miércoles, 16 de febrero de 2011

PORTADA

EDITORIAL: El arco del triunfo

Vivimos una época vulgar. Puede parecer una paradoja en este tercer milenio de ciencia y tecnología, pero así es. Sufrimos tiempos anodinos en los que en las esferas de poder se asientan mediocres que, para evitar ser desplazados, se rodean de mediocres aún mayores. Es por ello que cuando sucede el relevo, el nivel intelectual, mínimo de por sí, se resiente aún más. Sólo así se entiende que la demagogia parasite la política actual con una virulencia cada vez más intensa. El Cártel de “El Barbas”, a más de un año de haber tomado posesión del poder en el municipio, se muestra cada vez más agresivo y violento: del discurso inicial de humildad y de amor y servicio al prójimo, ha pasado a su fase criminal de elevar precios y tarifas de los servicios que ofrece la autollamada autoridad municipal a los usuarios que, por casualidad, somos todos los ciudadanos. Asimismo, se viene una ola represiva en función de la profundización de la crisis económica y del desgarramiento del tejido social. Por lo pronto, ya tuvieron a bien anunciar que a) los recibos de agua experimentarán un incremento mínimo (según ellos), pero que, vendrá a mermar aun más los bolsillos de los de siempre; b) se reforzarán los operativos “de seguridad” con motivo de las ya próximas fiestas navideñas; así que, las extorsiones a los motociclistas por no portar casco, o a los que sean sorprendidos con bebidas alcohólicas en la vía pública, o a los que tengan facha de sospechosos, serán multados y/o enviados a los separos policiacos, a menos que suelten una suma de dinero que les restituya su calidad de “ciudadanos respetuosos de la legalidad”; c) la obra pública seguirá en su actual etapa, es decir, semiestancada, mientras se mantienen en desarrollo y planeación proyectos millonarios para marear al respetable con aquello de que se van a hacer inversiones cuantiosas para la prolongación y trazo de avenidas y bulevares que ayuden a desfogar el creciente tráfico vial; d) los índices de criminalidad se mantendrán en su actual espiral ascendente: de los robos y asaltos ya se ha brincado a los niveles propios de las zonas con alta actividad industrial y comercial, es decir, pandillerismo, secuestros, balaceras, encobijados y encajuelados. Sin embargo, la realidad supera cualquier pronóstico optimista: después de un año de aprendizaje de los entresijos de la función pública, los miembros del Cártel se aprestan a dar el salto final: aprovecharán el puesto que tienen para buscar seguir viviendo del erario. No es gratuito el escandalillo en que se metieron los principales miembros del Cártel del barbado jefe en su reciente apoyo de precampaña electoral al yunqueto Miguel Márquez en la llamada “reunión de amigos”. Ello es así, porque en algún lugar de la prepotencia, en el territorio inhóspito de la heroica República del Gandallismo, cuyo centro de operaciones es el despacho del propio jefe barbado del Cártel que hoy lleva las riendas del negocio municipal denominado San Francisco, S. A., en ese que pululan los energúmenos infrahumanos que investidos de cinismo se pasan las leyes bajo el Arco del Triunfo, se van forjando candidaturas, programas electoreros y apoyos económicos por debajo de la mesa a quienes desde ya han sido cobijados por el dedazo de Monseñor Juan Manuel Oliva. Pero nada es para siempre. Los héroes de hoy serán los villanos de mañana: por sus mentiras, por su tendencia a la transa y a la trácala a expensas del contribuyente, por sus políticas devastadoras y deleznables. Y la gloria excelsa de los héroes que hoy victoriosos desfilan ante la aclamación de sus apologistas –Jesús Zamora, por ejemplo, ya prepara una nueva revisión sobre la historia de San Francisco, en la que propone que la administración 2009-2012, es la que mayores logros ha obtenido en los rubros de educación, cultura, cobertura del sector salud y abatimiento de la pobreza– ha devenido en un eufemismo que describe una vulgar costumbre de la clase política que ejerce el atributo auto-conferido de burlar las leyes. Ungidos con la impunidad, esta elite aborrecible posterga, elude y burla las leyes. Hoy por hoy, el Cártel de “El Barbas” se muestra al desnudo: los políticos que manejan la empresa San Francisco, S. A., conforman la parte siniestra de la condición humana que ha derrotado a los afanes sublimes, y ahora, lo que alguna vez representó el agradecimiento y la honra del pueblo se interpreta como una vulgar costumbre de eludir las leyes y pitorrearse de ellas. Dicen los que saben, que la teoría y la práctica están separadas por un rango sinuoso y ambiguo, que en ese lapso esquivo deambulan ansias perniciosas y ambiciones perversas, que por eso, en el trayecto del pensamiento a la acción suelen distorsionarse los ideales y que es ahí donde se derrumban las utopías: el caso del contralor municipal, el denominado “tapadera del jefe Barbas”, es el caso más evidente: un individuo cuya estatura moral va en sentido inverso a su corpulencia, sujeto arribista y ladino que hizo hasta lo imposible por llegar al puesto que ocupa con la ayuda de la “oposición seria y responsable” priista, que, en los hechos, fueron chamaqueados por la zalamería y rastrerismo de este maquiavélico personaje. Y en eso consiste la estrategia del sistema capitalista: preservar su dominación en una situación de consenso de las clases oprimidas y explotadas, que simplemente son espectadoras de los juegos perversos de quienes detentan el poder. El consenso de los explotados (que Gramsci llama fase hegemónica del capitalismo) facilita el aumento de la rentabilidad del capital y reduce los costos políticos de la opresión. Para lograr el consenso, el capitalismo cuenta con sus “aparatos ideológicos”: las elites políticas y eclesiásticas, el sistema educativo, los “especialistas” de todo tipo (economistas, juristas, académicos, “politólogos”, sociólogos, historiadores, filósofos, periodistas y los medios masivos de comunicación que vehiculizan, como información, seudoanálisis, debates, entretenimientos, etc., las distintas variantes de la ideología de las clases dominantes).

