domingo, 13 de junio de 2010

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EDITORIAL: Fundación del Infierno

La Iglesia Católica inventó el Infierno y también inventó al Diablo.

El Antiguo Testamento no mencionaba esa parrilla perpetua, ni aparecía en sus páginas este monstruo que huele a azufre, usa tridente y tiene cuernos y rabo, garras y pezuñas, patas de chivo y alas de dragón.

Pero la Iglesia se preguntó: ¿Qué será de la recompensa sin el castigo? ¿Qué será de la obediencia sin el miedo?

Y se preguntó: ¿Qué será de Dios sin el Diablo? ¿Qué será del Bien sin el Mal?

Y la Iglesia comprobó que la amenaza del Infierno es más eficaz que la promesa del Cielo, y desde entonces sus doctores y santos padres nos aterrorizan anunciándonos el suplicio del fuego en los abismos donde reina el Maligno.

En el año 2007, el papa Benedicto XVI lo confirmo:

-Hay Infierno. Y es eterno.

(Texto de Eduardo Galeano, Espejos, 2008).

En algún lugar hermético, en el intrincado laberinto forjado en el núcleo de la camarilla que mal gobierna este municipio, se hilvanan estrategias que, de tan malas, son previsibles. Utilizan todo tipo de argumentos injustificables; pero en esa red de pretextos incoherentes hay un zurcido muy frágil por donde asoman las fibras nauseabundas de la complicidad. Así funciona el despotismo. Uno de los inconvenientes del despotismo es la ausencia de límites para el ejercicio de la autoridad. En un régimen absoluto, es decir, sin contrapesos, el abuso del poder adquiere formas variadas y uno de los métodos más socorridos es el control de la información a través de versiones tergiversadas y recapitulaciones insospechadas. Así fue, y así ha sido desde la ascensión de una minoría al poder. En nuestro municipio, los medios de comunicación impresa son un apéndice del poder. Sus reportajes, sus crónicas y sus contenidos editoriales no van más allá del tibio señalamiento o de la simple bufonada. No hay debate, no hay un real juego de ideas, no hay un fomento a la circulación de las distintas corrientes de pensamiento. La difusión mediática de los gobiernos es un efecto colateral del control del discurso social. Desde el alcalde, sobre todo, se emiten ocurrencias y mensajes que pretenden provocar una percepción distinta a la realidad, e influir en el imaginario colectivo para condicionar sus opiniones y su conducta. La imagen del alcalde rodeado de niños, o entregando despensas a madres de familia de las colonias populares o junto a jóvenes en condición de marginalidad o frente a los micrófonos dirigiendo “sesudos razonamientos” a quienes integran los distintos sindicatos empresariales, es uno de los recursos más explotados en la propaganda política. Pero, nada es para siempre. Ahora, en este y otros municipios, hay una incipiente tendencia en que la información tiende a liberarse del control ejercido por las autoridades. La tecnología en las comunicaciones habilita como informador y testigo a cada usuario de telefonía celular o de internet. Así, en un proceso alterno se transmite la incongruencia entre el discurso oficial y la realidad. Si el alcalde dice que los operativos se hacen con estricto apego a la ley, muy pronto los reporteros anónimos suben a la web las imágenes de la barbarie de la policía o de la soldadesca en contra de habitantes de las colonias de la periferia o de las comunidades rurales. El efecto inexorable es la formación de una opinión pública razonada, de una disidencia razonada. La distancia entre la ciudadanía y la clase gobernante tiende a agudizarse por la decepción consuetudinaria. Consecuentemente, se ha producido una deleznable ecuación: la red de complicidades es tan nefasta y denigrante como es la ineptitud y la impericia de la clase gobernante que, pretende ocultar la realidad a punta de discursos y malabarismos demagógicos. Un ejemplo: mientras el alcalde y sus secuaces anuncian la concreción de ambiciosos proyectos, el director de Desarrollo Urbano les dice que ni sueñen: apenas dispone de un presupuesto de 50 mil pesos para aplicarlos al diseño de planes y proyectos; cantidad insuficiente para un municipio como el nuestro. ¿Qué significa esto? ¿Será que el alcalde y “su” Ayuntamiento navegan en un mar de improvisaciones, contradicciones y ocurrencias?

(Basado en: Laura M. López Murillo, argenpress, 30/III/10; a.m., 7/IV/10).

EDITORIAL: La paradoja del poder

Hay dos formas de hacer de la política una profesión. O se vive “para” la política o se vive “de” la política... Quien vive “para” la política hace “de ello su vida” en un sentido íntimo; o goza simplemente con el ejercicio del poder que posee, o alimenta su equilibrio y su tranquilidad con la conciencia de haberle dado un sentido a su vida, poniéndola al servicio de “algo”. En este sentido profundo, todo hombre serio que vive para algo vive también de ese algo. La diferencia entre el vivir para y el vivir de se sitúa, pues, en un nivel mucho más grosero, en el nivel económico. Vive “de” la política como profesión quien trata de hacer de ella una fuente duradera de ingresos; vive “para” la política quien no se halla en ese caso. Para que alguien pueda vivir “para” la política en este sentido económico, y siempre que se trata de un régimen basado en la propiedad privada, tienen que darse ciertos supuestos, muy triviales, si ustedes quieren: en condiciones normales, quien así viva ha de ser económicamente independiente de los ingresos que la política pueda proporcionarle.

Max Weber, La política como vocación

En algún lugar hermético, en el intrincado laberinto forjado en el núcleo de la camarilla que mal gobierna este municipio, se hilvanan estrategias que, de tan malas, son previsibles. Utilizan todo tipo de argumentos injustificables; pero en esa red de pretextos incoherentes hay un zurcido muy frágil por donde asoman las fibras nauseabundas de la complicidad. Así funciona el despotismo. Uno de los inconvenientes del despotismo es la ausencia de límites para el ejercicio de la autoridad. En un régimen absoluto, es decir, sin contrapesos, el abuso del poder adquiere formas variadas y uno de los métodos más socorridos es el control de la información a través de versiones tergiversadas y recapitulaciones insospechadas. Así fue, y así ha sido desde la ascensión de una minoría al poder. En nuestro municipio, los medios de comunicación impresa son un apéndice del poder. Sus reportajes, sus crónicas y sus contenidos editoriales no van más allá del tibio señalamiento o de la simple bufonada. No hay debate, no hay un real juego de ideas, no hay un fomento a la circulación de las distintas corrientes de pensamiento. La difusión mediática de los gobiernos es un efecto colateral del control del discurso social. Desde el alcalde, sobre todo, se emiten ocurrencias y mensajes que pretenden provocar una percepción distinta a la realidad, e influir en el imaginario colectivo para condicionar sus opiniones y su conducta. La imagen del alcalde rodeado de niños, o entregando despensas a madres de familia de las colonias populares o junto a jóvenes en condición de marginalidad o frente a los micrófonos dirigiendo “sesudos razonamientos” a quienes integran los distintos sindicatos empresariales, es uno de los recursos más explotados en la propaganda política. Pero, nada es para siempre. Ahora, en este y otros municipios, hay una incipiente tendencia en que la información tiende a liberarse del control ejercido por las autoridades. La tecnología en las comunicaciones habilita como informador y testigo a cada usuario de telefonía celular o de internet. Así, en un proceso alterno se transmite la incongruencia entre el discurso oficial y la realidad. Si el alcalde dice que los operativos se hacen con estricto apego a la ley, muy pronto los reporteros anónimos suben a la web las imágenes de la barbarie de la policía o de la soldadesca en contra de habitantes de las colonias de la periferia o de las comunidades rurales. El efecto inexorable es la formación de una opinión pública razonada, de una disidencia razonada. La distancia entre la ciudadanía y la clase gobernante tiende a agudizarse por la decepción consuetudinaria. Consecuentemente, se ha producido una deleznable ecuación: la red de complicidades es tan nefasta y denigrante como es la ineptitud y la impericia de la clase gobernante que, pretende ocultar la realidad a punta de discursos y malabarismos demagógicos. Un ejemplo: mientras el alcalde y sus secuaces anuncian la concreción de ambiciosos proyectos, el director de Desarrollo Urbano les dice que ni sueñen: apenas dispone de un presupuesto de 50 mil pesos para aplicarlos al diseño de planes y proyectos; cantidad insuficiente para un municipio como el nuestro. ¿Qué significa esto? ¿Será que el alcalde y “su” Ayuntamiento navegan en un mar de improvisaciones, contradicciones y ocurrencias?

