así como confirmaciones de la hostilidad diplomática de Washington hacia los gobiernos de Hugo Chávez en Venezuela y de Cristina Fernández en Argentina. Como ocurrió con la revelación de los crímenes de guerra cometidos por las fuerzas invasoras en Irak y Afganistán, el gobierno de Estados Unidos ha reaccionado ante estas escandalosas filtraciones en forma destemplada y equívoca: si en julio y octubre pasados la Casa Blanca calificó la labor de Wikileaks de “un peligro para las vidas de estadunidenses y sus aliados”, ahora sostiene que la difusión de los cables diplomáticos referidos podría “impactar profundamente no sólo los intereses de la política exterior de Estados Unidos, sino los de amigos y aliados de todo el mundo”. El Pentágono condenó la divulgación de documentos secretos “ilegalmente obtenidos” y afirmó haber tomado medidas para evitar que ello vuelva a suceder.

Las filtraciones comentadas han dejado al descubierto sesgos y distorsiones en el manejo informativo de algunos los principales medios de comunicación en Occidente, empezando por los estadunidenses, de suyo desacreditados por la cobertura parcial que realizaron durante las invasiones de Irak y Afganistán. Significativamente, el diario The New York Times informó ese día su decisión de consultar con la Casa Blanca la publicación de aquellos segmentos de la información proporcionada por Wikileaks que pudieran “lastimar los intereses nacionales”: dicha decisión –sin dejar de reconocer el ejercicio de honestidad del rotativo neoyorquino por haberla hecho pública– exhibe una inaceptable falta de autonomía en el desempeño informativo.

De manera paralela al contenido de los cables diplomáticos, la filtración hecha por Wikileaks ha exhibido, ante la opinión pública internacional, la oposición de Washington al avance de la transparencia –un componente del desarrollo democrático y civilizatorio–, así como su proclividad a recortar garantías ciudadanas elementales –como el derecho a la información– en aras de la “seguridad nacional”.

La hostilidad hacia el sitio de Internet desacredita aún más la imagen de Estados Unidos ante el mundo como autonombrado defensor de las libertades y los valores democráticos: antes bien, queda de manifiesto una doble moral frente a los derechos y libertades de las sociedades y un espíritu paternalista y anacrónico respecto de lo que éstas deben o no saber.

(Tomado de Editorial de La Jornada, 29/XI/10 y /XII/10).

EDITORIAL: Soberanía empeñada y guerra perdida

Entre las notas confidenciales del gobierno estadunidense difundidas por el sitio Wikileaks, destaca, en primer lugar, la inaceptable cesión de soberanía protagonizada por la administración de Felipe Calderón, la cual ha caído en una dependencia casi total con respecto a Washington en materia de seguridad y de política exterior: el Ejecutivo federal comparte con la Casa Blanca circunstancias catastróficas que no da a conocer a la población mexicana; implora información de inteligencia, tecnología y capacitación, y reconoce la impotencia oficial ante las organizaciones delictivas.

En uno de los documentos divulgados por Wikileaks se consigna la percepción de Washington de que los cuerpos de seguridad mexicanos se encuentran divididos y confrontados, y que el Ejército actúa en forma lenta, torpe y con aversión al riesgo; en otro cable se afirma que en Ciudad Juárez se evidenció que la institución militar carecía del entrenamiento para patrullar las calles o emprender operaciones de aplicación de las leyes; en uno más se reproducen apreciaciones del ex subsecretario de Gobernación Jerónimo Gutiérrez de que las fuerzas gubernamentales han perdido el control de diversas regiones, que el despliegue de recursos militares y policiales en Ciudad Juárez no ha producido resultados y que al aparato institucional ya no le queda tiempo para retomar el control en lo que le resta al régimen calderonista.

En lo diplomático, los documentos difundidos por Wikileaks presentan a Calderón casi como un subordinado de Washington en el hemisferio: en un reporte sobre un encuentro con Dennis Blair, director de Inteligencia Nacional del país vecino, se ponen en boca del político michoacano expresiones como que su gobierno “está tratando de aislar a Venezuela por medio del Grupo de Río”; que está “particularmente preocupado” por las relaciones de Caracas con Teherán, y que el presidente Hugo Chávez “financió al PRD durante la campaña presidencial” de 2006.

Es de resaltar también el juicio sumarísimo que hace Calderón ligando a Venezuela e Irán con el narcotráfico. Y lo hace sin aportar prueba alguna.

Los cables secretos divulgados por Wiki-leaks confirman lo que numerosas voces independientes han venido señalando: la estrategia de seguridad del actual gobierno conlleva una abdicación a la soberanía, el equipo gubernamental carece de la capacidad requerida para ganar la guerra que declaró y el empleo de las fuerzas armadas en el combate a la delincuencia tiene, necesariamente, consecuencias catastróficas para la propia institución castrense. Se confirma, también, que la administración actual ha ocultado información veraz relativa a la sangrienta confrontación a la que se ha llevado al país, y que en la ocultación han tenido un papel destacado los opina-dores quienes, aun contando con los elementos de juicio para conocer los extravíos del poder público, le han aplaudido y le han facilitado argumentos para sus empeños errados.

(Editorial de La Jornada, 3/XII/10).

EDITORIAL: Proceso: embestida empresarial y gubernamental

Desde la noche del miércoles primero de diciembre, Televisa puso en juego buena parte de sus espacios de información y opinión y a varios de sus comentaristas para difundir y validar un testimonio del presunto narcotraficante Sergio Villarreal Barragán, El Grande, ahora testigo colaborador de la PGR, según el cual su organización delictiva entregó 50 mil dólares al reportero de la revista Proceso Ricardo Ravelo para que dejara de mencionarlo en su trabajo periodístico. Significativamente, el propio Ravelo había publicado, unos días antes, un reportaje en el que refiere contactos de Villarreal Barragán con Felipe Calderón y con el senador panista Guillermo Anaya. El semanario difundió, una semana antes, un adelanto del libro de Anabel Hernández Los señores del narco, en el que se sostiene que el gobierno federal ha intentado abrir canales de comunicación con los capos de la droga, y que en ese empeño estuvo involucrado el difunto Juan Camilo Mouriño, ex secretario de Gobernación y colaborador cercanísimo de Calderón.

La embestida del consorcio televisivo contra Proceso y su reportero va mucho más allá de la difusión de noticias; la desmesura, la insistencia y los epítetos empleados contra la revista denotan una hostilidad inocultable. Vista en forma aislada, esa embestida podría tomarse como un ejercicio indebido de músculo mediático y empresarial contra una publicación que, independientemente de lo que se piense sobre su línea editorial, ha sido, y es, independiente y crítica.

Hay recordar que Televisa no es únicamente un medio, o un conjunto de medios sino, antes que eso, uno de los conglomerados empresariales más grandes del país, y que ha puesto su poder económico, su cobertura y su penetración al servicio de sus intereses políticos y corporativos. Ha de tenerse en mente, también, la tradicional relación de connivencia entre la compañía de la dinastía Azcárraga y el régimen: promotora número uno del discurso oficial, beneficiaria de primer orden de los favores del poder público y componente central del grupo político-empresarial que ocupa las instituciones del país, Televisa ha operado y sigue operando, al margen de cualquier disposición legal, como una suerte de ministerio de propaganda gubernamental, y su principal instrumento es el conjunto de concesiones, puntualmente refrendadas y ampliadas por gracia del gobierno, para la utilización de frecuencias que pertenecen a la nación.

