domingo, 21 de marzo de 2010

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EDITORIAL: San Francisco: preludio electoral

En algún lugar inmutable, cuando los mecanismos del poder se desencadenan, los especímenes de una subespecie emergen del inframundo, envilecen el aire respirable y corrompen el entorno... El 2010 adquiere una especial importancia en el devenir histórico: se conmemoran el bicentenario de la lucha independentista y el centenario de la gesta revolucionaria, pero también se inicia una contienda encarnizada por el poder cuya culminación consolidará a la élite gobernante. Los movimientos están a la orden del día: desde Miguel Márquez, que, tocado por el dedo de Oliva, cree que tiene los tamaños para llegar a ser gobernador; hasta los representantes de las familias caciquiles de San Francisco quienes, atrincherados en el PRI, ya han sido ventaneados como posibles candidatos para el no tan lejano 2012. En el PAN, las pugnas internas no dan espacio para que surja algún liderazgo. La reconfiguración de la geografía política ha iniciado: los especímenes de la infraespecie política se aprestan a invadir el entorno social, algunos han cambiado de piel y convicciones en el imperativo afán de incorporarse al estrecho círculo del poder. La partidocracia se dispone a fortalecer sus huestes y despliega todos los argumentos posibles para atraer a los ingenuos e incautos que detentan un grado extraordinario de oportunismo y ambición. Así, nuestros abnegados próceres tratarán de mantenerse muy activos, ya anunciando la construcción de nuevas vialidades, ya inaugurando “magnas obras” como pavimentación, bacheo, colocación de topes, introducción de agua potable o rehabilitación de centros comunitarios, etc., todo con el afán de que en el imaginario popular quede la idea de que en esta administración sí se trabaja a favor del tan sobado “bien común”. En ese sentido, y ávido de reflectores, el alcalde dio a conocer en días pasados, mediante su amigo J. Salvador Jiménez Longoria, Contralor municipal, que cumplió con la obligación de rendir su declaración patrimonial; aunque el contenido de tal declaración es un misterio. Es decir, se ignora a cuánto ascienden los activos del licenciado Verdín, aunque eso sí, dijo que con su acción, abona a la transparencia y a la honestidad de “su” gobierno. Por cierto, de la primera dama, presidenta del DIF municipal, no se dijo nada con respecto de sus bienes. Otro misterio. Sin embargo, la maquinaria partidista se ha echado a andar: durante la tregua navideña se abrieron las puertas del panismo rampante y excluyente para reclutar simpatizantes con el fin de revertir los estragos del repudio generalizado. Hoy por hoy, en la víspera de la contienda de doce gubernaturas, en la penumbra del mercantilismo electoral se fraguan desconcertantes alianzas del PAN y el PRD –en 2009 el PRI y el PRD se coaligaron hacia la obtención de varias alcaldías en nuestro estado, una de ellas, la ciudad de Guanajuato– confirmando la veleidosa naturaleza de las convicciones partidistas y la ausencia total de ética en la política. La partidocracia y la clase gobernante concentran el repudio social porque no han respondido a las expectativas de la ciudadanía, porque el Estado no ha cumplido la encomienda primigenia, porque entre las líneas de la reforma del Estado yace la intención oculta de seguir prolongando el actual régimen oligárquico, porque el ejercicio de la democracia se ha tergiversado en vulgares concertacesiones, en fin, porque todo apesta. En sus afanes grandilocuentes, convencido de que pasará a la historia como uno de los mejores alcaldes de las últimas décadas, Jaime Verdín anunció con bombo y platillo que el día 15 de enero “quedó escrita una nueva historia” con “el rompimiento del candado de la puerta central de lo que fue el Centro de Salud Urbano”. “Algo histórico”, murmuraron sus colaboradores tratando de quedar bien con el preciso. Aunque al momento de cerrar esta edición (7 de febrero), todavía no se concretaba sobre el destino que tendrá el inmueble, por lo pronto, el lugar luce limpio desde el exterior. Ver­dín, no dejó pasar la ocasión para sustentar su dicho de que “él sí cumple”: “ya han pasado dos administraciones –el alcalde se cuidó de no involucrar a la de Eduardo Arroyo y la que yo encabezo es la primera en tomar cartas en el asunto”. “Este edificio tiene un valor histórico, y es una lástima que esté en total abandono desde hace diez años –aquí ya incluyó a la administración de Arroyo–, pues perdió el valor y se convirtió en un problema de salud pública… pero ahora la situación es diferente”. ¿Para qué piensa que será utilizado el inmueble?, se le preguntó al alcalde; pues, “sería un buen lugar para albergar el Museo de la Ciudad –claro, de ese modo sacaría del Anillo de Hierro a José Ángel, quien le resulta molesto e incómodo a Jesús Zamora, cronista del oficialismo panista–, o para oficinas de gobierno, o para un table dance para nuestros abuelitos, etc.”. Por otro lado, y conforme a su esquema de guerra sucia en contra de los sectores sociales más vulnerables, el licenciado Verdín toma como pretexto la llamada “batalla a favor de la seguridad pública”, para implementar vistosos pero inútiles operativos intermunicipales que sólo han servido para amedrentar a la población con la soldadesca actuando con manga ancha. De este modo se vive el entretiempo electoral, ninguna de las instancias políticas promueve iniciativas polémicas, nadie está dispuesto a erogar costos políticos por atender demandas sociales, por justas que sean. Los sectores marginales y las minorías adquieren importancia en el preludio electoral; el súbito interés por la ciudadanía y sus reclamos reaparece cuando los mecanismos del poder se desencadenan, cuando los especímenes de una subespecie emergen del inframundo, envilecen el aire respirable y corrompen el entorno…

(Fuentes: Laura M. López Murillo, argenpress, 19/I/10; a.m., enero 15 y 19, 2010; El Heraldo de León, 16/I/10).

EDITORIAL: TEPJF: deterioro y golpeteo político

Con la anulación, ordenada el pasado 27 de enero por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), de los estatutos del Partido del Trabajo (PT) aprobados en su congreso nacional, y el desconocimiento de la actual dirigencia de ese instituto político, el máximo órgano de justicia electoral se coloca a sí mismo en nuevo nivel de descrédito, y ratifica la crisis generalizada por la que atraviesa el conjunto de las instituciones políticas del país.

Ciertamente, no es el primer caso de abierta intromisión de ese órgano jurisdiccional en la vida interna de los partidos. Algo similar ocurrió con la imposición, a mediados de 2008, de una dirigencia irregular y cuestionada al frente del PRD –la encabezada por Jesús Ortega–, que emanó de un proceso en el que se presentaron, a decir del entonces magistrado presidente del TEPJF, Flavio Galván, “diversas causales de nulidad”. Ejemplo más reciente de esa conducta fue la decisión, adoptada en junio pasado por el propio tribunal, de retirar a Clara Brugada la candidatura del PRD a la jefatura delegacional en Iztapalapa y de otorgársela a la representante de la corriente Nueva Izquierda.

Al igual que en esos episodios, es inevitable percibir, en el desconocimiento de la dirigencia del PT, la continuidad de un golpeteo sistemático por parte del tribunal electoral en contra de los sectores partidistas que respaldan a López Obrador y a su movimiento. Tal circunstancia, de suyo grave por cuanto implica un alineamiento vergonzoso de la máxima autoridad electoral con los intereses políticos del actual régimen, resulta además muy peligrosa, pues se restringen las vías de la participación política e institucional a un movimiento opositor amplio y creciente, que ha expresado en reiteradas ocasiones su voluntad de emprender transformaciones sociales en el país por vías enteramente pacíficas y legales.

