miércoles, 21 de julio de 2010

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EDITORIAL: Diego: el abogado de la Mafia

Se le acusa de: 1) votar en favor de la quema de las boletas de la cuestionada elección de 1988, por la que Carlos Salinas llegó a la primera magistratura del país; 2) colaborar con el gobierno salinista, al instaurar las llamadas concertacesiones, que abrieron al PAN la puerta para acceder a gobiernos estatales a cambio de aprobar reformas en el Congreso que permitieron regresiones en los ámbitos social y económico; 3) participar activamente en las negociaciones –entre 1995 y 1997– para que el Estado asumiera como deuda pública el quebranto de los bancos, que derivó en la creación del Fobaproa; 4) negociar desde el Senado, la aprobación de la ley indígena, que incumplió los acuerdos de San Andrés; 5) ser factor clave para la aprobación de la llamada ley Televisa, que luego fue echada abajo por la Suprema Corte de Justicia; 6) apoyar a Salinas de Gortari participando en la organización de los videoescándalos, en busca de detener la carrera de López Obrador rumbo a la Presidencia; 7) enemistarse con Calderón y alejarse del PAN, para dedicarse de lleno a sus negocios, entre ellos, litigar contra el Estado, como ocurrió en un millonario juicio que le ganó a la Secretaría de la Reforma Agraria; 8) defender intereses del narcotráfico, como cuando a finales de 1996, se le vinculó con el cártel de Juárez, que encabezaba Amado Carrillo Fuentes; 9) despojar a ejidatarios de Punta Diamante, en Acapulco, y utilizar fondos públicos para construir “la carretera del amor”, en 2005 en un poblado de Arandas, Jal.

EDITORIAL: Fuerzas ocultas

Sigmund Freud, mediante su vida y obra, se dedicó a explorar la conducta humana y para ello se adentró como pocos en las profundidades del alma. Muy pronto intuyó que en las profundidades de la psique se movían fuerzas ocultas y antagónicas que, o bien podían dar paso a los mayores y más loables logros humanos o bien podían conducirlo a los peores desastres y a las más descarnadas acciones contra los demás o contra sí mismo. A esas fuerzas, inexplicadas hasta entonces, él las denominó pulsiones. Y si bien hubo modificaciones teóricas a lo largo de su obra y pensamiento, concluyó que a la psique la constituían dos fuerzas imperiosas: las pulsiones de vida y las de muerte. De esta concepción de la psique, dieron y han dado cuenta las investigaciones en el terreno clínico como los fenómenos sociales.

Su obra fundante, que data de 1895, El proyecto de una psicología para neurólogos, plasma con sorprendente lucidez la condición marginal y de indefensión de los seres humanos. Señala allí el desamparo originario que nos acompaña a lo largo de toda la vida.

En sus estudios posteriores continúa buscando de manera acuciosa explicar el funcionamiento de la psique humana y aparece la teoría pulsional. Es hasta 1920 que redondea sus postulados acerca de la pulsión de muerte y viene a corroborarle tanto hallazgos clínicos como fenómenos sociales.

Vendrán después textos fundamentales, como El malestar en la cultura, El porvenir de una ilusión, Moisés y la religión monoteísta. Fue testigo de las dos conflagraciones mundiales que se vivieron en el siglo pasado y esto vino a confirmar sus teorizaciones acerca de la pulsión de destrucción que habita en las profundidades de la psique.

En sus ensayos sobre la guerra y la muerte vierte las palabras: “Arrastrados por el torbellino de este tiempo de guerra, informados tendenciosamente, sin distancia con respecto a los grandes cambios que ya se han producido o están empezando a producirse, y sin saber qué futuro está en proceso de formación, empezamos a sentirnos confusos con respecto a la significación de las impresiones que nos invaden y a los juicios que formulamos... Nos parece como si nunca antes un acontecimiento hubiera destruido tantas preciosas posesiones comunes de la humanidad, confundido a tantos de los intelectos más sobresalientes, degradado de modo tan completo a los superiores”.

Más adelante, agrega: “Los antropólogos consideran necesario declarar al adversario inferior y degenerado; los siquiatras, proclamar el diagnóstico de su enfermedad mental o espiritual”. Considera entonces que ante tal confusión la persona no directamente implicada en el combate y que no se ha “convertido de lleno en una pequeña partícula de la gigantesca máquina de guerra”, se siente azorada e inhibida. La consecuencia predecible, a decir de Freud, es el desengaño y la desilusión. Esta primera gran conflagración, en palabras de Freud, había arrebatado a los hombres la ilusión de que la humanidad era originalmente buena.

Valdría la pena reflexionar sobre esto en los crispados momentos que estamos padeciendo.

(Texto de José Cueli, La Jornada, 14/V/10).

EDITORIAL: Daños colaterales

Hace unas semanas, Calderón recibió en España el premio Foro Nueva Economía 2009 al Desarrollo Económico y la Cohesión Social. Este premio reconoce la aportación de México al progreso y estabilidad en América Latina. También, recientemente, Calderón recibió el Premio Apocalipsis por su denodado esfuerzo en llevar al país al infierno. Además, le fue otorgado el doctorado Horrores Náuseam por su empeño en unir a todos los mexicanos en un grito de desesperación. Y en próximos días se le otorgará el trofeo Rigor Mortis, por haber logrado romper las diferencias sociales en lo que a la muerte se refiere. ¡Eso es de felicitarse!

Adicto no nada más al alcohol, sino también a la sangre, el enfermo que se sienta en la silla presidencial es uno de los peores genocidas contemporáneos. Mucho peor que Díaz Ordaz y muy similar a Slovodan Milosevic.

En tres años de gobierno y de la supuesta “guerra contra el crimen”, van casi 23 mil muertos. Entre ellos hay de todo: narcotraficantes, militares, policías y “daños colaterales” (o víctimas inocentes, como también se les conoce).

A pesar del discurso clasista y de odio, que festeja cada que un delincuente muere o que duda de la inocencia de las víctimas civiles, ninguno de esos casi 23 mil mexicanos merecía morir.

Muchos de ellos eran jóvenes que, efectivamente, se involucraron en actividades ilícitas, buscando las oportunidades que el país, simple y sencillamente les negó para ganarse la vida dignamente y salir de la miseria.

Otros eran niños que viajaban con sus familias y pasaron por un retén de soldados intoxicados por las mismas sustancias que supuestamente combaten. Otros más eran militares o policías enviados a pelear una guerra imposible de ganar.

Sus muertes sólo han servido para una cosa: fortalecer a un presidente políticamente débil que perdió la elección de 2006, la de 2009 y que perderá todas las de 2010 con todo y sus aliados.

(Tomado de Editorial, el chamuco, nos. 197 y 199).

EDITORIAL: La quinta dimensión

En algún lugar insólito, en la esquina sur del polígono cósmico paralelo, por los efectos de la condensación de absurdos en la atmósfera, se respiran incongruencias y extravagancias; es por eso que se invierten todos los conceptos y se distorsionan las dimensiones. Si alguna vez se ubicó al universo paralelo en los confines de la ficción, las evidencias recientes desmienten esa lejanía. Ese mundo raro donde todo está al revés no es un planeta ni una nebulosa en el espacio infinito: es una realidad alterna que impregna el ambiente terrestre. Es una dimensión inverosímil donde el pensamiento se desplaza en elucubraciones incesantes y furtivas; quienes se instalan en ese entorno están condenados a vivir fuera de la realidad. ¿Ejemplos? Jaime Verdín es un habitante distinguido del universo paralelo donde las prioridades carecen de sentido y las insignificancias adquieren una importancia extraordinaria. Los efectos de la atmósfera enrarecida que se respira en la dimensión alterna son irrefutables. Un dato solamente: el alcalde se vio presionado a “renunciar” a Fabián Zamudio como secretario de Ayuntamiento porque de plano se hartó de las constantes quejas en contra de éste. La gota que derramó la bilis del primer panista municipal ocurrió en la sesión del Cabildo del pasado 5 de mayo, cuando la regidora Patricia Orozco, esposa de Toño Salvador, quien, apoyada por el tenebroso Ismael Brizuela, puso contra la pared al propio Verdín, a Zamudio y a Rodolfo Aguirre, al leer un escrito de inconformidad acerca de que las actas del Cabildo han sido firmadas por la mayoría de los regidores sin detenerse a leer su contenido, es decir, las han firmado a lo “puro güey”. No es difícil imaginar la cantidad de saliva que se gastó en casi dos horas discutiendo sobre tan importantísimo asunto. Zamudio, que no es militante panista, tenía contados sus días como secretario de Ayuntamiento: una semana después, mediante un extraño y maloliente movimiento, se permutan las posiciones: Rodolfo Aguirre pasa de síndico a secretario de Ayuntamiento, y Zamudio, pasa a ocupar el cargo de aquél. Los priístas, jubilosos, ante lo que llamaron “un avance democrático de primer nivel de esta administración”, dieron “su voto de confianza”. Verdín, como ya es costumbre, se fue de la lengua y dijo: “el enroque estaba previsto desde que se instaló el Ayuntamiento 2009-2012, era algo que se había hablado con anticipación entre (los miembros) del Ayuntamiento, pero por diferentes factores no se hizo el cambio antes… para nadie es desconocido que desde la campaña, Rodolfo Aguirre se convirtió en mi macizón, en mi mero-mero, por eso le pedí su cercanía en la Secretaría y ahora se oficializa”. ¡Oh, Santa Barba del Crucificado! ¿Y por qué esperó que pasaran siete meses para hacerlo? Francisco Fernández, el gris dirigente del priísmo local, aprovechó el resbalón de Verdín, y sentenció: “Entre líneas, lo que el alcalde Jaime Verdín quiso decir es que Fabián Zamudio no dio el ancho en las tareas encomendadas y con estos cambios, no se puede esperar tampoco un progreso amplio… además, la figura del síndico es un puesto de elección (popular), es incluso más poderosa que la del secretario, porque este último no tiene voz en el Ayuntamiento”. Lo anterior va en sentido contrario a lo declarado por los regidores priístas que, como se ha visto, se han convertido en un soporte esencial para “el gobierno” de Verdín. Y así, mientras Verdín deambula perplejo y perdido en su propia dimensión, la cifra de delitos culposos y dolosos se mantiene incontenible en el municipio; el repudio tiende a generalizarse alimentado por los constantes e inconstitucionales operativos con fines recaudatorios ya sea sobre la verificación a los vehículos de motor, o sobre el uso de casco en los motociclistas, o sobre la portación de licencia, o sobre los antros en que se comercia carne humana, etc.; enfrentamos la realidad de la jodidez galopante por la crisis del capitalismo que se ahonda y, este rincón del estado no es la excepción. Queda claro que la polarización social trasciende el ámbito económico porque envuelve mundos y realidades excluyentes: quienes caminamos con los pies en la Tierra somos inmunes a los absurdos, pero en las alturas del poder se respiran extravagancias y se distorsionan todas las dimensiones.

(Fuentes: Laura M. López Murillo, argenpress, 11/V/10; a.m., mayo 6, 13 y 14, 2010).