Hay que tener presente que el actual gobierno ha abusado en forma sistemática de los organismos de procuración de justicia para ponerlos al servicio de sus designios facciosos, como lo ejemplifica el llamado michoacanazo. Ello hace pensar que los dichos de Villarreal Barragán sobre el informador de Proceso son declaraciones a modo, obtenidas con posterioridad a las publicaciones referidas. Esta sospecha se robustece por el absurdo manejo de fechas inicialmente presentado por Televisa, en el que el presunto delincuente hizo mención de un reportaje 17 días antes de que éste apareciera publicado. La embestida contra Proceso reviste la condición de una campaña gubernamental mal disimulada contra un medio informativo independiente. Ello confirma las relaciones inconfesables entre Televisa y el poder político y ratifica los señalamientos en torno a la ausencia de democracia real y efectiva en el país.

Proceso respondió de la siguiente manera: “Por convicción, por desmesura o por desatino, desde el primer día de su gobierno Felipe Calderón hizo pasar al narcotráfico del terreno penal al político. En pos de legitimación, le declaró la guerra a los cárteles y, sin consenso, la convirtió en política de Estado. En automático, el narcotráfico y la guerra de Calderón se volvieron tema natural y recurrente de Proceso… (El) semanario ha cubierto la guerra de Calderón sin reticencias –guerra en la que se ha vertido más sangre que tinta en reseñarla, podría decirse, evocando a Joseph Roth–… Y lo ha hecho utilizando las herramientas propias del periodismo de investigación del mundo de hoy. En ese seguimiento, las investigaciones de Proceso han dado cuenta de las fallas, errores, abusos y fracasos de la estrategia contra el narcotráfico, contrariando el discurso presidencial. Aún más: los reportajes de la revista han tocado el presunto tabú de la relación entre los capos del narcotráfico y la política y han llegado hasta el máximo nivel, la casa presidencial. Calderón lo ha intentado, pero no ha podido hacer prevalecer la mentira sobre la verdad. El poder público requiere consustancialmente de lo que los politólogos llaman medios disponibles… Televisa es un medio disponible para el actual gobierno. No es el único; sí es el más poderoso y servicial. En cambio, un medio de comunicación independiente acaba convirtiéndose, para un gobierno autoritario, en un enemigo real o imaginado. Así lo es Proceso para el gobierno que encabeza Calderón. Por ello emprendió un embate desproporcionado contra (el) semanario –el día mismo de su cuarto cumpleaños como presidente– a través de su medio disponible preferido y de su conductor estrella, Joaquín López Dóriga… Olvidan quienes participan en la agresión, gratuitamente o no, que los lectores de los medios impresos independientes no son factores pasivos, sino activos, que con su juicio ponen en evidencia la calidad o la falta de calidad de sus contenidos. Este es uno de los principios que rigen la comunicación en las sociedades modernas. La fuerza imbatible de Proceso está precisamente en ellos, los lectores”.

(Tomado de Editorial de La Jornada, 3/XII/10; proceso.com, 5/XII/10).

EDITORIAL: México en guerra

A cien años de distancia del inicio de la Revolución Mexicana, paradójicamente, la situación de México, “es análoga, en muchos aspectos, a la que prevalecía a finales de 1910: concentración de la riqueza a niveles insultantes y amplitud de los atrasos sociales; distorsiones a la voluntad popular; vulneraciones a los derechos laborales y sindicales; negación de garantías básicas por la autoridad; claudicación de la soberanía ante los capitales internacionales y un ejercicio oligárquico, patrimonialista, tecnocrático e insensible del poder político” (La Jornada, 20/XI/10).

A ese deprimente catálogo se suman tres guerras: la de los cárteles del narcotráfico entre sí por el control de territorios; la de los grupos Zetas (organizaciones delictivas constituidas por ex militares y ex policías) que practican el secuestro y el robo contra la población civil; y la de los militares y fuerzas especiales contra los propios ciudadanos.

México se asemeja cada vez más a un “Estado fallido” atrapado en una trampa mortal. Por sus comarcas campean a sus anchas toda clase de matones armados: fuerzas especiales del Ejército y comandos de elite de la policía; bandas de paramilitares y parapolicías; cuadrillas de sicarios “legales” y “con licencia”; agentes estadounidenses de la CIA y de la DEA; y en fin, los Zetas que se ensañan en particular contra los migrantes de Centro y Sudamérica en ruta hacia Estados Unidos.

Anualmente, unos 500 mil latinoamericanos atraviesan México rumbo al Norte. En su travesía, son víctimas de toda suerte de abusos: arrestos arbitrarios, expolios, hurtos, despojos, violaciones... Ocho de cada diez mujeres migrantes sufren abuso sexual; muchas son esclavizadas como sirvientes de las bandas criminales, o forzadas a prostituirse. Cientos de niños son sometidos a trabajos obligatorios. Miles de migrantes son objeto de raptos. Los Zetas reclaman a las familias (en el país de origen o en Estados Unidos) el pago de rescates. “Para el crimen organizado es más fácil secuestrar durante unos días a 50 desconocidos que paguen entre 300 y mil 500 dólares de rescate cada uno, que raptar a un gran empresario” (Léase el libro-testimonio de Óscar Martínez, Los migrantes que no cuentan. En el camino con los centroamericanos indocumentados en México, Icaria, Barcelona, 2010). Si el secuestrado no tiene a nadie que compre su libertad, es asesinado. Cada célula Zeta posee su propio “carnicero” encargado de decapitar y descuartizar a las víctimas y de quemar los cadáveres en un barril metálico (Proceso, 29/VIII/10). En la última década, unos sesenta mil indocumentados, cuyas familias no pudieron pagar, fueron “desaparecidos”.

Felipe Calderón anuncia regularmente éxitos en el combate contra el narcotráfico, así como el arresto de importantes capos. Y se felicita de haber recurrido al Ejército. Una opinión que muchos ciudadanos no comparten. Porque los militares, desprovistos de experiencia en este tipo de intervención, han multiplicado los “daños colaterales” y ejecutado por equivocación a centenares de civiles. ¿Por equivocación? Abel Barrera Hernández, que acaba de ganar el Premio de Derechos Humanos Robert F. Kennedy, concedido en Estados Unidos, no lo cree. Considera que la guerra contra el narco se utiliza para criminalizar la protesta social: “Las víctimas de esta guerra –afirma– son la gente más vulnerable: los indígenas, las mujeres, los jóvenes. Se usa al Ejército para intimidar, desmovilizar, causar terror, acallar la protesta social, desarticularla y criminalizar a los que luchan” (La Jornada, op. cit.).

Por su parte, en Washington, la Administración de Obama estima que el baño de sangre que se vive en México constituye un peligro para la seguridad de Estados Unidos: “La amenaza del narcotráfico se está transformando y en algunos casos se asocia con la insurgencia… (El México actual) se parece a la Colombia de los años 80”. Pero Estados Unidos tiene enormes responsabilidades en esta guerra. Es el mayor opositor a la legalización de las drogas. Es el abastecedor –al 90%– (El Norte, 9/IX/10) de armas a todos los combatientes. Tanto de los cárteles y de los Zetas, como del Ejército y de la policía. Es, además, la principal narcopotencia, masivo productor de marihuana y primer fabricante de drogas químicas (anfetaminas, éxtasis, etc.). Es, sobre todo, el primer mercado de consumo del mundo con más de siete millones de adictos a la cocaína. Y las mafias que operan en su territorio son las que mayor rendimiento obtienen del tráfico de estupefacientes: un 90% del beneficio total, o sea, unos 45 mil millones de euros por año, cuando todos los cárteles de América Latina se reparten apenas el 10% restante.

