lunes, 9 de mayo de 2011

PORTADA

EDITORIAL: Samuel Ruiz, la palabra perdida

Don Samuel era un profeta, y los profetas –los poetas del mundo hebreo y del mundo cristiano en su tradición liberacionista– tienen una función semejante a la de los poetas en la modernidad: restablecer los significados, anunciar lo que extraviamos y debe encarnarse, y cimbrar, por lo mismo, el supuesto orden del mundo. Nada más natural entonces que en vida haya sido tan incomprendido como incómodo –perseguido y denostado por los poderes del mundo y asimilado infructuosamente por las particularidades ideológicas–. Nada más natural también que, a su muerte, los que lo denostaron y los que lo amaron dediquemos­ homenajes al profeta y digamos lo que siempre es menester decir cuando uno de esos incómodos muere: “Puesto que don Samuel ha muerto, viva don Samuel”.

Se trata de igualarlo para aplacar nuestra conciencia, de celebrarlo para no comprometernos o para decir que estábamos de su lado. Enterrado el profeta se acabó el virus. Y si su lenguaje sigue siendo insoportable y repelente como toda verdad, podemos transformarlo en eufemismos que no ofendan a nadie y conmuevan a todos. Se trata no de una mala intención, sino de esa conciencia piadosa de las “democracias” modernas donde todos queremos tener nuestra parte en la unanimidad, aunque sea de manera disidente.

(Texto de Javier Sicilia, proceso.com, 9/II/11).

EDITORIAL: Don Samuel, El Caminante


Al despuntar 1994, con la novedad de la insurgencia campesino-indígena zapatista, un hombre de la Iglesia católica comenzó a acaparar los noticieros y las primeras planas de la prensa mundial: monseñor Samuel Ruiz García, obispo de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, en el sureste mexicano.

Pero, ¿quién era Samuel Ruiz, esa figura signo de contradicciones, venerada casi como un dios por los indígenas de Chiapas y odiada al extremo por los poderosos de su diócesis? No era un desconocido. En las zonas indígenas del continente americano, desde Alaska a la Patagonia, pero también en Asia y África así como en los ambientes ecuménicos de Europa, El Tatic Samuel había cobrado fama de profeta desde el inmediato posconcilio, cuando comenzó a aplicar los acuerdos del Vaticano II.

En el último tercio del siglo XX, Chiapas era baluarte de terratenientes, madereros y cafetaleros, en una realidad de peones acasillados como en la Colonia. Durante un tiempo don Samuel fue un obispo pescado: pasó con los ojos abiertos en medio de la opresión, sin verla. Hasta que descubrió al indio marginado. Eso ocurrió cuando dejó de ver sólo iglesias llenas y tomó conciencia de la explotación del indígena y del funcionamiento de las estructuras sociales de dominación clasista.

Supo entonces que el camino nuevo era riesgoso y conflictivo, porque vendrían acusaciones y le endosarían etiquetas de “marxista” y de una “politización indebida”. Pero eran los peligros que debía afrontar.

En realidad, como dijo él muchas veces, quienes lo convirtieron fueron los indios. La clave, pues, está en que se convirtió al pobre, a las raíces, a la cultura, al pueblo. Y eso comenzó a mover dentro de sí el espíritu hacia la liberación, la justicia y la paz. Vivió entonces la conversión como un continuum; siempre convirtiéndose durante 40 años.

Profeta seductor, supo ser un teólogo que cambió los libros por la historia –la historia real, concreta– y puso los pies sobre la tierra. Hombre de frontera y acompañamientos, se convirtió en líder sin proponérselo, con una cauda de autoridad moral enorme, porque siempre estuvo en la frontera de la vida y la muerte. Además, el hecho de haberse esforzado por comprender las lenguas tzeltal, tzotzil y un poco de chol y tojolabal –las cuatro lenguas indígenas predominantes en su diócesis–, muestra cuál fue su actitud pastoral: no fue desde arriba y afuera, sino desde adentro y a la par.

El mejor testimonio de ello lo dio el pueblo pobre de Chiapas el 10 de febrero de 2000. Ese día bajaron de las montañas y entraron en caravana a San Cristóbal de las Casas, por los cuatro puntos cardinales, más de 15 mil indígenas. Habían llegado a la ciudad mestiza para despedir al obispo local, El Tatic Samuel, quien el 25 de enero anterior había cumplido 40 años de servicio episcopal. Llegaron a expresarle su fervor y su cariño. La ausencia del nuncio Mullor y la mayoría de los obispos mexicanos no menguó el brillo y calor de los festejos. La multitud ni siquiera se enteró de las ausencias de los dignatarios católicos, acostumbrados como están al abandono de los poderosos.

No daba todavía el mediodía, cuando la figura de El Tatic apareció por la puerta de catedral portando su bandera verde de Jcanan Lum (protector y guía del pueblo), que le habían entregado los indígenas en Amatenango. Le acompañaban los 13 ancianos principales, como denominan a los sabios de las etnias. Habían llegado de las siete regiones pastorales de la diócesis. Detrás iban diez obispos –monseñor Raúl Vera entre ellos– y un grupo de indígenas que enarbolaban las 52 banderas que simbolizan el siglo maya.

En aquellos días, hace 11 años, más de 60 mil soldados, apoyados por aviones y tanquetas vigilaban día y noche a la población maya, que ha protagonizado varias rebeliones a lo largo de su historia. Hoy el número de soldados es menor, pero aumentó el poder de fuego del Ejército con sus tropas de desplazamiento rápido. El pueblo pobre y el fusil de los poderosos enfrentados en esas inmensidades chiapanecas, en una guerra silenciosa que lleva más de cinco siglos.

Fueron las comunidades indígenas, el pueblo pobre, digno y combativo de Chiapas, el que ese día, como muchas veces antes, identificó y honró a don Samuel, de manera sencilla, como un padre de proyección mexicana, latinoamericana y mundial, y rindió un caluroso homenaje a su pensamiento y práctica liberadora. Pensamiento, acción y acompañamiento, que en el caso de El Tatic han venido nutriendo a un par de generaciones socio-eclesiales del continente y que por ello, sin duda, forma ya parte de la nueva patrística latinoamericana.

(Texto de Carlos Fazio, La Jornada, 25/I/11).

EDITORIAL: Narcorrégimen

¿Cuántos amigos tiene en su teléfono celular cada uno de los lectores de estas palabras? ¿Cuánto se tardaría en mandarles un mensajito para invitarlos a reunirse, en determinado lugar público, a fin de exigir la caída del gobierno (cualquier gobierno)? ¿Cuántos de esos amigos, al recibir su mensaje, lo renviarían a sus contactos, lo subirían a Facebook y lo multiplicarían por Twitter?

Este sencillo esquema de comunicación, aplicable en todo el mundo, está en la base de las rebeliones de masas que estallaron hace varias semanas en Túnez, Egipto y Yemen, y que pronto pueden extenderse a otras regiones, como la Europa de los más descontentos –Grecia, España, Italia–, el norte de América Latina y, por qué no, las zonas más golpeadas por la pobreza, la desigualdad y la decepción, que son también las más irritadas por la impunidad y la opulencia de unos cuantos en Estados Unidos.

Mohamed Buazizi era un joven tunecino que había estudiado en una escuela técnica y se graduó como operador de computadoras. Como no encontraba empleo, se dedicó a vender fruta en las calles de Sidi Buzid, su ciudad natal. Cuando la policía, por enésima vez, le decomisó sus canastas, se bañó en gasolina y se prendió fuego. Quizá jamás leyó aquel verso de Huidobro –“los poemas son incendios”–, pero redujo a cenizas la dictadura de Ben Alí.

Su inmolación ocurrió en diciembre, al mismo tiempo que la señora Marisela Escobedo, luego de luchar hasta el límite de sus fuerzas por poner en manos de la policía al asesino de su hija, también se prendió fuego a su manera, cuando se plantó frente al palacio de gobierno de Chihuahua a sabiendas de que nadie, ni Calderón, ni Blake, ni Chávez Chávez ni García Luna, nadie, nadie la protegería.

En Túnez los jóvenes empezaron a movilizarse mediante sus celulares y sus redes en Internet, pero no comprendieron que debían luchar por la caída de Ben Alí sino cuando el rapero Ben Amor, desde un video en Youtube, los llamó a rebelarse. En México sólo dijimos: “Pobre Marisela”. Y desde aquel instante, y no por culpa de nuestra resignación o de nuestro miedo, incontables mujeres, niñas, adolescentes, adultos, ancianos y niños han sido asesinados en todo el país hasta este minuto.

La dictadura de Hosni Mubarak, en Egipto, nació en 1981. La de Ben Alí, en Túnez, en 1989. El neoliberalismo implantó en México la de Carlos Salinas de Gortari en 1982. Salinas, debemos reconocerlo, fue más habilidoso que sus colegas africanos. A diferencia de ellos, sólo ejerció el poder, de manera visible, 12 años: de 1982 a 1988, como ideólogo de De la Madrid, y de 1988 a 1994 como presidente espurio. Desde entonces ha gobernado a través de títeres (Zedillo le salió respondón, pero siempre sirvió sus intereses; Fox y Calderón lo obedecieron al pie de la letra y llevaron al país de la ruina económica a la catástrofe social).

Hoy por hoy, a nadie se le ocurriría levantarse contra Salinas de Gortari, pero es el que manda. Mubarak gobernó 30 años, Ben Alí lo hizo durante 21. Aquí, los más ingenuos piensan que faltan 21 meses para que suba al trono Peña Nieto. Pero si esto ocurre, o si le toca a Manlio, a Lujambio, o a Ebrard, o si no hay elecciones, de todos modos seguirá mandando Salinas. Es decir, el jefe de los magnates, los tecnócratas, la televisión y el aparato de terror formado por los cárteles y la fuerza pública, al servicio de Estados Unidos y los oligopolios españoles.

Uno de los rasgos más notorios del narcorrégimen de terror establecido por Calderón –y apoyado por Hillary y su elegante mayordomo Barack– es la ausencia de estado de derecho. Este desapareció en México a raíz de un canje. A empresarios, políticos, militares, policías, crimen organizado y consorcios extranjeros, Calderón les garantizó impunidad total a cambio, precisamente, de impunidad total para él y los suyos.