(Basado en Laura M. López Murillo, argenpress, octubre 18 y 26, 2010; Iñaki Lekuona, gara, 25/X/10; Alejandro Teitelbaum, argenpress, 29/X/10).

Siempre se ha dicho que la sonrisa es lo que diferencia al ser humano de los demás seres vivos. Pero teniendo en cuenta que cada día menos gente tiene motivos para sonreír, es posible que ahora el mayor rasgo que nos diferencie de los demás animales, sea la capacidad del ser humano para sumir en la pobreza a sus congéneres de forma totalmente cruel, irracional e innecesaria. Lo cual hace paradójicamente “más humanos” al resto de los seres vivos.

Es nuestra obligación individualizar la codicia que lastra a esta sociedad, ponerle nombre, apellidos y rostro. Es nuestra obligación hacer que la codicia deje de ser anónima para que la sociedad pueda ser, algún día, de todos.

(Texto de Víctor J. Sanz, rebelión, 19/X/10).

EDITORIAL: Los invisibles

Los invisibles no son superhéroes, ni supervillanos, ni super nada, en todo caso son superpobres. Son los invisibles. Son los más desfavorecidos y además los más perjudicados de una sociedad basada casi exclusivamente en una infame y cruel estructura de ambición y codicia. Este modelo de sociedad genera, en su imparable proceso de creación y concentración irracional de riqueza, un molesto residuo denominado pobres. Para evitar las insoportables molestias que produce ver o tener pobres cerca, la sociedad de la codicia ha ideado un plan estratégico y logístico extraordinariamente eficaz. La clave es bien sencilla: la distancia. Partiendo de la inevitabilidad del residuo pobres, la sociedad de la codicia genera tales residuos en lugares lo más alejados posible de sus ciudades santas. Así, siguiendo la fórmula: “a mayor distancia, mayor pobreza” el sistema ha procurado durante decenios alejar de sí el molesto residuo pobres, llegando a crear grandes, gigantescos contenedores de pobres en territorios tan alejados y poco sospechosos de codicia como la casi totalidad de África, extensas zonas de Centroamérica y Sudamérica, y extensas zonas de Asia. Es tan eficiente el sistema, que la pobreza se ha convertido en seña de identidad de los citados territorios.