(Texto de Ignacio Ramonet, rebelión, 10/XII/10).

EDITORIAL: Michoacán: guerra y faccionalismo

Los cruentos enfrentamientos ocurridos desde la noche del miércoles 8 de diciembre en Apatzingán, Michoacán, entre supuestos integrantes de La Familia Michoacana y elementos de la Policía Federal, se reprodujeron el jueves 9 en otros doce municipios de esa entidad, incluida la capital, Morelia, donde los delincuentes bloquearon cuatro de los seis accesos por carretera a la ciudad con tráileres, autobuses locales y foráneos y automóviles, que incendiaron. El saldo preliminar de estos hechos es de tres civiles y dos efectivos militares muertos, según informó ese día el secretario de Gobierno estatal, Fidel Calderón.

Así, a la cuota diaria de ejecuciones y levantones en Michoacán y en otras entidades se suman ahora enfrentamientos en escala cada vez mayor entre grupos de la delincuencia organizada y efectivos policiales y militares. Es inevitable percibir una relación causal entre la intensificación y el incremento de la violencia y el empeño gubernamental en catalogar como “guerra” algo que, en rigor, no habría debido serlo: el tratamiento de la delincuencia organizada no como un complejo fenómeno social, sino como un enemigo a exterminar, ha derivado en la proliferación de escenarios de confrontación bélica en distintos puntos del territorio nacional; en la conversión de las organizaciones delictivas en bandos beligerantes –cuya capacidad operativa y de fuego se muestra, por lo demás, equivalente o incluso superior a la de las fuerzas públicas–, y en la transformación de los desafíos a la seguridad pública y a la vigencia de las leyes en una crisis de seguridad nacional.

El manifiesto fracaso de la actual política de seguridad pública tendría que conducir al gobierno federal a una revisión autocrítica y honesta de la misma, al reconocimiento de la complejidad y la dimensión del problema que se enfrenta, y al correspondiente viraje en los planteamientos y las acciones orientados a combatir la criminalidad.

Pero, lejos de la altura de miras necesaria para llevar a cabo tales cambios, Felipe Calderón denigra su propia investidura y se comporta no como estadista, sino como dirigente de facción: ese 9 de diciembre, al referirse a las recientes informaciones de que el presunto dirigente de La Familia, Servando Gómez, La Tuta, aún conserva su plaza de profesor de primaria en Michoacán, Calderón reiteró las insinuaciones sobre vínculos entre esa banda delictiva y el perredismo michoacano, exigió explicaciones al gobierno encabezado por Leonel Godoy y recriminó a éste un caso de penetración del crimen organizado en las instituciones públicas que sin duda es inaceptable, pero que no es privativo de esa entidad: episodios semejantes se han producido en los tres niveles de gobierno, incluido el federal, como quedó de manifiesto con la detención de altos mandos de la Policía Federal y la Procuraduría General de la República vinculados con el narco y descubiertos durante la llamada Operación Limpieza.

Los reclamos referidos retratan a un gobernante más interesado en agitar en su beneficio el escenario electoral de su entidad natal y en fustigar a opositores políticos que en enfrentar de manera eficaz la escalada delictiva. Tal actitud exhibe nuevamente la parcialidad que ha caracterizado a la actual administración en distintos ámbitos –entre ellos la seguridad pública y la procuración de justicia–, y descalifica al propio gobierno ante el conjunto de sus interlocutores y ante la sociedad.

(Editorial de La Jornada, 10/XII/10).

MUNICIPAL: La re-evolución de la conciencia

El lenguaje político está diseñado para hacer que las mentiras parezcan verdades y el asesinato respetable, para dar apariencia de solidez al viento”: George Orwell.

En algún lugar cibernético, donde el conocimiento navega en un océano virtual se configura una nueva conciencia colectiva que se rige por los lineamientos del pensamiento y sus dimensiones trascienden el rango de las inmensidades, por eso, esta conciencia global es ajena a los códigos terrestres y a las normas de la política. Este es el escenario en el que aparece Wikileaks: una red social para el intercambio de información cuya única restricción es el imperativo ético y moral de exhibir los vicios que pululan en los círculos del poder. La detención de Julian Assange y la estupidez de los cargos que se le imputan, las reacciones de los cibernautas y las amenazas de los hackers, las protestas internacionales en defensa de la libertad de expresión en Internet, son el preámbulo de una re-evolución jamás prevista por ninguno de los precursores del entorno digital. En ese mundo virtual, reflejo del mundo real, la vida cotidiana se satura con la crueldad que se repite día a día en nuestro país. Son tan frecuentes las repeticiones, que parecen incluso no tener importancia y, la tienen, en estas fechas, como ecos del pasado, ocupando un puesto privilegiado. Las repeticiones sirven de pausa a la significación emergente. Ellas continúan el signo vívido de esa verdad revolucionaria inagotable que hemos intentado descubrir: tiempos fugaces que se corresponden a través de la ley que domina la historia.

Antes de morir, el filósofo francés Jacques Derrida hizo duras críticas al sicoanálisis en relación con la crueldad. Hoy, el lugar en donde se producen los acontecimientos geopolíticos más traumáticos, y más duros, el lugar protagónico, lo ocupa la crueldad. Por una parte, guerras, terrorismo, intolerables violaciones a los más elementales derechos humanos, como el derecho a la vida y la libertad se ven como en los casos de secuestro o de asesinatos a gente común y a personajes públicos, brutalmente soliviantados. La crueldad se enseñorea sobre la sociedad en general que vive aterrorizada con atrocidades que se incrementan, de manera alarmante, día con día. En una compulsión a la repetición que nos habla del fatídico instinto de muerte. La crueldad, que es enigmática, requiere un trabajo de desciframiento. No deberíamos seguir permitiendo que la crueldad se abata sobre los sujetos sin miramiento alguno. No deberíamos permitir seguir viviendo en el terror y la angustia, pues las heridas resultantes nunca cicatrizan, llenan de odio, impotencia y confusión. La vida de los afectados nunca vuelve a ser la misma. Sin embargo, no es fácil, la ansiosa reivindicación de las organizaciones al margen de la ley, atestigua profundas frustraciones que serán generadoras de más violencia y crueldad. Y la violencia se da hasta en lo más pequeño, como lo ocurrido el pasado domingo 21 de noviembre a la entrada de las instalaciones del Comité Municipal del PAN de San Francisco: alguien, con la intención de boicotear y retrasar la elección de su dirigente en esa fecha, se dedicó a bloquear candados y chapas para impedir el acceso y celebración de su asamblea. Empero, dicha reunión se realizó con éxito: ganó la mafia encabezada por Jaime Verdín, quien impuso a Marcelo Salas Miguel como cabeza del panismo yunquista municipal. ¿Bochorno? Sí, es un bochorno escandaloso lo que armaron los seguidores del profeta barbado Jaime Verdín al sugerir la continuidad de quien ha sumido al panismo en el inmovilismo, en la falta de debate y el dedazo. Todo olió a opereta desde un comienzo, porque nada cerraba por ningún lado. ¿Bochorno? Sí, es un bochorno que el señorito Contralor siga montado en el carrusel del agandalle y de la sumisión al alcalde. Es un bochorno su desvergüenza. Es un bochorno el escandalito que armó sobre aquello de “las amenazas a su vida”. ¿Bochorno? Sí, es un bochorno el espectáculo que brinda la actual administración municipal, enfrascada en una lógica de querer lavar su imagen a punta de disculpas por no hacer bien su trabajo, en tanto el tiempo sigue su curso, ellos siguen con la renovada costumbre de que absolutamente nada de lo que discuten pasa por alguna confrontación de ideas siquiera superficial sino por el mero afán de espacios de poder. En una palabra, todos contra todos pero, a la vez, sin poder ser un todo ni apenas frente a esa mujer iluminada por el Espíritu Santo que les fija la agenda de los dineros. ¿Bochorno? Sí, es un bochorno el deplorable estado que guarda Seguridad Pública con su falta de transparencia a la hora de contratar personal, pues es bien sabido que se privilegia a los amigos del señor Rosiles. ¿Bochorno? Sí, es un bochorno el engaño tan burdo y cruel al afirmar que San Francisco es el municipio número uno en calidad y servicio por parte de las nueve dependencias que entraron al programa llamado MAS. ¿Quién califica a quién? ¿La población que padece los devaneos de quienes ocupan un puesto dentro del organigrama de la actual administración o la burocracia estatal yunquista que da una calificación con base en parámetros administrativos que nada tienen que ver con el trato que esos parásitos del erario dan a la gente? No cabe duda, vivimos bajo un régimen totalitario.