Desde un punto de vista más general, los hechos referidos forman parte de una cadena reciente de episodios que trascienden el ámbito político-electoral, y en los que puede percibirse un empleo faccioso de las entidades federales y los organismos de procuración de justicia como instrumentos de golpeteo político en contra de quienes son considerados adversarios por el grupo que detenta el poder. Baste señalar, como botones de muestra de tal actitud, la hostilidad con que se ha desempeñado el calderonismo en contra del Sindicato Mexicano de Electricistas y sus dirigentes, y la animadversión mostrada por las dos administraciones federales panistas en contra de las autoridades capitalinas, lo que ha significado diversas afectaciones para los habitantes del Distrito Federal.

La circunstancia descrita, en suma, deja entrever elementos inocultables de arbitrariedad, discrecionalidad y partidismo en el ejercicio gubernamental y en el desempeño de instancias que debieran exhibir autonomía respecto del poder político, como es el caso del TEPJF. Lo anterior, lejos de contribuir a establecer un verdadero estado de derecho y a restañar la deteriorada imagen y la credibilidad de las instituciones en el país, profundiza el deterioro de éstas y exacerba la desconfianza y el desencanto populares.

(Editorial, La Jornada, 30/I/10).

MUNICIPAL: Castigar más a los castigados

Para la oligarquía, no hay diferencias de signo político; a la oligarquía no le importa el partido que detente el poder político, porque lo que le importa es que sus intereses estén a salvo. Esa es la naturaleza del sistema social que padecemos. En este sistema, se trata de remarcar un concepto: castigar a los empobrecidos, donde sea, así en la comunidad más apartada de la cabecera municipal, como en la zona centro de la ciudad. Eso cuentan las víctimas y los testigos. Los púberes y los no tan púberes que se juntan por las tardes en las esquinas de las colonias no muy alejadas del centro de la ciudad, ya son, muchos de ellos, adictos a la mota o al solvente o a cualquier otra sustancia que les ayude a escapar de su dura realidad. El otro día un policía le hizo sacar la estopa a uno de ellos y le prendió fuego, por poco el mozalbete se envuelve en llamaradas. Acá, a dos cuadras, presenciamos cómo están vendiendo droga y el patrullero está parado ahí cubriendo que no le pase nada –dice Luis, uno de los cientos de vecinos de “la Renova” en relación a un nuevo capítulo de la triste e impune saga de la continuidad simuladora de los distintos gobiernos–. La policía llega a las colonias pobres y a macanazos pide a los jóvenes que se juntan en esquinas o debajo de un árbol que “se porten bien”, que se vayan a “descansar a sus casas”. “Se pasan de lanza, te ven tomando una Coca-Cola y piensan que traes pastillas. A mi me agarraron peleándome con otro chavo y, en vez de separarnos, me rompieron dos costillas y me patearon la cabeza. A los niños bien ni los tocan”, sostiene Jonathan, de tan sólo diecisiete años. En cada una de estas palabras aflora un conjunto de pautas comunes: microsociedades entre distintos nichos de delincuencia e integrantes de la fuerza policiaca, ferocidad contra los excluidos, zona liberada para lo que paga mejor como es la distribución de estupefacientes y un poder político que sobreactúa su supuesta preocupación ante los casos de inseguridad. Pero la verdadera inseguridad es la derivada de la injusticia social. Para los que multiplican la exclusión, es decir, para la burguesía, no hay mano dura. Lógica estricta del sistema: satanizar a las víctimas. En ese contexto y bajo la hipocresía de este gobierno insensible, es que la autoridad municipal anuncia la celebración del 403 aniversario fundacional de la ciudad. Y, es la Casa de la Cultura –cuyo director parece ser el alter ego del licenciado Verdín– la que da a conocer el programa de los “magnos festejos”. Es de notarse las carencias que, por ejemplo a estas alturas no se cuente con una banda de viento municipal, es una pena que tengan que contratar bandas de fuera, siendo que San Francisco cuenta con músicos de reconocido prestigio pero que, ante la falta de compromiso e interés de las últimas administraciones municipales, no se ha podido conformar una banda que le de realce a este rincón de nuestro estado. Por ello, no es gratuito que haya señalamientos a la labor que Carlos Hernández realiza al frente de Casa de la Cultura: como regidor comisionado a educación y cultura en la administración 2006-2009, brilló por su grisura y mediocridad; como director de tal institución, insiste en la improvisación y la falta de planeación. Sin embargo, esto es consecuencia de un mal liderazgo en la presente administración municipal, es el efecto de lo que sucede en los adentros del alcalde, que, puede ser cualquier cosa o varias juntas de las que en seguida se mencionan: oscilaciones intensas de sentimientos de culpabilidad, apatía, hipocondría, trastornos del sueño y del apetito, ausencia de proyectos, crisis de ideales y valores, identidades borrosas, impulsiones, adicciones, mezquindad en los vínculos. Para sus conocidos, la persona del alcalde ha cambiado: no es aquélla que hace veinte o diez años tenía otra actitud. Hoy se manifiesta con angustia difusa y desesperanza. ¿Por qué? ¿A qué se debe una transformación de tal naturaleza? ¿Será que el poder ejerce una influencia nociva? Lo cierto es que se le observa una actitud rígida, derivada de normas, valores, lenguajes, herramientas y procedimientos aprendidos en su labor como empresario, como vocero de los sectores sociales privilegiados, como representante en este distrito electoral de los poderes fácticos, como integrante de un partido excluyente e inquisidor. Por ello es que resulta desconcertante que en su perorata con motivo de los festejos del 403 aniversario de fundación de la ciudad, expresara como parte central de su discurso: “...Los ecos sonoros resuenen con las voces de ¡Unión! ¡Libertad!...”, para enseguida agregar que él encabeza una administración de puertas abiertas (se respeta la sintaxis): “...Aunque no siempre podemos resolver positivamente las peticiones, estaremos dispuestos a resolver, a dialogar y hacer lo posible por solucionar las contrariedades que aquejan a nuestros ciudadanos... Conocer la historia nos permite refrendar nuestros aciertos y evitar nuestros errores, es por eso que yo invito a todos los francorrinconenses, en especial a las nuevas generaciones, a que valoremos nuestro pasado...”. Como resultado del debilitamiento de los lazos sociales, se ha borrado una dimensión: la de la vida pública. Se vive en un mundo inestable, hecho de trayectorias volátiles. De allí los colapsos narcisistas y las angustias desbordantes de algunos de nuestros excelsos funcionarios públicos. Esa falta de una brújula ética no puede sino hacer tambalear la autoestima, la identidad y los estados de ánimo. Cuando se vive en la incertidumbre, es imposible imaginar un futuro. La búsqueda de nuevos objetivos, de nuevos proyectos, sobre las cenizas de los anteriores, es lo que diferencia a una persona que se siente apta para el futuro de la persona lastrada por el pasado. ¿A cuál de estas categorías pertenece el alcalde?

(Fuentes: Carlos del Frade, argenpress, 15/I/10; a.m., enero 16, 21 y 22, 2010; Ivana Druetta, página 12, 10/I/10).