Los pobres son molestos para el sistema capitalista porque muestran su miseria (la del sistema) mostrando la suya (la de los pobres). La miseria es el combustible principal de que se vale la sociedad de la codicia. A mayor número de pobres, mayor generación de riqueza. A mayor nivel general de pobreza, mayor concentración de la riqueza. Los economistas modernos llaman a este fenómeno “eficiencia de los recursos”, o también, “ajuste de mercado”.

EDITORIAL: Ella y él

Apenas unos minutos después de haber inaugurado la capilla ardiente, Cristina acariciaba el féretro como se acaricia una camisa. Ya la separaban de su esposo las infinitas distancias que imponen los féretros cerrados. Al mismo tiempo, esa distancia indicaba que ellos, la esposa y los hijos, ya habían elegido una despedida anterior, íntima y secreta, preservada de lo público, a lo que ellos dedicaron sus vidas.

Los dedos de uñas largas y pintadas con laca blanca de ella recorrían la madera como si fuera el cuello de una camisa, como una forma quizá de resistencia a esa brutal distancia que era y será tan abismal durante el duelo. En el duelo acaso descubra, sobre todo tratándose de una pareja como ésa, que la distancia es negociable. Que la distancia entre el que se fue y el que se queda se sigue discutiendo entre los dos durante mucho tiempo. Que hay una energía psíquica que vence a la materia. Que hay compañía mutua. Que no está sola y tampoco de él.

El lustre no parecía suficiente. Había una arruga en la bandera. Ella tenía los ojos tapados por los anteojos negros, pero su media cara dejaba ver la oscilación entre la fortaleza y el escalofrío. Las flores estaban desordenadas. Un rosario estaba a punto de caerse. Una carta muy especial fue guardada debajo de la bandera. Ella se ocupó de todo eso, anfitriona de la despedida.

Acariciaba la mano de su hijo Máximo, pasaba las manos por el pelo de su hija Florencia. Cada tanto. Pero estaba inaugurando esa escena primera y final de su vida. Estaba presidiendo la capilla ardiente por la que durante horas y horas y horas vería pasar en llanto a los que la sostendrán y ella y él sostuvieron. Replicó miles de veces en el día y la noche interminables el gesto de tocarse el corazón y enviárselo a la gente.

Ese gesto contenía otro mucho más profundo. El había entregado su corazón casi literalmente. O por qué estaba ella ahí, despidiéndolo tan joven. En la despedida a Néstor hubo eso, sobró eso, corazón. La infinita fila de ciudadanos que pasaron por allí iban expresando, cada cual a su modo, su temple, su pericia para explotar de pena, qué le agradecen. En casi todos los casos, algo que les fue devuelto, lo hubieran o no tenido antes.

Esto no se inventa ni se falsifica. El amor de un pueblo por su líder no se fabrica ni se prostituye. Su degradación lo vuelve instantáneamente otra cosa. Mientras es amor, mientras se mantiene en su fase de amor, con conciencia y memoria, es en realidad el máximo lugar al que puede llegar alguien con vocación política, y adonde llegan tan pocos: al corazón de su pueblo. A Néstor esa victoria ya le pertenece.

La gente pasaba y lloraba y gritaba. Ella parecía reconocer a los que iban pasando, esas caras destratadas de viejos y viejas de barrios populares, esos chicos y chicas, militantes de ojos hinchados, los trabajadores que ofrecían sus cascos o sus camisetas. Ella los reconocía como él lo hubiera hecho porque ése es su paisaje, el de la política de Estado que nunca abandonó su trabajo territorial. En muchos casos, de esa fila salían testimonios que ayudaban a entender que mucha de esa gente es la nueva ciudadanía. En estos años hubo condiciones propicias para darla a luz. Ese es uno de los mayores logros del proyecto de los dos: más y cada vez más ciudadanos.