Una de las características de los regímenes totalitarios es el control que se ejerce sobre el discurso social para eliminar cualquier discrepancia con el criterio predominante; una de las evidencias del control ejercido es el acceso restringido a los medios de comunicación masiva y uno de los mecanismos del dominio es la fabricación de mensajes tendenciosos e insulsos. Sus programas sociales, sus proyectos, sus gastos en viajes y acarreos para aparentar simpatías a los precandidatos que sin ningún rubor se placean por todo el estado, son generosamente publicitados como parte del soporte mediático a los gobiernos que se califican a sí mismos como “humanistas”. El predominio del criterio de los grupos dominantes y su influencia en la idiosincrasia de las multitudes a través de mensajes mediáticos es el fundamento de la concepción hitleriana de la propaganda, cuyo elemento imprescindible es el traslado de la frustración. Desde entonces, una estrategia mediática consiste en señalar con índice de fuego a los enemigos sociales que amenazan el orden público. En esa lógica perversa de los energúmenos serviles que envilecen la realidad se da la destrucción de identidad y la dignidad de quienes se atreven a romper la espiral del silencio.

Hoy, aquí, en San Francisco, como en varias ciudades y regiones del país, faltan textos enteros del tejido social. Tejido roto porque hay nombres cuyos cuerpos están envenenados de coraje pero también de apatía, de rencor y de hastío. Y también hay cuerpos adosados a nombres falsos, cuerpos expropiados de sus verdaderos nombres y de sus verdaderos lazos, y por tanto sin verdadero acceso a la vida, a estar en el mundo. Tener un cuerpo incluye una dimensión jurídica sujeto de derecho, no devastado ni expropiado de su historia. Dice Walter Benjamin: “El pasado contiene un índice temporal que lo remite a la salvación. Hay un secreto acuerdo entre las generaciones pasadas y la nuestra. Hemos sido esperados en la tierra. A nosotros, como a las generaciones que nos precedieron, nos ha sido dada una débil fuerza mesiánica sobre la cual el pasado tiene un derecho”. Es esa fuerza mesiánica, llámese confianza, valentía, humor, audacia –según términos de Benjamin–, o llámese deseo, fuerza inconsciente, decisión del sujeto, esa fuerza es el corazón de aquello que intentan atacar los opresores, cuando buscan reducir al sujeto a una posición de objeto del cual disponer. La lengua es la patria y la memoria que destella y vuelve en pequeñas escenas. Dice Jacques Lacan: “El inconsciente es la manera que tuvo el sujeto de estar impregnado por el lenguaje..., la manera en que le ha sido infundido un modo de hablar, que no puede sino llevar la marca del modo bajo el cual lo recibieron sus padres”. Por ello, cada gesto tiene una enorme significación; no por nada, en ese pequeño acto simbólico en el que se dijo: “Es tiempo de darle vuelta a la hoja, dejar atrás la confrontación o señalamientos respecto del costo de diez millones de pesos que implicó disponer del nuevo edificio del SAPAF”, según cuentan las crónicas sobre lo declarado por Jaime Verdín y Juan Olivares Rocha durante la inauguración del mismo. ¿Dónde quedaron las bravatas y las promesas de llegar “hasta las últimas consecuencias” en ese gran robo que representó la construcción del nuevo edificio de SAPAF? En ese acto de maquillado trinquete, son ellos quienes ya no podrán contar con la posibilidad de su propia lengua, ya que su acto los deja excluidos de la verdadera existencia, es decir, de la dimensión ética humana. ¿Y qué decir de la burla que representa el que el Ayuntamiento por unanimidad autorice la inversión de poco menos de seis y medio millones de pesos para construir 500 casas de las llamadas DIFerentes, casas a las que se destinarán tan sólo 13 mil pesos a cada una; mientras ellos aprueban de urgencia contratar un crédito de dieciocho millones para cerrar las finanzas “de manera correcta” en este trágico 2010?

(Fuentes: Laura M. López Murillo, argenpress, diciembre 13 y 17, 2010; José Cueli, La Jornada, 26/XI/10; Eduardo Aliverti, página 12, 22/XI/10; a.m., noviembre 22, 25 y 30, diciembre 1, 11 y 17, 2010; Jacquie Lejbowicz, página 12, 25/XI/10).

ESTATAL: Asalto al PAN

En una zona exclusiva de León, un grupo de individuos de la derecha más radical de México, base de El Yunque, prepara un asalto: el del PAN estatal. Con dinero suficiente (del que no se conoce su origen), con alta tecnología, instalaron un bunker en calle Del Prado 103, colonia Jardines del Moral. Son adeptos de Gerardo Mosqueda Martínez. Trabajan con la base de datos de los 53 mil panistas guanajuatenses, 10 mil de ellos activos. Quieren la candidatura panista a la gubernatura del estado y trabajan día y noche para ello, cuando falta más de un año para que el PAN emita la convocatoria. Quieren desinflar a Miguel Márquez, secretario de Desarrollo Social, el favorito del gobernador Juan Manuel Oliva, y al secretario federal de Salud, José Ángel Córdova. Quieren, además, adelantarse a Fernando Torres Graciano, líder del PAN estatal, y presumen que en el Comité Ejecutivo Nacional cuentan con apoyo. La confrontación es abierta y decidida. Y están dispuestos a llegar hasta las últimas consecuencias porque después de explorar varios partidos, se han dado cuenta que Mosqueda Martínez no tiene tantos amigos como creía en la oposición, y su única vía para ganar es tomando al PAN en un juego de manos. Por ello, Oliva emprendió una limpia de afines a su exsecretario de Gobierno, entre ellos, el inefable Eusebio Moreno y David Sierra Sierra, ex jefe de asesores de Mosqueda. Otra tanda se prepara.