MUNICIPAL: Paseos y avenidas

En algún lugar de la realidad, las costumbres han configurado la geografía social donde coexisten los vicios y las virtudes; por eso, existe un espacio para todas las expresiones de la condición humana, desde las sublimes hasta las perversas... Históricamente, todas las sociedades han reconocido la existencia de diversos grupos, con funciones específicas y expresiones distintivas. Así surgieron los ámbitos identificados por la antropología social: el clero, la milicia, la política, la academia, la cultura y el pueblo, pero también surgió la ilegalidad. Circunscrita a las zonas de tolerancia, la esfera de la ilegalidad albergó a indigentes y mendicantes, vagos y maleantes, delincuentes y viciosos. Y si la ilegalidad es pariente cercano de la irregularidad, entonces ahí tenemos el resultado de la falta de atingencia en el trabajo que realiza la presente administración municipal: a tan sólo 37 días de haber inaugurado el llamado “distribuidor vial del Rincón”, se han registrado varios accidentes: cinco entre el 21 de enero y la madrugada del 22. Las causas: exceso de velocidad de los conductores, falta de señales viales, grava suelta, pésimo alumbrado público. Trastabillándose, el alcalde se hizo bolas y emitió una serie de ideas contradictorias con las que de plano manifestó que a él no se le podía señalar como responsable, que mejor le buscaran por otro lado. Esto fue lo que dijo (a.m., 22/I/10): “El Municipio debía trabajar en la atención social y deslindarse de la responsabilidad que podría suponerse tiene la obra, pues la obra no ha sido entregada a responsabilidad y control municipal. A la fecha, aunque se haya abierto al servicio de la comunidad, la obra sigue estando en manos y obligación de la empresa (constructora)”. Aprovechando el resbalón del alcalde, el priísmo en voz de Francisco Fernández, dirigente municipal, consideró que “el alcalde Jaime Verdín está evadiendo la responsabilidad que le es implícita en el distribuidor vial, desde el momento que accedió al capricho del gobernador de inaugurar la obra si aun no estaba concluida”. Y se dio vuelo: “Quién va a cubrir los gastos por los daños automovilísticos a todos los que se accidentaron… es conveniente que el Municipio vaya exigiendo un seguro que cubra estos daños… no se vale que la autoridad simplemente se desmarque o se deslinde de sus responsabilidades cuando está para cuidar a la ciudadanía”. Dos días después, luego de haber sido convencido por sus asesores, Jaime Verdín reviró con esta monada: “Acepto y agradezco las críticas y sugerencias del presidente del Comité Municipal del PRI, pero le pido que no pierda de vista que algunos accidentes se debieron al exceso de velocidad y a la falta de atención a los señalamientos que hay en el distribuidor vial… Hago pública mi intención para que estos temas u otros que sean de interés para el PRI, los platiquemos y los podamos resolver… Las puertas de la Presidencia Municipal están abiertas a la atención de todas las personas y ciudadanos que quieran cosas buenas para San Francisco”. Casi dos semanas después, se da a conocer que será hasta mediados de marzo cuando “formalmente se haga entrega del distribuidor vial al Municipio” (El Heraldo de León, 3/II/10). Pero la perversión no sólo se manifiesta en el ámbito de la irregularidad o lo ilícito: se han realizado abusos aberrantes bajo la aureola de lo “políticamente correcto”, porque los seres humanos tenemos una extraña aptitud: somos capaces de crear y percibir lo sublime, pero también somos aptos para la degradación; y ésta no tiene límite. Y en San Francisco, como en muchos lugares, hace falta un liderazgo real, una figura de autoridad capaz de reconocer la diversidad social, que establezca los límites de los paseos y avenidas. Una autoridad honesta, que, por ejemplo, no engañe a la población, como cuando el alcalde Jaime Verdín, haciéndose el chistoso, y a sabiendas del repudio de los vecinos de la calle Obregón y calles aledañas sobre la instalación de la Agencia Federal de Investigación (AFI) en la vieja casona que antes ocupó el IMSS, frente al internado “Julio Orozco Sáinz”, declaró (a.m., 26/I/10): “ningún ciudadano ha presentado por escrito alguna inquietud al respecto”. En una actitud francamente ruin y cuevera, Verdín justificó tal cambio de la AFI al centro de la ciudad, porque “se trata de un asunto que no es competencia municipal”. Así es como responde al diálogo con “quienes quieren cosas buenas para San Francisco”. Así es como se teje la telaraña de la mentira y la falsedad. Desde el despacho privado del alcalde se traza las tendencias, y desde ahí se emiten las actitudes y los criterios predominantes; por eso, en todos los bastiones del poder se refleja la imagen de un alcalde débil y temeroso de asumir con gallardía su responsabilidad. Cada administración municipal inicia con un lema que pretende englobar las aspiraciones del proyecto gubernamental, cada trienio surge un nuevo logotipo para la administración municipal y el criterio del alcalde se instituye como el dogma de la administración. En la presente, la improvisación es el sello de la casa. Ahí está como ejemplo el convenio entre la actual administración municipal y la inútil Procuraduría de los Derechos Humanos, con el propósito de brindar “capacitaciones y trabajo de comunicación para evitar que se presenten problemáticas de excesos o faltas que involucren daños o afectación a la población”. Es decir, se trata de convenios de saliva, porque todo va a seguir igual: es difícil romper las inercias de tantos años de vicios y distorsiones. La millonaria deuda de casi tres millones de pesos al IMSS, confirma lo anterior: la tesorera municipal reconoció que debido “a una mala integración de los salarios de los trabajadores tanto en la administración del siempre bien recordado Pepe Velázquez, como en la de Toño Salvador”, se llegó a incumplir con los dictámenes fiscales de esas administraciones. Sin mencionarlo por su nombre, la tesorera arguyó que se trató de una “soberana transa”. Rápido y con un buen presupuesto, ubicada a la diestra del poder, la Dirección de Comunicación Social se encarga de divulgar el matiz con el que habrá de percibirse y comprenderse la realidad. Mientras, José Luis Chagolla, ex director del SAPAF, desmiente al Contralor Municipal con respecto del supuesto despido del que fue objeto y, retando al demagogo Jaime Verdín le recuerda que el nuevo Consejo de SAPAF no fue integrado el pasado 2 de febrero, tal y como estaba previsto.

(Fuentes: Laura M. López Murillo, argenpress, 6/X/09, 13/I/10; a.m., enero 22, 24, 26, 27 y 28, 2010; 6/II/10).

MUNICIPAL: Enero 15 y 16

Los días 15 y 16 de enero registraron condiciones climatológicas extraordinarias que, tuvieron como consecuencia que el día 15 fuera frío y airoso, como lo muestra la siguiente tabla.


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Como se aprecia en la última columna, el viento llegó a tener una velocidad de hasta 37 km/h y una dirección cambiante. Nótese que para la tarde de ese día 15, la sensación térmica está varios grados por debajo de la temperatura que registró el termómetro. El día 16, en cambio, fue frío con temperaturas bajo cero, pero con viento casi calmo, como se muestra en la siguiente tabla.



ESTATAL: ¡Al vuelo!