(Basado en: Laura M. López Murillo, argenpress, 30/III/10; a.m., 7/IV/10).

EDITORIAL: Seguridad nuclear: doble rasero

La Cumbre de Seguridad Nuclear, a la que la Casa Blanca convocó a gobernantes de 47 países, tuvo como propósito declarado evitar el riesgo de ataques terroristas con armas nucleares. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha insistido en que tal riesgo es real, y ha expresado el temor de que organizaciones fundamentalistas islámicas, como Al Qaeda, se hagan de material atómico para atacar intereses de ese país. Tal eventualidad, que hasta el 11 de septiembre de 2001 habría parecido un delirio paranoico, no puede descartarse hoy en día, por más que parezca un tanto remota.

Sin embargo, el tema real en el centro del cónclave realizado en Washington fue muy diferente: el gobierno estadunidense buscó convencer a regímenes aliados, amigos y otros no tanto, de unirse a la cruzada de aislamiento contra Irán, nación que realiza esfuerzos independientes por desarrollar un programa nuclear de generación de energía que, según Obama y sus socios de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, tiene derivaciones armamentistas.

Tomando en cuenta este hecho, cabe afirmar que el encuentro en la capital de Estados Unidos fue tan hipócrita como inefectivo. Hipócrita, en la medida en que los gobiernos occidentales toleraron desarrollos de armas nucleares por parte de Israel, Pakistán, India y posiblemente también Corea del Norte, sin recurrir a las presiones económicas, diplomáticas y hasta militares que hoy aplican contra Teherán. Hasta la fecha, Tel Aviv –aliado principalísimo de Washington en Medio Oriente– no ha sido sometido a inspecciones, ni presionado en forma alguna, pese a que cuenta con un arsenal atómico que Global Security calcula en 200 o 300 cabezas nucleares. Por lo demás, países como Japón, Suecia, Alemania, Canadá, España e Italia han desarrollado, sin ser molestados en forma alguna, la capacidad técnica para ensamblar armas atómicas en un plazo mucho menor del que le tomaría a Irán.

Por otra parte, si el temor occidental es que la república islámica suministre materiales nucleares a Al Qaeda, las presiones van en dirección equivocada, si se toma en cuenta la enemistad de raíces históricas entre los fundamentalistas sunitas y el régimen de Teherán, con hegemonía chiíta. Sería más probable, en todo caso, que los primeros obtuvieran uranio enriquecido y tecnología de Pakistán, cuyas autoridades han respaldado activamente, en el pasado reciente, a grupos terroristas, y que, para colmo, enfrentan actualmente una situación de ingobernabilidad, guerra y corrupción cada vez más semejante al panorama que impera en el vecino Afganistán.

En suma, el empeño por aislar y cercar a Irán, y por impedirle que continúe su programa de desarrollo nuclear, es injusto, injerencista y contrario a la legalidad internacional, como señaló recientemente el presidente brasileño, Luis Inazio Lula da Silva, a quien nadie podría atribuir propósitos de desestabilización ni simpatías hacia organizaciones terroristas. Es lamentable que, en contraste, tantos gobernantes se hayan prestado a esa maniobra en el encuentro de Washington.

(Editorial de La Jornada, 13/IV/10).

EDITORIAL: Fuera la religión

Dios no ha muerto. Simplemente nunca existió. Parece ser que el primero en la cultura occidental que dictaminó la inexistencia de Dios fue un sacerdote francés, Jean Meslier, en 1729. Meslier (del que Guillaume Fourmont hace un excelente trabajo en el diario Público, editado en España) introdujo en el pensamiento el ateísmo, pero sus ideas no se conocieron hasta después de muerto.

Desde entonces, ríos de tinta se han escrito contra la existencia de Dios y contra la religión. Después de Jean Meslier, Bakunin, Marx, Nietzsche, Freud, Russell, y en la actualidad el estadounidense Christofer Hitchens, el francés Michel Onfray, el colombiano Fernando Vallejo, el catalán Joan Carles Marset y el británico Richard Dawkins razonando para inteligentes, agotan el asunto. Pero también tantos y tantos que no pudieron en otro tiempo publicar por el látigo de la religión imponente, ni tampoco en los tiempos actuales por la esquiva de las editoriales y el miedo a las consecuencias de enfrentarse al fabuloso diktat del Vaticano. Ya Moliére, Montaigne, Voltaire, el barón D’Holbach y otros habían cuestionado antes la idea del Dios providente y fustigado a la religión funesta.

Dios es, en todo caso, pura conjetura o a duras penas una verdad moral. Un hecho indemostrable por vía racional que sólo puede sostenerse a título de inventario. En último término, quien afirma es quien debe probar, no quien niega. Y Occidente, sin más pruebas que las que unos conciliábulos han querido manufacturar, se ha pasado dos mil años levantando sobre la Idea indemostrada, una religión decisiva en la historia del planeta.

Todos cuantos han mandado, dirigido y organizado tanto la sociedad religiosa como la civil hasta hoy, lo han hecho presuponiendo la existencia de un Dios. En ello y en obligar a los demás a ir tras ellos han malgastado la mayor parte de sus caudales materiales y espirituales. Pero ya está bien. Ha llegado el momento de prescindir en la vertebración de la sociedad de ese Dios inventado y de la religión que lo arropa. Pues no habiendo existido ¿qué pinta la religión que gira en torno a lo que no existe?

Nos dice la católica que la religión trae consuelo. Pero lo que no nos dice es que el consuelo que proporciona ella no es más que el efecto buscado por la causa. Te someto, te humillo, te torturo, y luego aflojo el yugo, te levanto y te alivio. Eso es lo que ha hecho durante casi dos mil años una religión que de perseguida pasó a ser verdugo de las almas. La infelicidad, el desasosiego y la desesperación causadas por el sentimiento de culpa generado por la religión son tan superiores a los parabienes, que la humanidad entera habría alcanzado hace mucho la paz total y duradera de no haber sido por el catolicismo vaticano.

La religión en general ha sido la fuente de todas las desdichas. Y desde luego, entre todas y más que ninguna, la católica. La historia de Occidente se comprendería mal sin ella, pero tampoco puede explicarse sin atribuirle la causa de, prácticamente, directa o indirectamente, todas las disensiones, todas las rencillas, todos los odios, todas las guerras y buena parte de los crímenes. Y lo peor de la Iglesia actual no es ya el saberse de tantísimos casos de pederastia, sino la actitud que adopta en torno a ese asunto, como la actitud que adoptó siempre ante los hechos que escandalosamente la comprometían.

Quienes han ido administrando a lo largo de los siglos esa doctrina manufacturada, no han hecho más que prostituirla, traficar, mercadear con los supuestos mensajes de la divinidad, introduciendo elementos perversos que chocan con la mansedumbre y la bondad natural del buen salvaje. En último término, si la Iglesia católica hubiera proporcionado beneficios a parte de la humanidad, puesto que no ha hecho más que traer tribulaciones y retardar la paz, démosles las gracias por los servicios prestados, y a otra cosa.