(Texto de Jaime Avilés, La Jornada, 5/II/11).

EDITORIAL: ¿Un Octubre del mundo árabe?

El discurso pronunciado el jueves 9 de febrero por Hosni Mubarak cayó como un balde de agua helada sobre los manifestantes reunidos en la Plaza Tahrir de El Cairo. Había cundido la ilusión de que el vetusto dictador anunciaría su retiro de la vida pública y que abriría las puertas para constituir un “comité de salvación nacional” para hacerse provisoriamente cargo del gobierno, convocar a una asamblea constituyente, establecer una nueva institucionalidad democrática, llamar a elecciones y formar, finalmente, un gobierno legítimo. En lugar de eso Mubarak ratificó su continuidad en el mando hasta las programadas elecciones de septiembre, aún cuando transfiriendo algunas de sus prerrogativas a su vicepresidente Omar Suleiman y otras, no demasiado especificadas, al alto mando militar.

De hecho, lo que hizo fue decirle al pueblo movilizado desde hacía 17 días que todo había sido en vano. Lo suyo fue una postrera provocación, que en la mente de un argentino no podía sino recordar al absurdo discurso pronunciado por Fernando de la Rúa la noche del 19 de Diciembre del 2001. En ambos casos los mandatarios ya desahuciados pretendieron apagar el incendio arrojando gasolina sobre las llamas. Y así les fue. La formidable reacción que produjo el discurso de Mubarak desencadenó la “tormenta perfecta” tan temida por Hillary Clinton y el tirano egipcio tuvo que fugarse ignominiosamente de El Cairo para poder salvar su pellejo... y su colosal fortuna.

La renuncia de Mubarak significa no sólo su desaparición de la escena pública egipcia sino algo mucho más importante: el derrumbe de un régimen que poco después de la muerte de Nasser, en 1970, se había convertido en el gran gendarme regional de los Estados Unidos y en el paraguas protector de Israel, convalidando con su ascendiente sobre el mundo árabe el lento genocidio de la nación palestina. Tal como lo escribiera uno de los ideólogos del imperio en el New York Times, Thomas Friedman, “Egipto ya nunca volverá a ser lo que fue.” Efectivamente: y ese es el dolor de cabeza que tienen hoy los administradores imperiales porque el delicado tablero geopolítico de Medio Oriente saltó por los aires.

Era una mesa de tres patas: Irán, Egipto e Israel. La primera pata fue quebrada por la revolución islámica en 1979; con dos, su inestabilidad se hizo crónica. Removida la pata egipcia, el tablero de la región crucial del planeta en materia petrolera se desbarató irreparablemente. Estados Unidos, sostén financiero y político del régimen por cuarenta años demostró su impotencia cuando las masas egipcias se adueñaron de calles y plazas y tuvo que resignarse a ser un sorprendido espectador de la crisis, una lección de la cual los pueblos de todo el mundo deberían tomar nota.

Ahora, el tantas veces mentado “efecto dominó” dejó de ser una pesadilla de los imperialistas para convertirse en una realidad: no había pasado una hora de conocida la noticia de la renuncia de Mubarak cuando las masas copaban las calles de las principales ciudades de Medio Oriente, y de manera multitudinaria en Argelia, para celebrar la caída del régimen. Ya los tiranos de Jordania y Yemen se habían visto obligados a hacer algunas pequeñas, oportunistas y demagógicas concesiones y en la mismísima Arabia Saudita -donde los partidos políticos están expresamente prohibidos- se anunció públicamente la formación de uno que, para estupor universal, no fue inmediatamente disuelto y sus líderes encarcelados por el régimen. El rey Abdullah, gran amigo de EEUU y a quien, para delicia del complejo militar-industrial, le acaba de adquirir armamentos por valor de 60 mil millones de dólares, está oportunamente poniendo sus barbas en remojo para evitar ser afeitado en seco por sus opositores.

En 18 heroicas jornadas de lucha el pueblo egipcio fue el gran protagonista de un acontecimiento que el viejo Hegel no hubiera dudado de caracterizar como de significación “histórico universal”. Le puso una bisagra a la historia moderna del mundo árabe. No se conquistó todavía la democracia, cuyo logro requerirá enormes esfuerzos: una presencia constante en las calles, perfeccionar las estructuras organizativas y forjar una conciencia política, todo lo cual impediría que la victoria popular sea escamoteada por las fuerzas de la reacción, aún agazapadas entre las ruinas del régimen, o en los titubeos de un sector de la oposición que simplemente aspira a liberalizar módicamente al régimen político preservando el modelo neoliberal causante del holocausto social del Egipto contemporáneo.

Se ganó una primera gran batalla, pero vendrán muchas más. Este Febrero del 2011 bien podría resultar la reedición de otro, acontecido en 1917, en Rusia, donde también se ganó una crucial batalla que ocho meses más tarde daría nacimiento a una revolución que, con sus logros y sus defectos, cambió el curso de la historia contemporánea. Es demasiado pronto para formular pronósticos de largo plazo. Pero, ¿quién podría ahora atreverse a descartar la posibilidad de que el mundo árabe también tenga su Octubre?

(Texto de Atilio Boron, la haine, 12/II/11).

EDITORIAL: México-EU: entre paranoia y amenazas reales

A pregunta expresa de un representante republicano, durante una comparecencia en el Capitolio de Estados Unidos, la secretaria de Seguridad Interior de ese país, Janet Napolitano, afirmó: “Desde hace tiempo hemos estado pensado qué pasaría si Al Qaeda se uniera con Los Zetas, uno de los cárteles de la droga (que operan en México). Y simplemente lo dejo ahí”.

Los comentarios de la funcionaria resultan tan improcedentes como preocupantes. Durante la desastrosa era de George W. Bush, el gobierno estadunidense volvió una práctica común la conversión de la paranoia en política de Estado y de seguridad, así como la invocación de peligros inciertos y difusos y de hipótesis conspiratorias que terminaron por convertirse en profecías autocumplidas: en su afán por imponer como primera prioridad en la agenda planetaria la “cruzada contra el terrorismo” y por inventar –con ayuda de los círculos del pensamiento reaccionario de Estados Unidos– un falso “choque de civilizaciones” entre Occidente y el mundo árabe, el anterior gobierno de Washington terminó por fortalecer a bandas como Al Qaeda a niveles que eran inimaginables, incluso en 2001, y les dio a éstas y a sus aliados motivos de encono adicionales a los que tenían hasta el 11 de septiembre de ese mismo año.

Ahora, a instancias de su titular de Seguridad Interior, la administración Obama redita esas prácticas –por más que éstas se hayan convertido en uno de los factores de la debacle política, moral y militar de su antecesora– y lo hace, para colmo, con base en delineamientos dudosos y falaces, como la afirmación de una posible convergencia entre los cárteles de la droga y grupos integristas islámicos, organizaciones que difieren en la sistematicidad de sus métodos y, sobre todo, en sus fines.

Por desgracia, si bien el razonamiento en el que se basa lo dicho por Napolitano equivale a una dislocación de la realidad, las implicaciones que derivan de él son palpables y alarmantes. Si se toma en cuenta lo que representa Al Qaeda para Estados Unidos, y si se añaden a ello declaraciones como las hechas por el subsecretario del Ejército estadunidense, Joseph Westphal –en el sentido de que Estados Unidos ha contemplado el envío de sus tropas a México para hacer frente a la violencia de los cárteles–, la propalación de una posible alianza entre ese grupo y Los Zetas allana el camino para la presencia masiva y desembozada de policías, soldados y espías de Estados Unidos en México, y para la profundización de los designios injerencistas del vecino país en la política de seguridad vigente en el nuestro.

En la primera mitad de la década pasada, el sostenido afán de gobiernos de Bush y Fox por alinear a México en la fantasmagórica y demagógica “guerra contra el narcotráfico” implicó involucrar al país, innecesariamente, en un conflicto que le ha sido totalmente ajeno, y ponerlo en la mira de los enemigos –reales o supuestos– de Washington. Ahora, la persistencia en ese afán, –que, a lo que puede verse, no ha sido abandonado del todo pese al cambio en los titulares de ambos gobiernos– prefigura, además, el riesgo de una injerencia masiva de las autoridades estadunidenses en territorio nacional.

(Editorial de La Jornada, 10/II/11).