Producto de la voracidad de políticos sin escrúpulos, de desbordamientos que no pueden ser controlados y también una llamada de auxilio a la dirigencia nacional, el líder estatal del PAN, Fernando Torres Graciano, dio el banderazo de arranque a los suspirantes a la gubernatura. Son tres los aspirantes: a) José Ángel Córdova Villalobos, el gris secretario de salud de Felipe Calderón, enfrenta una situación delicada en su área de responsabilidad: incremento en los índices de cáncer, diabetes, sida, enfermedades de transmisión sexual, influenza, dengue, embarazos de adolescentes, alcoholismo, adicciones, etc. El funcionario federal tratará de perfilarse como el idóneo, pues es el candidato del presidente espurio. Su presencia en nuestro estado será cada vez más mayor; b) Miguel Márquez Márquez, titular de la inútil Gestión Pública en Guanajuato, la dependencia encargada del control interno de los recursos y la normatividad gubernamental, ha tenido una actuación pobre y deficiente a la hora de cuidar la correcta aplicación de los fondos públicos, la eficacia de los programas, el cumplimiento de las normas y las políticas a las que están sujetas las dependencias estatales; c) Ricardo Torres Origel, por más que hace esfuerzos, no logra ser tomado muy en serio ni por las bases de su partido ni por sectores sociales que le demuestren simpatía. Su papel como senador ha sido más bien de poca relevancia, difícilmente logrará repuntar. Hay que decir, sin embargo, que el que ha enfrentado más críticas es Miguel Márquez Márquez: 1) por su incompetencia al frente de la Gestión Pública en el estado, que, solamente ha servido para taparle las corruptelas a su patrón Juan Manuel Oliva; 2) por su falta de carisma, de presencia y de tablas; hay quienes consideran que frente a un debate con el priísta Francisco Arroyo, sería fácilmente aplastado; 3) su gestión como alcalde de Purísima fue tan mala, que le entregó la Presidencia Municipal al PRI; 4) como alcalde de Purísima, resolvió el problema de las aves que invadían la plaza principal de la ciudad a punta de riflazos y pistoletazos, en lugar de darle una salida técnica. Hasta ahora, ninguno de los tres suspirantes a la gubernatura ha dado propuestas racionales al grave problema de atraso que sufre nuestro estado. Los problemas son de todo tipo: desde la inseguridad pública hasta los alarmantes índices de miseria, pasando por la deserción escolar y los embarazos de adolescentes. Por ejemplo, hay un problema que ha pasado desapercibido por los medios de comunicación locales, y que no parece importarle a ninguno de los políticos mencionados: Guanajuato ocupa el primer lugar en mortandad de aves.

Durante el invierno de 1994-1995, entre 20 mil y 40 mil aves pertenecientes a 21 especies murieron en la presa de riego Silva, en San Francisco del Rincón. Tres organismos no gubernamentales defensores del medio ambiente solicitaron que la Comisión de Cooperación Ambiental de América del Norte (CCA), elaborara un informe sobre tan masiva mortandad. Un grupo internacional de expertos se encargó de ello e identificó las causas de lo ocurrido además de proponer a las autoridades mexicanas medidas para evitar otra tragedia. El informe comprobó lo que la población y las autoridades sabían muy bien: la gravísima contaminación de la cuenca del río Turbio, que alimenta la presa de Silva. Esta vez el problema trascendía nuestras fronteras, pues las aves acuáticas que allí invernan son compartidas por los tres países miembros del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Ellas viajan de Estados Unidos y Canadá utilizando rutas de migración protegidas por tratados y acuerdos internacionales firmados por los tres países.

Los especialistas encontraron que la mortandad se debió al botulismo, intoxicación alimentaria causada por una neurotoxina, la botulínica, producida por la bacteria Clostridium botulinum, que se encuentra en áreas contaminadas. Y es que en los restos de las aves analizadas (como diversas especies de patos, cercetas verdes, azules y cafés; gallardetas) encontraron residuos de metales pesados, especialmente cromo (metal ampliamente utilizado por la industria regional), plomo y mercurio.

Al río y la presa iban a dar igualmente residuos de plaguicidas y las aguas negras de ciudades como León y San Francisco del Rincón. Esa mezcla había sido mortífera y evidencia de la pésima salud ambiental de la cuenca del río y la presa, de la falta de control oficial y privado sobre los agentes contaminantes.

Los expertos, y luego la Comisión Ambiental, recomendaron al gobierno mexicano realizar una exhaustiva evaluación de la situación ambiental de esos cuerpos de agua y tomar medidas para reducir sustancialmente los contaminantes provenientes de la industria (textil, cuero, petróleo, carbón), los centros urbanos y la agricultura. Entre estas últimas destacaron la urgencia de sanear las aguas residuales industriales y las municipales a través de plantas de tratamiento y la construcción de un parque industrial “ecológico” en las inmediaciones de León, para concentrar allí las 120 tenerías de la región. Además de otras 49 plantas para limpiar las aguas residuales de las empresas que no se ubiquen en el nuevo parque. La inversión para todas esas obras se calculó entonces en unos 25 millones de dólares y debían estar terminadas al inicio del nuevo milenio.

Agreguemos que la presa de Silva y zonas aledañas fue decretada en 1998 área natural protegida en la categoría de zona de restauración ecológica. El gobernador de esa entidad era Vicente Fox. Con todas estas acciones terminarían los problemas de contaminación en la citada cuenca hidrográfica. Pero en diciembre pasado diversas organizaciones relacionadas con el medio ambiente denunciaron la muerte de unas 7 mil aves migratorias en la presa y sus afluentes, colocando a Guanajuato en el primer lugar nacional en mortandad de aves. La causa: la elevada contaminación producida por la industria, los agroquímicos y las aguas negras citadinas. Además, llamaron la atención sobre los efectos que esa contaminación seguramente causa a la población. Se pone así en evidencia que durante los sexenios de Zedillo y Fox se ignoraron las recomendaciones de la Comisión de Cooperación Ambiental; que se incumplieron las promesas oficiales de remediar la anómala situación imperante en esta entidad. Igualmente, fallaron en cumplir con la legislación vigente sobre la calidad del agua, el cuidado de la fauna y la flora y la salud pública. Algo que ocurre también en el actual sexenio.

Pese a lo anterior, en el Día Internacional de Conservación de los Humedales y las Aves Migratorias (3 de febrero), con talante demagógico, el alcalde de San Francisco anunció el inicio de la campaña ecológica “Así tú ahorras y a mí me cuidas”, enfocada a) al ahorro en el consumo de electricidad, b) al uso de la bicicleta, c) al cuidado del agua y d) verificación de vehículos. Como sabemos, se trata sólo de una lista de buenos deseos y con efectos nulos en la práctica.

(Fuentes: correo, 14/I/10; Iván Restrepo, La Jornada, 18/I/10; a.m., 4/II/10).

NACIONAL: Joaquín Villalobos: intelectual del calderonismo

Nueva estrella en el firmamento político nacional, Joaquín Villalobos, uno de los cinco comandantes del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional de El Salvador, parece haber cambiado de profesión. Aunque formalmente se presenta con el pomposo título de “consultor para la resolución de conflictos internacionales”, en las semanas recientes ejerce de publicista de Felipe Calderón en su guerra contra el narcotráfico.

Publicista porque, en lugar de analizar con seriedad un fenómeno tan complejo y controvertido como es la guerra contra las drogas, se ha dedicado, por encargo del gobierno federal que contrató sus servicios, a la divulgación de información que busca magnificar y justificar la estrategia de combate al crimen organizado de la actual administración. Alejado del conocimiento histórico del tráfico de estupefacientes en el país, su artículo “Doce mitos de la guerra contra el narco”, publicado en la edición de enero de la revista Nexos, pretende vender a los lectores mexicanos convencidos del naufragio de la política oficial la especie de que ésta ha sido oportuna y exitosa. La versión ha sido divulgada en entrevistas periodísticas y medios electrónicos.

Su escrito retoma y elabora algunas ideas que había expresado en el artículo “México en guerra”, aparecido en el diario español El País el 3 de junio de 2008. No hay en ello novedad. El ex guerrillero salvadoreño ha colaborado en distintos momentos con varias administraciones públicas en México. El 7 de abril de 1993 obsequió al presidente Carlos Salinas, en Los Pinos, el fusil AK-47 que Fidel Castro le había entregado para su uso personal. Encarrerado, en 1994 apoyó al mandatario en la elaboración de una política contrainsurgente hacia el zapatismo. Desde 2005 y hasta la fecha, ha sido asesor, primero de la Secretaría de Seguridad Pública y después de la Procuraduría General de la República.