Antes, pues, que con la partidocracia, hay que acabar con la religión. Hay que desmantelarla. Pero en cuanto a la católica se refiere, no es necesario hacer nada especial. Se basta ella sola. Se está desmoronando.

Esperemos pacientemente que la Iglesia Vaticana se derrumbe. Sólo así podrá pasar el mundo a la Nueva Era en que impere definitivamente el raciocinio. Porque en último término, si Dios existiese, providente o no, seguro que no quiere aduladores, y menos aún a los que han inventado una religión para traficar con ella o para escandalizar desde ella.

(Texto de Jaime Richart, argenpress, 6/IV/10).

MUNICIPAL: La presa

Es una perfecta radiografía del sistema. Los márgenes, el odio, la muerte precoz: todo concentrado en unos pequeños instantes que simbolizan una realidad que se parece demasiado al espanto. José Luis B. tenía 15. En apenas unos pocos días cumpliría los 16 pero no pudo. No lo dejaron. Su vida estaba marcada desde que nació. La realidad en la que quedó envuelto y que empezó muchísimo antes –quién sabe cuánto– lo ancló para siempre en esa figura enclenque de apenas 44 kilos y un metro cincuenta de altura. Un alfeñique. Empero, para encontrar las raíces de lo que ocurrió en la noche del sábado en la Lázaro Cárdenas, hay que bucear en la historia misma de un país que demasiadas veces ha elegido el odio como salida. Para matar o morir. Para aniquilar como precepto. A pocos minutos de ocurrido el suceso, los policías dieron su versión: “esa noche José Luis quiso robar a un hombre en la puerta de su casa, junto a otros dos chavos de su edad. Tenían un arma corta de juguete. El hombre se resistió y pidió ayuda. Y fue en ese preciso momento que se desataría la persecución y el camino sin retorno... Empezaron a salir vecinos, mujeres mayores de las casas y José Luis ya estaba en el piso. Lo pateaban y le daban de trancazos. Eran más de diez personas, entre ellas varias mujeres grandes. Un vecino del lugar vio de cerca lo que pasaba y salió a defenderlo para que no le pegaran más. Lo agarraron a trancazos también a él. Una niña vio que un hombre agarró un ladrillo y le pegaban con eso, como si fuera un mazo”, dijeron los hermanos de José Luis. No cuesta demasiado vislumbrar la escena. Percibir el olor del miedo que seguramente despediría el cuerpo de José Luis. Tratar de imaginar qué alcanzó a balbucear en esos instantes. A pensar. (¿Acaso alcanzó a pensar?) Qué imágenes le pasaron con la velocidad de mil rayos por su cabeza. (¿Se le cruzó tal vez alguna?) Y sentir que ese olor, entremezclado con el de su sangre, desataría a las fieras necesitadas de una extraña justicia. Un primer golpe. Dos. Tres, que se multiplicarían entre sí, envalentonándose unos con otros. Hasta que sólo la muerte les llevaría a la calma. Como una jauría de animales salvajes que persiguen a una presa hasta devorarla. ¿Cuánto tiempo lleva masacrar el cuerpo de un joven que apenas parece de nueve aunque el calendario insista en que tiene 15? ¿Cuántos golpes son necesarios? ¿Cuánta violencia es necesaria para saciar la sed de quien busca acabar de un mazazo con su propio terror al otro? Pero además, en qué momento cambió algo dentro de esos seres que tal vez, esa misma noche, llenaron de besos a sus hijos y les dieron su bendición. Qué botón se activó dentro de ellos para transformarlos en monstruos voraces de sangre humana. José Luis B. tenía 15 años. Cuentan las crónicas que la escuela dejó de ser parte de sus días en 2008 hasta hace muy poco, en que volvió. Dicen que para quedarse. Que conocía los calabozos policiales y que estaba en tratamiento por consumo de marihuana en un Centro de Rehabilitación cerca de la zona peatonal. Que le gustaba dibujar, y que en la clase de Dibujo eligió dibujar a La Flaca, como le decían a su mejor amiga. Algunos estudiosos de los fenómenos sociales plantean que si lo que creció es la violencia es porque lo que creció es el odio. Y el odio no deja lugar a la ternura. El odio es aniquilamiento, es muerte, es destrucción. Un joven que pesaba 44 kilos y medía un metro y medio a los 15 años representó para el grupo de vecinos –señoras, dicen, en su mayoría– el fantasma demoledor de la inseguridad: “Me van a invadir, me van a robar, me van a violar, me van a matar”. Su cuerpo enclenque (y nadie se preguntó cómo es que un joven puede pesar 44 kilos a los 15 años), su pistola de juguete, el flequillo con gel cayendo sobre su frente amplia, su oscura piel, todo fue una combinación fatal para su destino. Podría haber sido otro pero fue él el que tropezó por su propia fragilidad física y se transformó así en la presa perfecta para aleccionar. No era casi un niño. No para ellos. Era simplemente el objeto propicio para su propia necesidad. José Luis fue arrojado a la hoguera de los dioses, fusilado, apedreado, ahogado en las cámaras de gas, condenado a la silla eléctrica. José Luis fue asesinado una y mil veces en un solo instante como culpable de todos los crímenes de la humanidad. Para que con él aprendieran todos los José Luis de la historia. Y la sociedad y las instituciones comprendieran de una vez cómo se debe actuar ante el desorden y en defensa del decálogo de la vida y de la moral.

(Basado en Claudia Rafael, argenpress, 12/IV/10).

MUNICIPAL: Un caso de abuso más










La adolescente se quebró emocionalmente y contó todo a sus profesores y compañeras del tercer año de la escuela secundaria EST Nº 15. El temor y la desesperación de quedar nuevamente embarazada fue lo que impulsó a la niña de 15 años a revelar que desde los dos era sometida sexualmente por su padre y que su bebé de nueve meses no era de un “noviecito”, sino de su progenitor. Ese mismo día, la joven y algunos profesores de la escuela se fueron a la calle Ocampo a interponer formal denuncia en la Agencia del Ministerio Público. El presunto responsable continúa en libertad, en la colonia Santa María, según denuncian los vecinos. Ante esta situación, compañeros de la joven ofendida y vecinos realizaron una protesta frente a las instalaciones del Ministerio Público a fin de exigir justicia y obtener respuestas. “La joven relató que no podía seguir más con esta situación y que estaba viviendo un infierno”, explicó la maestra Gaby, docente de la institución educativa a la que asiste la adolescente. Hace aproximadamente quince días, la adolescente les contó a profesores y compañeras que su bebé de 9 meses era de su propio padre, que abusaba sexualmente de ella desde hace muchos años. La adolescente es la mayor de tres hermanas. La familia llegó hace aproximadamente un año a la colonia Santa María. Su padre, un hombre de 36 años, trabajaba como empleado en una vulcanizadora de la zona. Según el relato de la víctima, el hombre vivía armado y la tenía amenazada con que si ella no accedía a sus propósitos se desquitaría con las hermanas más pequeñas. “En un primer momento, la madre de la joven dijo desconocer lo que sucedía” en su casa cuando las luces se apagaban y todo quedaba en silencio. Luego, confesó que era consciente de la situación, pero que temía a las represalias y a quedarse sola con la responsabilidad de tener que hacerse cargo económicamente de sus hijas. Frente a los reclamos de la joven y algunas de sus maestras, que exigen la inmediata encarcelación para el acusado porque lo consideran una amenaza tanto para su hija mayor como para el resto de la familia, el agente a cargo de la averiguación previa, señaló: “Cualquier persona que entienda un poco de Derecho sabrá que la declaración de la víctima no alcanza para detener a un ciudadano”. Agregó que está a la espera de los resultados de ADN. Mientras tanto, “esa espera puede permitirle la fuga”, lamentó la docente. Hoy la joven y su bebé se encuentran bajo la tutela de una asistente social del DIF y alejadas del barrio. “Costó muchísimo arrancarle la idea del suicidio”, contó la maestra Gaby. Además, aunque el miedo todavía es una constante en su vida, la joven madre dice que “por primera vez puede dormir tranquila”. Sin embargo, no se sabe mucho sobre el paradero del resto de la familia. Del acusado, unos dicen “que se fue a su lugar de origen”, otros, “que se fue a una comunidad cerca de aquí”, y otros más, “que se le ve por las tardes caminando por la Aquiles Serdán con aspecto de indigente y hablando solo”. Cuando la situación salió a la luz en la colonia Santa María, a mediados del pasado mes de marzo, algunos maestros de la escuela se presentaron en la casa de la muchachita para brindarles ayuda económica y moral a la madre y a sus hijas. Al llegar, los docentes se encontraron con la sorpresa de que el hombre estaba en la vivienda. Esa noche, y casi en forma inmediata, se armó una escandalera y los vecinos intentaron linchar al hoy presunto responsable, que terminó internado en el Hospital, víctima de una crisis nerviosa. Allí permaneció dos días y cuando se le dio el alta médica, “volvió a la colonia y comenzaron las amenazas a los vecinos y una nueva situación de pánico para la pequeña”. Hoy, la joven sigue esperando que se le haga justicia.