MUNICIPAL: Silencio masivo

Existe un lugar hermético, al final de una espiral de silencios, en el que yacen las voces que se confinan, los motivos que se excluyen y las ideas que se marginan; y ahí, entre la multitud distante y esquiva, flotando sobre el eco de las decepciones, se percibe el letargo de las convicciones. El pueblo de San Francisco camina, no gracias al gobierno municipal, sino, a pesar de éste. Camina a pesar de los agravios que se acumulan, a pesar de los silencios que se rompen al compás de la marcha fúnebre que, con notas sombrías y melodiosas acompaña el féretro de la cadavérica democracia. La falsa “participación ciudadana” que tanto pregonan el alcalde y sus corifeos, sirven de alimento a los espesos nubarrones que en el horizonte presagian turbulencias sociales. El supuesto régimen de legalidad bajo el que vivimos es trastocado una y otra vez. La mentira y la alevosía son los matices que le dan color a cada discurso desde el gobierno municipal. La clase política de la localidad no está a la altura de las circunstancias de esta exasperante realidad; al contrario, refinan sus métodos de control social y de clientelismo electorero. El mejor ejemplo de ello es la actitud servil y tramposa de la llamada oposición priísta, que ya desde hace meses está en campaña con miras al 2012: repartiendo migajas, esparciendo promesas de un futuro inalcanzable, posicionándose como un partido “que ha aprendido de sus errores”, afinando sus estrategias de cooptación y de compra de conciencias. ¿Quién se los impide? Nadie, simplemente hacen el trabajo sucio al servicio de sus amos. Por otro lado, la actual administración, compuesta por individuos sin convicciones pero muy ambiciosos, aletargada en un clima de desencanto, se enfrenta de manera inconcebible a inconformidades de algunos elementos de Seguridad Pública quienes manifestaron a a.m. su desilusión ante el talante del alcalde, quien se ha conducido errática e insensiblemente a raíz de la toma de las instalaciones de Seguridad Pública por parte de la soldadesca, ocurrida el pasado mes de marzo: “le pedimos al alcalde que hable con verdades completas (sic), porque ha faltado a su palabra; no ha dicho nada acerca de las violaciones a nuestras garantías individuales, nada tampoco sobre nuestros derechos laborales que han sido pisoteados. Miente al decir que ‘hay una lista de elementos que tienen nexos con organizaciones delictivas’”. Una semana después, Verdín acude a las instalaciones de Seguridad Pública, visiblemente dolido por el “periodicazo”, y les suelta toda una retahíla discursiva aderezada en su ya inconfundible enredada adrenalina: “me molesta que anden soltando declaraciones a la prensa, pues eso no habla de honestidad (el burro hablando de orejas). Primero deberían agotar la posibilidad de diálogo directo… Tengan más responsabilidad civil, infórmense directamente, antes que formar teléfonos descompuestos (para este momento la adrenalina ya había causado estragos en la presión arterial del hablante). Las puertas de la Presidencia Municipal siempre han estado abiertas para escuchar, y yo no he sabido que hayan intentado hablar conmigo antes”. Verdín estaba que echaba lumbre, y no contento con lo anterior, les espetó: “sobre el Subsidio de Seguridad Municipal (Subsemun), yo desconocía de la existencia de ese programa antes de entrar a la alcaldía, así que nunca prometí entregárselos”. Además, “hay que llenar ciertos requisitos para poder recibir el incentivo económico”. La reacción del PRI no se hizo esperar, en voz de su líder –es un decir– en el municipio, hizo saber a la comunidad: “El alcalde se ha evidenciado tontamente al decir que no conocía el programa Subsemun, ¿cómo es posible que habiendo sido diputado federal, con asesores pagados, que, aunque no estaba en la Comisión de Seguridad, se supone que debió haber estado al tanto de los recursos y programas que podían destinarse a este distrito? ¿Cómo explica el alcalde que, después de haber ganado las elecciones haya tenido tres meses para capacitarse e involucrarse en las acciones de gobierno, y salga con la batea de babas de que no sabía nada del Subsemun? El responsable es él, que no quiera culpar a otros”. Resulta extraña la conducta de Verdín, quien siendo un profesional de la comunicación, debe saber distinguir entre mentira y error. Humberto Maturana dice que “todos sabemos cuando mentimos, pero no cuando nos equivocamos”. Esto es así porque el error es siempre a posteriori, como cuando uno va caminando en la calle y saluda a alguien que creyó conocer, y luego se da cuenta de que no era la persona conocida y entonces se turba por el equívoco. Uno se da cuenta del error después. Lo que significa que a pesar de que Verdín se ha equivocado, no tiene la humildad para reconocerlo. Por consiguiente, Verdín casi siempre miente, porque lo hace de una manera calculadora y a priori. Es cierto que nadie puede decir cómo “es” la realidad, pero sí podemos ponernos de acuerdo respecto de ella. Somos, como apunta Gregory Bateson, seres en-red-dándonos. Así es que aun cotidianamente el mundo en el que vivimos es un mundo de acuerdos, de articulaciones, es un mundo con, contra, junto a otros. El problema está en la creencia de que uno puede dominar a los otros reclamando para sí el privilegio de saber cómo son las cosas. Lo violento es pretender que el otro, sea como uno. Y esto último no lo entiende el alcalde. Ese es el conflicto: el de la exigencia de una versión única y totalizante.

(Fuentes: Laura M. López Murillo, argenpress, 31/V/10; Sandra H. Massoni, página 12, 2/VI/10; a.m., mayo 11, 19 y 21, 2010).

ESTATAL: Centros de rehabilitación de León: un engaño

La Diócesis de León admitió que fue engañada por el grupo Centros de Orientación y Lenguaje de la Mujer –cuyo inmueble principal fue clausurado por la Secretaría de Salud en la semana que comenzó el 9 de mayo por presuntos casos de tortura, y abusos físicos y sexuales de que eran objeto los internos–, para promocionarlos como lugares confiables para la rehabilitación de adicciones.

El vocero de la Diócesis, Jorge Raúl Villegas, admitió que “lamentablemente” el obispado fue víctima de los engaños de dicho grupo. La Diócesis de León promocionaba entre los feligreses los centros de rehabilitación para jóvenes adictos conocidos como Centros de Orientación y Lenguaje de la Mujer. Repartía desde hace ocho meses unos diez mil volantes semanalmente en las iglesias y parroquias pertenecientes a esta adscripción, en las cuales invitaba a jóvenes adictos y padres de familia a conocer o utilizar los servicios de los presuntos centros de rehabilitación.

“Lamentablemente el hecho de que hayan abusado de nuestra buena fe… vemos que no fueron leales y que, por lo menos bajo sospecha, son presuntos responsables de abusos, tanto de violencia psicológica, violencia verbal o violencia física”, admitió el vocero, quien informó que también se apoyaba con esta publicidad a otros dos anexos que operan en la ciudad.

El domingo 9 de mayo, por lo menos 150 internos –niños y jóvenes– de dos de estos centros abandonaron las instalaciones y fueron entregados a sus familiares por la Dirección de Seguridad Pública Municipal, ante las quejas y denuncias de vecinos y de algunos de los internos del maltrato que recibían por parte de los encargados.

Se pudo conocer que el grupo cuenta, por lo menos, con 23 filiales en distintos puntos de León, de los cuales es responsable Joel Belmonte, quien hasta el momento no ha salido a afrontar las denuncias. Sin embargo, personal de la Secretaría de Salud acudió a colocar los sellos de clausura a la matriz del grupo “Orientación Lenguaje de la Mujer”.

El vocero del obispado leonés explicó que los propietarios de los centros a los que otorgan ayuda se acercaron directamente a la Diócesis para pedir que les fuera proporcionado un espacio de promoción en las hojas dominicales y también solicitaron asesoría. “Hemos apoyado siempre a los jóvenes que deciden luchar contra las adicciones de cualquier tipo, drogas, alcohol, nicotina, y lo que habíamos hecho de buena fe era apoyarlos”, mencionó.

Jorge Raúl Villegas aseguró que a raíz de lo ocurrido, están revisando la operación de los otros dos centros de rehabilitación a los que apoya la Iglesia. “Es un abuso que nos decepciona pero no nos desalienta, no nos desanima, seguiremos brindando apoyo dentro de nuestras posibilidades y capacidades, el apoyo a quienes nos lo soliciten”, dijo.

(Texto de Verónica Espinosa, proceso.com, 15/V/10).

NACIONAL: Narcoguerra: percepción, hechos y confusión

El 13 de mayo, en la inauguración de la Conferencia Nacional de Procuración de Justicia, el procurador Arturo Chávez Chávez admitió que los cárteles del narcotráfico y otras organizaciones criminales “han implantado su ley de violencia y muerte en regiones donde la debilidad institucional y la carencia de una estructura moral y solidaria de la sociedad eran ya una problemática profunda y arraigada”. Sin tratarse propiamente de una novedad, tales palabras son el más explícito e inequívoco reconocimiento que haya realizado hasta ahora un funcionario de la administración calderonista acerca de la gravedad del problema de la delincuencia y revelan que el Estado ha perdido el control en diversas zonas del territorio nacional.

El dato es alarmante, pero también lo es la falta de claridad en torno a la estrategia gubernamental para enfrentar esta situación catastrófica. Después de tres años de inflexibilidad en la defensa de una política antidelictiva basada exclusivamente en el uso de la fuerza policial y militar, la administración en curso empezó a emitir señales contradictorias, y cabe citar algunos ejemplos de ello. Si hasta diciembre pasado el gobierno federal se mostró inflexible ante los reclamos sociales que exigían la salida del Ejército de Ciudad Juárez, a principios de este año hizo saber, por medio de funcionarios de segundo nivel y con un bajo perfil mediático, que los militares saldrían de esa devastada localidad fronteriza; posteriormente, tras el asesinato de 15 jóvenes, se anunció la disposición a “redefinir” las medidas de seguridad, pero por otro lado se afirmaba que “se mantendría firme” la línea de la acción policial y militar. Una “nueva estrategia” para Ciudad Juárez, con la incorporación de algunas acciones sociales a la operación armada; ese mismo día, Felipe Calderón volvió a insistir en el mantenimiento de la estrategia y dijo que su administración ha avanzado “en todas las batallas, menos en la de la percepción”; sin embargo, el panorama descrito por Chávez Chávez no se refiere a un asunto de imagen sino a una realidad concreta.

Los recientes anuncios del gobierno estadunidense en torno a un viraje en sus propias estrategias para enfrentar los fenómenos del consumo de drogas y del narcotráfico, así como las descalificaciones formuladas por altos funcionarios del país vecino a las políticas calderonistas de seguridad y combate a la delincuencia, han contribuido a expandir y ahondar la confusión, pues a estas alturas, después de muchas réplicas en sentidos divergentes y hasta contrapuestos, emitidas por diversos funcionarios del grupo gobernante, ya no resulta fácil saber cuál es la postura de éste frente a los nuevos lineamientos recientemente adoptados por Washington. Es significativa la afirmación de la secretaria de Estado, Hillary Clinton, quien dijo el 12 de mayo que México carece de una estrategia efectiva en el combate al narcotráfico: semejante descalificación pone directamente en entredicho la utilidad y la continuidad de la Iniciativa Mérida.

Al margen de las expresiones de Washington, la inhabilidad del gobierno mexicano para informar sobre la dirección de las acciones oficiales no es un problema menor, si se tiene en mente la insistencia gubernamental –refrendada por Chávez Chávez– en responsabilizar a la sociedad por la disolución del estado de derecho en diversas zonas del país y en exigirle respaldo ciego y total a políticas que no sólo no han dejado clara su eficacia, sino que han dado margen a muchos abusos y atropellos graves contra la población. Pero la construcción de consensos en torno a las acciones gubernamentales en materia de seguridad pública y combate a la delincuencia tendría que partir de una toma de posición oficial transparente y coherente, así como de un reconocimiento inequívoco de los errores cometidos hasta ahora. Y es impostergable analizar con honestidad si los grupos criminales han sido debilitados por efecto de la ofensiva gubernamental o si, por el contrario, han salido fortalecidos de ella.