La asociación entre Joaquín Villalobos y el gobierno de Felipe Calderón forma parte de una larga cadena de colaboraciones entre el salvadoreño y los gobiernos conservadores de América Latina. El ex comandante insurgente fue contratado por el controvertido gobierno de Álvaro Uribe Vélez para analizar el futuro del conflicto colombiano en lo que él definió como “la derrota de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC)”. Sin el menor empacho, se ha dedicado desde entonces a alabar la política de “seguridad democrática” y a Uribe. Fue consultor en temas de seguridad pública del presidente salvadoreño Francisco Flores. En junio de 2004, asistió como invitado de honor a la toma de posesión del mandatario Antonio Elías Saca. Ambos gobernantes de derecha. Durante años se ha dedicado a criticar sistemáticamente a sus antiguos compañeros del FMLN.

A finales de 1995, después de la firma de los Acuerdos de Paz de Chapultepec (1992), Villalobos salió de su país tras responsabilizar a un grupo político-militar del secuestro del hijo de un empresario, sin ofrecer prueba alguna. Se fue a estudiar a Oxford, Inglaterra, con la ayuda del embajador de Chile y de José Ramón López Portillo, hijo del ex mandatario mexicano.

El antiguo guerrillero se ha esmerado en denostar regularmente a los gobiernos de izquierda en América Latina, especialmente al de Hugo Chávez, a quien califica de “payaso”. Recientemente, haciendo todo tipo de malabares teóricos, quiso responsabilizar del golpe de Estado en Honduras a Manuel Zelaya y sus aliados en el continente. “Este golpe –escribió en El País– no es igual que los del pasado, ahora los militares no fueron el actor central, sino el instrumento de un conflicto entre los tres poderes del Estado, no hay que confundir la forma con el contenido; segundo, no está planteada una interrupción democrática, en Honduras seguirá habiendo elecciones libres; tercero, hay una correlación de fuerzas interna en la que es obvio que el presidente es el eslabón más débil, es decir que Zelaya es fuerte afuera y los golpistas adentro. Esto último hace que la acción internacional se esté convirtiendo en imposición sobre una mayoría”.

El flamante “consultor para la resolución de conflictos internacionales”, que ahora se dedica a aconsejar y defender en los medios de comunicación a los gobiernos de derecha latinoamericanos, tiene un oscuro pasado. Él fue, según Jorge Dalton, hijo del poeta Roque Dalton, “el asesino de mi padre”. En mayo de 1975, el intelectual fue detenido en una casa de seguridad del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), donde se le juzgó por cuatro “delitos”: ser agente de la Agencia Central de Inteligencia estadunidense; ser una pieza de la inteligencia cubana; promover el fraccionamiento de la organización, y ser bohemio.

El “consejo de guerra” formado por Joaquín Villalobos, Jorge Meléndez, Vladimir Rogel y Alejandro Rivas Mira lo condenó a muerte. Antes lo golpearon salvajemente, acusándolo de ser un “intelectual de mierda y pequeñoburgués”. El 10 de mayo le volaron la tapa de los sesos. Según Jorge Dalton, Villalobos “fue el encargado de ejecutar a mi padre”. Un informe de la Onusal reveló que el cuerpo del poeta fue llevado a El Playón, lugar en que los escuadrones de la muerte acostumbraban deshacerse de los cadáveres de sus víctimas. Las aves de rapiña y los perros devoraron los restos del difunto.

Villalobos nunca ha hecho una autocrítica del homicidio. Reconoció que había sido un “error de juventud” pero, a pesar de los testimonios que lo involucran, ha evadido toda responsabilidad en el crimen. “El asesinato de Dalton fue un error, una injusticia, una estupidez, pero yo no fui el responsable”, dice. Argumenta que él acababa de entrar al ERP cuando mataron a Dalton, y que no estuvo “en posición de decidir ni en favor ni en contra del ajusticiamiento”.

Con estos antecedentes puede entenderse mejor, por qué “Doce mitos de la guerra contra el narco” no es un ensayo que analice con profundidad las relaciones entre el narcotráfico y el Estado mexicano, sino el instrumento de propaganda de un publicista contratado para justificar el combate a las drogas de la administración de Felipe Calderón. Más allá de sus credenciales académicas, el apologista de Álvaro Uribe, Roberto Micheletti y Antonio Elías es ahora el encargado de ensalzar una estrategia que cada vez tiene menos adeptos entre la opinión pública mexicana. Lo mismo que ha hecho en otras naciones.

El artículo muestra que su autor desconoce la historia del narcotráfico en México. Los argumentos de Villalobos buscan ocultar lo evidente: Felipe Calderón ha hecho de la guerra contra el narcotráfico el eje de su gobierno. El combate al crimen organizado ha proporcionado a su mandato una vía de legitimación que las urnas le negaron. La militarización de la política le ha dado las herramientas para administrar el país con medidas de excepción. La politización de la seguridad pública le ha facilitado recomponer la cadena de mando-obediencia.

Por supuesto, el narcotráfico existía antes de que Felipe Calderón llegara a Los Pinos, pero su manejo ha sido un desastre para la seguridad pública. Según Jorge Carrillo Olea (La Jornada, 12/V/09), que algo sabe de estos asuntos, el jefe del Ejecutivo abrió una guerra sin información, sin plan y sin cálculo de consecuencias. No sabe adónde ir ni cómo ejercer el mando; no ha tenido la capacidad para controlar sus huestes. Las bases, mandos básicos y medios de las fuerzas armadas se encuentran en un estado de ánimo bajísimo y una situación moral deplorable. Tienen miedo de cumplir misiones inexplicadas y sin objetivos claros. El solitario de Palacio “vive su propio Vietnam, sordo y solitario”.

Joaquín Villalobos, el revolucionario renegado, el consultor de los gobiernos de derecha en América Latina, el acusado de ser el asesino de Roque Dalton, es hoy el publicista orgánico del calderonismo. Qué mal deben de estar los apoyos intelectuales locales del régimen cuando tiene que echar mano de un personaje de esa estatura moral.

(Texto de Luis Hernández Navarro, La Jornada, 26/I/10).

NACIONAL: Golpes de realidad


El pasado 31 de enero, en sincronía con el arribo a Tokio del titular del Ejecutivo federal, Felipe Calderón, The Japan Times publicó un artículo firmado por éste en el que se sostiene que la estrategia oficial contra el crimen organizado “marcha en la dirección correcta”; afirma que con ella “el estado de derecho ha resultado fortalecido” y presume los “severos golpes” propinados al narcotráfico por las corporaciones policiales y militares.

La aparición de ésas y otras aseveraciones prácticamente coincidió con la masacre cometida en una fiesta juvenil en Ciudad Juárez, en la que murieron 14 personas, varias de ellas menores de edad, y otras tantas resultaron lesionadas. El ataque fue perpetrado por un grupo de sicarios que llegó a bordo de varios vehículos y actuó en forma precisa y sincronizada; constituye el tercer acto de barbarie de ese corte en los pasados cinco meses y el quinto que se produce en un lapso de dos años en esa ciudad fronteriza. Unas horas después, en Torreón, en una acción similar, un comando asesinó, con ráfagas de armas automáticas, a una decena de parroquianos de un bar y causó lesiones a otros 15; al igual que en la localidad chihuahuense, varias de las víctimas no llegaban a los 18 años.

Estas atrocidades no son sino repuntes de una violencia que ha dejado más de 15 mil muertos en distintas zonas del país en los tres años que lleva la actual administración, en el curso de la cual no ha habido un día con saldo blanco en el terreno de esa “guerra contra la delincuencia organizada” cuyas dimensiones, costos y consecuencias rebasaron hace mucho toda proporción con respecto a los objetivos presuntamente buscados. Cada ejercicio de optimismo declarativo del gobierno se ve desmentido, con horas o días de diferencia, por combates, hallazgos de cuerpos, homicidios colectivos y otras manifestaciones inequívocas del poderío, la organización y la capacidad de fuego de las organizaciones criminales.