Mientras, Miguel Márquez, hombre cercano a Elías Villegas y al gobernador Oliva, igual que a Mosqueda, se le ubica como integrante de El Yunque. Hay quienes comentan que el haberlo “lanzado al ruedo” con tanta antelación no tiene otra intención que sondear el terreno y utilizarlo como señuelo, para que “le limpie el camino” al verdadero candidato de la cofradía que gobierna Guanajuato. En este escenario, se visualizan al menos seis otros aspirantes al cargo de gobernador: Gerardo Mosqueda Martínez y Ricardo Torres Origel (pertenecientes al grupo de Oliva) y los integrantes del Pacto de la Loma: Ricardo Sheffield, José Ángel Córdova, Luis Alberto Villarreal y Javier Usabiaga. Sin duda, el que Márquez sea el candidato oficial, le da una ventaja inicial respecto de los demás aspirantes; pero por sí sola no significa nada, por el contrario, hace necesario blindarse en contra de toda la legión de detractores que buscan derribarlo de la condición de candidato oficial. Márquez, sólo es una ficha en el tablero, quien, si en su momento no da el ancho, lo sustituyen por otro, como ficha intercambiable. ¿Cuál es la calidad moral de Márquez que dispone de manera abierta de recursos públicos, de cobertura mediática, de apoyos sociales de quienes se han beneficiado de los programas estatales, y que, además de contar con información privilegiada del gobierno, tiene el apoyo de gran parte del sector empresarial y de la jerarquía eclesiástica? Márquez no posee la estatura política para ser gobernador, sin embargo, hay que reconocer que al contar con mayores recursos económicos, le permite tener más asesores, más espacios publicitarios, más personal de campaña y mayor infraestructura. Todo eso, lo hace ser un candidato inflado.

(Fuentes: El Universal, noviembre 22 y 23, 2010; Alejandro Arias Ávila, El Heraldo de León, 8/XI/10).

NACIONAL: Farsas de debate

Cambios para ir peor. La desvelada escenografía legislativa de última hora confirma lo esencial: el reparto del dinero público no toma en cuenta la situación nacional de crisis ni pretende resolver problemas sino confrontarlos o, a lo más, diferirlos. No hay congreso que delibere de verdad –más que las farsas cotidianas– ni trabajo técnico serio, sino arrebatos oratorios de simulación, complacencia o desahogo –según la bancada a la que se pertenezca–, pues la verdadera labranza presupuestal se da en las oficinas de la Secretaría de Hacienda, en acuerdos entre los coordinadores de los dos principales grupos partidistas, PAN y PRI, y el acople de segmentos perredistas bien portados. Calderón, en acuerdo con el PRI salinizado, consigue impulsar un gasto para 2011 que garantiza que las cosas sigan cuesta abajo. Es de entenderse: en las cámaras no hay una representación popular considerable, sino asientos votantes destinados a dar continuidad a un modelo de abuso desde las elites que ya está agotado e incluso ha entrado a una fase altamente peligrosa, por la inconformidad social que provoca, pero que evidentemente sus beneficiados no van a cambiar por gusto. La aritmética del modelo legislativo es simple, pues pocos son los votos con cierto proyecto de corrección social: los del PT y en forma irregular los de Convergencia, más algunos perredistas, y tal es toda la oposición real, toda la representación del México en crisis, de la nación en hundimiento. PRI y PAN comparten el poder, definen las políticas, reparten el dinero a pesar de choques y riñas menores.

Democracia bumerán. Teórico contra sí mismo, conspirador involuntario, Felipe Calderón acabó pronunciando el pasado 20 de noviembre un discurso bumerán con el que muchos mexicanos podrían justificar en el momento actual las mismas acciones que un siglo atrás llevaron a otros a enfrentarse a un régimen repudiado. Paradoja del cristal con que se mira: el comandante de Los Pinos quiso justificar la circunstancia de su administración con el elogio de la democracia y los anexos que él cree ver en México, sin advertir que quienes tienen valoraciones diferentes, y creen que no hay democracia ni paz ni justicia ni libertades reales, simplemente podrían leer e interpretar en sentido contrario las entusiastas palabras del panista michoacano y asumir ese llamado felipista como una incitación a subir de nivel la lucha en contra del presente régimen despótico. Perlas desconcertantes de sabiduría fundada en las hipótesis de la abuela con ruedas que bicicleta ser podría: “Y si antes de ese día la democracia hubiera permitido a la gente exigir sus derechos, a los campesinos reivindicar la justicia; a los ciudadanos marcar, precisamente, sus preferencias e intereses a través de la regla común del voto, quizá México no hubiera generado las condiciones de opresión y de injusticia que fueron la raíz social del gran movimiento revolucionario”. El Plan de San Felipe, firmado por Francisco I. Calderón: “No permitamos, bajo ninguna circunstancia, que unos cuantos pretendan arrebatarnos la libertad de todos. Enfrentemos con estatura de miras, con convicción, con vocación histórica, a los enemigos de nuestra democracia y de nuestra libertad”. Amén.

Apóstoles del dinosaurismo. Arrepentidos y en vías de fervorosa conversión guerrera están los institucionales de tres colores que ya creen llegado el momento de recuperar su paraíso de Pinos. Ellos ayudaron al díscolo Felipe a instalarse en su falso nicho 0.56%, haciéndole casita. Y ahora el improbable personaje les ha señalado, en admonición dominical partidista, como un peligro para México, como fantasmas del pasado a los que es necesario invalidar cualquier posibilidad futura de retomar el poder. Obviamente, los apóstoles del dinosaurismo, ahora encopetado, se sienten traicionados y responden con despecho. El último día de noviembre, en la Cámara de Diputados, algunos distinguidos priístas preguntaron por qué el fallido Calderón no se va, por qué no deja la silla sin patas que mal ocupa. Y el presidente de la mesa directiva, el priísta Jorge Carlos Ramírez Marín, emitió una sentencia preocupante: “Cuando sentencia a muerte a un partido político que es, por cierto, un partido que tiene mayoría de votos en la Cámara de Diputados, (Felipe) prácticamente está sentenciando para lo que queda de su periodo cualquier posibilidad de acuerdos”.

Cecilia, la secretaria migrante. La atención pública es concentrada en los entretelones macabros de la búsqueda de los restos óseos del asesinado Hugo Wallace y en los pliegues familiares y criminales del adolescente ejecutor apodado El Ponchis, mientras en el arranque del sopor navideño la piñata de los regalos políticos es reventada a golpes de cinismo e irresponabilidad. Tal como se preveía, la yunquista Cecilia Romero ha pasado de los trenes de la muerte y del maltrato criminal a migrantes a la secretaría general del comité nacional panista. Como si nada, sin castigo alguno, políticamente triunfadora, la exdirectora del Instituto Nacional de Migración es ahora la segunda funcionaria en importancia del partido (todavía) en el poder. Por unanimidad, los 40 integrantes del CEN panista formalizaron la exoneración política de quien tuvo que dejar su cargo federal luego de la matanza de decenas de migrantes centro y sudamericanos encontrados en un rancho tamaulipeco, lo que solamente fue un nutrido botón de muestra de la diaria agresión mexicana a ese tipo de viajeros indocumentados.