(Tomado de página 12, 10/IV/10).

MUNICIPAL: Siete meses

¿Estado? ¿Qué es eso? ¡Bien! Abrid los oídos, pues voy a deciros mi palabra sobre la muerte de los pueblos. Estado se llama al más frío de todos los monstruos fríos. Es frío incluso cuando miente; y ésta es la mentira que se desliza de su boca: “Yo el Estado, soy el pueblo”... Pero el Estado miente en todas las lenguas del bien y del mal; y diga lo que diga miente, y posea lo que posea, lo ha robado. Falso es todo en él; con dientes robados muerde, ese mordedor. Falsas son incluso sus entrañas... ¡Miradlo cómo atrae a los demasiados! ¡Cómo los devora y los masca y los rumia!... ¡Ay, también en vosotros los de alma grande susurra él sus sombrías mentiras! ¡Ay, él adivina cuáles son los corazones ricos, que con gusto se prodigan!... ¡Héroes y hombres de honor quisieran colocar en torno a sí el nuevo ídolo! ¡Ese frío monstruo gusta de calentarse al sol de buenas conciencias! Todo quiere dároslo a vosotros el nuevo ídolo, si vosotros lo adoráis: por ello se compra el brillo de vuestra virtud y la mirada de vuestros ojos orgullosos. ¡Quiere que vosotros le sirváis de cebo para pescar a los demasiados! ¡Sí, un artificio infernal ha sido inventado aquí, un caballo de muerte, que tintinea con el atavío de honores divinos!... Estado llamo yo al lugar donde todos, buenos y malos, son bebedores de venenos: Estado, al lugar en que todos, buenos y malos se pierden a si mismos: Estado, al lugar donde el lento suicidio de todos se llama “la vida” ¡Ved, pues, a esos superfluos! Enfermos están siempre, vomitan su bilis y lo llaman periódico. Se devoran unos a otros y ni siquiera pueden digerirse. ¡Ved, pues, a eso superfluos! Trepan unos por encima de otros, y así se arrastran al fango y a la profundidad. Todos quieren llegar al trono: su demencia consiste en creer ¡que la felicidad se asienta en el trono! Con frecuencia es el fango el que se asienta en el trono y también a menudo el trono se asienta en el fango. Dementes son para mí todos ellos, y monos trepadores, y fanáticos. Su ídolo, el frío monstruo, me huele mal: mal me huelen todos ellos juntos, esos servidores del ídolo. Hermanos míos, ¿Es que queréis asfixiaros con el aliento de sus hocicos y de sus concupiscencias? ¡Es mejor que rompáis las ventanas y saltéis al aire libre! ¡Apartaos del mal olor! ¡Alejaos del humo de esos sacrificios humanos!

Friedrich Nietzsche, Así habló Zaratustra

En algún lugar vital, en el núcleo de la personalidad, se configuran las actitudes y los ideales; y es justamente ahí, sobre el horizonte de las expectativas, donde se inscribe la conducta social y se condiciona la manera de pensar. En pleno trance, y engolosinado con el poder, el alcalde de San Francisco, presa de otra de sus ocurrencias, considera importante valorar la siguiente disyuntiva: “¿Qué prefieren: vivir en una ciudad grande para pocos vehículos o en una ciudad pequeña saturada de automotores?”. La gran ocurrencia ahora es fomentar la “cultura de caminar”, permitir que “la gente aprecie de mejor manera nuestras joyas arquitectónicas e históricas”, dejando el auto en un estacionamiento. El fundamento es sencillo: “como San Francisco ocupa el primer lugar a nivel estatal en que hay más vehículos por persona, es necesario crear obras de infraestructura que le den un ‘desahogo’ a la ciudad”. Todo está muy bien hasta ahí. Pero, hay un problema: no hay recursos ni tampoco hay un plan que regule los aspectos técnicos que permitan la realización de ese tipo de obras. Luego entonces, se trata de un sueño irrealizable. Al menos para esta administración. ¿A qué se debe la falta de claridad en lo que plantea el alcalde? ¿Qué lo distrae, qué lo acongoja, qué lo perturba? ¿Sus más cercanos colaboradores no están a la altura de las circunstancias, como es el caso de su secretario particular, del síndico y del secretario de ayuntamiento? Porque es más que evidente que la vulgaridad ha sido el sello de esta administración municipal. La vulgaridad es el sello de los hombres ensoberbecidos de su insuficiencia –dice José Ingenieros–; la custodian como su más preciado tesoro. Ponen su mayor jactancia en exhibirla, sin sospechar que es su afrenta. Estalla inoportuna en la palabra o en el gesto, rompe en un solo segundo el encanto preparado en muchas horas, aplasta bajo su zarpa toda manifestación luminosa del espíritu. Por eso es que no podemos esperar mucho de las actuales autoridades: al alcalde se le nota medroso, en sus palabras y en sus gestos. La vulgaridad se ha insertado en cada rincón de Presidencia Municipal, ha trepado por cada pared y, afanosa, va desplegando sus nocivas exhalaciones por cada molécula de aire que se respira en la “casa del pueblo”. La vulgaridad es incolora, sorda, ciega, insensible, nos rodea y nos acecha; se deleita en lo grotesco, vive en lo turbio, se agita en las tinieblas. Es a la mente lo que son al cuerpo los defectos físicos, la cojera o el estrabismo: es incapacidad de pensar racionalmente, de amar con lealtad y sinceridad, incomprensión del diferente, es, en fin, toda la obscenidad. No por nada en siete meses Jaime Verdín ha tenido que sufrir el trago amargo de recibir tres renuncias: 1) Gastón Salomón Hernández, ex director de Transporte Municipal, individuo petulante y grosero, se vio forzado a dimitir ante “la falta de resultados y quejas del personal a su cargo”. Su lugar es ahora ocupado por el servil Mayolo Luna; 2) Valentín Gutiérrez, ex director del Rastro, quien, molesto por la falta de apoyo de Verdín, presentó su renuncia al síndico, evitando a toda costa cruzar palabra con el alcalde; 3) Jacqueline González, ex jefa de Compras, decidió dejar el puesto ante la clara desilusión que le provoca el trabajar para una administración que se ha caracterizado por la improvisación y la falta de coherencia. Igual que el anterior, evitó tener una “plática formal” con Verdín. Éste, tratando de ocultar su deficiente manera de conducir la presente administración, declaró: “Me parece que está quedando claro al interior de la Administración que yo no soy de los que gritan o hacen un gran alboroto si alguien no está cumpliendo en sus funciones; no me voy a extralimitar o exceder, simplemente se analiza el trabajo de cada cual”. ¡Ahí está el problema! Como cada funcionario está bajo la “lupa del análisis” tanto de Verdín y su secretario particular, como del contralor municipal, entonces las filtraciones, los rumores y los chismes, circulan a pasto en todas las dependencias. Por cierto, ¿quién analiza la actuación de Verdín y sus escuderos? Por otro lado, en sus miserables afanes de popularidad, más denigrantes que el servilismo, Verdín espera obtener la simpatía de la población anunciando grandilocuentes “esquemas de trabajo”. Uno de ellos, bautizado con el pomposo nombre de Subcomisión Operativa de Prevención Municipal, pretende llevar a cabo actividades con el fin de prevenir la delincuencia. Su primera acción: “intercambiar pelotas por juguetes que parezcan armas”, para que, según Verdín, “no haya crecimiento en los problemas de inseguridad o de descontrol”. ¡Uf, se vale soñar! Vanidoso y fascinado por la sirena que lo arrulla sin cesar, acariciando su sombra; habiendo perdido todo criterio para juzgar sus propios actos y los de su camarilla y, aprisionado por la intriga que lo ahoga, el alcalde no encuentra la salida al problemón de la “invasión de rutas”: “reuniones de trabajo” van y vienen, sugerencias sobre el uso de “tecnología de punta” salen a relucir y, lo más bonito: promesas de dar seguimiento a “los acuerdos”. Y apenas llevan siete meses.