Para las decenas de víctimas mortales de la madrugada de ese domingo; para las decenas de heridos, para centenares de familiares, amigos, condiscípulos, colegas y vecinos suyos, el estado de derecho –es decir, ese orden social que se plantea, como primera prioridad, garantizar el derecho a la vida, a la integridad física y a la seguridad de los habitantes de un país– no existe, como tampoco existe para los luchadores sociales injustamente encarcelados, torturados y sentenciados; para los informadores levantados y asesinados; para las mujeres maltratadas sobre quienes pende ahora, además de las amenazas del machismo corriente y doméstico, el maltrato de Estado que significa el retroceso legislativo en materia de derechos reproductivos.

Por otra parte, es claro que los “severos golpes” contra los cárteles que operan el trasiego de drogas ilícitas suelen ir sucedidos por golpes mucho más severos de ésos o de otros estamentos criminales contra la población: las víctimas de atrocidades como las perpetradas en Ciudad Juárez y en Torreón no son únicamente los muertos y los heridos, sino el conjunto de la sociedad, a la cual se le derrumban la perspectiva de seguridad, la confianza en el castigo a los delincuentes, la credibilidad en las instituciones y la esperanza de la convivencia pacífica.

El discurso y la práctica oficiales en materia de seguridad y de combate a la delincuencia son insostenibles, y cabe preguntarse cuántas muertes más deberán ocurrir para que el gobierno federal se decida, a golpes de realidad, a formular una estrategia coherente y articulada –policial, sí, pero sobre todo económica y social– para hacer frente a un fenómeno que no puede desactivarse únicamente con el recurso de la fuerza.

(Editorial, La Jornada, 1/II/10).

INTERNACIONAL: Daniel Bensaid

La muerte de Daniel Bensaid representa una gran pérdida para el movimiento marxista revolucionario internacional. Daniel Bensaid falleció el pasado 12 de enero. A Bensaid se le reconoce su entrega y aportaciones a la lucha revolucionaria como fundador, dirigente, organizador y militante de la Liga Comunista Revolucionaria (sección francesa de la Cuarta Internacional), y actualmente del Nuevo Partido Anticapitalista de Francia. Daniel Bensaid fue un exponente distinguido de la generación del 68 francés y mundial, defensor y enriquecedor infatigable de la doctrina marxista y de su vocación fundamental de unir la teoría socialista con la práctica revolucionaria. Participó como auténtico internacionalista militando en las filas socialistas revolucionarias en Argentina y empapándose y contribuyendo a la solución de los problemas de organizaciones hermanas de otros países de América Latina (incluido México y del Estado español).

Se distinguió por la originalidad de su pensamiento que se desarrolló a partir de un profundo conocimiento de la obra de Marx, Lenin y Trotsky, así como de otros revolucionarios. Su obra política y teórica, cristalizada en una veintena de libros y centenas de artículos, se desplegó creativa y abiertamente para enfocar los nuevos problemas inéditos que confronta el movimiento obrero, así como toda la humanidad en el nuevo período de la lucha de clases que se abrió en la década de los años noventa. Polemizó defendiendo los acervos fundamentales de lo que él llamaba el “comunismo libertario”, una visión que se confronta ante los problemas del mundo sin sectarismos y buscando siempre orientarse estratégicamente hacia victorias de los explotados y oprimidos. (Manuel Aguilar Mora, del Comité Político de la Liga de Unidad Socialista, 13/I/10). (Publicamos su último escrito para acompañarnos…).

Potencias del comunismo

En un artículo de 1843 sobre “los progresos de la reforma social en el continente”, el joven Engels (recién cumplidos los 20 años) veía el comunismo como “una conclusión necesaria que se está claramente obligado a sacar a partir de las condiciones generales de la civilización moderna”. Un comunismo lógico en suma, producto de la revolución de 1830, en la que los obreros “volvieron a las fuentes vivas y al estudio de la gran revolución y se apoderaron vivamente del comunismo de Babeuf”.

Para el joven Marx, en cambio, este comunismo no era aún más que “una abstracción dogmática”, una “manifestación original del principio del humanismo”. El proletariado naciente se había “echado en brazos de los doctrinarios de su emancipación”, de las “sectas socialistas”, y de los espíritus confusos que “divagan como humanistas” sobre “el milenio de la fraternidad universal” como “abolición imaginaria de las relaciones de clase”. Antes de 1848, este comunismo espectral, sin programa preciso, estaba presente en el aire del tiempo bajo las formas “poco pulidas” de las sectas igualitarias o de ensueños icarianos.

Sin embargo, ya entonces la superación del ateísmo abstracto implicaba un nuevo materialismo social que no era otra cosa que el comunismo: “Igual que el ateísmo, en tanto que negación de Dios, es el desarrollo del humanismo teórico; también el comunismo, en tanto que negación de la propiedad privada, es la reivindicación de la vida humana verdadera”. Lejos de todo anticlericalismo vulgar, este comunismo era “el desarrollo de un humanismo práctico”, para el cual no se trataba ya sólo de combatir la alienación religiosa, sino la alienación y la miseria sociales reales de donde nace la necesidad de religión.

De la experiencia fundadora de 1848 a la de la Comuna, el “movimiento real” que busca abolir el orden establecido tomó forma y fuerza, disipando las “locuras sectarias”, y dejando en ridículo “el tono de oráculo de la infalibilidad científica”. Dicho de otra forma, el comunismo, que fue primero un estado de espíritu o “un comunismo filosófico”, encontraba su forma política. En un cuarto de siglo, llevó a cabo su muda: de sus modos de aparición filosóficos y utópicos a la forma política por fin encontrada de la emancipación.

1. Las palabras de la emancipación no han salido indemnes de las tormentas del siglo pasado. Se puede decir de ellas, como de los animales de la fábula, que no han quedado todas muertas, pero que todas han sido gravemente heridas. Socialismo, revolución, anarquía incluso, no están mucho mejor que comunismo. El socialismo se ha implicado en el asesinato de Karl Liebknecht y Rosa Luxemburg, en las guerras coloniales y las colaboraciones gubernamentales hasta el punto de perder todo contenido a medida que ganaba en extensión. Una metódica campaña ideológica ha logrado identificar a ojos de muchos la revolución con la violencia y el terror. Pero, de todas las palabras ayer portadoras de grandes promesas y de sueños de porvenir, la de comunismo ha sido la que más daños ha sufrido debido a su captura por la razón burocrática de Estado y de su sometimiento a una empresa totalitaria. Queda sin embargo por saber si, de todas estas palabras heridas, hay algunas que vale la pena reparar y poner de nuevo en movimiento.

2. Es necesario para ello pensar lo que ha ocurrido con el comunismo del siglo XX. La palabra y la cosa no pueden quedar fuera del tiempo de las pruebas históricas a las que han sido sometidos. El uso masivo del título “comunista” para designar el Estado liberal autoritario chino pesará mucho más durante largo tiempo, a ojos de la gran mayoría, que los frágiles brotes teóricos y experimentales de una hipótesis comunista. La tentación de sustraerse a un inventario histórico crítico conduciría a reducir la idea comunista a “invariantes” atemporales, a hacer de ella un sinónimo de las ideas indeterminadas de justicia o de emancipación, y no la forma específica de la emancipación en la época de la dominación capitalista. La palabra pierde entonces en precisión política lo que gana en extensión ética o filosófica. Una de las cuestiones cruciales es saber si el despotismo burocrático es la continuación legítima de la revolución de Octubre o el fruto de una contrarrevolución burocrática, verificada no sólo por los procesos, las purgas, las deportaciones masivas, sino también por las conmociones de los años treinta en la sociedad y en el aparato de Estado soviético.