(Editorial de La Jornada, 14/V/10).

NACIONAL: Aparece una desaparición

Mientras Felipe Calderón volaba en pos de un premio hispano a su “carisma de estadista”, en México las especulaciones cruzaban el escenario político y la percepción de ingobernabilidad y riesgo se asentaban incluso en el bando partidista presuntamente en el poder. El jefe Diego desaparece, pero esa ausencia es al mismo tiempo una confirmación de presencias: en el escenario soplan vientos que recuerdan 1994 en términos de criminalidad política pero también de turbiedad y maquinaciones.

Políticamente es un golpe seco al gobierno de Calderón, y socialmente es una confirmación de que la violencia alcanza a todos pero que el tratamiento es radicalmente distinto cuando el afectado es un personaje de la elite.

Magnificado por los medios que le son afines, Calderón “conmocionaría” al sistema estadunidense de poder durante una visita en la que, como ha sucedido en otras coyunturas internacionales parecidas, el valiente mexicano llegó con su portafolio repleto con los expedientes de las agresiones sufridas por su administración y su partido en la guerra contra los narcotraficantes a los que dice ir ganando.

Justamente en ese rubro tan delicado, el del narcotráfico y sus relaciones con el poder político, aparecen demasiadas piezas imprecisas en el tablero: en Jalisco las autoridades militares y civiles jugaban a no desmentir ni confirmar la aprehensión del estratégico Ignacio Coronel, jefe occidental del aparato de poder de El Chapo Guzmán, cuya ex esposa había sido detenida y luego liberada, sin cargos, como si hubiera sido un mensaje en clave. Los insólitos golpes al cártel hasta ahora preferido, el del sinaloense intocable, llevan a tejer historias de traiciones, venganzas e incluso intercambio de libertades.

La extraña desaparición de Fernández de Cevallos incrementa la percepción de descomposición política e inviabilidad electoral que desde hace días habían anunciado el jefe panista César Nava y el candidato a gobernador de Tamaulipas, antes de que sucediera el asesinato del virtual candidato a presidente municipal de Valle Hermoso. La noticia del incidente del jefe Diego fue tan libremente difundida durante el día como herméticamente guardados sus detalles por las autoridades civiles y militares que dieron al caso un rango de Estado, con lo que alentaron los rumores y las versiones acerca de la gravedad del atentado y de sus causas y consecuencias. No ha sido oculta la animadversión del abogado Fernández de Cevallos hacia el felipismo, y tanto este litigante dorado como Manuel Espino y el propio Vicente Fox han trabajado con fuerza en los últimos meses en caminos distintos a los de Calderón, aunque Diego ha tenido un pie metido en la política de Los Pinos mediante su socio Fernando Gómez-Mont a quien también podría ir dirigido el mensaje de vulnerabilidad, sobre todo en razón de las fanfarronerías constantes de ese tan peculiar secretario de Gobernación que obedece más a Fernández de Cevallos y a Carlos Salinas que a su presunto jefe Felipe.

Así las cosas, el 20 de mayo, Calderón pudo entrar al fin a una sesión formal de un congreso, pero no al de su patria, sino al de la vecina nación donde se le dio recepción y trato excepcionalmente buenos pero absolutamente ninguna ganancia política o diplomática, a no ser las ovaciones similares a las que un agradecido consejo de administración podría tributar a un gerente bien portado, cuyas acciones y comportamiento merecieran palmadas en la espalda para que la empresa siguiera teniendo ganancias y privilegios por medio de su nativa plantilla de empleados (la ruta de las cesiones y concesiones calderónicas parece bien marcada por el agradecimiento compensatorio que le han expresado, tanto en la España volcada en la reconquista de México, esta vez por la vía económica, como en el imperial Washington, donde ese día quedaron claramente expresados los ánimos felipistas de anexar sin grandes objeciones a México al proyecto de desarrollo subcontinental norteamericano que Estados Unidos ha diseñado).

Pero Calderón nada consiguió, más que un engaño clamoroso. Obama, el publirrelacionista especializado en montar espectáculos amables mientras los operadores de la política real cumplen crudamente sus libretos (recuérdese el caso Honduras), le dijo claramente al emocionado Felipe que le faltan 60 votos en el Senado para sacar adelante una reforma migratoria, y los líderes republicanos del poder legislativo estadunidense escucharon al vehemente Calderón y le permitieron sus minutos de gloria pero están absolutamente en contra de restringir la venta de armas en su país (pues creen que es tramposo el pretender atribuir a ese tráfico de instrumentos bélicos la descomposición mexicana) y en favor de la ley Arizona, contra la cual le fue permitido al compareciente mexicano desahogar sus necesidades propagandísticas de mostrarse severamente opuesto a esa reglamentación discriminatoria.

De regreso al infierno mexicano, Calderón hubo de enfrentar la decisión de la familia Fernández de Cevallos, de pedir a las autoridades federales que se hicieran a un lado para dar paso a las negociaciones con los secuestradores. Tal petición familiar indica de entrada que, al menos para consumo público, no coinciden los intereses de la parentela afectada y de las autoridades supuestamente solidarias. Un diálogo mínimo, fluido y confiado entre esas dos partes habría hecho innecesaria la elaboración de una petición por escrito que fue dada a conocer a los medios de comunicación, pero que ni siquiera fue aceptada más que de palabra, al anunciar la PGR que se retiraría de las indagaciones que previamente había atraído a su jurisdicción.

La vehemencia oratoria de Calderón en la recién pasada asamblea nacional panista agregó elementos para la suspicacia, sobre todo conforme se fueron difundiendo detalles de la ríspida relación política que con largueza han mantenido el ahora ocupante de Los Pinos y el fanfarrón abogado enriquecido mediante tráfico de influencias, colocación de piezas propias en los tableros de la PGR y la Suprema Corte que luego resolverían positivamente los asuntos de enorme cuantía que les presentaba el jefe promotor de sus puestos, y el uso mercantil de las relaciones políticas entabladas con el salinismo, con el PAN como moneda de cambio. Calderón llegó a decir que con El Jefe Diego “habrá todavía muchas batallas por librar”, lo que pareciera ser un guiño a las suposiciones de quienes creen que el secuestro es un montaje hecho para promover la candidatura presidencial del hoy secuestrado en las elecciones de 2012. Si el queretano aparece con vida y decide aceptar una postulación así, las palabras de Calderón tomarán la dimensión de un sombrío destape que llevó a los panistas reunidos en su asamblea nacional a corear el nombre del brioso personaje ahora esfumado. Si la suerte fuera adversa, y el final fuera luctuoso, parecería entonces que las arengas calderonistas hubieran tenido como propósito dejar a salvo la figura del orador y disipar percepciones poderosamente estremecedoras.

(Basado en Julio Hernández López, La Jornada, mayo 16, 21 y 24, 2010).

INTERNACIONAL: El eurorrescate

Tras las desastrosas caídas de las bolsas de valores del mundo en la primera semana de mayo, las finanzas planetarias fueron llevadas a un nuevo pico de optimismo por la decisión de la Unión Europea (UE) de poner a disposición de la colapsada Grecia (y otros países del viejo continente en riesgo de sufrir turbulencias económicas, entre éstos España, Portugal e Irlanda, principalmente) un fondo de 720 mil millones de euros –casi un billón de dólares–, de los cuales el Fondo Monetario Internacional (FMI) aportaría cerca de 250 mil millones. El plan no sólo aspira a aliviar las dificultades de endeudamiento de los gobiernos en problemas, sino también, y sobre todo, a garantizar la estabilidad financiera de la UE y la solidez de la divisa común.

De entrada, el monto dispuesto para el rescate y el blindaje económicos pone de manifiesto, en forma brutal, la riqueza de las naciones industrializadas y la desigualdad que impera en el mundo: la suma equivale a 36 veces el presupuesto público de México para el año en curso, o 160 años del gasto de Honduras.

Por otra parte, y dada su dimensión, el programa de estabilización europeo probablemente logre su propósito de ayudar a las economías más débiles de la UE a sortear la crisis e impida que tales economías “contagien” sus problemas financieros al resto del viejo continente.

No puede soslayarse, sin embargo, que los beneficiarios principales de las medidas comentadas serán los capitales especuladores trasnacionales que suelen medrar en el entorno de crisis como la griega. Bien se conoce este fenómeno en México, donde esos intereses –“manadas de lobos”, los llamó ayer Anders Borg, ministro de Finanzas de Suecia– han multiplicado sus haberes a costillas del patrimonio nacional, como ocurrió en las devaluaciones de 1994-1995 y de 2009.

En el contexto de las normas financieras vigentes en el mundo, las autoridades nacionales, regionales y financieras no tienen más remedio que alimentar la especulación cambiaria y financiera mediante blindajes como el referido. Fue precisamente lo que hizo el Banco de México el año pasado para atenuar la caída del peso frente al dólar, y es lo que hace ahora la Europa comunitaria para impedir que la turbulencia griega arrastre al resto de los integrantes de la UE.

Los cracks y las recesiones recurrentes del capitalismo mundial son, en suma, mecanismos de concentración de la riqueza y de transferencia de recursos públicos a manos privadas: los rescates y los fondos de estabilización no son más que poner el dinero de todos a disposición de unos cuantos.

La lógica neoliberal de dejar hacer y dejar pasar, llevada a las transacciones financieras, bursátiles y cambiarias, desemboca paradójicamente en intervenciones estatales en gran escala. Significativamente, tales intervenciones no evitan la depauperación generalizada de las mayorías; por el contrario, socializan las pérdidas de los operadores privados.

Parches como el plan acordado en la UE hacen posible salvar el momento, pero dejan la certeza exasperante de que, a la vuelta de unos años o de unas cuantas décadas, la postración económica volverá, y derribará niveles de vida y bienestar y perspectivas personales y sociales.

(Editorial de La Jornada, 11/V/10).

INTERNACIONAL: Palestina: orígenes de la nakba

Revés y revés de una tragedia moderna: el 15 de mayo el Estado de Israel festejó un nuevo aniversario de la declaración unilateral de su independencia (1948), y los palestinos (20% de la población, más los millones de la díaspora), recordarán el inicio de la nakba.

La voz nakba denota el holocausto más antiguo y duradero de la historia contemporánea, y se lo emplea para nombrar la “catástrofe”, pérdida o humillación que representó el establecimiento ilegal del Estado sionista: la expulsión y éxodo de 700 mil palestinos, precedidos de la limpieza étnica ejecutada por las milicias armadas sionistas.

Las fuentes idóneas para investigar la nakba, provienen de estudiosos y políticos judíos. Vislumbrando el drama, Judah Magnes (rector de la Universidad Hebrea de Jerusalén) escribió: “La partición de Palestina no detendrá las actividades terroristas de los grupos judíos que, tras conseguir la participación por medio del terror, intentarán conseguir el resto del país para los judíos por los mismos medios” (The New York Times, 28/IX/1946).

Y otros, como el ex premier Yitzhak Shamir, expresaron con descarnado cinismo: “Gracias al terror fundamos el Estado judío” (Reuters, 4/V/1991). En tanto, militares, como el general Rafael Eitan, declararon, muy suelto de pecho: “Cuando nos hayamos asentado en la tierra, lo único que los árabes (o sea los palestinos) podrán hacer es dar vueltas como cucarachas borrachas dentro de una botella” (El País, Madrid, 25/XI/2004).