(Fuentes: Laura M. López Murillo, argenpress, 20/IV/10; José Ingenieros, El hombre mediocre; a.m., abril 7, 10, 16, 20 y 21, 2010; El Heraldo de León, 7/IV/10).

ESTATAL: El “Sexenio de la Educación”

La propaganda oficial así lo dice. Se habla, a poco más de la mitad del sexenio, de que éste será el sexenio de la educación. Las cifras oficiales parecieran de inicio impactantes: ampliación de centros educativos, generación de nueva infraestructura, apuesta por nuevas modalidades educativas, como la educación en línea, y un largo etcétera. Aunque hay muchas formas de evaluar la gestión gubernamental, puede asumirse que la actividad evaluadora podría dividirse en dos grandes tipos: la evaluación de desempeño y la evaluación por resultados. En la primera, se destacan indicadores relativos al número de acciones realizadas, a los montos de inversión, al número de aulas o espacios educativos construidos, al equipamiento o modernización de instalaciones e incluso al número de plazas creadas para mejorar los servicios educativos. Sin embargo, este tipo de evaluaciones presenta varias limitantes: no nos dice nada acerca de la calidad de los servicios que se prestan; tampoco nos informa sobre la pertinencia de las acciones realizadas, por ejemplo, si han sido adecuadamente focalizadas, si responden a prioridades determinadas con criterios de racionalidad administrativa; y lo más importante, no nos dan información sobre el impacto final del esfuerzo público realizado. Si se consideran estos aspectos, puede explicarse por qué, por ejemplo, un programa tan bien evaluado como el Programa Oportunidades, a pesar de tener más de 10 años de operación, y de tener una cobertura de más de 5 millones de familias, no ha logrado cumplir con el objetivo de romper los ciclos intergeneracionales de la pobreza.

Desde esta perspectiva, el análisis de los indicadores educativos se hace necesario, más aún cuando hay todo un despliegue propagandístico mediante el cual, se pretende hacer creer a la población que el estado de Guanajuato ha avanzado a pasos agigantados en materia de educación.

Acerca del rendimiento escolar y de acuerdo con el último Informe de la Prueba Excale, relativo al aprendizaje de estudiantes de tercero de secundaria, en Guanajuato casi 8 de cada 10 escuelas secundarias públicas son telesecundarias; para mala fortuna de los estudiantes, éstas son las que obtienen los menores puntajes de rendimiento. Así, mientras que en las escuelas secundarias privadas un 89% de sus estudiantes obtuvieron al menos el nivel básico de aprendizaje en Español, en las secundarias técnicas el porcentaje es de 74%, y en las telesecundarias el indicador llega apenas al 54%.

Se puede argumentar que Guanajuato está menos peor que la mayoría del país en la modalidad de las telesecundarias; empero, afirmar que se está bien, cuando lo que tenemos es un desastre educativo, constituye un despropósito mayor. Resulta paradójico que si se sabe que las escuelas secundarias técnicas del estado sí marcan una diferencia significativa con respecto al resto del país, sea una de las modalidades en las que menos se ha invertido en términos de ampliación de cobertura.

En cuanto al rezago educativo y de acuerdo con los datos de INEA, a diciembre de 2009, Guanajuato ocupa el décimo lugar nacional en el porcentaje de población de 15 años y más analfabeta. Otro dato nada honroso es que Guanajuato ocupa el quinto lugar con mayor porcentaje de personas que en ese mismo grupo de edad, no han concluido sus estudios de educación primaria.

Finalmente, la “joya de la corona” es que Guanajuato ocupa el primer lugar en el porcentaje de personas mayores de 15 años que no han logrado terminar sus estudios de educación secundaria. Lo peor del caso es que según los datos del INEA, desde 2003 se ha mantenido constante un porcentaje por arriba del 28% de los mayores de 15 años sin secundaria terminada, lo cual, debiera ser revisado con urgencia y con mucha atención por las autoridades educativas.

(Tomado de correo, 12/IV/10).

ESTATAL: El castillo de la impureza

Durante cinco años, el sacerdote Laurencio Pérez gozó de impunidad gracias a que el obispo de la diócesis de Celaya, Lázaro Pérez Jiménez –recientemente fallecido–, lo protegió de las acusaciones en su contra por presuntos actos de corrupción de menores. Y aun cuando pesaba una orden de aprehensión en su contra desde 2005, el sacerdote seguía ejerciendo sus actividades eclesiásticas y cortejando a menores, como a la hija de Ángel Álvarez, una menor de 13 años con quien incluso se fue a vivir. Finalmente, Laurencio fue detenido el 18 de marzo e ingresado cuatro días después al penal de San Miguel de Allende.

Durante los últimos cinco años, Laurencio Pérez Mejía pasó de pueblo en pueblo y de parroquia en parroquia, dejando tras de sí la estela de impunidad que le permitió evadir una orden de aprehensión por presuntos actos de corrupción de menores.

Laurencio Pérez Mejía gozó de la protección de la diócesis encabezada por el obispo Lázaro Pérez Jiménez, quien solía presentarlo como su sobrino. Fue él quien lo ayudó a evadir su captura al cambiarlo periódicamente de templo; además, desoyó los testimonios y quejas sobre los abusos cometidos por Pérez Mejía a jovencitas.

Uno de ellos, Ángel Álvarez, relata que en 2006 el goloso padre Laurencio le pidió a su hija de 13 años para que le ayudara en las oficinas parroquiales del templo de Nuestra Madre Santísima de la Luz en la comunidad de Moral Puerto de Nieto y terminó viviendo con ella como pareja en la casa de los Álvarez. Relata que cuando denunció el caso ante los funcionarios del gobierno municipal, agentes del Ministerio Público, ministeriales y sacerdotes, nadie lo escuchó.

Antes de marcharse con su hija y de dejar dividida a la familia, el padre Laurencio todavía recurrió a Ángel Álvarez para pedirle referencias sobre un buen abogado “por un asunto de unas calumnias que traía detrás”. “Las calumnias” en realidad estaban consignadas en la averiguación previa 2024/2005 en la agencia del Ministerio Público de Celaya, levantada a partir de la denuncia del 12 de noviembre de 2005. La promoverte, una menor de edad, describió los “amistosos acercamientos” del clérigo a partir de febrero de ese año.