3. No se inventa un nuevo léxico por decreto. El vocabulario se forma con el tiempo, a través de usos y experiencias. Ceder a la identificación del comunismo con la dictadura totalitaria estalinista sería capitular ante los vencedores provisionales, confundir la revolución y la contrarrevolución burocrática, y clausurar así el capítulo de las bifurcaciones, único abierto a la esperanza. Y sería cometer una irreparable injusticia hacia los vencidos, todas las personas, anónimas o no, que vivieron apasionadamente la idea comunista y que la hicieron vivir contra sus caricaturas y sus falsificaciones. ¡Vergüenza a quienes dejaron de ser comunistas al dejar de ser estalinistas y que no fueron comunistas más que mientras fueron estalinistas!

4. De todas las formas de nombrar “al otro” necesario y posible del capitalismo inmundo, la palabra comunismo es la que conserva más sentido histórico y carga programática explosiva. Es la que evoca mejor lo común del reparto y de la igualdad, la puesta en común del poder, la solidaridad enfrentada al cálculo egoísta y a la competencia generalizada, la defensa de los bienes comunes de la humanidad, naturales y culturales, la extensión a los bienes de primera necesidad de un espacio de gratuidad (desmercantilización) de los servicios, contra la rapiña generalizada y la privatización del mundo.

5. Es también el nombre de una medida diferente de la riqueza social de la ley del valor y de la evaluación mercantil. La competencia “libre y no falseada” reposa sobre “el robo del tiempo de trabajo de otro”. Pretende cuantificar lo incuantificable y reducir a su miserable común medida, mediante el tiempo de trabajo abstracto, la inconmensurable relación de la especie humana con las condiciones naturales de su reproducción. El comunismo es el nombre de un criterio diferente de riqueza, de un desarrollo ecológico cualitativamente diferente de la carrera cuantitativa por el crecimiento. La lógica de la acumulación del capital exige no sólo la producción para la ganancia, y no para las necesidades sociales, sino también “la producción de nuevo consumo”, la ampliación constante del círculo del consumo “mediante la creación de nuevas necesidades y por la creación de nuevos valores de uso”… “De ahí la explotación de la naturaleza entera” y “la explotación de la tierra en todos los sentidos”. Esta desmesura devastadora del capital funda la actualidad de un ecocomunismo radical.

6. La cuestión del comunismo es primero, en el Manifiesto Comunista, la de la propiedad: “Los comunistas pueden resumir su teoría en esta fórmula única: supresión de la propiedad privada” de los medios de producción y de cambio, a no confundir con la propiedad individual de los bienes de uso. En “todos los movimientos”, “ponen por delante la cuestión de la propiedad, a cualquier grado de evolución que haya podido llegar, como la cuestión fundamental del movimiento”. De los diez puntos que concluyen el primer capítulo, siete conciernen en efecto a las formas de propiedad: la expropiación de la propiedad terrateniente y la afectación de la renta de la tierra a los gastos del Estado; la instauración de una fiscalidad fuertemente progresiva; la supresión de la herencia de los medios de producción y de cambio; la confiscación de los bienes de los emigrados rebeldes, la centralización del crédito en una banca pública; la socialización de los medios de transporte y la puesta en pie de una educación pública y gratuita para todos; la creación de manufacturas nacionales y la roturación de las tierras sin cultivar. Estas medidas tienden todas ellas a establecer el control de la democracia política sobre la economía, la primacía del bien común sobre el interés egoísta, del espacio público sobre el espacio privado. No se trata de abolir toda forma de propiedad, sino “la propiedad privada de hoy, la propiedad burguesa”, “el modo de apropiación” fundado en la explotación de unos por los otros.

7. Entre dos derechos, el de los propietarios a apropiarse de los bienes comunes, y el de los desposeídos a la existencia, “es la fuerza la que decide”, dice Marx. Toda la historia moderna de la lucha de clases, de la guerra de los campesinos en Alemania a las revoluciones sociales del siglo pasado, pasando por las revoluciones inglesa y francesa, es la historia de este conflicto. Se resuelve por la emergencia de una legitimidad opuesta a la legalidad de los dominantes. Como “forma política al fin encontrada de la emancipación”, como “abolición” del poder de Estado, como realización de la república social, la Comuna ilustra la emergencia de esta legitimidad nueva. Su experiencia ha inspirado las formas de autoorganización y de autogestión populares aparecidas en las crisis revolucionarias: consejos obreros, soviets, comités de milicias, cordones industriales, asociaciones de vecinos, comunas agrarias, que tienden a desprofesionalizar la política, a modificar la división social del trabajo, a crear las condiciones de extinción del Estado en tanto que cuerpo burocrático separado.

8. Bajo el reino del capital, todo progreso aparente tiene su contrapartida de regresión y de destrucción. No consiste in fine “más que en cambiar la forma de la servidumbre”. El comunismo exige una idea diferente y unos criterios diferentes de los del rendimiento y de la rentabilidad monetaria. A comenzar por la reducción drástica del tiempo de trabajo obligatorio y el cambio de la noción misma de trabajo: no podrá haber completo desarrollo individual en el ocio o el “tiempo libre” mientras el trabajador permanezca alienado y mutilado en el trabajo. La perspectiva comunista exige también un cambio radical de la relación entre el hombre y la mujer: la experiencia de la relación entre los géneros es la primera experiencia de la alteridad y mientras subsista esta relación de opresión, todo ser diferente, por su cultura, su color, o su orientación sexual, será víctima de formas de discriminación y de dominación. El progreso auténtico reside en fin, en el desarrollo y la diferenciación de necesidades cuya combinación original haga de cada uno y cada una un ser único, cuya singularidad contribuya al enriquecimiento de la especie.

9. El Manifiesto concibe el comunismo como “una asociación en la que el libre desarrollo de cada cual es la condición del libre desarrollo de todos”. Aparece así como la máxima de un libre desarrollo individual que no habría que confundir, ni con los espejismos de un individualismo sin individualidad sometido al conformismo publicitario, ni con el igualitarismo grosero de un socialismo de cuartel. El desarrollo de las necesidades y de las capacidades singulares de cada uno y de cada una contribuye al desarrollo universal de la especie humana. Recíprocamente, el libre desarrollo de cada uno y de cada una implica el libre desarrollo de todos, pues la emancipación no es un placer solitario.

10. El comunismo no es una idea pura, ni un modelo doctrinario de sociedad. No es el nombre de un régimen estatal, ni el de un nuevo modo de producción. Es el de un movimiento que, de forma permanente, supera/suprime el orden establecido. Pero es también el objetivo que, surgido de este movimiento, le orienta y permite, contra políticas sin principios, acciones sin continuidad, improvisaciones de a diario, determinar lo que acerca al objetivo y lo que aleja de él. A este título, es no un conocimiento científico del objetivo y del camino, sino una hipótesis estratégica reguladora. Nombra, indisociablemente, el sueño irreductible de un mundo diferente, de justicia, de igualdad y de solidaridad; el movimiento permanente que apunta a derrocar el orden existente en la época del capitalismo; y la hipótesis que orienta este movimiento hacia un cambio radical de las relaciones de propiedad y de poder, a distancia de los acomodamientos con un menor mal que sería el camino más corto hacia lo peor.