EDITORIAL: Algunas preguntas


Es muy frecuente que quienes se dicen gobierno digan una cosa y hagan otra totalmente distinta. La contradicción es inherente a la función pública. Algunas preguntas: ¿Por qué no se ha empleado a cabalidad el Reglamento del Servicio Policial de Carrera, que es de “aplicación obligatoria” y que fuera aprobado en la administración de El “Güero” García? ¿Será que los objetivos plasmados en tal documento son muy altos para la pequeñez de nuestras autoridades? ¿De qué manera funcionan –si es que funcionan– los subsistemas de reclutamiento y selección, de separación y retiro y de recursos e inconformidad? ¿Si quienes deberían ser los responsables del funcionamiento y seguimiento del servicio policial de carrera –Dirección de Recursos Humanos y Dirección de Seguridad Pública– no rinden cuentas, qué se puede esperar del alcalde –que para todo encuentra excusas– quien es el que debe presidir la comisión del servicio policial de carrera? ¿Por qué no se hacen públicos los resultados de los exámenes –sin necesidad de dar nombres– de conocimientos y aptitudes de aquellos que pretenden incorporarse al servicio policial de carrera? ¿Hasta qué punto se lleva a cabo el proceso de inducción del personal que se contrata, sabiendo que la tal inducción consiste en determinar el grado del aspirante en cuanto a vocación, comprensión y concientización de la administración pública, perfil y valores éticos? ¿Cuáles han sido los resultados de las distintas evaluaciones del personal de Seguridad Pública en cuanto a “eficacia en el desempeño de las funciones asignadas”, “el comportamiento ético-profesional”, o su “conocimiento de los principios fundamentales de la Constitución de la República y de las garantías individuales y sociales que ésta consagra”? ¿Y el Consejo de Honor y Justicia, otro mamotreto de la presente administración, que no ha servido mas que para causar lástima? ¿Y el Reglamento para la Zona Centro y Peatonal para San Francisco que rige desde 1987, el cual tiene como uno de sus objetivos “conservar y mejorar la belleza del paisaje para el beneplácito y disfrute de sus moradores y visitantes”? ¿No es verdad que el Comité que fue formado para tales efectos, sólo ha servido como palero del presidente en turno? ¿De qué sirve que el Reglamento de la Feria contemple la figura de la vigilancia del Comité Directivo –que es la máxima autoridad del Patronato de la Feria– por parte de Contraloría Municipal, si ésta ha avalado con su displicente actitud el caos y la opacidad en el manejo de los dineros que se destinan para tales menesteres? ¿Se puede confiar en el buen manejo de los recursos monetarios por parte del Patronato si en la pasada feria fue presidido por el concuño de la tesorera municipal, siendo que a ella le corresponde analizar los estados financieros de tal organismo? ¿Por qué en cada administración municipal cada alcalde interpreta a su muy personal interés, el Reglamento de Mercados Públicos que, entró en vigor en 1987? ¿A cuántos trinquetes se ha prestado el señor Eusebio Padilla, director de Mercados, solamente en lo que a traspasos se refiere? ¿El señor Padilla realmente respeta lo que le mandata el Reglamento aludido, en cuanto a la coordinación con las uniones de comerciantes para la asignación de lugares en los tianguis autorizados? ¿Por qué se ha seguido tolerando la ineptitud del encargado de Servicios Municipales, quien no ha organizado campañas de limpieza en coordinación con dependencias oficiales u organismos privados o de tipo social, ni tampoco ha orientado o alentado a la población sobre “el manejo más conveniente de la basura y sus desperdicios”? ¿Por qué no se sanciona a la gente que saca los depósitos de basura fuera del horario establecido por la Dirección de Servicios Municipales o a la que lava sus utensilios de trabajo –como los taqueros por ejemplo– arrojando sus aguas sucias y malolientes al arroyo de la calle? ¿Y el “coordinador” de Ecología, individuo gris y sin chispa de nada? Todo bien, todo marcha muy bien, a los ojos del primer panista del municipio.

(Basado en los citados reglamentos, 12/II/11).

EDITORIAL: Provida


¡Fascinante! ¡Realmente fascinante! Escuchar hablar de “pro-vida” es algo que subyuga y conmueve hasta lo más hondo. Es cierto que es difícil imaginar que alguien pudiera defender grupos “pro-muerte”, pero gobernadores, diputados, senadores, políticos y hasta algún obispo se convocan “en defensa de la vida”. ¡Maravilloso! (aunque hay muchos obispos que apoyan la “guerra” de Calderón contra el narcotráfico, y no parece que sea la característica principal de las Fuerzas Armadas la “defensa de la vida”, ¿o sí?). Sin embargo, nuestra fascinación no logra salir de cierta confusión: los defensores del peor genocidio económico que ha vivido América latina (el neoliberalismo), con desocupación, desnutrición, hambre, es decir, “muerte”, ¿son pro-vida?; los defensores del genocidio dictatorial con desapariciones, violaciones, negación de las identidades de niños, secuestros, asesinatos, y personas vivas tiradas al río o al mar, ¿son pro-vida?; los defensores de guerras como la de Irak (y tantas otras, como sostenedores de egipcios dictadores, por ejemplo), los aliados de los saqueadores de recursos y provocadores de muerte por petróleo, diamantes, ¿son pro-vida? Y hay que decir que nuestra confusión aumenta cuando se ve que muchas veces, ¡casi siempre!, son los mismos. Los que han defendido guerras, dictaduras y modelos económicos de muerte, son los mismos, y salen a proclamar la defensa de la “vida”. ¿Qué es la vida para estos personajes? ¿De sólo nueve meses se trata “la vida”? La vida digna, con justicia, ¿no la defienden?; ¿la vida de los jubilados?, ¿los torturados?, ¿las violadas en los campos de concentración?, ¿los esclavos contemporáneos que utilizan sus amigos?; ¿los pobres que aprenderá a torturar la Policía Federal o Estatal o Municipal?

¡Vida! ¿Estaban allí cuando la guerra sucia de la década de los setenta?; ¿dónde han estado durante las cotidianas violaciones de derechos humanos? ¿No es “vida” eso? Pero cuando vemos que a eso se suma una crítica al matrimonio igualitario (¿cuál sería el atentado contra “la vida” en este caso?), y la crítica a “la ideología de género”, nos confunden más todavía. ¿Será que realmente estos señores y señoras (perdonen el lenguaje inclusivo, pero los que miramos desde una perspectiva de género solemos usarlo) son realmente defensores de “la vida” o son más bien defensores de una ideología que usa la vida –unos pocos meses de la vida, debemos decirlo– como excusa para sostener sistemas de muerte? Es bueno que tengan ideología; ¿quién no la tiene?, pero nos permitirán que desde una irrestricta defensa de la vida, y vida digna, y de los derechos conculcados, manifestemos nuestro más profundo desagrado y rechazo a una simple cosa, quizás menor: no aceptamos que los que nosotros tenemos por adalides de la muerte –como el arzobispo José Guadalupe Martín Rábago– nos quieran hablar de “vida”, y que utilicen un lugar de la democracia –palabra que la mayoría de ellos y ellas desconoce– para levantar sus negras banderas de cruzada.

(Texto de Eduardo de la Serna, Coordinador del Movimiento de Sacerdotes en Opción por los Pobres, página 12, 5/II/11).

MUNICIPAL: Un viejo truco


En apenas diez minutos, seis hombres armados –habrían contado con el aporte de otros dos que los esperaron en la calle– se llevaron “entre un millón y un millón y medio de pesos” de la sucursal del Banco Banorte ubicada en la esquina de las calles Juárez y Manuel Doblado, a una cuadra de la Presidencia Municipal y a las seis de la tarde, cuando el establecimiento estaba cerrado al público. Los ladrones ingresaron, con el rostro sólo cubierto con anteojos oscuros, por la entrada al cajero automático. Después, utilizando “una navaja o una llave”, según dijeron fuentes policiales –que pidieron el anonimato–, lograron entrar a la sucursal propiamente dicha por una puerta que separa el sector interno del banco de la zona donde está el cajero y que es de acceso público. Tras amenazar al único custodio que había en el banco y a los nueve empleados que seguían trabajando, los autores del robo llegaron justo cuando tenían abierta la puerta del tesoro. Estaban tratando de poner a resguardo el dinero reunido en el día.

El Ministerio Público aun analiza la posibilidad de que los ladrones, que actuaron como un grupo comando, hayan protagonizado antes tres acciones que se produjeron minutos antes, a manera de distracción. El robo se produjo a partir de las 18:15, pero a las 17:50, en Emiliano Zapata y Aquiles Serdán, cerca del Cebetis, se prendió fuego un Volkswagen Golf, lo que generó alarma, problemas en el tránsito y presencia policial. Minutos después hubo una falsa amenaza de bomba en un local de Plaza San Francisco en el Bulevar Josefa. El cuadro de “casualidades” se completó con el estallido de una bomba del tipo Molotov en el cajero automático del Banco Scotiabank en el Bulevar Juventino Rosas.

Cruz R., quien habló a nombre Banco Banorte, contó que fueron seis los hombres que ingresaron al banco. En una demostración de que conocían los pasos a seguir, se dirigieron resueltamente hacia donde se encuentra la caja del tesoro. En ese momento, el sector estaba abierto porque los directivos de la sucursal se encontraban en la tarea de guardar el dinero correspondiente al movimiento del día. Cruz R. reconoció que se llevaron “una suma bastante importante” que fue estimada, en principio, “entre un millón y un millón y medio de pesos”. Cruz R. explicó que el arqueo final todavía no se había terminado de realizar y trató de llevar tranquilidad a los clientes del banco: “No hay ningún problema con los depósitos hechos ese día, de manera que lo robado sólo afecta al banco y está cubierto por el seguro”. Dijo que, de acuerdo con lo visto, se trató de “una operación comando que apenas duró unos diez minutos, tras lo cual se fueron. Fue todo muy rápido”, “no hubo violencia y todos los empleados están bien, salieron ilesos”.

Sobre la posibilidad de que haya habido un “cómplice” entre el personal, Cruz R. aclaró que por el momento “no hay sospechas sobre ninguna persona” que trabaje en el banco. Un testigo que presenció el escape de los ladrones aseguró que, pocos segundos antes de salir con el botín, los delincuentes habían cortado la circulación de las calles Juárez y Doblado, colocando los típicos conos fluorescentes. Nadie sabe exactamente hacia dónde escaparon. Al parecer lo hicieron en dos vehículos que estaban estacionados en las cercanías y en los que habían quedado, al volante, dos miembros de la banda.

La primera patrulla que llegó al banco fue uno de los nuevos Corolla, con torreta nueva y con la sirena a todo lo que daba. La zona quedó virtualmente “rodeada” por los lugares donde ocurrieron los tres acontecimientos narrados que acapararon la atención de las autoridades policiales –el “jefe” Rosiles, según contaron nuestras fuentes, estaba perplejo–. Estos ocurrieron a pocas cuadras de la Presidencia Municipal y de la Comandancia de Policía. Todo ocurrió en forma escalonada, minutos antes de que sonara la alarma en la sucursal bancaria.