Uno de los documentos más reveladores de la nakba son los Diarios, del polaco sionista Ben Gurion (1886-1973), fundador del Estado de Israel. El primero de abril de 1948, los milicianos del Palmaj recibieron sus órdenes para la Operación Najson: “el principal objetivo es la destrucción de las aldeas árabes… y la expulsión de los aldeanos para que se conviertan en lastre económico para las fuerzas árabes”.

Inserta en el estratégico Plan Dalet, la Operación Najson consiguió, por primera vez, la coordinación bajo un mando único de las milicias sionistas Haganah (1920), con las bandas fascistas de Zeev Jabotinsky (Irgún, 1931), y Abraham Stern (Lehi, 1940). Logro político que a finales de 1948 llevó a la fusión de las tres vertientes paramilitares en el ejército de Israel (Tzahal), eufemísticamente llamado “de autodefensa”.

La sugerencia de Ben Gurion a las milicias fue clara: que no se perdonara a una sola aldea “árabe”. Entre abril y mayo de 1948, la Brigada Alexandroni arrasó con todas las aldeas de la costa, y la Brigada Golani limpió el oriente de Galilea. Aunque en rigor, la limpieza había empezado el 30 de enero (aldea de Sheik, 60 muertos), y el 14 de febrero (aldea de Sa’sa, 20 casas dinamitadas con sus habitantes adentro, 60 muertos).

Sin embargo, la masacre más sonada tuvo lugar el 9 de abril de 1948 en Deir Yassin, pacífica aldea pastoril situada en una colina de Jerusalén occidental, cerca del barrio judío de Givat Shaul. Los campesinos de Deir Yassin habían celebrado un pacto de no agresión con la Haganah. Así es que las bandas de Irgún y Lehi se encargaron de la tarea.

Cerca de un centenar de víctimas (incluidos 30 bebés) fueron arrojadas a un pozo. En 1972, el coronel Meir Bail dio su testimonio: “Los soldados peinaron las casas, arrojaron explosivos en su interior, usaron todas las armas que tenían contra hombres desarmados, jóvenes, ancianos, mujeres y niños. Los oficiales no movieron un dedo para impedir las atrocidades. Después, 25 hombres fueron subidos a un camión, paseados por Jerusalén en un desfile de la victoria, llevados a una cantera y fusilados”.

Deir Yassin quedó enterrada bajo Kfar Shaul, suburbio de Jerusalén occidental, y fue uno de los 418 poblados palestinos demolidos sobre cuyas ruinas se erigieron ciudades y urbanizaciones israelíes. Y el 15 de mayo, cuando Israel declaró su “independencia”, 200 civiles palestinos fueron fusilados en el cementerio de Tantura.

En mayo de 2009, la Knésset (parlamento israelí), aprobó el castigo con tres años de prisión a quienes participen en actos conmemorativos de la nakba. Dos meses después, Israel Twito, vocero del ministro de Educación, Gideo Sa’ar, comentó: “Es inconcebible hablar, en Israel, acerca del establecimiento de nuestro Estado como si fuera una catástrofe”. Y anunció que la palabra sería borrada de los textos destinados a los colegios palestinos-israelíes (Reuters, 26/VII/2009).

El premier Benjamin Netanyahu comentó que el uso de la expresión nakba equivale a difundir “propaganda en contra de Israel”. El historiador Ilan Pappé disiente: la nakba continúa.

(Texto de José Steinsleger, La Jornada, 5/V/10).

INTERNACIONAL: Israel: salvajismo tolerado

El cruento asalto emprendido en la noche del 30 de mayo por militares israelíes contra una flotilla de seis embarcaciones que se proponía llevar ayuda humanitaria a la cercada población de Gaza –que dejó un saldo de 19 activistas muertos y decenas de heridos– es consecuencia de los inaceptables márgenes de impunidad que Estados Unidos y Europa occidental han otorgado al régimen de Tel Aviv para que cometa toda suerte de crímenes de guerra, atropellos y violaciones a los derechos humanos, no sólo contra los palestinos, prisioneros en su propia tierra, sino también contra cualquier expresión de solidaridad para con ese infortunado pueblo. Los gobernantes israelíes saben que pueden cometer cualquier delito, en cualquier lugar del mundo, sin que ello les acarree consecuencias negativas.

Tal es la circunstancia en la que se produjo la agresión, en aguas internacionales del Mediterráneo, contra la Flotilla de la Libertad, en las que viajaban unos 700 integrantes de organizaciones humanitarias de varias nacionalidades –turcos, principalmente– y que transportaba cerca de 10 mil toneladas de ayuda humanitaria (alimentos, medicinas, material educativo y de construcción) a la franja de Gaza, la cual padece un despiadado bloqueo por parte de Tel Aviv.

Como es su costumbre, la propaganda oficial israelí presentó a los agredidos como agresores y los acusó de haber “atacado, golpeado y apuñalado” a los efectivos castrenses que tomaron por asalto las embarcaciones y dispararon indiscriminadamente contra quienes se encontraban en ellas.

Tales falsificaciones propagandísticas muestran claramente que el ataque contra las embarcaciones humanitarias no fue un caso aislado de descontrol, sino consecuencia de una decisión de Estado a la que no se le puede ver más propósito que descarrilar los esfuerzos diplomáticos que venían realizándose con miras a aliviar, así fuera en una mínima medida, la ocupación depredadora en Cisjordania y el cerco israelí contra Gaza, cuya población ha venido padeciendo actos de genocidio que evocan, de manera inevitable, la circunstancia terrible de los judíos que fueron hacinados y masacrados por los nazis en el gueto de Varsovia.

La indignación mundial generada por la agresión contra la Flotilla de la Libertad, caracterizada por gobiernos y organizaciones sociales como un acto de terrorismo de Estado, no basta, sin embargo, para poner un alto a la impunidad con la que se ha conducido desde siempre el gobierno israelí. Las manifestaciones y las muestras de repudio contra las acciones criminales de ese régimen parecen haber generado un umbral de tolerancia que permite a Tel Aviv proseguir con sus crímenes de guerra, incluso en medio del rechazo planetario.

Las notas diplomáticas deben ser remplazadas por sanciones políticas y económicas concretas, así como por acciones judiciales orientadas a llevar a los gobernantes de Israel a las instancias internacionales de justicia. Cabe recordar, en este punto, la doble vara que ha caracterizado la conducta de las naciones ricas de Occidente, las cuales arrasaron a Irak y a Serbia, y sometieron a juicio a sus ex gobernantes, por atrocidades no muy distintas de las que Israel ha cometido en la Palestina ocupada y en otras partes del mundo.

Si Washington y la Unión Europea permiten que quede impune la agresión criminal, perpetrada en aguas internacionales, contra las embarcaciones civiles que se dirigían a Gaza en una misión humanitaria, anularán con ello sus discursos a favor de la legalidad internacional, los derechos humanos y la justicia, y el mundo seguirá avanzando hacia el salvajismo.

(Editorial de La Jornada, 1/VI/10).

OPINIÓN: Sesenta infames firmas

Decía Bertold Brecht que “quien ignora la verdad es un iluso pero quien conociéndola la llama mentira es un delincuente”, y ninguno de los sesenta firmantes de ese mendaz y rastrero manifiesto contra Cuba es un iluso.

Cierto es que algunos de los firmantes nunca tuvieron vergüenza y que otros hace años que la pusieron en venta para que el mercado los recompensara con estatuillas, micrófonos y primeras páginas, pero no son ilusos.

En otras circunstancias a algunos de los que se han prestado a semejante bajeza hasta podría caberles la disculpa por adhesión tan miserable, pero no en estos tiempos; no cuando el mundo cruje por todas las sangrantes costuras que el depredador capitalismo y su criminal ambición provoca en todas partes; no cuando en las fosas comunes en Colombia se desen-tierran hasta dos mil cadáveres impunes; no cuando en Honduras su golpista y fraudulento gobierno vive asesinando opositores todos los días; no cuando México ha terminado por transformarse en un infierno en el que ya ni la común e histórica miseria tiene derecho a un titular de prensa; no cuando Haití yace postrada no por terremotos naturales sino por los sismos que impone el capital; no cuando las transnacionales europeas y estadounidenses acuden al festín del tercer mundo, esquilmando sus mares, vaciando sus recursos, arrebatándole sus profesionales; no cuando el mundo se desangra y su ruina amenaza con no tener retorno; no cuando los firmantes ignoran la tortura en su patria, los centenares de presos políticos, los medios de comunicación cerrados, el atropello y la impune represión; no cuando proponen que Cuba se convierta en otra absurda farsa, en otra colonia tutelada, en otra mierda más, que no otra cosa es lo que pretenden.

Y ninguna importancia tiene recordarles a esos sesenta delincuentes, porque no lo ignoran, qué ha conseguido Cuba en apenas medio siglo y, no obstante, el bloqueo, el terrorismo, las presiones, las calumnias y las patéticas plataformas como la que pretenden levantar contra el único país en el mundo en el que nacer no es una quimera.

(Texto de Koldo Campos Sagaseta, rebelión, 15/V/10).

OPINIÓN: Cortina de Albahaca

Silvio Rodríguez envió esta columna al diario El País, que no la publicó. Simplemente se limitó a enviar un acuse de recibo, alertando que podían cortar el texto por razones de espacio. Va íntegro.

Un grupo de artistas y escritores españoles ha lanzado una plataforma para democratizar a Cuba. Y cuando un cubano opina diferente, decretan que sus argumentos son cortinas de humo de la dictadura que padece y lo comparan con los franquistas. Pero los dioses parecen haberles castigado. Porque, precisamente por haberse atrevido a investigar los crímenes del franquismo, el Consejo General del Poder Judicial acaba de suspender al juez Baltasar Garzón de la Audiencia Nacional de España. Esta sentencia es un golpe durísimo a una democracia desde la que se pretende juzgar o mandar a juzgar los supuestos defectos ajenos, pero ojo con quien toque a los propios.

El veto a Garzón, considerado un héroe, ocurre en el mismo país que hace pocos años dio al mundo una verdadera lección de democracia, al votar contra el partido gobernante que los metió en una guerra injusta, haciendo oídos sordos a enormes manifestaciones populares. Personalmente no me explico cómo estas personalidades han llegado a la conclusión de que la política hacia Cuba debe ser la del aislamiento y el bloqueo. Es como si desconocieran que hace medio siglo esa misma política no ha logrado mover ni un milímetro la determinación de la mayoría de los cubanos.

Por otra parte, los cubanos también queremos cambios, pero consensuados por nosotros. Esas transformaciones ocurrirán más temprano o más tarde y la única política capaz de acelerarlas es el fin del bloqueo. Todo lo que se nos haga con asedio y presiones no podremos considerarlo a nuestro favor, sino como un insulto a nuestra autodeterminación, una injerencia inadmisible en nuestras vidas. Tantas agresiones y amenazas nos han enseñado que la supervivencia pasa por una sociedad orgánica, íntegra, indivisible. Así hemos salido airosos de embates artificiales y naturales. Pero sabemos que somos el resultado de un apremio, por vivir acosados. No creemos en un gobierno centralizado para siempre. Más bien solemos verlo como un concepto de emergencia, un mal necesario que el camino de la emancipación nacional nos ha impuesto para sobrevivir. El fin del bloqueo nos despejará profundamente, creando condiciones para que avancemos también en el concepto democrático. Subrayo que no quiero decir que sólo sin el bloqueo seremos más democráticos, sino que estoy seguro de que así lo conseguiremos más pronto.