11. La crisis, social, económica, ecológica, y moral de un capitalismo que no hace retroceder ya sus propios límites más que al precio de una desmesura y de una sinrazón crecientes, amenazando a la vez a la especie y al planeta, vuelve a poner al orden del día “la actualidad de un comunismo radical” que invocó Benjamin frente al ascenso de los peligros de entre guerras.

(Daniel Bensaid, Viento Sur, rebelión, 14/I/10).

INTERNACIONAL: Haití: la maldición blanca

Haití fue el primer país donde se abolió la esclavitud. Sin embargo, las enciclopedias más difundidas y casi todos los textos de educación atribuyen a Inglaterra ese histórico honor.

Es verdad que un buen día cambió de opinión el imperio que había sido campeón mundial del tráfico negrero; pero la abolición británica ocurrió en 1807, tres años después de la revolución haitiana, y resultó tan poco convincente que en 1832 Inglaterra tuvo que volver a prohibir la esclavitud.

Nada tiene de nuevo el ninguneo de Haití. Desde hace dos siglos, sufre desprecio y castigo. Thomas Jefferson, prócer de la libertad y propietario de esclavos, advertía que de Haití provenía el mal ejemplo; y decía que había que “confinar la peste en esa isla”. Su país lo escuchó. Los Estados Unidos demoraron sesenta años en otorgar reconocimiento diplomático a la más libre de las naciones.

Mientras tanto, en Brasil, se llamaba haitianismo al desorden y a la violencia. Los dueños de los brazos negros se salvaron del haitianismo hasta 1888. Ese año, el Brasil abolió la esclavitud. Fue el último país en el mundo.

Haití ha vuelto a ser un país invisible, hasta la próxima carnicería. Mientras estuvo en las pantallas y en las páginas, a principios de este año, los medios trasmitieron confusión y violencia y confirmaron que los haitianos han nacido para hacer bien el mal y para hacer mal el bien.

Desde la revolución para acá, Haití sólo ha sido capaz de ofrecer tragedias. Era una colonia próspera y feliz y ahora es la nación más pobre del hemisferio occidental. Las revoluciones, concluyeron algunos especialistas, conducen al abismo. Y algunos dijeron, y otros sugirieron, que la tendencia haitiana al fratricidio proviene de la salvaje herencia que viene del África.

El mandato de los ancestros. La maldición negra, que empuja al crimen y al caos. De la maldición blanca, no se habló.

La Revolución Francesa había eliminado la esclavitud, pero Napoleón la había resucitado: –¿Cuál ha sido el régimen más próspero para las colonias? El anterior. Pues, que se restablezca–. Y, para reimplantar la esclavitud en Haití, envió más de cincuenta naves llenas de soldados. Los negros alzados vencieron a Francia y conquistaron la independencia nacional y la liberación de los esclavos. En 1804, heredaron una tierra arrasada por las devastadoras plantaciones de caña de azúcar y un país quemado por la guerra feroz. Y heredaron “la deuda francesa”. Francia cobró cara la humillación infligida a Napoleón Bonaparte.

A poco de nacer, Haití tuvo que comprometerse a pagar una indemnización gigantesca, por el daño que había hecho liberándose. Esa expiación del pecado de la libertad le costó 150 millones de francos oro. El nuevo país nació estrangulado por esa soga atada al pescuezo: una fortuna que actualmente equivaldría a 21 mil 700 millones de dólares o a 44 presupuestos totales del Haití de nuestros días. Mucho más de un siglo llevó el pago de la deuda, que los intereses de usura iban multiplicando. En 1938 se cumplió, por fin, la redención final. Para entonces, ya Haití pertenecía a los bancos de los Estados Unidos.

A cambio de ese dineral, Francia reconoció oficialmente a la nueva nación. Ningún otro país la reconoció. Haití había nacido condenada a la soledad. Tampoco Simón Bolívar la reconoció, aunque le debía todo. Barcos, armas y soldados le había dado Haití en 1816, cuando Bolívar llegó a la isla, derrotado, y pidió amparo y ayuda. Todo le dio Haití, con la sola condición de que liberara a los esclavos, una idea que hasta entonces no se le había ocurrido. Después, el prócer triunfó en su guerra de independencia y expresó su gratitud enviando a Port-au-Prince una espada de regalo. De reconocimiento, ni hablar. En realidad, las colonias españolas que habían pasado a ser países independientes seguían teniendo esclavos, aunque algunas tuvieran, además, leyes que lo prohibían. Bolívar dictó la suya en 1821, pero la realidad no se dio por enterada. Treinta años después, en 1851, Colombia abolió la esclavitud; y Venezuela en 1854.

En 1915, los marines desembarcaron en Haití. Se quedaron diecinueve años. Lo primero que hicieron fue ocupar la aduana y la oficina de recaudación de impuestos. El ejército de ocupación retuvo el salario del presidente haitiano hasta que se resignó a firmar la liquidación del Banco de la Nación, que se convirtió en sucursal del Citibank de Nueva York.

El presidente y todos los demás negros tenían la entrada prohibida en los hoteles, restoranes y clubes exclusivos del poder extranjero. Los ocupantes no se atrevieron a restablecer la esclavitud, pero impusieron el trabajo forzado para las obras públicas. Y mataron mucho.

No fue fácil apagar los fuegos de la resistencia. El jefe guerrillero, Charlemagne Péralte, clavado en cruz contra una puerta, fue exhibido, para escarmiento, en la plaza pública. La misión civilizadora concluyó en 1934. Los ocupantes se retiraron dejando en su lugar una Guardia Nacional, fabricada por ellos, para exterminar cualquier posible asomo de democracia.

Lo mismo hicieron en Nicaragua y en la República Dominicana. Algún tiempo después, Duvalier fue el equivalente haitiano de Somoza y de Trujillo.

Y así, de dictadura en dictadura, de promesa en traición, se fueron sumando las desventuras y los años. Aristide, el cura rebelde, llegó a la presidencia en 1991. Duró pocos meses. El gobierno de los Estados Unidos ayudó a derribarlo, se lo llevó, lo sometió a tratamiento y una vez reciclado lo devolvió, en brazos de los marines, a la presidencia. Y otra vez ayudó a derribarlo, en este año 2004, y otra vez hubo matanza. Y otra vez volvieron los marines, que siempre regresan, como la gripe. Pero los expertos internacionales son mucho más devastadores que las tropas invasoras.

País sumiso a las órdenes del Banco Mundial y del Fondo Monetario, Haití había obedecido sus instrucciones sin chistar. Le pagaron negándole el pan y la sal. Le congelaron los créditos, a pesar de que había desmantelado el Estado y había liquidado todos los aranceles y subsidios que protegían la producción nacional. Los campesinos cultivadores de arroz, que eran la mayoría, se convirtieron en mendigos o balseros. Muchos han ido y siguen yendo a parar a las profundidades del mar Caribe, pero esos náufragos no son cubanos y raras veces aparecen en los diarios. Ahora Haití importa todo su arroz desde los Estados Unidos, donde los expertos internacionales, que son gente bastante distraída, se han olvidado de prohibir los aranceles y subsidios que protegen la producción nacional.

En la frontera donde termina la República Dominicana y empieza Haití, hay un gran cartel que advierte: El mal paso. Al otro lado, está el infierno negro. Sangre y hambre, miseria, pestes. En ese infierno tan temido, todos son escultores. Los haitianos tienen la costumbre de recoger latas y fierros viejos y con antigua maestría, recortando y martillando, sus manos crean maravillas que se ofrecen en los mercados populares. Haití es un país arrojado al basural, por eterno castigo de su dignidad. Allí yace, como si fuera chatarra. Espera las manos de su gente.

(Texto de Eduardo Galeano, argenpress, 22/I/10).