Hasta hoy, los investigadores siguen analizando las imágenes de las cámaras de seguridad del banco para tratar de identificar a los autores, que actuaron armados y que amenazaron al personal administrativo del banco, aunque sin golpear ni agredir a nadie. Y luego dice Verdín que “todo” está bajo “control”, sobre todo después de las 15 patrullas marca Toyota que recientemente se incorporaron al parque vehicular de Seguridad Pública, lo cual, según el alcalde, “contribuirá a reforzar el trabajo y presencia de Seguridad Pública que la sociedad local reclama”. Sin embargo, hay dudas sobre la honestidad de las actuales autoridades, algunos ejemplos: ¿por qué los recientes incrementos a los jugosos sueldos del nada honorable ayuntamiento (así, con minúscula) de hasta un 10%, incremento que incluyó a los más cercanos amigos y cómplices del jefe barbado del Cártel que actualmente domina la vida pública? ¿Y el vergonzoso préstamo al Comité de la Feria –que tuvo una pésima actuación, pues la tal feria ha sido un verdadero fiasco– por casi 400 mil pesos, el cual supuestamente será repuesto a las arcas municipales en una fecha incierta? ¿Qué justifica el excesivo gasto realizado por casi 170 mil pesos, para cumplir el capricho del alcalde para que los festejos de los 404 años de fundación de la ciudad opacaran a los realizados en años anteriores? ¿Y el desmadre con el transporte concesionado a particulares que, Mayolo Luna no ha podido resolver –primero fue el aumento al pasaje y luego la “invasión” de territorio purisimense– y que desde la administración anterior, ha tenido en jaque a los alcaldes de Purísima y San Francisco? ¿Y la farsa de la certificación Ramsar a la Presa de Silva que, está muy lejos de ser, como dice la autoridad, un “humedal de importancia internacional”, pues al menos lleva tres años registrando bajos niveles de agua y que, de acuerdo a lo dicho por quien está al cuidado del parque ecológico, “esta administración no tiene el interés que debiera”? ¿De verdad creen que se va a resolver el problema vial hacia las colonias del norte y noreste de la ciudad, con sólo desaparecer la glorieta a El Tejedor? Es mentira que con la instalación de un “sistema de semaforización” el tráfico se vaya a agilizar, muy al contrario, el resultado será peor. Al tiempo.

(Basado en Carlos Rodríguez, página 12, 19/I/11; a.m., enero 20 y 25; febrero 2, 4, 8 y 9, 2011; correo, 6/II/11).

ESTATAL: El PAN, en el filo de la legalidad


El PAN interpuso, a través de su dirigente estatal, un recurso de revocación en contra de las medidas precautorias dictadas por el Consejo del Instituto Electoral estatal (IEEG), que ordenó frenar el proselitismo anticipado de siete aspirantes a la candidatura para gobernador de cara a los comicios de 2012. Los siete aspirantes son: el secretario de Salud, José Ángel Córdova Villalobos; los senadores Luis Alberto Villarreal y Ricardo Torres Origel; el extitular de Agricultura y actual diputado federal, Javier Usabiaga; el alcalde de León, Ricardo Sheffield Padilla; el secretario de Desarrollo Social y Humano del estado, Miguel Márquez, y el exsecretario de gobierno del estado, Gerardo Mosqueda. Los consejeros acordaron el pasado 2 de febrero ordenar al Comité Estatal del PAN que vigile que el grupo de interesados en conseguir la candidatura a gobernador se apeguen estrictamente a la normatividad electoral en materia de actos de precampaña, evitando que incurran en actos anticipados y, en todo caso, aplicar las medidas correctivas o sanciones que prevean los estatutos y reglamentos del partido.

El IEEG resolvió así una queja que presentaron conjuntamente los representantes de PRI, PRD y PT, quienes denunciaron a los siete aspirantes a la candidatura del PAN de efectuar actividades de precampaña sin control, como reuniones con militantes y encuestas de preferencias, sin estar aún dentro de los tiempos electorales fijados por la ley.

En sesión extraordinaria de ese día, el Consejo admitió el recurso de revocación que en contra de este acuerdo interpuso el dirigente panista Fernando Torres Graciano, pero rechazó las impugnaciones que al respecto presentaron el alcalde leonés Ricardo Sheffield y el exsecretario de gobierno, Gerardo Mosqueda. Ambos anunciaron que protestarían formalmente ante el organismo, al considerar que la resolución precautoria (dentro de un expediente que aún no termina de desahogarse) es violatoria de sus garantías constitucionales de expresión y de libertad de asociación. “Mosqueda es un ciudadano al que una autoridad electoral le está violando sus garantías individuales y poniendo en entredicho sus derechos humanos”, dijo en su defensa el propio Mosqueda, en una postura que han asumido los siete aspirantes.

No obstante, el organismo electoral desechó los recursos de Mosqueda y Sheffield porque son ciudadanos que no tienen carácter de parte para interponer una impugnación. Por su parte, el senador Luis Alberto Villarreal optó por acudir al Tribunal Electoral, donde presentó un juicio de protección de derechos políticos. “Esta demanda se origina por un compromiso personal de demostrar que no he incurrido en ningún acto ilícito que afecte, ahora o en el futuro, la legalidad y la equidad del próximo proceso electoral”, dijo Villarreal, quien acusó a los consejeros del IEEG de incurrir en una “interpretación sesgada y parcial” de las pruebas que presentaron los partidos de oposición en contra de los siete aspirantes del PAN.

(Texto de Verónica Espinosa, proceso.com, 10/II/11).

NACIONAL: México atribulado


Populismo festivo. La política y socialmente maltrecha cúpula de la Iglesia católica mexicana inflará el ánimo festivo que entre segmentos de la feligresía causará la beatificación de Juan Pablo II, el mediático Papa cuyo saldo histórico ha sido afectado entre otros hechos por la protección y afinidad que mantuvo con Marcial Maciel, el fundador de los legionarios de Cristo. El cardenal Norberto Rivera anunció el 16 de enero en la Catedral Metropolitana su intención de organizar una especie de Wojtyla Fest para celebrar la mencionada beatificación pero, con un aire más de campañas políticas que de ceremoniales religiosos, ha convocado “al pueblo” a hacer propuestas para que haya una mayor participación colectiva en los “magnos festejos”. “Que la gente decida”, es la invitación demagógica de los jefes de una institución que históricamente se ha manejado entre secretos e imposiciones verticales pero que ahora se pone populista, justo cuando su imagen más ajada está a causa de los pleitos de Juan Sandoval, de la opción preferencial por los ricos del mismo cardenal jalisciense, del mundano y oficialista Norberto Rivera y del indiciado Onésimo Cepeda y de la caída del imperio pretencioso, clasista e inmoral de los legionarios de Maciel. Pero, ¡México, siempre fiel!...

Hillary vino a votar. La esposa de Bill vino a depositar públicamente su voto para 2012: que siga la guerra (llámese ésta así, o “lucha”), gane quien gane los próximos comicios presidenciales. Boleta electoral marcada y resultados predichos: bota por voto y balacera por casilla. El mensaje pretendería ser: perded toda esperanza, pues entrado Felipe en su guerra de legitimación y control ya no está en circunstancia de escuchar razones que no sean las del alto mando, es decir, las que transmitió la interventora estadunidense Hillary, quien tuvo el detalle de compartir con el respetable público breves destellos de los amarres en privado que impuso y que en esencia son uno: ni un paso atrás, ni ahora ni después de las elecciones que así estarían desde ahora sometidas a una voluntad bélica transexenal. Los calderonistas solicitan y aceptan los lineamientos ajenos. Por ello permiten a agentes de la FBI que interroguen en suelo mexicano a centroamericanos migrantes y por ello se le pide a la secretaria de seguridad interior de Estados Unidos que entre al auxilio de Ciudad Juárez, a ver si con decorados extranjeros se podrían simular avances y logros que por sí mismo no alcanza a montar el sargentismo fallido de Los Pinos.

Tribunales electrónicos. Las televisoras dominantes han vuelto a demostrar su capacidad de manipulación social y control mediante intimidación que pueden tener sobre procesos institucionales. Empecinadas en asumirse como tribunales electrónicos, otorgantes de perdones y castigos, lograron una resolución expedita y selectiva en el caso de un cantante acusado en Quintana Roo de abusar sexualmente de una menor de edad. No sólo fue una maniobra clásica en busca de audiencias mayores (es decir, de mejores condiciones de comercialización de sus tiempos) sino, más allá, constituyó una aplastante confirmación de su carácter rector en la construcción de las percepciones nacionales, un lucimiento de músculo definitorio justamente cuando el país se encamina a un proceso electoral marcadamente peligroso, una exhibición de magia exculpatoria que a la vez es un mensaje amenazante para adversarios y críticos y, sobre todo, para precarios o nulos anunciantes del mundillo político. El fondo del asunto no es, desde luego, el proceso en sí, ni los indicios de culpabilidad o inocencia que pudiera haber respecto del mencionado cantante. De esos y otros asuntos habríase de entender el juez o el sistema judicial en general, con la misma pachorra y venalidad que sucede en todo el país, con el mismo grado de veleidad justiciera que afecta a miles de mexicanos, si no se hubiera atravesado el bíceps electrónico para establecer una suerte de fuero televisivo.

México entero vive tragedias diarias de las que Televisa y Televisión Azteca dan breves y controladas referencias en el mejor de los casos, pues con gran frecuencia lo que se mantiene es un silencio apenas roto por referencias gubernamentales forzadas. La información cotidiana ha sido así secuestrada para modular la conciencia nacional conforme a los intereses de quienes forman la elite de los grandes intereses económicos y políticos. Y el análisis y el debate políticos han sido circunscritos a voces propias o a una nómina casi invariable de convidados cuya mayor divergencia al aire suele ser de modos o detalles pero no de sustancia. (El envilecimiento de esos procesos de información y análisis en las televisoras ha llegado incluso a niveles grotescos, altamente dañinos para la salud pública, como es la recuperación, para públicos mexicano y “latino”, de Laura Bozzo, la organizadora de lamentables programas de exhibición clasista de purulencias sociales y familiares. Bozzo, según columnistas de espectáculos, pretende naturalizarse mexicana, con lo que estaría en condiciones de “opinar” desde Televisa sobre la política de su patria adoptada, acaso en una forma de prestar servicios a un régimen represor, corrupto y repudiado, como lo hizo años atrás en Perú. Para no quedarse atrás en esa competencia de lodo, Televisión Azteca ha habilitado una contrapropuesta aún de menor calidad –aunque pareciera imposible– mediante la vedete Niurka Marcos.)