Ella a veces los calmaba a ellos. De pronto, una chica muy joven rompía en llanto y ella, la Presidenta y la viuda, la que iba siendo nombrada candidata y conductora, se paraba, se acercaba, la consolaba. La consoló a Hebe. Pudieron leerse sus labios: “No hay que llorar”, le dijo. Hizo lo mismo con Lula: lo desacongojó sacándole una pelusa del saco. Ella ya era la madre. Era la Presidenta y la viuda, pero se volvía madre a medida que pasaban las horas.

Cristina hacía esa noche, casi sin moverse y hablando muy poco, un viraje profundo de su propio rol. Necesitará tiempo para acomodar las partes, pero parece preparada para aceptar el reto, la responsabilidad. Hasta ahora su femineidad fue otra, la de la esposa con agallas propias pero también la depositaria de la admiración y la seguridad que él le irradiaba. Han sido una pareja de extraña y curiosa completud.

Un video los mostraba estos días muy jóvenes, en La Plata, él haciéndole cuernitos y ella simulando no darse cuenta para retarlo. El flaco, con anteojos setentistas, y ella con el pelo largo hasta la cintura. Han compartido en más de tres décadas sus vidas mucho más de lo que habitualmente las comparten los esposos. La mirada nublada y protectora de su hijo Máximo dio larga cuenta de los lazos fuertes que, como hasta ahora, siguen siendo de amor y políticos.

Ella mantuvo todo el tiempo la oscilación entre la entereza y el escalofrío, pero quién duda que estará bien dispuesta a continuar con el trabajo, que es mucho. No lo hará sola de Néstor, porque inevitablemente seguirán haciendo juntos muchas cosas a la vez.

(Texto de Sandra Russo, página 12, 30/X/10).

EDITORIAL: Europa no recibe

¡Qué extraña y triste mueca la de esa Europa sin memoria, la de ese común conglomerado de poses y apetitos, hoy empeñada en desandar su historia, en negarse hasta la náusea en aquella virtud en la que, si aún fuera generosa, debería asentar su razón y su respeto, cuando los horizontes se echaban a la espalda y la punta de la bota era el camino!

¡Qué amargo y vano olvido el de esa Europa que, así fuera el hambre que empujara la mano o la ambición que sostuviera el puño, rompió amarras un día y puso rumbo al sur, siguió el curso del sol hasta encontrarse de nuevo con la noche mientras fundaba el este y el oeste, y ya hastiada de andar, señora a veces, casi siempre golfa, ha terminado anclando espantos y miserias en el mismo corazón de su virtud!

¡Qué sórdida palabra que no dice, qué abrazo que no une, qué beso que no besa!

Bien temprano hubo ingleses surcando las aguas del Caribe, en un trasiego armado de alborotos, acarreando esclavos y devengando haciendas, honrando piratas como corsarios devenidos en sires, desde el lago Ontario hasta la Patagonia, a lomos de elefantes en la India, de la mano del opio en el mar de la China, en las antiguas Egipto y Palestina, en los llanos de Australia, en el África austral, en la vecina Irlanda.

Eran franceses los que entraron en Quebec, pisaron Martinica, durmieron en Haití y despertaron en Guyana, los que hablaron francés en Mauritania y fumaron hachís en Marrakech, los mismos que llegaron a Argelia y acamparon en Chad, Costa de Marfil, Túnez, Senegal, Madagascar… y volvieron a amar en Indochina y a quienes todavía maldicen en Vietnam. Ni siquiera para defenderse les bastó la Polinesia, y aún se empeñan en seguir viendo franceses cuando miran a un corso, a un vasco o a un bretón.

Y fueron españoles los que hicieron Primada a La Española, ascendieron al Cuzco, cuando América valía un Potosí, bajaron a Santiago, nominaron Caracas, La Habana, Buenos Aires, recorrieron Centroamérica y Colombia, a vueltas por las dunas del Sahara, de Nápoles a Flandes, hasta las Filipinas, en un imperio en el que no se ponía el sol, e insisten en contar como españoles a gallegos, catalanes y vascos.