Durante casi nueve meses, según el testimonio, el sacerdote comenzó a cortejarla. Al principio le daba regalos, pero luego acudía a esperarla a que saliera de la escuela para llevarla a sitios donde la tocaba y la obligaba a fumar y a tomar bebidas alcohólicas, incluso amenazaba con matar si ella no accedía a sus peticiones o si enteraba a sus padres de lo que estaba ocurriendo entre ellos.

A fines de octubre de ese año, la madre de la jovencita sorprendió al sacerdote besándola. Le advirtió que se alejara de ella. Renuente, él siguió buscando a la menor, a quien incluso le hacía llegar recados a través de algunas de sus compañeras de escuela. Cansada por el hostigamiento, la familia tomó la decisión de denunciar penalmente al cura.

(Texto de Verónica Espinosa, proceso, no. 1746).

NACIONAL: El narco, un Estado paralelo

Disperso, y aparentemente desorganizado, el narco es la primera fuerza que reta en forma decisiva al Estado mexicano. Opera visiblemente en todo el territorio nacional y expande sus mercados en el extranjero con tecnología y una impresionante estructura financiera; importa armas de grueso calibre para combatir abiertamente a las fuerzas armadas, y corrompe con impunidad autoridades federales, estatales y municipales; “cobra impuestos, impone leyes y cuenta con fuerza pública”, reconoció recientemente Felipe Calderón.

A pesar de lo anterior, el mandatario insiste en enfocarse únicamente en una de las actividades ilegales: el tráfico de drogas. Nadie en el gobierno –salvo unos cuantos generales en el seno de las fuerzas armadas– parece darse cuenta de que el tema dejó de ser hace mucho tiempo un problema de arrestos, balaceras, decomisos y extradiciones. Hoy los temas son otros: el regreso del Ejército a los cuarteles, una política de seguridad nacional que de certidumbre legal a los altos mandos; despenalización de las drogas, tratamiento de los adictos y la posible (¿deseable?) negociación con los cárteles. El narco ya superó la etapa inicial y está convirtiendo su reto en un asunto de supervivencia nacional. ¿Continúa existiendo el Estado mexicano? ¿Somos un Estado fallido?

En un afán protagónico e irreflexivo por “democratizar” sin ayuda de nadie el sistema político nacional, Vicente Fox desmanteló la presidencia monolítica, y al mismo tiempo permitió que florecieran incontrolables los feudos estatales que padecemos. Sin supervisión presidencial los gobernadores se volvieron dueños absolutos de sus jurisdicciones; señores de horca y cuchillo con oídos dispuestos a escuchar las tentadoras ofertas del narcotráfico. Por otra parte, la cantidad de organizaciones criminales que existen en México y el creciente número de estados donde operan, nos obliga a concluir que tenemos un gobierno corrupto hasta la médula (en cuyo caso la presencia del narco resultaría un mal menor), o que en unos cuantos años todo México se volvió adicto al uso de estupefacientes, lo cual está lejos de la realidad. Tampoco es cierto que el incremento cada vez mayor de las áreas de operación de los cárteles signifique que el país ha caído irremediablemente en una vorágine de robos, secuestros, extorsiones, piratería y los demás ilícitos atribuidos al crimen organizado.

El narco se prepara. Armado hasta los dientes y apoyado por ex militares, asesores legales y financieros, conocimiento de los mercados y con decenas de millones de dólares que ingresan a sus arcas diariamente por aire, mar y tierra, los capos parecen preparados para dar la batalla final. Lo sucedido hasta hoy son escarceos. Miden el calibre de las armas, la estrategia, la capacidad de organización y la resolución de combatir de las fuerzas armadas. Infiltran todos los niveles militares, judiciales y de gobierno, y se disponen a instalar, si no es que lo han hecho ya, un estado dentro del Estado mexicano. ¡Una sociedad paralela!

Rafael Rodríguez Castañeda, director de Proceso, y coordinador de los magníficos ensayos titulados “El México narco” (que presentan una visión apocalíptica del narcotráfico), está convencido de que, “como sangre que escurre en un plano inclinado”, el narco ha invadido el territorio nacional y que el espejo del México de hoy “refleja al narco junto al resto de las estructuras sociales del país”.

¿Qué vivimos? ¿Una guerra civil? En eso coinciden expertos y estrategas militares; una guerra civil en la que se disputan sumas descomunales de dinero y territorios. No existen, como en otras guerras civiles, diferencias ideológicas, pero se juegan vastos territorios de la geografía nacional, rutas de importación y exportación de drogas, armas y dineros; campos de aterrizaje clandestinos, y al final la manzana de la discordia: el poder político en todos los niveles de gobierno. Otra característica de la guerra civil, en la que coinciden los expertos, es el número de bajas (generalmente mil por año. Aquí el gobierno reconoció recientemente 7 mil 500 por año en el sexenio).

En “El México narco” los reporteros de Proceso presentan un país desahuciado. Un país, afirma Rodríguez Castañeda, al que los hombres del poder político y económico –con sus abusos sin límite– han contribuido a degradar, “porque el tamaño del narcotráfico en México equivale a la magnitud de la corrupción”. En el pasado, el contubernio entre esos hombres del poder político y económico se traducía únicamente en jugosos contratos de construcción y redituables suministros de bienes y servicios. Eso convirtió al gobierno en una fuente inagotable de muy buenos negocios, apartándolo de sus funciones naturales de administración e impartición de justicia.

Hoy el narco ha llegado más allá; ha creado un Estado paralelo que coexiste incontenible frente a las demás estructuras sociales: la política, los negocios, las finanzas y el ejercicio de las profesiones liberales. Ha llegado el momento de entregar la plaza, o de analizar el tema con un enfoque diferente.

(Texto de Jorge Camil, La Jornada, 16/IV/10).

INTERNACIONAL: Jerusalén oriental

Una vez más, el lugar conflictivo es Jerusalén Este, ocupado por Israel en la guerra de 1967. En esta ocasión se trata de la propuesta de un complejo de mil 600 apartamentos en el barrio Ramat Shlomo. Y una vez más, a raíz de ello, la muerte de palestinos por fuego israelí.

El 9 de marzo, el Ministerio del Interior anunció el nuevo proyecto durante la visita del vicepresidente de Estados Unidos, Joseph R. Biden, a Israel. El presidente Obama había exhortado a frenar la expansión de los asentamientos en territorio ocupado. La reacción fue inmediata e intensa. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, se disculpó públicamente por la “lamentable” falta de oportunidad del anuncio, pero insistió en que Israel podía construir libremente en Jerusalén Este y en otros lugares de los territorios que tiene la intención de anexar.

Según la prensa israelí, Biden tuvo un intercambio privado e irritado de palabras con Netanyahu, invocando preocupaciones militares por el fracaso en resolver el conflicto israelí-palestino. “Lo que usted está haciendo socava la seguridad de nuestras tropas que están combatiendo en Irak, Afganistán y Pakistán”, dijo Biden a Netanyahu, de acuerdo con las fuentes. “Eso nos pone en peligro y pone en peligro la paz regional”.

El 16 de marzo, el general David H. Petraeus, jefe del Comando Central de Estados Unidos, se hizo eco de esas preocupaciones ante el Comité Senatorial de los Servicios Armados: “El conflicto fomenta el sentimiento antiamericano debido a la percepción de un favoritismo de Estados Unidos hacia Israel”. Una semana después, Netanyahu y Obama mantuvieron en la Casa Blanca conversaciones calificadas posteriormente como “contenciosas”.