Ganó el PRI en Guerrero. Con el triunfo electoral de Ángel Aguirre Rivero, los ganadores inmediatos serían, en lo local, el bando priísta escindido y confrontado con el figueroísmo que impuso e impulsó a Manuel Añorve, y, en lo nacional, Marcelo Ebrard (que así estaría rebasando a López Obrador por la derecha); Manuel Camacho (que estaría en condiciones de seguir adelante con el proceso de las alianzas entre PRD y PAN, con la vista puesta en 2012 y su pupilo Marcelo); Jesús Ortega (que podría transitar con menos presión rumbo a su salida de la presidencia del sol azteca); los Chuchos en general (Guadalupe Acosta Naranjo sería el esbozo de factura en Nayarit, en busca de la primera gubernatura chucha); las alianzas antitéticas perreánicas (que así estarían en condiciones de buscar declinaciones en Baja California Sur y con alforjas llenas empujarían a repetir el numerito exitoso en el estado de México, con o sin Alejandro Encinas, quien es semichucho y semipeje), y el principal promotor y ejecutor de esas alianzas, Felipe Calderón (que estaría acotando a López Obrador, cerrando cumplidamente tratos con Ebrard y, al demostrar la vulnerabilidad del PRI, desmitificando el presunto paso arrasador de Peña Nieto). Ese triunfo resta fuerza a López Obrador y fortalece a Calderón, Ebrard, Camacho y los Chuchos, pero no es una derrota verdadera para el PRI –que jugó con dos cartas– ni para Peña Nieto, cuya carta más cercana resultó ganadora a nombre de sus opositores. No pierde el PRI ni sus expectativas presidenciales porque, a pesar de todo, no ganaron ni la izquierda en arreglos con Calderón ni la leve derecha sacrificada, sino una estrategia oportunista y sin sustancia que en su seno alberga la misma moneda traicionera con que podrían pagarles a corto plazo: Aguirre es priísta y seguirá actuando como priísta. Ganó el PRI, aunque sí lo parezca.

¿BCS por Guerrero? El triunfo del partido blanquiazul en Baja California Sur confirma la maravilla de biotecnología partidista operada desde la Clínica Los Pinos: la primera victoria de un cuerpo blanco y azul inyectado de sangre negra y amarilla; triunfo panista con candidatos recién transferidos del perredismo derrotado, chuchismo buena paga que quitó fuerza a su candidato polémico a gobernador para dar paso al triunfo de un falso panismo henchido de transfusiones perredistas, nueva forma de aplicar las alianzas tan mentadas: ya ni siquiera es necesario un acuerdo formal, ni la declinación expresa de un candidato, sino que ahora basta con doblegar a uno de los aspirantes para dar ventaja al otro. Guerrero en manos de un perredista que es priísta, a cambio de Baja California Sur con un panista que hace poquito era perredista y antes priísta. La Fábrica Calderónica de Frankensteins se ha vuelto a cubrir de gloria. Con la derrota del PRD terminó una historia de saqueo, apropiación territorial, entreguismo playero a extranjeros, nepotismo y otras linduras que durante 12 años asestó el sol azteca a Baja California Sur. Perdió el PRD pero no los Chuchos, que maniobraron lo suficiente para enturbiar el escenario electoral y acabaron abandonando a su candidato a gobernador para dar paso al panismo, en cumplimiento de deudas guerrerenses. Las alianzas avanzan.

¿Ético o etílico? Por la salud de la República (alusión salutífera sin doble sentido), los ciudadanos deberían sostener y repetir la pregunta de Carmen Aristegui: “¿Tiene o no problemas de alcoholismo el presidente de la República?”. El planteamiento de la muy respetada periodista no surgió de súbitos procesos especulativos o de una ocurrencia personal, sino del análisis consecuente que hizo de hechos noticiosos de indudable interés público: la colocación en la tribuna de la cámara federal de diputados de una manta en que se hacía referencia a la incapacidad de gobierno de Felipe Calderón a causa de supuestos problemas etílicos. La presentación rigurosa de esos hechos –con la exhibición en pantalla de la famosa manta, que en otros ámbitos periodísticos fue cuidadosamente aludida– fue acompañada –como usualmente sucede en un noticiero de autoría opinante como han sido los que Aristegui ha conducido– de una serie de reflexiones que en esencia abogaron por la preeminencia de la información pública sobre los rumores insistentes: Los Pinos debería aclarar tan peculiar punto, dado que se multiplican los señalamientos acusatorios, al grado de que ese día habían llegado con escándalo al resonante foro de una de las dos cámaras integrantes de uno de los tres poderes republicanos e incluso se había suspendido su sesión de trabajo y se habían producido escaramuzas preocupantes. Así que, en medio de la obsesión bélica de Calderón por controlar todo cuanto le es necesario para intentar una relección por interpósita persona, es justo y necesario, en términos periodísticos, políticos, sociales y éticos, preguntar, como deberíamos hacerlo todos los mexicanos: “¿Tiene o no problemas de alcoholismo el presidente de la República?”.

Primera llamada, primera. México fue invadido declarativamente durante unas horas por un jefe del ejército estadunidense al que muchísimo preocupaba la posibilidad futura de un hecho pasado y presente: la llegada al poder de personas corruptas y malvadas. Tan delicado veía el subsecretario Joseph W. Westphal el panorama mexicano que lamentaba verse un día en la necesidad de hacer que las tropas imperiales cruzaran la frontera mexicana para combatir la descomposición del vecino. Horas después de la punitiva expedición verbal, el mismo declarante daría marcha atrás con sus batallones hipotéticos, obligado por las formas y los tiempos, condicionado por los requerimientos diplomáticos, pero habiendo dejado colocadas en lo alto las banderillas vistosas de las verdaderas intenciones gringas respecto al desorden generalizado en el que mucho han tenido que ver esos mismos extranjeros intervencionistas, como impulsores, alcahuetes, beneficiarios y financistas del fracaso de la “guerra” contra el narcotráfico que el fallido comandante Calderón ahora quiere reducir a categoría de simple lucha libre. Primera llamada, primera. La violencia verbal suele ser la antesala de la física. El subsecretario del Departamento de Defensa de Estados Unidos desnudó sus verdaderas convicciones y temores y reconoció que México está en el horizonte bélico imperial con una inmediatez que trasladaría el aparato guerrero del Medio Oriente al traspatio frijolero. Atrasado de noticias se muestra el alto funcionario del Pentágono, pues sus peores pesadillas han sido larga realidad en varios estados del país, sobre todo los norteños y los turísticos, y la punta de la pirámide del poder mexicano también ha sido tocada, cuando no dominada, por esos nuevos ejes de los mal llamados cárteles. Pero, a pesar de todo, o precisamente a causa de ello, la fuerza extranjera de intervención se asusta ante la posibilidad de que cárteles del narcotráfico en fases de ascenso pudieran hacerse expresamente del máximo poder político. Y por ello el halconismo con faldas de Hillary Clinton ha hablado antes de ese carácter “insurgente” del narcotráfico mexicano, tesis retomada por el subsecretario que más tarde lamentó la “inexactitud” de sus anteriores declaraciones e insistió en que las había hecho a título personal y no gubernamental. Mientras tanto, una oficina mexicana identificada como Secretaría de Gobernación rechazó “categóricamente” las declaraciones del subsecretario Westphal. Primera llamada, primera.

(Basado en Julio Hernández López, La Jornada, enero 17, 27, 28 y 31; febrero 7, 8 y 9, 2011).

NACIONAL: Comunicado del EZLN sobre Samuel Ruiz


AL PUEBLO DE MÉXICO:

El Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional manifiesta su pesar por la muerte del Obispo Emérito Don Samuel Ruiz García.

En el EZLN militan personas con diferentes credos y sin creencia religiosa alguna, pero la estatura humana de este hombre (y la de quienes, como él, caminan del lado de los oprimidos, los despojados, los reprimidos, los despreciados), llama a nuestra palabra.

Aunque no fueron pocas ni superficiales las diferencias, desacuerdos y distancias, hoy queremos remarcar un compromiso y una trayectoria que no son sólo de un individuo, sino de toda una corriente dentro de la Iglesia Católica.

Don Samuel Ruiz García no sólo destacó en un catolicismo practicado en y con los desposeídos, con su equipo también formó toda una generación de cristianos comprometidos con esa práctica de la religión católica. No sólo se preocupó por la grave situación de miseria y marginación de los pueblos originarios de Chiapas, también trabajó, junto con su heroico equipo de pastoral, por mejorar esas indignas condiciones de vida y muerte.

Lo que los gobiernos olvidaron propositivamente para cultivar la muerte, se hizo memoria de vida en la diócesis de San Cristóbal de Las Casas.

Don Samuel Ruiz García y su equipo no sólo se empeñaron en alcanzar la paz con justicia y dignidad para los indígenas de Chiapas, también arriesgaron y arriesgan su vida, libertad y bienes en ese camino truncado por la soberbia del poder político.

Incluso desde mucho antes de nuestro alzamiento en 1994, la Diócesis de San Cristóbal padeció el hostigamiento, los ataques y las calumnias del Ejército Federal y de los gobiernos esta-tales en turno.

Al menos desde Juan Sabines Gutiérrez (recordado por la masacre de Wolonchan en 1980) y pasando por el General Absalón Castellanos Domínguez, Patrocinio González Garrido, Elmar Setzer M., Eduardo Robledo Rincón, Julio César Ruiz Ferro (uno de los autores de la matanza de Acteal en 1997) y Roberto Albores Guillén (más conocido como “el croquetas”), los gobernadores de Chiapas hostigaron a quienes en la diócesis de San Cristóbal se opusieron a sus matanzas y al manejo del Estado como si fuera una hacienda porfirista.

Desde 1994, durante su trabajo en la Comisión Nacional de Intermediación (CONAI), en compañía de las mujeres y hombres que formaron esa instancia de paz, Don Samuel recibió presiones, hostigamientos y amenazas, incluyendo atentados contra su vida por parte del grupo paramilitar mal llamado “Paz y Justicia”.

Y siendo presidente de la CONAI, Don Samuel sufrió también, en febrero de 1995, un amago de encarcelamiento.

Ernesto Zedillo Ponce de León, como parte de una estrategia de distracción (tal y como se hace ahora) para ocultar la grave crisis económica en la que él y Carlos Salinas de Gortari habían sumido al país, reactivó la guerra contra las comunidades indígenas zapatistas.

Al mismo tiempo que lanzaba una gran ofensiva militar en contra del EZLN (misma que fracasó), Zedillo atacó a la Comisión Nacional de Intermediación.

Obsesionado con la idea de acabar con Don Samuel, el entonces presidente de México, y ahora empleado de trasnacionales, aprovechó la alianza que, bajo la tutela de Carlos Salinas de Gortari y Diego Fernández de Cevallos, se había forjado entre el PRI y el PAN.