Familias y EstaFa. Candil de Cancún y oscuridad de Michoacán: el capitán Calderón regaña a los pasajeros de la aeronave del cambio climático porque no se ponen de acuerdo sobre quién debe asumir el control a pesar de que van a estrellarse, pero no asume que en el país entero, y en regiones específicas como la que tiene su capital en Morelia, el avioncito institucional está en llamas y las pistas de aterrizaje han sido tomadas por batallones de un narcotráfico no oficial (La Familia, en el caso) que cada vez se mueven más con sentido político y con aire marcadamente retador ante las fuerzas del Estado Fallido(EstaFa). Cambio climático, pero también cambio político: el gobierno calderonista sigue ocultando información y trata de convencer de que no pasa nada grave, mediante boletines de prensa y manipulaciones del periodismo que se mueve a conveniencia. Según los cuales, mueren más personas en algún pleito breve de cantina que en horas de enfrentamientos entre militares y narcos.

Michoacán, criminales gobiernan. Acusaciones sin precedente, de un usuario del poder presidencial contra un gobernador en funciones: “En el estado de Michoacán debe gobernar la autoridad civil electa y no deben gobernar los criminales, por muy cuates o por muy simpáticos o por muy generosos. No puede imperar la ley de un cártel en un estado, debe imperar la ley del estado de Michoacán, la ley federal, y eso es lo que estamos haciendo allá”. Leonel Godoy no debería permitir que la máxima voz del aparato federal hable así de él, de su gobierno. Pero el perredista parece tener una cola tan larga que no puede darse el lujo de tener la lengua suelta: apenas algunas protestas superficiales, procesales.

La Familia, ¿narcoguerrilla? Al intento de aniquilamiento lanzado por Los Pinos contra La Familia se ha levantado una protesta abierta de ciudadanos que, han concurrido a manifestaciones públicas con la cara descubierta y con notable participación de mujeres y niños. La peculiar organización michoacana tiene base social, un cierto sentido político y una clara estrategia de comunicación mediática, todo mezclado en un discutible batidillo de religiosidad, narcotráfico, autodefensa y, ahora, aires de reivindicación popular, al grado que uno de sus máximos jefes, La Tuta, arenga a sus seguidores cual si de un batallón popular se tratara: “...estamos en una causa justa, una causa social”.

Sacudirse el miedo. Valiente en grados proporcionales a los niveles de protección que el erario le otorga, el licenciado Francisco Blake convoca a los ciudadanos desarmados, amenazados, chantajeados, secuestrados, torturados, destazados y asesinados para que se sublimen en sus posibilidades cívicas y que, ¡hombre, por favor!, “nos sacudamos ese miedo”. El exhorto gubernamental busca dar sustento a una de las peores tretas usadas en esta fase intensiva de abolición de libertades, garantías y derechos: la denuncia “anónima” como falsa fuente de sustento de acciones policiacas y militares que sin respeto alguno hoy realizan allanamientos, aprehensiones y ejecuciones al amparo simple de presuntos llamados telefónicos delatores que así se convierten en expedito recurso de sustitución procesal de la antigualla denominada “estado de derecho”.

(Tomado de Julio Hernández López, La Jornada, noviembre 17 y 22, diciembre 1, 9, 11, 14, 16 y 17, 2010).

INTERNACIONAL: Norcorea: ¿la guerra que busca Wall Street?
















En la gran partida de ajedrez global que se desarrolla exquisita y regionalmente en el noreste y sudeste de Asia entre Estados Unidos (EU) y China, uno de sus principales cuadrantes lúdicos se concentra en la península coreana, donde desde la primavera se intensificó la colisión entre Pyongyang y Seúl debido al extraño hundimiento de una embarcación sudcoreana (con casi medio centenar de muertos), de lo que Occidente, encabezado por la dupla anglosajona de EU y Gran Bretaña (GB), culpó científicamente a Norcorea, lo cual curiosamente no ha sido avalado por China ni por Rusia.

Graves tensiones se han acumulado ominosamente en fechas recientes tanto al este como al norte de Asia –extensivas a India– y que estallaron en la diminuta isleta de Yeonpyeong –en el candente Mar Amarillo–, de solamente 7.01 kilómetros cuadrados y de mil 300 habitantes, perteneciente a Sudcorea, donde estacionó mil soldados en la cercanía de la disputada área marítima entre los dos países, que hoy viven la exacerbación fratricida, azuzada, fuerzas foráneas.

Cuatro intersecciones desembocaron en el intercambio de artillería en la isleta de Yeonpyeong entre las dos Coreas, del Norte y del Sur: 1) La sucesión dinástica de Norcorea; 2) la grave crisis financiera de la globalización neoliberal anglosajona; 3) la tensión creciente entre EU y China en todos los foros y temas: desde el G-20, pasando por la guerra de las divisas, hasta el cambio climático; y 4) el juego con el fuego nuclear de parte de EU y las dos Coreas. Los puntos dos y tres irán creciendo y tendrán su reflejo en varios puntos candentes del planeta (desde Irán hasta Venezuela).

La prensa “occidental” –en especial la más pérfida, que es la británica– machaca el fastidioso estereotipo proveniente de la guerra fría contra la “reclusión sicótica” de Norcorea, que invariablemente es la culpable de todos los males en una península donde, desde hace 57 años, EU mantiene cerca de 30 mil soldados, que ya es tiempo de que se vayan retirando para cesar de atizar el fuego entre los dos países hermanos para contribuir con hechos tangibles a su reunificación y desnuclearización.

¿Por qué está GB interesada en incendiar la península coreana, como ya había adelantado premonitoriamente 11 días antes el británico Patrick Wintour de The Guardian (“GB teme un ataque de Norcorea a la cumbre del G-20 en Seúl”; 12/XI/10)? ¿GB empuja a una guerra entre EU y China para salvar las finanzas quebradas de la City, como alienta su vocero bursátil Ambrose Evans-Pritchard?

Mas allá de la reciente celebración de la cumbre del G-20 en Sudcorea, catapultada a la relevancia internacional –donde, por cierto, EU no pudo descolgar su muy desequilibrado TLC y exhibió de forma lastimosa su decadencia–, las intersecciones dos y tres no necesitan tanta ciencia demostrativa (pero hay que citarlos), salvo que a alguna de las dos superpotencias (EU o China) le convenga la escalada en la península.

La intersección cuatro (“el juego con el fuego nuclear”) es crucial, ya que, determinó en mayor medida la escalada y es la que urge resolver para enfriar el “peligro colosal” de guerra que aduce creíblemente el canciller ruso Sergei Lavrov.

Si los multimedia de EU y Sudcorea comentan hasta el cansancio que Norcorea padece “locura paranoica”, entonces, no existe razón para acorralarle. Cometió un gravísimo error de juicio el ministro de defensa sudcoreano Kim Taeyong, quien “consideró desplegar armas tácticas nucleares de EU en su territorio… en respuesta a la revelación de Norcorea sobre su nueva planta de enriquecimiento de uranio” (Yonhap; 23/XI/10). Al día siguiente vino el intercambio de artillería concentrado en la isleta Yeonpyeong, de 7.01 km2.