Netanyahu mantiene una línea dura sobre los asentamientos. Y no da señales en absoluto de reconocer la viabilidad de un Estado palestino. Esta intransigencia tiene un mal reflejo en la credibilidad de Estados Unidos. Un contratiempo similar, relacionado con los asentamientos, hizo erupción hace 20 años, llevando al entonces presidente estadounidense, George Bush, a imponer sanciones limitadas a Israel como reacción al descarado e insultante comportamiento del primer ministro, Yitzhak Shamirm, quien fue rápidamente reemplazado. La cuestión radica ahora en si la Administración Obama está dispuesta a adoptar siquiera las suaves medidas aplicadas por Bush padre.

La situación es hoy más seria. Dentro de Israel, los sectores ultranacionalistas y religiosos han surgido con una perspectiva parroquial, estrecha. Y las fuerzas de Estados Unidos están comprometidas en guerras impopulares en la región. En mayo de 2009, en Washington, Obama se reunió con Netanyahu y Mahmud Abbas, presidente de la Autoridad Palestina. Estos encuentros, y el discurso de Obama en El Cairo en junio pasado, han sido interpretados como un punto de inflexión en la política de Estados Unidos en Oriente Medio.

Una mirada más atenta, sin embargo, sugiere ciertas reservas. Las interacciones entre Estados Unidos e Israel –con Abbas entre bambalinas– se centraban en dos frases: “Estado palestino” y “crecimiento natural de los asentamientos”. Analicemos cada una de ellas sucesivamente.

Obama efectivamente pronunció las palabras “Estado palestino”, haciéndose eco del presidente George W. Bush. En contraste, el programa (no revisado) del partido gobernante de Israel en 1999, el Likud de Netanyahu, “rechaza rotundamente el establecimiento de un Estado palestino árabe al oeste del río Jordán”. Es cierto que aquel gobierno de Netanyahu fue el primero en Israel en usar la frase “Estado palestino”. El gobierno accedió a que los palestinos puedan llamar a cualesquiera fragmentos de Palestina que les queden “un Estado”, si eso quieren. O pueden llamarlos “pollo frito”, qué más da.

En mayo pasado, la posición de Washington fue presentada con mayor fuerza en el muy citado discurso de la secretaria de Estado, Hillary Clinton, en el que rechazó “excepciones de crecimiento natural” dentro de la política oficial de Estados Unidos contraria a nuevos asentamientos. Netanyahu y prácticamente todo el espectro político israelí insisten en que se permita tal “crecimiento natural”, quejándose de que Estados Unidos está dando marcha atrás respecto a la autorización de Bush para dicha expansión dentro de su visión de un Estado palestino. La fórmula Obama-Clinton no es nueva. Repite las palabras de la Hoja de Ruta de Bush para un Estado palestino, que estipula que, en la Fase I, Israel “congele toda la actividad de los asentamientos de acuerdo con el informe (del ex senador estadounidense George J.) Mitchel, incluyendo el crecimiento natural de asentamientos”.

En El Cairo, Obama empleó a su familiar estilo de tabla rasa –con poca sustancia, pero presentado de manera tan agradable que permite a la audiencia escribir en la tabla lo que desea escuchar–. Obama se hizo eco de la visión de Bush de un Estado palestino, sin detallar lo que quería decir. Dijo el presidente: “Estados Unidos no acepta la legitimidad de continuados asentamientos israelíes”. Las palabras clave son “legitimidad” y “continuados”. Por omisión, Obama aceptaba la visión de Bush: los vastos asentamientos israelíes existentes y los proyectos de infraestructura en Cisjordania son, implícitamente, “legítimos”, con lo cual se garantiza que la frase “Estado palestino”, refiriéndose a los fragmentados restos que quedan, signifique “pollo frito”.

El pasado noviembre, Netanyahu declaró una suspensión de diez meses para nuevas construcciones, con muchas excepciones, y excluyendo totalmente la Gran Jerusalén, donde la expropiación en áreas árabes y la construcción de casas para colonos judíos –como el proyecto Rabat Shlomo– continúan a un ritmo rápido. Estos proyectos son doblemente ilegales: como todos los asentamientos, violan la ley internacional y, en el caso de Jerusalén, vulneran resoluciones específicas del Consejo de Seguridad de la ONU. En Jerusalén, en ese entonces, Hillary Clinton elogió las concesiones “sin precedentes” de Netanyahu, lo que generó cólera en buena parte del mundo.

La Administración Obama promueve una “reconceptualización” del conflicto del Medio Oriente, detallada con claridad el pasado marzo por John Kerry, presidente del Comité senatorial de Relaciones Exteriores: Israel será integrado entre los estados árabes “moderados” aliados de Estados Unidos, enfrentándose a Irán y permitiendo el dominio de Washington sobre las vitales regiones productoras de energéticos. Dentro de ese marco tendrá lugar algún acuerdo aún no especificado entre Israel y Palestina.

Mientras tanto, los vínculos entre Israel y Estados Unidos se profundizan. La cooperación estrecha de inteligencia se remonta a más de medio siglo. Las asociaciones de alta tecnología entre Estados Unidos e Israel se están incrementando. Intel, por ejemplo, está añadiendo una construcción gigantesca a sus instalaciones en la localidad israelí de Kiryat Ga, para lograr una reducción revolucionaria en el tamaño de los chips. Los vínculos entre la industria militar israelí y la estadounidense se mantienen particularmente estrechos, hasta el grado de que Israel ha desplazado instalaciones de desarrollo y manufactura a Estados Unidos, donde el acceso a los programas de ayuda militar y desarrollo es más fácil. Israel también está considerando la transferencia a Estados Unidos de la producción de vehículos blindados, pese a las objeciones de miles de trabajadores israelíes que perderían sus empleos.

Las relaciones también benefician a los productores estadounidenses –doblemente, de hecho, porque el abastecimiento de armas a Israel financiado por el Gobierno de Washington, que es en sí muy rentable, también funciona como carnada que induce a las ricas dictaduras árabes (“moderadas”) a comprar grandes cantidades de equipo militar menos sofisticado.

Israel también sigue proveyendo a Estados Unidos con una base militar estratégicamente localizada para instalar armas y para otras funciones –en fecha más reciente, en enero, el Ejército estadounidense actuó para “duplicar el valor de equipo militar de emergencia en reservas en territorio israelí”, elevando el presupuesto a 800 millones de dólares. “Misiles, vehículos blindados, municiones aéreas y equipo de artillería ya están acumulados en el país”, informa Defense News.

Estos son algunos de los servicios sin parangón que Israel ha estado proporcionando para el militarismo y dominio global de Estados Unidos, así como para su economía de alta tecnología. Esta posición permite a Israel un cierto margen para desafiar las órdenes de Washington, aunque corre un riesgo muy grande si trata de abusar de su suerte, como ha mostrado repetidamente la historia. La arrogancia de Ramat Shlomo irritó claramente a la Administración Obama.

Israel sólo puede ir tan lejos como Estados Unidos lo permita. Washington ha sido, desde hace tiempo, un participante directo en los crímenes israelíes que condena oficialmente, aunque guiñando el ojo a su amigo. Hay que ver si esa charada continúa.

(Texto de Noam Chomsky, La Jornada, 4/IV/10).

OPINIÓN: Letanía

Segunda réplica de Silvio Rodríguez a Carlos Alberto Montaner, cubano, periodista y escritor anticastrista con residencia en Madrid.

La Habana, 9 de abril de 2010

Montaner:

Sé que, cuando Marx murió, Martí le dedicó algunas frases de homenaje, si mal no recuerdo “por haberse puesto de parte de los pobres”. Por favor, ilústrame y muéstrame las “críticas severas” del Apóstol al autor de El Capital.