En esas fechas, en una reunión con la cúpula eclesial católica, el entonces Procurador General de la República, el panista y fanático del espiritismo y la brujería más chambones, Antonio Lozano Gracia, blandió frente a Don Samuel Ruiz García un documento con la orden de aprehensión en su contra.

Y cuentan que el procurador graduado en Ciencias Ocultas fue confrontado por los demás obispos, entre ellos Norberto Rivera, quienes salieron en la defensa del titular de la Diócesis de San Cristóbal.

La alianza PRI-PAN (a la que luego se unirían en Chiapas el PRD y el PT) en contra de la Iglesia Católica progresista no se detuvo ahí. Desde los gobiernos federal y estatal se apadrinaron ataques, calumnias y atentados en contra de los miembros de la Diócesis.

El Ejército Federal no se quedó atrás. Al mismo tiempo que financiaba, entrenaba y pertrechaba a grupos paramilitares, se promovía la especie de que la Diócesis sembraba la violencia.
La tesis de entonces (y que hoy es repetida por idiotas de la izquierda de escritorio) era que la Diócesis había formado a las bases y a los cuadros de dirección del EZLN.

Un botón de la amplia muestra de estos argumentos ridículos se dio cuando un general mostraba un libro como prueba de la liga de la Diócesis con los “transgresores de la ley”. El título del libro incriminatorio es “El Evangelio según San Marcos”.

Hoy en día esos ataques no han cesado. El Centro de Derechos Humanos “Fray Bartolomé de Las Casas” recibe continuamente amenazas y hostigamientos.

Además de haber sido fundado por Don Samuel Ruiz García y de tener una inspiración cristiana, el “Frayba” tiene como “delitos agravantes” el creer en la Integralidad e Indivisibilidad de los Derechos Humanos, el respeto a la diversidad cultural y al derecho a la Libre Determinación, la justicia integral como requisito para la paz, y el desarrollo de una cultura de diálogo, tolerancia y reconciliación, con respeto a la pluralidad cultural y religiosa.

Nada más molesto que esos principios.

Y esta molestia llega hasta el Vaticano, donde se maniobra para partir la diócesis de San Cristóbal de Las Casas en dos, de modo de diluir la alternativa en, por y con los pobres, en la acomodaticia que lava conciencias en dinero. Aprovechando el deceso de Don Samuel, se reactiva ese proyecto de control y división.

Porque allá arriba entienden que la opción por los pobres no muere con Don Samuel. Vive y actúa en todo ese sector de la Iglesia Católica que decidió ser consecuente con lo que se predica.
Mientras tanto, el equipo de pastoral, y especialmente los diáconos, ministros y catequistas (indígenas católicos de las comunidades) sufren las calumnias, insultos y ataques de los neoamantes de la guerra. El Poder sigue añorando sus días de señorío y ven en el trabajo de la Diócesis un obstáculo para reinstaurar su régimen de horca y cuchillo.

El grotesco desfile de personajes de la vida política local y nacional frente al féretro de Don Samuel no es para honrarlo, sino para comprobar, con alivio, que ha muerto; y los medios de comunicación locales simulan lamentar lo que en realidad festinan.

Por encima de todos esos ataques y conspiraciones eclesiales, Don Samuel Ruiz García y l@s cristian@s como él, tuvieron, tienen y tendrán un lugar especial en el moreno corazón de las comunidades indígenas zapatistas.

Ahora que está de moda condenar a toda la Iglesia Católica por los crímenes, desmanes, comisiones y omisiones de algunos de sus prelados…

Ahora que el sector autodenominado “progresista” se solaza en hacer burla y escarnio de la Iglesia Católica toda…

Ahora que se alienta el ver en todo sacerdote a un pederasta en potencia o en activo…

Ahora sería bueno voltear a mirar hacia abajo y encontrar ahí a quienes, como antes Don Samuel, desafiaron y desafían al Poder.

Porque est@s cristian@s creen firmemente en que la justicia debe reinar también en este mundo.
Y así lo viven, y mueren, en pensamiento, palabra y obra.

Porque si bien es cierto que hay Marciales y Onésimos en la Iglesia Católica, también hubo y hay Roncos, Ernestos, Samueles, Arturos, Raúles, Sergios, Bartolomés, Joeles, Heribertos, Raymundos, Salvadores, Santiagos, Diegos, Estelas, Victorias, y miles de religios@s y seglares que, estando del lado de la justicia y la libertad, están del lado de la vida.

En el EZLN, católicos y no católicos, creyentes y no creyentes, hoy no sólo honramos la memoria de Don Samuel Ruiz García.

También, y sobre todo, saludamos el compromiso consecuente de l@s cristian@s y creyentes que en Chiapas, en México y en el Mundo, no guardan un silencio cómplice frente a la injusticia, ni permanecen inmóviles frente a la guerra.

Se va Don Samuel, pero quedan muchas otras, muchos otros que, en y por la fe católica cristiana, luchan por un mundo terrenal más justo, más libre, más democrático, es decir, por un mundo mejor.

Salud a ellas y ellos, porque de sus desvelos también se nacerá el mañana.

¡LIBERTAD!/ ¡JUSTICIA!/ ¡DEMOCRACIA!

Desde las montañas del Sureste Mexicano.

Por el Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del EZLN.

Teniente Coronel Insurgente Moisés. Subcomandante Insurgente Marcos.

México, Enero del 2011.

(Tomado de noticias de la rebelión, 27/I/11).

INTERNACIONAL: El asesinato de Lumumba


En la mañana del 30 de junio de 1960, en Leopoldville (hoy Kinshasa), el rey Balduino I de Bélgica pensó que tras declarar en persona la independencia de la República Democrática del Congo, pueblo y colonos quedarían eternamente agradecidos con la metrópoli colonial. Pero algo salió mal.

Patricio Lumumba, joven primer ministro del gobierno presidido por Joseph Kasavubu, tomó el micrófono y los encargados del protocolo quedaron tiesos: “Nunca más seremos vuestros monos”, dijo Lumumba en las narices del rey. El monarca de la casa real de Sajonia-Cobenza-Gotha empalideció, y tuvo que oír las desgarradoras palabras del líder nacionalista:

“Durante los 80 años del gobierno colonial, sufrimos tanto que no podemos alejar las heridas de la memoria. Nos han obligado a trabajar como esclavos por salarios que ni siquiera nos permiten comer lo suficiente para ahuyentar el hambre, o encontrar vivienda, o criar a nuestros hijos como los seres queridos que son…

“Hemos sufrido ironías, insultos y golpes nada más porque somos negros… ¿Quién podrá olvidar las masacres de tantos de nuestros hermanos, o las celdas en que han metido a los que no se someten a la opresión y explotación? Hermanos, así ha sido nuestra vida”.

Totalmente inesperado en la agenda (una ceremonia ordenada y agradecida con el amo blanco), el discurso estremeció a los pueblos del África negra y el mundo colonial. En Bélgica, la prensa conservadora atacó a Lumumba, manifestando que su muerte sería “…una bendición para el Congo”.

El diario católico La Libre Belgique estimó que algunos ministros lumumbistas “…se han convertido como primitivos e imbéciles, o como criaturas comunistas” (12/VII/1960). Marcel de Corte, profesor de moral y filosofía de la Universidad de Lieja, expresó de Lumumba: “Es un bárbaro que hace llorar de rabia a los oficiales, cuando bastaría un gesto viril de uno de éstos para librar al planeta de su sangrante despojo” (ídem, 27/VII/1960).

En el libro Los últimos 50 días de Patricio Lumumba (investigación de G. Heinz y H. Donnay) se apunta que desde antes del histórico discurso, Lumumba era considerado en los medios europeos como el político congoleño a quien había que separar a toda costa del poder.

El periodista P. de Vos, dirigente de importantes sociedades coloniales, escribió que deseaba ver al líder nacionalista “…muerto con una bala en su pellejo… Sé que habrá en uno de los asilos de Kasai, un loco que se encargará de este trabajo” (Ibérico Europea de Ediciones, Madrid 1970, p. 31).

En septiembre de 1960, el coronel Joseph Mobutu (quien de 1965 a 1997 gobernó despóticamente el país que rebautizó con el nombre de “Zaire”), dio un golpe de Estado, y Lumumba fue detenido en las afueras de Kinshasa. Liberado por su escolta y militantes del Movimiento Nacional Congoleño (MNC), el líder retornó a la ciudad, donde arengó a la multitud.

Simultáneamente, las potencias imperialistas entraban en acción. A un mes de la toma de posesión del gobierno, con el respaldo de Washington, París y Bruselas, el títere Moisé Tshombé declaraba la secesión de Katanga, ubérrima provincia minera que durante la Segunda Guerra Mundial fue la principal fuente de caucho, y minerales como el titanio y cobalto. El uranio usado para las bombas atómicas que Estados Unidos arrojó sobre Hiroshima y Nagasaki provino de la mina Shinkolobwe, una de las tantas administradas por el “Congo Belga”.

Lumumba pidió ayuda a Moscú, y Allen Dulles, jefe de la CIA, sugirió quitarlo de en medio “…lo antes posible”. El presidente Dwight Eisenhower autorizó la acción. El ejército y los cascos azules de la ONU arrestaron a Lumumba el 10 de octubre. El premier consiguió nuevamente escapar, y trató de llegar a Stanleyville (hoy Kisangani), su principal base de apoyo. Finalmente, fue detenido por los hombres de Mobutu.

El 10 de enero Lumumba fue embarcado en un avión civil belga y piloteado por un belga, que lo trasladó a Elizabethville (hoy Lubumbashi), capital de la provincia de Katanga. Durante las seis horas del viaje, mercenarios belgas y soldados congoleños lo torturaron y golpearon sin piedad.

Ludo de Witte, sociólogo flamenco, quien en 2000 publicó una enjundiosa investigación con base en archivos oficiales belgas y documentación de Naciones Unidas, desbarató la versión oficial de Bruselas, que durante 30 años atribuyó el crimen a “ajustes de cuentas” entre las distintas facciones congoleñas.