La flamante plataforma propone aislar aún más a Cuba y agravar nuestra ya precaria economía. Pretende convencer al mundo de que la asfixia resolverá nuestros problemas. Su hipotético éxito significaría mucho más sufrimiento para nuestro pueblo, que lleva medio siglo enfrentando todo tipo de dificultades. Nuestra larga experiencia en “propuestas” foráneas nos dice que esta acción no es más que un nuevo artilugio para obligarnos a hacer lo que otros consideran que debemos hacer. Partiendo de que se trata de personas bien intencionadas, no sé cómo no entienden la ofensa de pretender que nos volvamos como ellos, con las reservas que despiertan esas democracias de banqueros ladrones y ejércitos ocupantes. Para colmo, cuando respondemos que no estamos de acuerdo, pretenden negarnos el derecho a que se nos escuche, porque todo lo que no razone como ellos -dicen- viene contaminado de dictadura.

Capitaneados por un gran escritor peruano con un largo historial reaccionario, ciertos intelectuales españoles han decidido gastar más horas elucubrando cómo hacernos daño que investigando hasta qué punto viven en una democracia. Algunos parecen más preocupados por Orlando Zapata -un hombre que tuvo el valor de escoger su propia muerte y enfrentarla-, que de los más de cien mil españoles asesinados en la era de Franco. Es triste ver lo poco que les interesa profundizar en la realidad cubana, cuando sus conclusiones son las mismas que las de los peores enemigos de nuestra dignidad. Por eso acabo admitiendo que esta página efectivamente es una cortina, no de humo pero sí de albahaca, contra la fetidez de su pretendida salvación.

Silvio Rodríguez Domínguez,

La Habana, 15 de mayo, 2010.

(Publicado en cubadebate, 17/V/10).

EDUARDO GALEANO: Roque Dalton

Hace treinta y cinco años, Roque fue asesinado mientras dormía.

Yo soy uno de sus muchos dolientes.

Fui su amigo, y lo sigo siendo.

Su asesinato me dolió, y me sigue doliendo.

La impunidad me indignó, y me sigue indignando.

La impunidad estimula a los criminales, y los militantes que matan para castigar la discrepancia no son menos criminales que los militares que matan para perpetuar la injusticia.

Aquí va mi abrazo, de muchos brazos, a los familiares de Roque, a sus amigos, a sus compañeros, y a las muchas y muchos que no lo conocieron pero lo aman amando las palabras que nos dejó.

(Tomado de La Jornada, 11/V/10).

EDUARDO GALEANO: Mensaje a Puerto Rico

Mis queridos hermanos puertorriqueños:

Los pueblos que no escuchan los reclamos de sus estudiantes corren el peligro de quedarse sin futuro. La ciudadanía estudiantil es la que custodia el fuego sagrado de la esperanza de los pueblos, y la guardan con su arrojo, con su temeridad, con su inviolable capacidad de soñar. Hay que escuchar a los estudiantes, aguzar el oído, mirarlos a los ojos y leer lo que nos dicen con sus actos, pero sobre todo con el deseo encendido de su mirada. Cuando el resto claudica y se recoge en la madriguera cómoda de la conveniencia, los estudiantes se alzan. Cuando el resto piensa hoy no, mañana quizás, los estudiantes dicen: ahora. Cuando el resto se acostumbra a lo que hay, los estudiantes nos muestran el sendero luminoso del porvenir.

En momentos como éste, cuando esta Latinoamérica nuestra sufre, con el resto del mundo, las consecuencias nefastas del desplome de la avaricia del capitalismo salvaje, hoy más que nunca, no nos podemos dar el lujo de darle la espalda a nuestros estudiantes. Hay una comunidad internacional que observa con interés el desarrollo de este movimiento.

Esperamos, de las autoridades universitarias y gubernamentales, el mayor respeto. Desistan del uso de la fuerza. Siéntense a negociar con ellos en paz, de igual a igual. Escúchenlos. Sean generosos. No están dentro del recinto, atrincherados en el campus, por puro capricho. Están allí porque ellos son el corazón, la llama viva de la universidad.

(Tomado de cubadebate, 16/V/10).

EDUARDO GALEANO: Gaza: Operación Plomo Impune

Artículo de Eduardo Galeano publicado originalmente en enero de 2009, que hoy cobra dramática actualidad.

Para justificarse, el terrorismo de Estado fabrica terroristas: siembra odio y cosecha coartadas. Todo indica que esta carnicería de Gaza, que según sus autores quiere acabar con los terroristas, logrará multiplicarlos.

Desde 1948, los palestinos viven condenados a humillación perpetua. No pueden ni respirar sin permiso. Han perdido su patria, sus tierras, su agua, su libertad, su todo. Ni siquiera tienen derecho a elegir sus gobernantes. Cuando votan a quien no deben votar, son castigados. Gaza está siendo castigada. Se convirtió en una ratonera sin salida, desde que Hamas ganó limpiamente las elecciones en el año 2006. Algo parecido había ocurrido en 1932, cuando el Partido Comunista triunfó en las elecciones de El Salvador. Bañados en sangre, los salvadoreños expiaron su mala conducta y desde entonces vivieron sometidos a dictaduras militares. La democracia es un lujo que no todos merecen.

Son hijos de la impotencia los cohetes caseros que los militantes de Hamas, acorralados en Gaza, disparan con chambona puntería sobre las tierras que habían sido palestinas y que la ocupación israelita usurpó. Y la desesperación, a la orilla de la locura suicida, es la madre de las bravatas que niegan el derecho a la existencia de Israel, gritos sin ninguna eficacia, mientras la muy eficaz guerra de exterminio está negando, desde hace años, el derecho a la existencia de Palestina.

Ya poca Palestina queda. Paso a paso, Israel la está borrando del mapa.

Los colonos invaden, y tras ellos los soldados van corrigiendo la frontera. Las balas sacralizan el despojo, en legítima defensa.

No hay guerra agresiva que no diga ser guerra defensiva. Hitler invadió Polonia para evitar que Polonia invadiera Alemania. Bush invadió Irak para evitar que Irak invadiera el mundo. En cada una de sus guerras defensivas, Israel se ha tragado otro pedazo de Palestina, y los almuerzos siguen. La devoración se justifica por los títulos de propiedad que la Biblia otorgó, por los dos mil años de persecución que el pueblo judío sufrió, y por el pánico que generan los palestinos al acecho.

Israel es el país que jamás cumple las recomendaciones ni las resoluciones de las Naciones Unidas, el que nunca acata las sentencias de los tribunales internacionales, el que se burla de las leyes internacionales, y es también el único país que ha legalizado la tortura de prisioneros.

¿Quién le regaló el derecho de negar todos los derechos? ¿De dónde viene la impunidad con que Israel está ejecutando la matanza de Gaza? El gobierno español no hubiera podido bombardear impunemente al País Vasco para acabar con ETA, ni el gobierno británico hubiera podido arrasar Irlanda para liquidar a IRA. ¿Acaso la tragedia del Holocausto implica una póliza de eterna impunidad? ¿O esa luz verde proviene de la potencia mandamás que tiene en Israel al más incondicional de sus vasallos?

El ejército israelí, el más moderno y sofisticado del mundo, sabe a quién mata. No mata por error. Mata por horror. Las víctimas civiles se llaman daños colaterales, según el diccionario de otras guerras imperiales. En Gaza, de cada diez daños colaterales, tres son niños. Y suman miles los mutilados, víctimas de la tecnología del descuartizamiento humano, que la industria militar está ensayando exitosamente en esta operación de limpieza étnica.

Y como siempre, siempre lo mismo: en Gaza, cien a uno. Por cada cien palestinos muertos, un israelí.

Gente peligrosa, advierte el otro bombardeo, a cargo de los medios masivos de manipulación, que nos invitan a creer que una vida israelí vale tanto como cien vidas palestinas. Y esos medios también nos invitan a creer que son humanitarias las doscientas bombas atómicas de Israel, y que una potencia nuclear llamada Irán fue la que aniquiló Hiroshima y Nagasaki.

La llamada comunidad internacional, ¿existe?

¿Es algo más que un club de mercaderes, banqueros y guerreros? ¿Es algo más que el nombre artístico que los Estados Unidos se ponen cuando hacen teatro?

Ante la tragedia de Gaza, la hipocresía mundial se luce una vez más. Como siempre, la indiferencia, los discursos vacíos, las declaraciones huecas, las declamaciones altisonantes, las posturas ambiguas, rinden tributo a la sagrada impunidad.

Ante la tragedia de Gaza, los países árabes se lavan las manos. Como siempre. Y como siempre, los países europeos se frotan las manos.

La vieja Europa, tan capaz de belleza y de perversidad, derrama alguna que otra lágrima mientras secretamente celebra esta jugada maestra. Porque la cacería de judíos fue siempre una costumbre europea, pero desde hace medio siglo esa deuda histórica está siendo cobrada a los palestinos, que también son semitas y que nunca fueron, ni son, antisemitas. Ellos están pagando, en sangre contante y sonante, una cuenta ajena.

(Tomado de cubadebate, 2/VI/10).

JUAN GELMAN: Gelman: del poeta, de la tragedia y la esperanza

En un poema titulado “Arte poética”, publicado en 1961, Juan Gelman definió su vocación y su destino: “A este oficio me obligan los dolores ajenos,/ las lágrimas, los pañuelos saludadores,/ las promesas en medio del otoño o del fuego,/ los besos del encuentro, los besos del adiós,/ todo me obliga a trabajar con las palabras, con la sangre”.

Poeta de múltiples registros y amplios recursos literarios, heredero de los altos vuelos del lenguaje de Pablo Neruda y César Vallejo, la poesía de Juan Gelman está marcada por tres tragedias apenas soportables para cualquiera: la derrota política, la muerte de sus seres más queridos y el exilio.

Intelectual comprometido y militante del Partido Comunista Argentino, orillado a la clandestinidad y la guerrilla por la violencia y la represión, Gelman conoció y sufrió en carne propia, no sólo la persecución política sino también la pérdida de su hijo Marcelo y de su nuera Claudia, secuestrados por la dictadura argentina el 24 de agosto de 1976. Embarazada entonces, Claudia dio a luz a una niña en el Hospital Militar de Uruguay en el marco del infame Plan Cóndor.

Marcelo fue asesinado poco después de un tiro en la nuca y Claudia sigue desaparecida. Luego de interminables pesquisas, cartas a políticos indolentes, manifiestos y cartas de apoyo de amigos y simpatizantes, de interminables laberintos burocráticos, Juan Gelman pudo encontrar y conocer a su nieta. Un verdadero destello de luz en la oscuridad. Escribió el 12 de abril de 1995 en una carta abierta a su nieta o nieto (que aún no conocía): “Para reconocer en vos a mi hijo y para que reconozcas en mí lo que de tu padre tengo: los dos somos huérfanos de él”. Y, sin embargo, en abril de 2000 se dio a conocer que Juan Gelman y su mujer Mara La Madrid habían identificado a la nieta desconocida: María Macarena Gelman, que contaba entonces con veintitrés años, y continúan aún juntos la pesquisa para aclarar el paradero de Claudia.

No obstante, en todos esos años de persecución, penuria y traslados, en la vida de Gelman siempre ha estado presente la poesía, como memoria y consuelo, como expresión y compromiso vital; desde sus primeros libros, como El juego en que andamos (1956) pasando por Cólera buey (1964) y Los poemas de Sidney West (1969), a los años de la dictadura y el exilio con Carta a mi madre (1989) hasta llegar al siglo XXI con Incompletamente (1997) y Mundar (2007), por mencionar sólo unos cuantos títulos de su vasta obra.