EU había retirado en 1991 sus armas nucleares tácticas –desplegadas en 16 instalaciones militares sudcoreanas– para facilitar la desnuclearización peninsular. Un alto funcionario presidencial de Sudcorea, Cheong Wa Dae, de forma correcta ha echado marcha atrás al declarar que los lamentables comentarios del ministro de Defensa “fueron tomados fuera de contexto”, lo cual –urge– puede y debe enfriar –para luego desactivar parcialmente– la alta tensión edificada desde la primavera y que ha ido in crescendo en toda la región del este y norte de Asia.

(Texto de Alfredo Jalife-Rahme, La Jornada, 24/XI/10).

INTERNACIONAL: Cuba, tiempos de cambio

En Cuba se está generando un gran debate sobre el futuro económico de la Isla. Entre los cubanos se ha hecho carne la convicción de que el actual ordenamiento económico, inspirado en el modelo soviético de planificación ultra-centralizada, se encuentra agotado. Tal como lo advirtieron Fidel y Raúl, su permanencia pone en entredicho la supervivencia misma de la revolución. Si se la quiere salvar será preciso abandonar un esquema de gestión macroeconómica que, a todas luces, ya pasó a mejor vida.

La experiencia histórica ha enseñado que la irracionalidad y el derroche de los mercados pueden reaparecer en una economía totalmente controlada por planificadores estatales, los que no están a salvo de cometer gruesos errores que producen irracionalidades y derroches que afectan al bienestar de la población. Ejemplos: en un país con un déficit habitacional tan grave como Cuba, el ente estatal a cargo de las construcciones registra 8 mil albañiles y 12 mil personas dedicadas a la seguridad y a custodiar los depósitos de las empresas constructoras del Estado. O que los informes oficiales del gobierno consignen que el 50 % de la superficie agrícola de la isla está sin cultivar, en un país que debe importar entre el 70 y el 80 % de los alimentos que consume. O que casi la tercera parte de la cosecha se pierda debido a problemas de coordinación entre los productores (sean éstos organismos estatales, cooperativas agrícolas o empresas de otro tipo), las empresas de almacenaje y acopio y los servicios estatales de transporte que deben llevar la cosecha hasta los grandes centros de consumo. O que actividades tales como la peluquería y los salones de belleza sean empresas estatales –¿en qué página de El Capital recomendó Marx tal cosa?– en las cuales los trabajadores reciben todos los implementos y materiales para realizar su labor y cobran un sueldo, pese a lo cual cobran a sus clientes diez veces más que el precio oficialmente establecido, fijado décadas atrás, y sin pagar un centavo de impuestos.

Si la estatización total y la planificación ultracentralizada pudo haber sido necesaria –y aún virtuosa– en su momento, al hacer posible que en un lapso de cuarenta años Rusia, el país más atrasado de Europa, pudiera derrotar al ejército Nazi y tomar la delantera en la carrera espacial, hoy ya no lo es. Dicho en términos del marxismo clásico, el desarrollo de las fuerzas productivas decretó la obsolescencia de formas e intervenciones estatales que siendo eficaces en el pasado ya no tienen posibilidad alguna de controlar la dinámica de los procesos productivos contemporáneos, decisivamente modelados por la tercera revolución industrial.

Cuba se interna en un proceso de cambios y de actualización del socialismo. Los primeros borradores del proyecto, un documento de una veintena de páginas aparecido como suplemento especial del Granma y Juventud Rebelde, fue distribuido masivamente en la población. Se tiraron 500 mil ejemplares que fueron inmediatamente adquiridos por la población, invitada reiteradamente a leerlo, discutirlo y hacer llegar sus propuestas. Van a hacer otra gigantesca tirada más, porque el ansia de participación es enorme. El documento será examinado críticamente por todas las organizaciones sociales, sin distinción alguna: desde el Partido Comunista hasta los sindicatos y el enjambre de asociaciones de todo tipo que existen en la isla. Por eso se equivocan quienes se ilusionan con que la introducción de las reformas de inicio a un indecoroso -¡y suicida!- retorno al capitalismo. Nada de eso: lo que se intentará hacer es nada más y nada menos que llevar adelante reformas socialistas que potencien el control social, es decir, el control popular de los procesos de producción y distribución de la riqueza. El socialismo, correctamente entendido, es la socialización de la economía y del poder, más no su estatización. Pero para socializar es necesario primero producir, pues en caso contrario no habrá nada que socializar. Por lo tanto, se trata de reformas que profundizarán el socialismo, y que no tienen absolutamente nada que ver con las que plagaron América Latina desde los años ochentas.

Va de suyo que el camino a recorrer por la Revolución Cubana no será nada fácil y se encuentra erizado de peligros. A las dificultades propias de toda transición se le agregan los derivados del infame bloqueo impuesto por Estados Unidos (y mantenido por el Premio Nóbel de la Paz Barack Obama), el permanente bombardeo mediático y las presiones a que se ve sometida la isla procurarán por todos los medios hacer que las reformas socialistas degeneren en una reforma económica capitalista. El quid de la cuestión está en la brújula política, la orientación que tendrán estos procesos de cambio. Y el pueblo y el gobierno cubanos disponen de una muy buena brújula, probada por más de medio siglo, y saben muy bien qué es lo que deben hacer para salvar al socialismo de las mortales amenazas que le plantea el agotamiento de su actual modelo económico. Y saben también que si hay algo que liquidaría las conquistas históricas de la revolución, que las barrería de un plumazo, sería la remercantilización de sus derechos y su conversión en mercancías. Es decir, la reintroducción del capitalismo.

(Texto de Atilio A. Boron, rebelión, 25/XI/10).

ANÁLISIS: Causa profunda de la crisis

David Schweickart (DS), profesor de la Universidad Loyola de Chicago, relaciona la crisis con la transformación del capitalismo en la democracia económica que, argumenta, citando a Milton Friedman, ha pasado de “ser políticamente imposible a ser políticamente inevitable”. Friedman se refería a otra: al cambio ocurrido entre 1962, cuando sus ideas como uno de los dos padres fundadores del neoliberalismo eran políticamente imposibles, a 1982, cuando se volvieron políticamente inevitables. Dice DS que el cambio ocurrió cuando el keynesianismo fue incapaz de resolver el problema de la estanflación (estancamiento y creciente desempleo con inflación), porque para atacar el desempleo se requiere más gasto público, pero para atacar la inflación se requiere menos.

DS pasa a analizar “la causa real, profunda, de la crisis”. Para ello introduce una gráfica estilizada que se reproduce aquí. Después de la Segunda Guerra Mundial y durante treinta años (la edad de oro del capitalismo) la productividad del trabajo en Estados Unidos creció sostenidamente y los salarios reales subieron a un ritmo similar; después de 1975, sin embargo, los salarios reales dejaron de crecer a pesar de que la productividad del trabajo siguió creciendo rápidamente, con lo cual la brecha entre lo que produce cada trabajador y lo que se le paga (la plusvalía, diría Marx) se amplió más y más. Esta brecha, añade, haría pensar que el capitalismo entró en una crisis permanente de sobreproducción, al haber demasiada producción con relación al poder de compra. Pero el capitalismo, añade, logró que la gente, a pesar de los estancados salarios reales, siguiera comprando más y más mediante el endeudamiento. Dice el autor: “La clase capitalista, en lugar de aumentar los salarios de los trabajadores para que pudieran comprar los bienes producidos, les prestaban dinero”. Pero este juego, añade, tenía que llegar a un fin: los sobrendeudados consumidores empezaron a dejar de pagar sus deudas. Y estalló la crisis.