La tarde del 17 de enero, Lumumba y sus colaboradores Mauricio Mpolo y José Okito, fueron amarrados a un árbol y asesinados uno tras otro por militares belgas en una ejecución supervisada a corta distancia por Tshombé. De Witte probó que la operación llamada Barracuda fue dirigida por el capitán belga Julián Gat.

Otro belga, el comisario Gerard Soete, jefe de policía de Tshombé, confesó a la televisión de Bruselas VRT (y también a De Witte) que se le ordenó hacer desparecer a las víctimas con ácido sulfúrico. De recuerdo, Soete se quedó con dos dientes de Lumumba, y una bala incrustada en el cráneo.

(Texto de José Steinsleger, La Jornada, 19/I/11).

OPINIÓN: Pronunciamiento íntegro de Carmen Aristegui

Muy buenos días amigos ciudadanos, colegas y periodistas…

Me permitiré dar lectura a un texto que he escrito para asumir una postura pública sobre mi despedida del noticiero matutino de Noticias MVS ocurrida este fin de semana (7 de febrero), asunto que ha generado múltiples muestras de solidaridad que desde aquí agradezco. Este es un suceso que, si bien afecta la vida profesional y laboral de un grupo de personas, entre las que me incluyo, tiene una trascendencia mayor a ese mero alcance limitado.

Sobre lo que quiero pronunciarme es sobre el alcance mayor de este evento, que impacta de maneras diversas a la sociedad mexicana. Una sociedad que en estos días y horas ha dado muestras de determinación y capacidad de respuesta frente a un hecho que agravia y que lesiona sus derechos fundamentales. La vigorosa, fuerte y decidida voz de miles de personas en las redes sociales –Twitter, Facebook–, otras modalidades y las manifestaciones en las calles son, en sí mismas, un gran acontecimiento. La gran noticia de que estamos vivos. De que los mexicanos a pesar de la espiral de violencia, muerte y horror que nos acompaña todos los días estamos aquí para reconocernos en el espejo y luchar por un México mejor.

Agradezco todas estas expresiones y celebro aquí, entusiasmada, su existencia y el signo vital que las acompaña. Abrazo a quienes en todos los tonos y con diferentes lenguajes se han manifestado en contra de lo que es a todas luces un hecho autoritario, desmedido e inaceptable. Un hecho así, sólo es imaginable en las dictaduras que nadie desea para México. Castigar por opinar o por cuestionar a los gobernantes.

El tema nos pega a todos. No sólo nos afecta a nosotros como profesionales, y a los ciudadanos a los que se les quita un espacio, se afecta también a este medio de comunicación y al grupo empresarial que desarrolla diversas actividades productivas a favor del país.

Este grupo está encabezado por una familia a quien estimo y valoro. Fundada por uno de los hombres más queridos y respetados de la industria, como fue Don Joaquín Vargas Gómez. Lamento sinceramente que sus nombres estén siendo acribillados con insultos en las redes sociales por la decisión tomada.

El pasado viernes 4 de febrero, en mi libre derecho a la expresión formulé un comentario editorial que aludía a un incontrovertible hecho noticioso. A raíz de lo ocurrido en la Cámara de Diputados el día anterior, cuando un grupo de legisladores exhibió una manta con la foto de Felipe Calderón con los ojos enrojecidos en la que se leía: “¿Tú dejarías a un borracho conducir tu auto? ¿No, Verdad? ¿Y por qué lo dejas conducir el país?", naturalmente se produjo una gran rispidez que orilló a suspender la sesión en el recinto legislativo.

Había ahí ya una historia que contar a nuestras audiencias. Mi compañero Omar Aguilar presentó con gran profesionalismo ese hecho noticioso con pulcritud, con claridad y con suficiencia, jamás ocultó ni la manta, ni el contenido de la manta, ni a los autores de la manta, ni truqueó nada para que televidentes y radioescuchas no se enteraran de lo que decía la manta. No trampeó a nadie y presentó al público, como el público merecía, todas las expresiones que en diferentes sentidos se emitieron al respecto. Nuestro auditorio quedó perfectamente informado del acontecimiento y con elementos suficientes para hacer su propia valoración.

La información presentada me sirvió a mí de base para formular el citado comentario editorial:

“Dejemos a un lado la caricatura, tomemos el asunto con seriedad”, e hice algunas otras consideraciones. Terminé con un cuestionamiento formal a las autoridades: “¿Tiene o no problemas de alcoholismo el presidente de la República?”

Yo no tengo manera de corroborarlo pero, si fuera el caso, sería algo delicado que debiéramos saber. No hay nada de ofensivo en la interrogante, especialmente si se trata de algo que, de existir, afectaría por su naturaleza la toma de decisiones que impactan en todo momento a millones de personas en el país.

El comentario editorial cerraba diciendo que el tema –y dada su exposición pública a través de la manta de los legisladores– merecía una respuesta seria, formal y oficial de la propia Presidencia de la República.

La Presidencia no respondió a la periodista, de inmediato exigió a los dueños –que no a la periodista– una disculpa pública inmediata por tremenda osadía.

Demostró con ello un grado de irritabilidad e intolerancia que por sí mismas hablan de algún tipo de problemática, que por supuesto, también debe ser analizada.

Reconozco que el cuestionamiento era duro, pero de ningún modo injurioso o difamatorio, tampoco se transgredía en ningún punto al código de ética que ha sido aludido. Era simple y llanamente la formulación de una pregunta válida. Pregunta hecha por una periodista cuya intención quedaba perfectamente delimitada.

El estado de salud y grado de equilibrio de un mandatario, por supuesto que es un asunto de claro interés público. La sociedad mexicana tiene derecho a saber con certeza, sin ofensas, sin caricaturizaciones, sobre las condiciones de salud de quien ha tomado y seguirá tomando todos los días decisiones gravísimas que impactan sobre el destino de una nación. Y vaya que sí ha impactado el destino de la nación las decisiones tomadas desde Los Pinos en este sexenio.

El motivo de mi despido, se dijo, fue haberme negado a ofrecer una disculpa y transgredir el código de ética, cosa que es falsa y se convirtió sólo en una coartada. En este momento no sólo no rectifico, ni me disculpo, porque no hay nada que disculpar; por el contrario, ratifico la pertinencia de que la presidencia de la República se manifieste al respecto.

Lamento si personalmente que el presidente y su familia se hayan sentido ofendidos por el cuestionamiento. No hay en la formulación de mi pregunta ninguna intención o ánimo de ofender. Lamento que ellos se sientan ofendidos, pero aún así, la pregunta sigue vigente.

El ejercicio del poder hace que las figuras públicas sean sujetas de escrutinios e interrogantes a los que no estarían sujetas otras personas por razón, precisamente, de sus responsabilidades y del impacto de sus decisiones. En una democracia esto forma parte del juego.

¿No tuvo Bill Clinton que hablar del semen depositado en el vestido azul de una muchacha ante una audiencia de millones de personas? ¿No acaso el estado de salud de Dilma Rousseff fue motivo de debate público antes de llegar a ser la presidenta de Brasil? ¿Acaso no son las francachelas y excesos de Silvio Berlusconi materia del debate nacional? ¿Por qué en México los empresarios de los medios pueden ser sometidos a presiones indebidas para que silencien a sus comunicadores? ¿Por qué la sociedad mexicana se tiene que conformar con una sola visión de las cosas? ¿Por qué fatalmente tenemos que vivir con la existencia de un duopolio televisivo que no sólo envilece las pantallas con programas denigrantes y nocivos como los de reciente estreno, sino que es ya en sí mismo un poder que ha dañado la vida democrática nacional?

¿Por qué México está entrampado en una espiral de degradación e infamia sin que hagamos nada al respecto? ¿Por qué seguimos dejándolos conducir de esta manera al país?

¿Qué clase de democracia es ésta que por un comentario editorial, que irritó al gobernante, se le corta la cabeza a quien opinó? ¿Por qué desde el poder político pueden llevar las cosas al extremo, escalando el conflicto, deliberadamente, hasta lograr hacerle las cosas imposibles tanto al empresario como al periodista ocasionando la ruptura?

La pregunta es: ¿Cómo es que pudieron elevar, desde Los Pinos, el grado de exigencia pidiendo casi la humillación por un hecho absolutamente sobredimensionado? ¿Cómo es que a un empresario a quien tenemos como decente lo llevaron a comportarse de esta manera? ¿Cómo pudieron lograr que se sintiera obligado a tal punto como para exigirme la lectura de una carta –obviamente no escrita por mí, en términos que me eran ajenos y que por supuesto no empataban con lo que dicta mi conciencia– para calmar la ira presidencial?

Una exigencia de la lectura indigna de esa carta que quien me lo formuló sabía de antemano que yo la rechazaría. Se llegó a ese extremo por el grado de vulnerabilidad en el que quedan quienes tienen negocios o concesiones en el mundo de las telecomunicaciones y los medios de comunicación. En este caso hay un conjunto de concesiones en juego y la resolución final sobre lo que pase con ellas se encuentra en el cajón del Presidente.

Lo que debería ser técnico, jurídico y legal, en realidad es un asunto político y discrecional. La aprobación que ha pasado por todos los filtros legales y técnicos está sujeta a los poderes dominantes en las telecomunicaciones, cuyo poder desmedido impide la entrada de nuevos competidores y a los que existen les hace la vida imposible.

Persiste hasta nuestros días, un elemento que condiciona y distorsiona la relación de los medios con el gobierno que es la discrecionalidad política en la toma de decisiones en materia de refrendo y otorgamiento de concesiones en el ámbito de las telecomunicaciones. Es ésta una de las razones fundamentales por las cuales en México no se despliega a plenitud un derecho fundamental como la libertad de expresión.

Asuntos que deberían resolverse con la mayor certidumbre jurídica, en materia de plazos, planes de cobertura, plan de negocios y de inversión, terminan siendo asuntos de decisión política y no de las áreas técnicas en la materia. Es el caso de las concesiones que en la banda de 2.5 GHz tienen varios operadores en el país del que MVS Comunicaciones posee la mayoría de ellas.

No obstante haber desahogado todos los requerimientos técnicos en materia de competencia, y de la opinión favorable de algunos comisionados de la Cofetel, de la opinión favorable de la Cofeco, y de tener a la espera –con riesgo de perderlas– cantidades millonarias de inversionistas nacionales y extranjeros a pesar de tener todo en regla y un mercado demandante.