Y también portugueses deambulando el negro meridiano, de gira por Angola, de Madagascar a Mozambique, de Mindanao a Singapur, de Sao Paulo al Amazonas. Y holandeses a bordo de reales empresas surcando ajenos mares desde las Antillas hasta Sudáfrica, pasando por Formosa, Malasia o Indonesia. Y belgas que hicieron belga al Congo. Alemanes en Ruanda, Namibia, Tanzania, Camerún, Burundi, Togo…Italianos en Libia, Somalia, Eritrea… Y rusos, suecos, europeos…

Hasta que no quedó una sola costura en el mundo que no padeciera el despojo europeo, nada en ese bautizado “tercer mundo” que conservara su propia identidad; hasta que, como escribiera Neruda, “los garrotazos fueron argumentos tan poderosos que los indios vivos se convirtieron en cristianos muertos”. Porque Europa tenía que trazar nuevas rutas comerciales para sus productos y expandir sus mercados y multiplicar sus beneficios; porque Europa tenía que “hacer las Américas” e imponer sus lenguas y culturas, y convertir sus expolios en moneda de cambio, y trazar nuevas fronteras y saquear viejos recursos, no importa el exterminio, la segregación, la esclavitud, la miseria que todavía perdura y reclama justicia.

Pero esa Europa que nunca supo de puntos y de comas, que ha marcado su acento en todos los idiomas, la pertinaz viajera, la que avistó los polos y coronó todas las cumbres, la misma que anda a vueltas, también, por el espacio...esa Europa, hoy no recibe, hoy no quiere que nadie la perturbe y reitera la vieja cantaleta: más muros, más candados, más rejas. Hoy Europa no quiere emigrantes.

(Texto de Koldo Campos Sagaseta, rebelión, 31/X/10).

EDITORIAL: Dilma Rousseff

El triunfo de Dilma Rousseff frente al opositor José Serra en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales realizada en Brasil constituye un factor de estabilidad y continuidad para ese país y para el resto del subcontinente, en la medida en que augura la continuidad, por un cuatrienio, de las atinadas políticas económica, social y exterior desarrolladas durante los dos mandatos de Luiz Inacio Lula da Silva.

En materia social, Brasil ha logrado, en los pasados ocho años, reducir la pobreza y la desigualdad y ha experimentado un crecimiento sostenido de su clase media; en lo económico, la nación sudamericana consiguió superar la nefasta dependencia con respecto al Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, ha tenido un crecimiento sostenido y fue capaz de enfrentar, con un costo interno mínimo, la crisis mundial que se desencadenó a fines de 2008. En el ámbito internacional, Brasilia ha confirmado y consolidado su condición de potencia emergente, ha desarrollado vínculos políticos y sociales con otras naciones de esa misma categoría y ejerce, hoy en día, un liderazgo regional indiscutido que, en buena medida, es contrapeso a los nunca superados afanes injerencistas de Estados Unidos en América Latina.

Para la región, la ratificación en las urnas del proyecto gubernamental brasileño es un factor de alivio, en la medida en que el campo de la integración soberana y progresista de América Latina acaba de perder a una de sus figuras políticas fundamentales –la del ex presidente argentino Néstor Kirchner– y se ha visto debilitado por el reciente triunfo de la derecha en Chile.

Por lo que hace a México, la presidencia de Lula y el proceso de sucesión presidencial en curso en Brasil constituyen una conciencia dolorosa de lo que se puede lograr y de lo no se ha hecho en el país, agobiado por el empecinamiento gubernamental en una política económica depredadora, en medidas que ahondan la desigualdad, en actitudes de gobierno que ignoran al conjunto de la población y en una constante abdicación al ejercicio de la soberanía nacional y una supeditación creciente a Estados Unidos y Europa occidental.

(Editorial de La Jornada, 1/XI/10).