En sus inicios, la poesía de Juan Gelman transita por las veredas comunes de la juventud: el amor y la soledad, el desamor y la esperanza. Pero en poco tiempo la emoción política irrumpe en su poesía, que nace de la más directa experiencia personal, de su militancia partidista y guerrillera, siendo tres los motivos que abren en cruz su corazón: el amargo exilio, la muerte de sus compañeros y la derrota de la utopía. “En realidad lo que me duele es la derrota –expresa descarnadamente en 1980. Los exiliados son inquilinos de la soledad. Pueden corregir su memoria, traicionar, descreer, conciliar, morir, triunfar”.

Y de alguna manera, por su misma vocación o destino, el poeta es siempre un exiliado de los demás hombres. Tiene que exiliarse de los demás y de sí mismo para abismarse en el misterio de la existencia. Dice Thomas Carlyle que las palabras poeta y profeta tienen significado muy parecido; de hecho, “vate” significa ambas cosas. Los dos penetran en el “secreto evidente”, eso que está a la vista de todos, pero que casi nadie ve. El poeta-profeta ha penetrado en él, pues se trata de un hombre enviado para transmitírnoslo con la mayor eficacia, a través de la belleza del arte poético. El poeta no puede evitar ver más allá de lo evidente y tampoco puede dejar de ser sincero.

Así, en su doble condición de poeta exiliado, por su vocación y por sus convicciones, Gelman emprende el testimonio descarnado de su doble tragedia, como lo hizo en Bajo la lluvia ajena. Dice: “No debiera arrancarse a la gente de su tierra o país, no a la fuerza. La gente queda dolorida, la tierra queda dolorida”. Y lo oímos: “Nacemos y nos cortan el cordón umbilical. Nos destierran y nadie nos corta la memoria, la lengua, las calores. Tenemos que aprender a vivir como el clavel del aire, propiamente del aire”. Y: “Soy una planta monstruosa. Mis raíces están a miles de kilómetros de mí y no nos ata un tallo, nos separan dos mares y un océano. El sol me mira cuando ellas respiran en la noche, duelen de noche bajo el sol”.

Como Eduardo Milán la define, la poesía de Juan Gelman es un concentrado de memoria, experimentación y conciencia. De memoria y conciencia, porque en ella se expresa, “como un destino, la suerte de un pasado de la historia latinoamericana reciente que ha dejado una huella indeleble en el hombre actual de nuestros países: la historia de la lucha por la transformación de nuestras sociedades y la represión de esa lucha”. En la poesía de Gelman, la memoria busca hacer aparecer lo desaparecido mediante la operación febril de la insistencia, para que nunca olvidemos, para que la humanidad toda nunca olvide: “Escribo lo que no puedo escribir en mí./ ¿Dónde está el crepúsculo dicho?/ Sería lindo juntar los restos que dejó en cada gente/ Para abrigarla otra vez,/ En realidad estoy hablando del futuro./ Dónde está si no./ Digo, en ninguna parte.”

La vida y la obra de Juan Gelman nos recuerdan que a pesar del dolor, de la tragedia y de la derrota, habrá esperanza, como hoy, como siempre, y que a pesar de todo, no hay que perder de vista lo que nos acerca y hermana a los hombres: las bellezas de la palabra.

(Texto de Juan Ramón de la Fuente, La Jornada, 2/V/10).

CLAUDIO KATZ: Las tres dimensiones de la crisis (I)


Introducción

I. Coyuntura Económica. La crisis actual irrumpió en la órbita financiera estadunidense a mitad del 2007, cuando se verificaron grandes dificultades de pago de los créditos subrime. Los préstamos otorgados a los deudores poco solventes engrosaron primero la lista de operaciones de alto riesgo y desataron posteriormente una bola de nieve de alta morosidad. Los agujeros que aparecieron en los pequeños bancos norteamericanos pasaron a las grandes entidades y finalmente hicieron temblar a todo el sistema internacional.

A fines del 2008 el quebranto de Lehman Brothers desató un colapso de envergadura, que generalizó una sensación de inminente desmoronamiento. Esta impresión se atenuó durante el año pasado, por el monumental socorro que los Estados otorgaron a las entidades quebradas. Como ese alivio ha continuado en el 2010 y la distensión perdura, algunos economistas ya proclaman el fin del terremoto.

Pero muchos datos indican la continuidad de un temblor, que en el plano coyuntural obedece a las tensiones generadas por los capitales sobre-acumulados, las mercancías sobre-producidas y los intercambios desproporcionados.

Resurge el festival financiero. El rescate de los bancos socializó las pérdidas, transfiriendo la bancarrota del sector privado a las finanzas estatales. Este respiro ha creado un enorme déficit en las tesorerías de los países avanzados.

El grueso de los recursos públicos ha sido destinado a recomponer la rentabilidad de los grandes bancos. El Citigroup o el Bank of America que hace pocos meses se encontraban fundidos, ahora exhiben altos lucros en sus balances. Parecería que Wall Street comienza a salir del marasmo con el sostén del Estado.

Pero ese auxilio ha resucitado un festival de especulación en las Bolsas y en los mercados de títulos sofisticados. Mientras la recuperación de los depósitos es lenta y no regenera el crédito productivo, hay numerosas burbujas en gestación. No sólo comienzan a rebotar los precios de las materias primas y los bienes raíces. También las monedas y los títulos de las economías intermedias están en la mira de los grandes financistas. La deuda pública de varios países se ha convertido en una presa muy apetecida por los intermediarios financieros.

Este reinicio de la especulación ha sido también incentivado por los nuevos pagos de multimillonarias bonificaciones a los directivos de los bancos. Los cuestionamientos a esos premios que afloraron durante el cenit del colapso han pasado a segundo plano.

Los banqueros aprovechan el clima de alivio para imponer un congelamiento de las iniciativas de control financiero. Los paraísos fiscales han sido maquillados y la penalización de los movimientos cambiarios quedó pospuesta. Tampoco la supresión del secreto bancario se mantiene en la agenda de los debates. Los micro-países que encubren transacciones sospechosas (como Gibraltar, Andorra o Mónaco), solo deberán en el futuro transparentar informaciones de escasa relevancia.

Las distintas iniciativas de supervisión de las transacciones financieras internacionales se mantienen en suspenso. Todos esperan los cambios que introducirá Estados Unidos en su normativa bancaria interna, para extender estas modificaciones al plano global. Con su típica impronta neoliberal, el FMI ha recuperado el manejo de los grandes temas.

Pero los problemas que detonaron el estallido financiero persisten sin variantes, creando la posibilidad de otro temblor. El gigantismo de las entidades ha sido potenciando con nuevas oleadas de fusiones. Los bancos rescatados del naufragio porque “eran muy grandes para caer”, ahora protagonizan unas nueva secuencia de concentración financiera y centralización de las decisiones en un puñado de ejecutivos.

Reaparece el descontrol del riesgo. Luego de la pausa impuesta por la crisis están resurgiendo las operaciones financieras desbocadas. El principal indicador de este florecimiento son los contratos de protección a transacciones con títulos frágiles o amenazados por la cesación de pagos de los emisores (CDS). En los últimos meses se dispararon los precios y los volúmenes de estas negociaciones.

La desaprensión por el riesgo vuelve a escena, a pesar de la creciente difusión de los malabarismos contables que realizan los bancos para ocultar sus quebrantos. Ya se sabe que Lehman Brothers disfrazó en sus balances 50 mil millones de dólares de activos con problemas, durante los meses que precedieron a su colapso. Este disfraz ha sido también un hábito de muchos gobiernos, para vulnerar las restricciones del endeudamiento mediante contabilidades duplicadas.

Grecia eludió por ejemplo los controles de la Unión Europea, utilizando desde el 2001 créditos con derivados provistos por Goldman Sachs y Portugal recurrió entre 1998 y 2003 a las mismas trampas contables, para tomar préstamos del Deutsche Bank. Otro canal frecuentado para eludir los registros ha sido un indescifrable endeudamiento con distintas monedas y variados seguros de riesgo cambiario.

Los fraudes que salen a la superficie ya no involucran solo préstamos abusivos o distorsiones en el manejo de los créditos. Ahora se sabe que los bancos de inversión pusieron en práctica estafas premeditadas, lanzando bonos que deformaban los datos para embaucar a los tenedores. Mediante el ocultamiento de esa información indujeron a una desvalorización de esos títulos, para engrosar sus ganancias de intermediación.

Pero la crisis ha demostrado cuán virulento es el estallido que corona estas prácticas especulativas. Los mercados realmente existentes son ajenos a las fantasías de equilibrio, racionalidad y mesura, que proclaman los manuales de economía convencional. Cuando estalla un crack, los financistas se alistan en la primera fila de los prófugos que abandonan los papeles y las monedas en riesgo, para buscar alguna protección salvadora del Estado.

Estas pesadillas han sobrevolado nuevamente los mercados en los primeros meses del 2010. La cesación de pagos de una gran empresa de puertos e inmuebles localizada en Medio Oriente (Dubai World) pareció reiniciar la tormenta. En ese pequeño Mónaco del mundo árabe se concentran los despilfarros de jeques multimillonarios, que participan en todas las apuestas del momento.

El monumental default que se avecinaba pudo ser contenido, pero encendió una luz de alarma sobre situaciones semejantes en grandes firmas. Las principales preocupaciones de los expertos están actualmente concentradas en el estado contable de varias compañías de primer nivel, que afrontarían dificultades para saldar fuertes vencimientos.

Un bazar de títulos. La vertiginosa reaparición de las operaciones especulativas ilustra el desarrollo que alcanzó la titularización de la mayoría de las transacciones. En los últimos años los grandes bancos se desprendieron de acreencias dudosas, creando un gran mercado de certificados empaquetados con riesgos diversificados (CDO). Esta masiva distribución de papeles ha potenciado el desconocimiento de los montos en circulación y de sus consiguientes posibilidades de cobro.

La enorme variedad de bonos que inundan los mercados tiene incorporados seguros para hacer frente a esa ceguera. Como los financistas apalancaron sus transacciones –utilizando poco capital propio en comparación a la magnitud de los riesgos asumidos– se ha creado un incontrolable bazar de títulos. Las emisiones se han multiplicado a un ritmo sin precedentes y la ignorancia sobre los débitos y los créditos en juego es mayúscula.

Los grandes bancos continúan lucrando con este incentivo a ignorar el riesgo, que generó la flexibilización de las normas bancarias. Esa desregulación permitió repartir los préstamos en una cadena infinita de tenedores de títulos, socavando la preocupación por la cobranza. Esta desaprensión fue acentuada por la complicidad de las agencias verificadoras, que hicieron su propio negocio otorgando altas calificaciones a las entidades insolventes. Por esta vía se avaló la circulación de bonos sin respaldo y se precipitó un caos que salió a la superficie en el 2008.

El creciente desconocimiento del riesgo crediticio es un resultado directo de las transacciones con títulos derivados. Con esos instrumentos se buscó orientar la inversión, mediante estimaciones comparadas de las probabilidades de cobro de los distintos bonos. Se supuso que esta evaluación mejoraría la gestión del riesgo, olvidando que esos cálculos se realizan en un frenesí de compras, ventas y apuestas, crecientemente combinadas y diversificadas.

La propia especulación con los nuevos títulos socavó la consistencia de todas las evaluaciones. En lugar de ordenar y proteger los mercados, la introducción de esas sofisticadas operaciones multiplicó las jugadas y deterioró la administración del riesgo. Nuevamente se ha confirmado que la competencia entre los banqueros neutraliza cualquier perfeccionamiento del cálculo financiero. La tentación por obtener mayores beneficios potencia el manejo desaprensivo de los créditos.