Señala que contra la crisis se están intentando soluciones keynesianas, pero la experiencia de la gran depresión de los años 30 mostró que no son suficientes, pues a pesar del Nuevo Trato de Roosevelt, Estados Unidos sólo salió de la gran depresión con la movilización para la guerra. Pero ahora, dice, no va haber una tercera guerra mundial y el aumento posible en el gasto militar es muy limitado. Se podría añadir que el estancamiento de Japón en los años 90, apunta a la ineficacia de los instrumentos de política disponibles para sacar a las economías de la crisis. Al introducir la crisis ecológica que se asocia al crecimiento galopante, el argumento de quienes proponen recuperar el crecimiento capitalista se ve, obligadamente, matizado con la idea de que ahora éste se basaría en tecnologías verdes. En opinión de DS, éste es un cuento de hadas, pues:

“Requerimos cambiar nuestra economía para que su salud no dependa del siempre creciente consumo de las naciones ricas, consumo que, de cualquier modo, no hace felices a quienes vivimos en dichas naciones. Así que estamos arrinconados. Los preocupados por el creciente desempleo presionan para gastar, gastar, gastar, mientras los ecologistas denuncian que nuestra adicción al consumo está matando al planeta. Ambos tienen razón”.

Por tanto, puesto que uno de los rasgos esenciales del capitalismo es que sólo puede funcionar bien con crecimiento galopante, no queda más que preguntarse si otro mundo es posible, lo cual aborda DS con gran conocimiento de causa, pues ha dedicado casi toda su vida profesional a pensar en la sociedad después del capitalismo, particularmente en sus libros Against capitalism (1993) y After capitalism (2002). Su propuesta se centra en lo que llama democracia económica y sostiene que ésta está en el horizonte. La democracia económica sería una formación social que estaría más allá del capitalismo, sería mucho más democrática que la actual y podría funcionar bien con o sin crecimiento de la producción. DS parte de “lo que sabemos a la luz de los experimentos económicos del último siglo”: a) Sabemos que los mercados competitivos son esenciales para el buen funcionamiento de una economía desarrollada y compleja; ésta es la lección negativa de los experimentos socialistas del siglo XX los cuales mostraron que la planificación no puede reemplazar totalmente a los mercados. b) Sabemos que se requiere algún tipo de regulación de los flujos de inversión para el desarrollo racional, estable y sustentable; ésta es la lección negativa de los experimentos neoliberales de los últimos treinta años. c) Sabemos que las empresas pueden ser manejadas democráticamente con pérdidas de eficiencia muy pequeñas o nulas y, en algunos casos, con aumentos de ella y casi siempre con considerable ganancia en la seguridad del empleo. Ésta es una lección positiva de muchos experimentos recientes en formas alternativas de organización del lugar de trabajo. Hay miles de empresas exitosas administradas por trabajadores en todo el mundo que han sido estudiadas y, dice DS, no existe ningún estudio que muestre que el modelo autoritario (capitalista) es superior al democrático.

Con estas premisas, el modelo que propone DS tiene tres componentes: a) Mercados de bienes y servicios, esencialmente iguales a los del capitalismo, pero que no incluyen mercados de trabajo ni de capital, y que están regulados para proteger la salud y la seguridad de consumidores y productores. b) Democracia en el lugar de trabajo, que remplaza la institución del trabajo asalariado; las empresas se conciben como comunidades; no como mercancías. El consejo de los trabajadores, órgano electo por los trabajadores (cada persona un voto), nombra a la gerencia a la que se otorga un importante grado de autonomía, con la obligación de rendir cuentas, los trabajadores no reciben un salario sino que participan en las ganancias de la empresa. c) Control democrático de la inversión, que remplaza a los mercados financieros. Los fondos de inversión provienen de los impuestos a los acervos de capital de las empresas, que se reinvierten a través de bancos públicos. La planificación inteligente de la inversión, señala, es posible. A estos tres puntos esenciales, DS añade otros dos: uno para asegurar el pleno empleo, actuando el gobierno como empleador de última instancia, y otro para dejar un espacio en el que prospere la capacidad emprendedora. La propuesta tiene sentido como un todo, pero también muchos puntos polémicos. Los interesados en el futuro de la humanidad debemos tratarla con toda seriedad, junto con otras visiones de futuros socialistas. DS concluye diciendo con Friedman: “Tenemos que desarrollar alternativas, mantenerlas vivas y disponibles hasta que lo políticamente imposible se convierta en lo políticamente inevitable”.

(Texto de Julio Boltvinik, La Jornada, 26/XI/10).

OPINIÓN: Dios no existe para todos















Según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, la pobreza mata a un niño cada 3 segundos y 2 mil 800 millones de personas se ven afectadas directamente por la pobreza, que aumenta cada año sus víctimas en 25 millones de personas más. Es decir, 40% de la población mundial malviven con menos de 2 dólares al día; mientras el 20% tiene el 90% de la riqueza.

Según el Programa Mundial de Alimentos, que planea alimentar a más de 100 millones de personas en 2010 en más de 75 países; la canasta de alimentos básicos en Bangladesh tiene un precio 54% superior a la media de los últimos cinco años. Si este aumento ya resulta difícil de asumir en cualquier economía del llamado primer mundo, conque resulta imposible imaginar lo que supone en una economía cuya renta per cápita equivale al 6% de la argentina.

Según la FAO (por sus siglas en inglés), el aumento de precios en los mercados internacionales obligará a los países pobres a pagar en 2010 un 11% más por sus importaciones de alimentos. Yendo más allá, la misma factura para los países dentro del grupo de Países de Bajos Ingresos y con Déficit de Alimentos (PBIDA), aumentará en un 20%. Entre los factores que contribuyen a este aumento se encuentran la inestabilidad de las divisas y la especulación del mercado.

Según el FMI, en su informe anual para 2010 y en un apartado con el eufemístico título de: “Apoyo a los países de bajo ingreso. Financiamiento concesionario”, este organismo detalla la fuerza financiera con que se estrangulan las posibilidades de los países más pobres del mundo. El apoyo no consiste en planificar la creación de una economía autosuficiente, sino de préstamos, de mayor carga sobre países que no pueden hacer frente ni a las deudas antiguas. Ghana, la República Democrática del Congo, Moldavia, Zambia, Mauritania o Haití son los países que sufren el mayor aumento de peso financiero sobre sus maltrechas espaldas.

Por si esto no dejaba suficientemente al descubierto el espíritu retorcido y maquiavélico del FMI, aún hay más, bajo el título: “Iniciativas de alivio de la deuda” se explica la existencia de la Iniciativa de Alivio de la Deuda Multilateral, que apunta a reducir la carga de la deuda externa de los países pobres más endeudados hasta niveles sostenibles. Esto es, hasta unos niveles en los que se pueda mantener en el tiempo tanto la deuda como el cobro de los intereses a los países más necesitados. Sostener una deuda es sostener la situación de pobreza del deudor.

A finales de abril del 2010 el total de préstamos pendientes de reembolso por 63 países, ascendía a más de 7 mil 700 millones de dólares. No parece que Dios exista para todos, al menos no en estos países cuyos ciudadanos se encuentran en el corredor de la muerte del Capitalismo.

(Texto de Víctor J. Sanz, rebelión, 26/XI/10).