Inexplicablemente, la decisión se ha retrasado por cinco años. Teniendo todo en regla, no hay razón técnica, jurídica, ni económica, que hoy no esté satisfecha. La única razón que hoy impide a MVS Comunicaciones desplegar una red nacional de ancho de banda para Internet que compita con los grandes conglomerados es total y absolutamente política.

Se coloca como una espada de Damocles en la vieja tesis autoritaria de la zanahoria y el garrote: Te portas bien, te refrendo la concesión. Te portas mal, te la niego. Este es el ambiente de presión en el que se desenvuelve la relación no sólo de concesionarios con el gobierno, sino es el ambiente en el que se desenvuelve el trabajo y el desempeño de cientos de profesionales en su relación con las empresas de comunicación.

Esa es la batalla diaria. En la medida en que los comunicadores y los empresarios batallan frente al gobierno, las audiencias ganan o pierden información. Lo más grotesco y paradójico es que los únicos beneficiados de esta herencia del viejo régimen son los grandes monopolios que ahora son capaces de mantener este diseño para evitar nuevos competidores.

Y aquí aparece de nueva cuenta la enorme responsabilidad de un poder legislativo que ha preferido el mantenimiento de reglas no escritas en lugar de una legislación moderna que de certidumbre jurídica a los empresarios, que tutele los derechos de los periodistas y garantice el acceso a la información de todos los ciudadanos.

Agradezco desde aquí el debate y los pronunciamientos que desde el Congreso se hicieron ayer por parte de los legisladores sobre el caso de nuestra despedida del noticiario; sin embargo, no sirve mucho a la democratización de los medios de comunicación condenar la censura por un hecho como este, al mismo tiempo que se coexiste con leyes que podrían y deberían ser modificadas en beneficio de toda la población y no de unos cuantos.

Sobre este ambiente de presión del gobierno hacia algunas empresas de comunicación actúa un fenómeno aún más grave que el antiguo control estatal sobre los medios. Se trata del debilitamiento del Estado y de sus instituciones por virtud de una supeditación política que parte desde el presidente de la República, atraviesa las Cámaras, amplias franjas del Poder Judicial, órganos reguladores a manos de nuevos poderes informales o fácticos que han logrado imponer su lógica de chantaje e intimidación, que los ha llevado a niveles de audacia y en un cálculo de poder, para sustituir –por lo menos parcialmente– a poderes de la República.

Ahí está, por ejemplo, una tele-bancada en el Congreso, algunos sujetos reguladores capturadas por sus regulados. Como nunca en la historia del Estado mexicano se han dejado crecer a estos poderes en México, que han llegado al punto, a la osadía, diría yo, de querer también apropiarse de la propia presidencia de la República. De otra manera no se explicaría la multimillonaria inversión que han hecho de construirle una candidatura presidencial al gobernador mexiquense.

El trasfondo de lo sucedido en nuestro caso y que ha generado todas estas reacciones tiene que ver, precisamente, con este clima. Por esa razón es que una empresa decide, en sentido contrario a sus intereses, cancelar en el momento de mayor expansión, de mayor prestigio, de mayor influencia, un espacio de información crítica, de debate y opinión, que ha sido valorado por anunciantes y audiencias. Por eso toma una decisión suicida.

Como tantas obras ésta es una empresa sometida indebidamente a una presión incompatible con un régimen democrático y de Estado de Derecho. Mientras no cambiemos las estructuras que están en la base de esta relación insana, los espacios con influencia crítica se ven permanentemente hostilizados y en su conjunto los medios de comunicación terminan por estandarizar o uniformar sus coberturas informativas. Se achata la libre opinión, se merma el debate y se inhibe la conducta crítica. Eso daña seriamente la democracia y, por supuesto, los derechos fundamentales de las y los ciudadanos de este país.

¿Y bueno, me dirán, ahora que hacemos con lo sucedido? Aceptamos lo sucedido, que no le viene bien a nadie, u optamos por la ética de la responsabilidad y buscamos un camino? Sin claudicar pero sin exigir que el otro se arrodille.

Joaquín Vargas sabe perfectamente que yo no infringí ningún código de ética, sabe lo que sucedió, sabe que fue una coartada, sabe, porque las sufre todos los días, de las razones verdaderas que están detrás de la decisión que está a punto de costarnos la cabeza, y digo a punto porque voy a plantearle una salida, digna, decorosa e inteligente. Ya sabrá si la toma.

Joaquín sabe como pocos de lo que yo estoy hablando. Le digo a MVS que no le demos el gusto a los que saborean este fracaso.

Lo sucedido entre el viernes y el fin de semana entre Los Pinos, nuestras oficinas, no sé si también otras –La Destilería y el Meridien–, es algo que no se merece nadie, que nos daña a todos, y que para lo único que va a servir es para el desahogo absurdo de un berrinche presidencial y para beneplácito de los que prefieren que nadie compita, que nadie cuestione o que se cuestione poquito.

No se lo merece un grupo de profesionales que estaba haciendo su trabajo que se ve brutalmente interrumpido. No se lo merecen, por supuesto las audiencias, no se lo merece la familia Vargas porque han sido colocados en una disyuntiva perversa en donde tienen que calibrar como grupo empresarial qué les cuesta más frente al gobierno y poderes que lo presionan: si la cabeza de Aristegui o la banda de los 2.5 gigahertz. No se lo merece el país.

La Asociación Mexicana de Derecho a la Información, a la que pertenezco y que preside el maestro Raúl Trejo Delarbre ha dicho que la salida nuestra del aire es una pésima noticia para la sociedad mexicana. La decisión tomada es desafortunada para todos. “Pierde MVS, cuya independencia editorial queda en entredicho debido a la suspensión de este espacio; pierde la periodista y su amplia audiencia. Pierde la Presidencia de la República, de donde surgieron las exigencias para que Carmen Aristegui se disculpara por el comentario que hizo el viernes 4 de febrero”.

AMEDI exigió a la Presidencia “que con hechos, y específicamente en este caso, garantice el derecho a la libertad de expresión, así como el derecho de los ciudadanos a la información”.

Solicitó a MVS “que reconsidere el despido de Aristegui”. Y es exactamente lo mismo que solicito yo a ellos ahora desde aquí.

El país no está más para seguir perdiendo los espacios que hemos ganado; el país no está para que se nos sigan regateando los derechos que nos pertenecen. México atraviesa por un momento crítico, el nivel de descomposición, de violencia y de debilitamiento institucional es profundamente grave… como para quedarse parado… No nos puede ganar el pasmo cuando el futuro de México se ha ensombrecido. Nos necesitamos informados, en alerta, críticos, no nos podemos dar el lujo de tirar por la borda lo ganado ¿A cuenta de que lo justificaríamos?

Nuestra transición democrática ha adquirido un cariz trágico. Los niveles de violencia, de descomposición y de degradación de la vida pública están llegando a niveles de escándalo. La clase política mexicana, que no ha estado a la altura de los retos y desafíos nacionales, parece no darse cuenta del avance de estos nuevos fenómenos de poder que la han carcomido y debilitado como nunca antes. ¿Dejamos que sigan avanzando sin contraponer una fuerza social que, por lo menos los identifique, los discuta y los analice?

¿Nos quedamos a la sombra de políticos sometidos a intereses particulares porque antes que gobernar bien, hay que salir en la tele… o de gobernantes timoratos e irresponsables que lejos de atemperar concentraciones monopólicas, las han hecho crecer más creando monstruos de poder que los tienen sometidos y frente a los cuales no se atreven a dar ni un paso?

Esta mañana hago un llamado para revertir los efectos de este hecho ominoso. Yo tiendo la mano y escucho a los que están en la calle y me dicen “tienes que regresar”. Estoy dispuesta a regresar al aire este próximo lunes (14 de febrero), siempre y cuando se cumpla una condición básica y única: Que MVS anuncie que retira de forma oficial el comunicado emitido junto con mi salida en el cual afirma falsamente que “transgredí nuestro código de ética y que promoví la difusión de rumores como noticias”.

Como consecuencia de ello, pido que se publique otro comunicado oficial de la empresa en donde la valoración sobre mi integridad ética que pretendieron dejar en entredicho quede resarcida.

Si MVS acepta hacerlo, se reconocerá tácitamente la naturaleza real de lo sucedido. Eso sería suficiente.

Joaquín lo sabe muy bien. Mi integridad profesional y ética nunca estuvo en entredicho realmente, que fue una coartada para tomar una decisión que le imponían, que el verdadero problema está en otro lado. Regresemos al aire y quedará evidenciado.

La Presidencia tendrá que hacer una valoración de lo sucedido. Serenamente. Sin odios. Con la seriedad que implica tomar decisiones a nombre de los otros, y aceptando, aunque no agrade, que los ciudadanos y los periodistas tenemos derecho a preguntar, inquirir y criticar sobre lo que juzguemos pertinente.

Estoy aquí para hacer este llamado, para revertir un hecho ominoso como el que sucedió, de manera digna, decorosa e inteligente, apostando por la verdad pero sin romper lo construido.

Mi estimado amigo Jorge Ramos escribió un texto magnífico que tituló “El derecho a preguntar”, recordaba ahí a la maestra Oriana Fallacci quien decía que no debía existir ninguna pregunta prohibida. Todo se puede preguntar, con mayor razón si se trata de preguntarle a gente con poder.

Jorge contaba también de una entrevista realizada al presidente Vicente Fox, había interrogantes en el ambiente de por qué aparecía desanimado, sin ímpetu, sin grandes propuestas. El periodista le preguntó al mandatario, sin alimentar rumores: “¿Toma Prozac?” Fox miró al periodista y contestó simplemente: “No”. Por supuesto no le gustó la pregunta, pero la contestó. Tal como escribió Ramos: No hay pregunta prohibida. No hay pregunta tonta. Y cuando surge la oportunidad hay que hacerla, aunque sea la última vez.

A partir de aquí cierro mi comentario, no agregaría más porque el planteamiento está formulado y lo que resta es esperar la respuesta…

Gracias a todos y buenos días.

(Tomado de proceso.com, 10/II/11).