La crisis ha corroborado, por lo tanto, la presencia de otra hipertrofia financiera, resultante de la emisión de bonos sobre bonos, en un sistema de préstamos desbordado por la expansión autónoma de las finanzas. Este tipo de coyunturas configura una situación de sobre-acumulación de capital, que repite lo ocurrido en las últimas décadas. Ya hubo mega-préstamos a los gobiernos del Tercer Mundo (1975-82), comercialización especulativa con títulos variados (desde 1980) y un boom de transacciones bursátiles asentadas en exigencias de rentabilidad de corto plazo (desde 1994).

Cada uno de estos ciclos desembocó en alguna crisis de envergadura. El aumento de las tasas de interés (1978) concluyó con el generalizado crack de las acciones (1987) y la etapa de enriquecimiento bursátil de los 90 fue cerrada con el colapso de las punto.com (2001). La conmoción en curso es un resultado de la euforia con derivados y transacciones inmobiliarias de los últimos años.

Pero el actual estallido es más grave que las conmociones precedentes por su carácter global y por su preeminente localización en las economías avanzadas. A diferencia de lo ocurrido en México (1982 y 1994), el Sudeste Asiático (1997), Rusia (1998) o Argentina (2001), el epicentro del reciente temblor se ubicó en Estados Unidos. Además, el alcance de la convulsión en ese país superó los efectos de las últimas cuatro crisis (1974-75, 1980-84, 1987-92 y 2001-03). Como esta misma gravedad se observa en Europa y Japón, hay muchos indicios de continuidad de la tensión financiera.

Del socorro al ajuste. Las consecuencias del rescate bancario sobre las finanzas públicas de las economías avanzadas son enormes. En Estados Unidos la deuda pública saltaría de 62% del PIB (2007) a 108% (en 2014) por la multimillonaria inyección de dólares, emitidos para salvar a más de 700 bancos, compañías de seguros y empresas. Por esta razón el déficit fiscal ya se ubica en 11% del PIB y todas las proyecciones confirman que se mantendrá en altos niveles, durante la próxima década.

El mismo panorama se verifica en la Eurozona, donde los desbalances fiscales pasaron del 2% (2008) al 6.4% (2009) y luego al 7% (2010). La situación más crítica se verifica en Grecia (12.7%), España (11%) y Portugal (9.3%), no tanto por el porcentaje del agujero fiscal sino por las dificultades para financiarlo. Italia debe lidiar con magnitudes igualmente desbordantes, pero mayoritariamente concentradas en bancos locales y el déficit de Gran Bretaña (12.8%) sería inmanejable si el país no fuera un centro financiero mundial. Tampoco el desequilibrio de Francia (12%) es tranquilizador. Una mirada general indica que la mitad de los países de la Eurozona están actualmente amenazados por algún fantasma de default de sus pasivos estatales.

Una situación semejante se vislumbra en otras partes del planeta. La deuda pública de Japón se ubica al tope del rojo en el ranking de los países industrializados, con porcentajes que oscilan entre el 170% y el 200% del PIB. Al cabo de muchos años de recesión, el nivel de actividad económica ha sido sostenido con un flujo de gastos que ha vaciado la tesorería nipona.

Este despegue del gasto público en todos los países avanzados está alcanzando un techo que los acreedores cuestionan duramente. Los mismos bancos que provocaron el reciente colapso ahora reclaman un ajuste, que asegure la cobranza de los títulos emitidos por el Estado. La influencia de estos sectores se expresa en la creciente gravitación de los republicanos estadunidenses y los conservadores europeos.

Pero existe un gran debate en el establishment sobre el efecto que tendría un brusco recorte del sostén estatal a la economía, cuando la recesión no ha concluido y la recuperación apenas despunta. Nadie duda que en algún momento sobrevendrá el ajuste. Pero si el apriete es aplicado a destiempo, su impacto sobre la producción, el consumo y la inversión sería fatal.

Hasta el momento predomina la política de mantener el socorro, ya que todas las economías se mueven al compás de los recursos aportados por el Tesoro. En las cumbres del Grupo de los Siete prevalece una corriente favorable a continuar el auxilio y posponer cualquier ajuste inmediato que pudiera precipitar un freno severo del PIB.

La mayoría de los economistas propone evitar la contención anticipada del nivel de actividad, que se produjo en Estados Unidos en la entre-guerra (1937) o en Japón durante la década pasada (1993). Pero otros consideran que la demora en iniciar el ajuste tornará inviable su manejo posterior y convocan a comenzar cuanto antes el viraje hacia la austeridad.

Un ensayo de la restricción será experimentado en los próximos meses en la periferia de Europa. El apretón que exigen los banqueros ya comenzó en Irlanda, Islandia y Letonia y se prepara en Grecia, Portugal y España. Allí se aplicará una reducción sin anestesia del déficit, con brutales medidas de despidos, reducción de los salarios, recortes del gasto social y contracción de la inversión pública. Los gobernantes y los acaudalados del planeta seguirán con atención el resultado de esta prueba, para definir los pasos siguientes.

El impacto productivo. Sólo una fuerte reactivación inmediata (en V) –apenas mediada por alguna recaída (en W)– evitaría una aplicación del ajuste. Pero los principales datos de la coyuntura indican la preeminencia de un período de bajo crecimiento (en L). Hasta ahora la socialización de pérdidas no ha inducido una recuperación sólida del consumo o la inversión privada, en ninguna economía desarrollada.

La crisis actual desató la recesión global más importante de las últimas décadas, con enormes frenos en la producción de Estados Unidos, Europa y Japón. Esta regresión encontró un piso a mitad del año pasado, pero el rebote hacia la recuperación no se ha consumado plenamente.

El deslizamiento hacia la depresión que se verificaba en las principales potencias ha sido reemplazado por una situación inestable de la actividad productiva. El crédito no resurge, el consumo se mantiene contraído y persiste la ausencia de inversiones. Esta coyuntura se refleja en un comentario muy popular: “Wall Street salió a flote, pero la gente común continúa en el pozo”.

Durante el 2009 se registró en Estados Unidos la mayor caída del PIB de los últimos sesenta años (2.4%). Este desplome ya encontró un piso y hay síntomas de reposición de inventarios y cierta reanimación del gasto privado. Pero el mercado inmobiliario continúa afectado y la inmovilidad del crédito obstaculiza la recuperación efectiva del consumo, que representa el 70% del PIB. Los alivios en la esfera financiera no se trasladan a la vida de la actividad económica y las expectativas en mayores exportaciones –como canal de salida de la crisis– no se han verificado en los hechos.

La economía japonesa sigue estancada y los indicios de recuperación observados a fin del año pasado (repunte del 1.1% del PIB), no remontan el gran bajón que se arrastra desde los 90. Los signos deflacionarios ilustran la gravedad de esta paralización, mientras China continúa capturando mercados nipones y se dispone a desplazar a su rival del segundo lugar en la economía mundial.

Pero es indudable que el área más crítica del mundo desarrollado se ubica en Europa, donde la moderada recuperación del motor alemán, no se extiende al resto de la región. El Viejo Continente ha soportado en el 2009 la mayor retracción desde la Segunda Guerra (4% del PIB) y padeció un desmoronamiento aterrador de su producción industrial. El leve repunte que actualmente se observa en Estados Unidos y Japón no se prolonga a Europa, que mantiene cifras de aguda crisis en todos los indicadores de empleo, venta y consumo.

La marcha general de la economía mundial continúa determinada por la evolución de las tres regiones centrales que concentran dos tercios del PIB global. Los números de los países periféricos más pobres y dependientes de África, Asia o América Latina tienen escasa incidencia sobre el nivel general de la actividad productiva. Estas naciones han sido nuevamente sacudidas por una eclosión proveniente del exterior y con dramáticos impactos internos.

Esas zonas padecen el recorte de las exportaciones, la reducción de las remesas y la disminución de la ayuda internacional. Pero lo más impactante es la magnitud de ciertas tragedias sociales, como la expansión del hambre que produjo el encarecimiento de los alimentos.

La principal novedad de la crisis es la irrupción de un tercer bloque de países, que comienzan a oscilar entre los dos polos tradicionales del centro y la periferia. Por la magnitud de los recursos demográficos, naturales y militares que controlan o por su experiencia de dominación geopolítica, han quedado situados en ese terreno intermedio.

Los datos del 2008-10 confirman este ascenso de las economías semiperiféricas, encabezadas por el grupo de los BRICs. El menor impacto del estallido financiero sobre estos países ha renovado el debate sobre los acoples, desacoples o re-acoples de estas regiones a la oleada descendente. En las denominadas economías emergentes se concentran los principales indicadores de una eventual recuperación. Han logrado sustraerse del vendaval, pero no podrían sustituir a las economías avanzadas como motor del PIB global.

La atención general está centrada en el futuro de China. La nueva potencia asiática se mantuvo a flote durante la crisis, aunque con tasas de crecimiento inferiores a su media de los últimos tiempos. Preserva un nivel de actividad que le permite continuar duplicando su producto cada ocho años. Pero habrá que ver si logra consumar el presagiado giro hacia un mayor consumo interno, en desmedro de las exportaciones. Muchos autores anticipan este éxito.

Sin embargo, el proceso de restauración capitalista ha creado en China desequilibrios agrícolas, sociales y demográficos de enorme envergadura. Particularmente insólito es la sustitución de la vieja pobreza absoluta del agro por una nueva polarización social en las ciudades, que ya alcanza porcentajes latinoamericanos.

Al compás de las privatizaciones y desregulaciones, el ranking de la desigualdad trepó en el gigante oriental, hasta situarse en el segundo lugar de los 22 países del Sudeste Asiático. Hay una nueva clase de multimillonarios que gana poder, junto a la consolidación de formas de explotación asentadas en el desempleo, la pérdida de derechos sindicales y la degradación de las condiciones de trabajo (especialmente entre los emigrantes internos).

En el comienzo del 2010 la crisis global ha desembocado en una situación productiva muy desigual e inestable. Se frenó un desmoronamiento, sin dar lugar a la recuperación generalizada de los países centrales; aumentan las desventuras del Tercer Mundo y las economías intermedias se mantienen en carrera, sin sustituir la función motriz de la Triada (Estados Unidos, Europa y Japón).

Desempleo y sobreproducción. La gravedad de la crisis se verifica en la desocupación. La destrucción de puestos de trabajo persiste a un ritmo feroz en todas las economías avanzadas y la OIT estima que sólo en un escenario de gran crecimiento global, el nivel de empleo comenzaría a recuperarse en el 2013.

Por primera vez en 26 años la tasa de desocupación alcanzó en Estados Unidos dos dígitos y en algunos países europeos como España ya bordea el 20%. Estos niveles de paro limitan la reactivación, erosionan el poder de compra y aplastan la “confianza del consumidor”, en economías sostenidas por el crédito.

Repitiendo lo ocurrido en las últimas recesiones, la reciente caída del PIB tiende a aniquilar más empleos que los generados en la recuperación subsiguiente. La furibunda multiplicación de los despidos preanuncia que el nivel de parados será muy superior al total de contratados, en la eventual reactivación.

La tasa de crecimiento en Estados Unidos durante el año en curso debería alcanzar un inesperado 5% del PIB para bajar apenas un punto el índice de desempleo. Para volver al promedio precedente de parados se necesitaría un ritmo de actividad que nadie avizora. Luego de la última recaída (2001-03) transcurrieron cuatro años hasta alcanzar la media anterior.