Montaner:

Antes de la Revolución, la mayoría de los cubanos no podía ni soñar con tener casa propia. Mi familia entre ellos. El único inmueble que ahora mismo poseo es mi casa. Infórmate mejor, porque hasta el día de hoy no tengo propiedades o empresas en Cuba o en el extranjero.

Montaner:

En algunas entrevistas y canciones, a través de una trayectoria de más de 40 años, he señalado lo que he considerado criticable del proceso revolucionario. En otras he apoyado este proceso, sin caer jamás en el servilismo o el panfleto. No hay dualidad en esto. En ambas facetas soy el mismo cubano pretendiendo asistir a los suyos.

Montaner:

No me molesta un gobierno de ancianos. En muchas culturas antiguas tener edad, por la sensatez inmanente, era un requisito para gobernar. Acuérdate de que tú también adquiriste tus “juicios morales, tu percepción de la realidad y de los conflictos sociales” hace medio siglo. No pretendas venderte como prospecto de la generación del dos mil, que no te queda bien.

Montaner:

Los fusilamientos se originaron en los primeros meses de la Revolución, contra criminales de guerra del batistato: torturadores y asesinos probados en los juicios que el pueblo de Cuba miró sobrecogido. La guerra despiadada que nos impuso la CIA obligó al gobierno a mantenerla como medida persuasiva. Con los años me he dado cuenta de que la pena de muerte es algo que debiera abolirse en todo el mundo, por incivilizada. Estoy convencido de que el cese de las hostilidades contra Cuba sería el principio del fin de la pena de muerte en nuestra Patria.

Montaner:

La oposición, en las prisiones, enfrenta el mismo drama que en las calles: no tienen pueblo, sus posiciones los alejan de las masas. En el 2008 más de treinta artistas e intelectuales visitamos 16 prisiones y cantamos ante más de 40 mil reclusos. Los malos tratos que ustedes manifiestan no tienen nada que ver con la mucha preocupación que vimos en las autoridades carcelarias de todos los penales que visitamos. El mismo hecho de que exista un movimiento de aficionados tan poderoso en las prisiones cubanas contradice profundamente la versión que ustedes propagan.

Montaner:

No estoy de acuerdo con los actos de repudio, pero otros cubanos se indignan hasta el punto de cometerlos. Los cubanos de Miami hacen lo mismo. Debe ser la parte triste de nuestro karma. Encuentro lógico que las madres y esposas de los presos se preocupen por sus familiares y que lo manifiesten. No me parece muy honesto que reciban ayuda económica de otro gobierno y mucho menos de connotados terroristas, como parece ser el caso de ciertas señoras. La censura, como en otros países, existe en Cuba. Y ahí donde estás ahora mismo, existe también, sobre todo para los que no piensan como tú.

Montaner:

Me parece que no te corresponde decir lo que recuerdan los angoleños. A mí me consta que recuerdan mucho y bien la desinteresada ayuda de los cubanos. En Cuba nunca se ha usado una gota de combustible de Cabinda, donde estuve personalmente y vi caer a hombres extraordinarios, defendiendo ese petróleo para que una Angola soberana decidiera su suerte.

Montaner:

Si tanto deseas que Cuba sea mejor, cambia tu lógica y empieza a luchar contra el bloqueo. El bloqueo es genocida, inmoral, impresentable. Mientras exista será la justificación para no bajar ni un ápice la tensión defensiva. Si quieres tanto a los somalíes, supongo que debes querer al menos igual a los niños cubanos. Pues bien: los niños cubanos, gracias al bloqueo, este año no podrán entrar masivamente a los conservatorios musicales. Y no me vayas a decir que el gobierno cubano se volvió loco y ahora quiere destruir lo que construyó. En tus manos queda hacer felices a cientos de miles de niños del país en que naciste.

Por eso, Montaner:

Lucha contra el bloqueo para que el talento que lleva 50 años floreciendo no se frustre.

Con probada vocación patriótica e internacionalista,

Silvio Rodríguez Domínguez.

PD: La todopoderosa “Gran Prensa” que te apoya ya empezó a publicar versiones convenientes de este careo. Sé demócrata cabal (y cívico) y pídeles que muestren íntegras mis palabras.

(Tomado de rebelión, 10/IV/10).

ANÁLISIS: Un país que se diluye

En el proceso de vaciamiento, de ausencia de sentido en las perspectivas de largo plazo, el país parece como los ríos de agua sucia que causan pérdidas irreparables, humanas y materiales, pero sobre todo de generaciones enteras de jóvenes que ya no tienen confianza en la educación y viven a la deriva.

Es este el peor signo de la actual ingobernabilidad, pues la pérdida progresiva de las funciones del aparato del Estado y del sistema escolar se traduce en los inenarrables episodios de violencia y degradación que ocurren. La violencia generalizada que hace posible la actual ingobernabilidad es directa pero también indirecta. Así, además de manifestarse hasta en el asesinato de jóvenes departiendo alrededor de sus logros escolares o grupales, se expresa en la falta de políticas de gobierno para prevenir y solucionar lo más elemental de la seguridad de todos desde alguna racionalidad, o en el hecho de que, cuando esas políticas se emprenden, siempre llegan tarde o se dirigen en contra de la libertad (por ejemplo, contra la sexualidad de cada quien), aduciendo juicios morales o religiosos. Y todo ello, en un ambiente de demagogia y corrupción política.

En el fondo lo que se expresa es una violencia indirecta generalizada contra el sentido de la educación que forma o debiera formar para la defensa de los derechos humanos y la integridad emocional, cultural e intelectual.

La escuela mexicana está golpeada por la violencia que se deriva de esta pérdida de sentido de las políticas de gobierno. Hay hostigamiento verbal y hasta golpes en las aulas, mientras que los excluidos del sistema educativo no encuentran ninguna otra perspectiva que la ilegalidad o el crimen organizado: Con sus errores gramaticales, todas las “narcomantas” ponen de manifiesto dicha exclusión educativa.

Es una descomposición que a estas alturas abruma, sobre todo cuando se la ve desde la perspectiva de los educadores. Uno de ellos, Fernando Reimers, como si se refiriera a México, señala: “Cuando la escuela, los educadores y la sociedad no actúan decididamente para romper el ciclo de reproducción de la pobreza; cuando aceptan como inevitable, como un hecho natural, que aquellos estudiantes que han nacido en las comunidades de menores recursos tendrán por ello significativamente menos oportunidades de desarrollar su talento, es ésta aceptación cómplice de una forma de violencia indirecta. Otro aspecto de esta violencia lo constituye la utilización de los recursos que la sociedad asigna a la educación para fines distintos que el de promover el aprendizaje de los estudiantes. Cuando los sindicatos de maestros se hacen cómplices o promueven el bajo desempeño profesional de los profesores, o cuando los administradores públicos abusan para fines personales de la confianza que el Estado les asigna, son éstas formas de violencia indirecta contra aquellos en la sociedad que tienen menos voz para resistirla” (Organización de Estados Iberoamericanos, OEI, Metas Educativas 2011, página 135, 2009).

En otras palabras, se incrementa la desconfianza hacia quienes tienen a su cargo el manejo de las políticas educativas cuando no saben adónde dirigir los recursos para la educación, o cuando, al aplicarlos, procuran obtener beneficios para sí mismos o para alguien en particular, de modo que su gestión tiene resultados políticos exitosos para ellos, pero no para mejorar la calidad y la cobertura del sistema educativo.

En suma, mientras los jóvenes no tienen ninguna otra salida que la pobreza y la ignorancia, pues la educación que reciben –cuando la reciben– se les escurre como el agua entre los dedos, el país también se nos diluye.

(Texto de Axel Didriksson, proceso.com, 26/II/10).