Un problema subyacente es el impacto de la flexibilización laboral y la segmentación del mercado de trabajo. Estas regresivas transformaciones han generalizado una despiadada competencia por empleos de mala calidad. Esta degradación constituye el aspecto más nefasto de una crisis, que amplifica la pobreza de los sectores sumergidos de la sociedad norteamericana.

La misma falta de empleos ya alcanzó en Europa un dramático promedio de 10% de parados. La falta de trabajo ha irrumpido, además, como la gran novedad en Japón, que mantuvo durante décadas un nivel de ocupación superior a la media de la OCDE.

El desempleo es un efecto directo de la superproducción imperante en la actual fase contractiva del ciclo capitalista. La masa de productos lanzados al mercado supera ampliamente su nivel de adquisición. Este tipo de sobrantes irrumpe en todas las crisis periódicas de un sistema asentado en la competencia por el beneficio. Los desempleados son las primeras víctimas de este desequilibrio, puesto que la carencia de puestos de trabajo se expande junto al volumen de productos sin vender.

Esa masa de excedentes determina un alto nivel de ociosidad de la estructura fabril, que a su vez recrea el paro. La tasa de utilización de la industria estadounidense se ubicó durante el año pasado en 68%, es decir, el nivel más bajo desde 1948. Los sobrantes afectan especialmente al sector de la vivienda, a varias ramas de la industria (máquinas, edificios, fibra óptica) y a sus equivalentes de todos los servicios (hoteles, turismo).

Lo ocurrido en la industria automotriz es muy representativo del alcance global de la sobreproducción. Los stocks invendibles se han multiplicado significativamente, en una rama que registró significativos incrementos de su capacidad productiva en las últimas décadas. La incorporación de nuevas compañías asiáticas a la competencia que libran las firmas estadounidenses y europeas ha potenciado esta explosión de sobrantes.

El volumen actual de excedentes supera el registrado durante el estallido del Sudeste Asiático de 1997. En esa oportunidad la sobreproducción de computadoras, chips y fibra óptica condujo a virulentas devaluaciones. Pero la desvalorización monetaria –como recurso de atenuación de los sobrantes– ha quedado limitada por el carácter global de la crisis.

La plétora de mercancías que se observa en los mercados es un efecto de la competencia global por fabricar masas crecientes de productos con bajos salarios y menores costos. En la alocada carrera por introducir nuevos bienes, la oferta se ha desgajado de la demanda provocando fuertes desajustes. Hay una frenética búsqueda de consumidores que choca con infranqueables barreras de absorción.

Los drásticos procesos de privatización, desregulación y apertura de las últimas tres décadas han potenciado este atosigamiento de mercancías invendibles. El incremento del comercio mundial por encima de la producción refuerza la competencia global y el aumento de la productividad por arriba de cualquier compensación salarial dificulta la colocación de los bienes.

Sólo una vigorosa recuperación de los ingresos y del consumo permitiría la digestión pausada de estos excedentes. Pero este escenario no está a la vista. La actual reanimación frágil, lenta y desigual no desagotará sin traumas esos sobrantes.

Los desbalances mundiales I. La crisis actual incluye un novedoso desequilibrio en la relación entre Estados Unidos y China. El sobre-consumo, el sub-ahorro y la sub-inversión del primer país coexisten con el bajo consumo, el sobre-ahorro y la sobre-inversión de la segunda economía. Un polo importa y digiere gran parte de los bienes que su contraparte fabrica y exporta.

Al cabo de un vertiginoso proceso de reestructuración productiva, expansión de las empresas transnacionales y liberalización comercial, Estados Unidos se ha convertido en un gran mercado de productos elaborados en Asia. Los efectos de este desbalance se verifican en tres hemorragias de la principal economía del planeta: déficit comercial, expulsión de empleos hacia el exterior y predilección de los capitales nativos por la inversión foránea.

La contrapartida china de estos desequilibrios es un bajo nivel de consumo interior, en comparación a la magnitud de la inversión. El país ha podido preservar una elevada tasa de crecimiento en medio del vendaval global. Controla sus finanzas públicas, evita la convertibilidad de su moneda, acota el apalancamiento de los bancos y limita el endeudamiento familiar. Pero estos escudos en el plano financiero no se extienden al área comercial, donde predomina una alta dependencia de la demanda foránea.

Por esta razón la sobreproducción se traduce en una elevada sobrecapacidad de la industria china, que ha sido estructurada en las últimas décadas en torno a las exportaciones. Mientras que el promedio salarial se mantiene estancado, la altísima tasa de inversión –que bordea el 40% del PIB– ha sido modelada en función de las ventas externas.

Toda la dinámica que asumió la economía mundial en los últimos años acentuó las asimetrías creadas por el déficit comercial norteamericano (y sus baches crediticios), frente a los excedentes exportables de China (con sus consiguientes capitales sobrantes). Las familias estadounidenses se han endeudado para consumir productos fabricados (y financiados) por el socio chino, en un circuito alimentado por las empresas transnacionales. Estas compañías han cumplido un papel de mediación estratégica entre ambos mercados y ahora afrontan las consecuencias de un modelo dañado. Los desequilibrios macroeconómicos globales que generaron los desbalances entre las dos potencias han sido determinantes de la crisis.

Estos desniveles comenzaron a proyectarse también al interior del bloque asiático, desde que China se transformó en el principal contratista de la región. Opera de hecho como un taller de ensamble de partes fabricadas en los países vecinos, en muchos rubros de la actividad fabril (electrónica, maquinaria, telecomunicaciones). Por esta razón el superávit comercial de la potencia asiática con sus socios de Occidente coexiste con cierto déficit, en los intercambios con sus abastecedores de la zona.

China ha incrementado estas ventajas con la reciente suscripción de un tratado de libre comercio con sus socios de Asia Oriental. Está reproduciendo una división desigual del trabajo en la compra de insumos básicos y en la venta de manufacturas, mientras absorbe el grueso de la inversión extranjera externa y favorece (con subsidios y regulaciones) a sus propios capitalistas, en desmedro de los competidores foráneos. Por esta vía se refuerza la dependencia de todas las economías menores de la región, que ya perdieron significativos márgenes de autonomía monetaria y cambiaria durante la crisis del 1997.

Pero este tipo de desbalances se verifica también en otras partes del mundo. Al interior de la Unión Europea son muy visibles desequilibrios semejantes. El proceso de unificación del viejo continente estuvo caracterizado por una preeminencia exportadora de Alemania, cuyos efectos emergen a la superficie.

La crisis actual permite notar cómo la conformación del euro sirvió para procesar la gran reconversión de la vieja industria alemana, que renovó su perfil hasta convertirse en una arrolladora máquina de generar excedentes (las ventas externas pasaron del 20% del PIB en 1990 al 47% en el 2009)

Mientras que un anillo de economías vecinas quedó asociado a este nuevo status (Francia, Bélgica, Holanda), el grueso del continente padece los efectos de la dependencia comercial. Los más afectados por esta reestructuración (España, Grecia, Portugal) han quedado incluso sometidos a las brutales exigencias de ajuste de su socio. Mientras comienza a orientarse hacia negocios extra-continentales, Alemania exige la inmediata cobranza de sus acreencias.

La crisis ha puesto de relieve la polarización existente entre países europeos comercialmente excedentarios y deficitarios. Esta fractura estuvo inicialmente amortiguada por el ingreso al euro con devaluaciones anticipadas. Por esa vía ciertas economías pudieron contar con ciertas reservas de competitividad durante varios años. Pero un desnivel que ilustra la gran heterogeneidad de la Unión Europea ya no puede enmascarase.

Los desbalances mundiales II. Los grandes desequilibrios en el comercio y las finanzas ya incidieron en la crisis mexicana (1994), brasileña (1999), rusa (1998), argentina (2001) y precipitaron la gran escalada de devaluaciones y ajustes comerciales que siguió a la convulsión del Sudeste Asiático (1997). La desconfianza de los acreedores hacia las economías que financian sus compras externas con alto endeudamiento público o privado precipita periódicas corridas contra los títulos y las monedas de los países deficitarios.

Pero la gran novedad actual es la extensión de estas tensiones a Estados Unidos y a los países europeos, que acumularon grandes desbalances en los últimos años. Todos afrontan ahora el dilema de encontrar caminos para zanjar esas tensiones.

La economía capitalista siempre opera con desequilibrios sectoriales, regionales y mundiales. Hay trastornos de abastecimientos, precios o volúmenes de fabricación, entre las distintas ramas de la producción y en múltiples esferas del consumo a escala nacional. Estas tensiones se tornan más significativas en las compras y ventas entre países que comercian con niveles de productividad muy diferenciados. Bajo el imperio de la competencia estas divergencias imponen periódicos ajustes, que son solventados por las clases oprimidas.

En la crisis actual los principales desbalances afectan a las grandes potencias y exigirán sacrificios de los pueblos de estas regiones. Pero la gravedad de los desequilibrios acumulados y el entrelazamiento mundial de capitales de distinto origen, tornan muy complicada la atenuación de esos desniveles.

Los economistas del establishment discuten varias alternativas, pero enfrentan un dilema semejante al recorte del socorro estatal a la economía. El problema no radica sólo en dónde ajustar, sino también cuándo hacerlo. Hasta ahora predominan genéricas convocatorias a reducir las desproporciones comerciales y financieras entre países, mediante el “rebalanceo” de las cuentas mundiales.

El punto de partida de esta solución sería un aumento simultáneo del ahorro estadunidense y del consumo chino, para frenar la adicción norteamericana al consumo desmesurado e incentivar el retraído gasto asiático. El debilitamiento de dólar y el fortalecimiento del yuan permitirían acelerar esta corrección.

Pero no es sencillo resolver este desequilibrio en los hechos. Las ganancias que aportó a las empresas transnacionales el desenvolvimiento de la mundialización neoliberal se han basado en estos intercambios desproporcionados. Mientras que el alto consumo interior facilitó la recuperación hegemónica de Estados Unidos, la pujanza exportadora sostuvo el reingreso de China al capitalismo. Un giro norteamericano hacia el ahorro y un viraje asiático hacia el gasto interno pondrían en serios aprietos a este esquema.

La superación de los desbalances globales va mucho más allá de un ajuste de políticas comerciales o financieras. Involucra cambios político-estratégicos, que son resistidos por los principales actores de la economía mundial. Aunque el modelo de consumo norteamericano financiado por vendedores chinos ha quedado seriamente afectado por la crisis, no hay alternativas claras a este esquema.

En el escenario actual Estados Unidos no puede retrotraerse hacia el ahorro interno, sin afectar su liderazgo y China no puede sustituir a la primera potencia, como motor del consumo global. El gigante norteamericano ya no está en condiciones de dictarle a su principal socio los términos de un rebalanceo, pero tampoco su contraparte tiene fuerza suficiente para imponer su agenda.

Esta contradicción determina la sucesión de conflictos que los economistas convencionales reducen a desavenencias de aranceles, tipos de cambio o tasas de interés. No relacionan estos desbalances económicos con las desigualdades sociales que benefician a los capitalistas de ambos polos.

Un análisis de los desbalances comerciales en función de las tasas de explotación vigentes en China y de los bajos salarios predominantes en Estados Unidos exige incluir la órbita política en el análisis de la crisis. En esta caracterización hay que prestar atención a dos indicadores centrales de la convulsión actual: la cohesión por arriba y la resistencia por abajo.

(Tomado de argenpress, 3/V/10).