EDITORIAL: Los esperpentos vienen marchando

Aquellos gobernantes a quienes los dioses quieren destruir primero los abruman con una crisis, luego los inducen a prometer a los sufrientes una cura radical y efectiva para los males de la época y finalmente los maldicen para que sus políticas sean tibias y ambivalentes. Obama fue víctima de esos dioses viciosos y vengativos que decidieron propinarle una paliza ejemplar en las elecciones del pasado 2 de noviembre, perdiendo el control de la Cámara de Representantes, varias gubernaturas y reduciendo al mínimo la mayoría que los demócratas aún conservan en el Senado.

Más grave aún, resolvieron también abrir de par en par las puertas del desván donde se agitaban, furiosos e impacientes, los peores esperpentos de la sociedad estadunidense, varios de ellos ahora catapultados al Senado o la Cámara, gracias al voto de una opinión pública crecientemente imbecilizada por la paciente labor de los grandes medios de confusión de masas, que hace rato vienen trabajando para convertir a gran parte de la población estadunidense en esos “gorilas amaestrados” de los que hablaba el teórico marxista italiano Antonio Gramsci. Gracias a todo esto, el público de Estados Unidos ha aceptado como válidas y razonables, afirmaciones que habrían provocado la incredulidad o la hilaridad de los pueblos más atrasados y supersticiosos de la Europa medieval.

¿Quién es el responsable de esta deplorable situación? Por supuesto, ella obedece a tendencias estructurales y de larga duración que han venido afectando a la sociedad estadunidense. Por algo en el pasado se eligió a un Reagan o a un Bush Junior. Pero en lo inmediato la responsabilidad recae sobre la presidencia de Obama y las incurables limitaciones ideológicas del “progresismo”. Si en Italia éste abrió las puertas a un personaje tragicómico como Berlusconi, y en Francia a Sarkozy, en Estados Unidos la tercera vía de Bill Clinton y la hueca fraseología reformista de Obama (recuerden el “sí, nosotros podemos”) y su absolutamente predecible fracaso tuvieron como resultado correr violentamente el péndulo político hacia la extrema derecha. Es que ¿cómo se podría haber enfrentado eficazmente la crisis con un equipo de asesores económicos comandado por Robert Rubin y Larry Summers, mentores ellos mismos de la completa desregulación de los mercados financieros durante su gestión como sucesivos secretarios del Tesoro de Clinton y CEO y operadores de las grandes firmas de especuladores radicadas en Wall Street?

La respuesta que dio la Casa Blanca ante la crisis sólo sirvió para el salvamento de los grandes oligopolios, dejando librados a su suerte a millones de estadunidenses. ¿Cómo no iban a reaccionar con desesperación al sentirse olvidados por su gobierno? ¿Cómo no iban a arrojarse a los brazos de esa pandilla de delirantes sobrevivientes del Mesozoico, que promete el paraíso en la tierra estadunidense masacrando hispanos y asiáticos, castrando onanistas, persiguiendo homosexuales y exaltando las virtudes republicanas de la abstención sexual? ¿Por qué, ante un gobierno confuso y contradictorio, no iban a reclamar el fin del “socialismo” de Obama y la vuelta a la edad de oro de la libertad de mercados?

En menos de dos años la tan exaltada obamamanía quedó reducida a añicos. Sus tímidos amagos reformistas quedaron en eso: la reforma financiera, supuestamente destinada a regular las transas y los crímenes de “cuello blanco” de los piratas de Wall Street, no conformó a nadie: demasiado débil y demasiado tarde, al igual que la reforma del sistema de salud. Nadie le pedía a Obama construir el socialismo; pero fue una ingenuidad pretender resolver la crisis capitalista sin estar dispuesto a liquidar a algunos grandes capitalistas. En lugar de eso consensuó las medidas para “salir de la crisis” con ellos, y así le fue. Y para colmo se confundió al pensar que las “redes sociales” (Facebook, Twitter, etcétera) serían instrumentos idóneos para construir poder político y dar batalla a sus circunstanciales enemigos. Podían, y pueden, cristalizar el humor momentáneo de grandes masas y convocarlas a una gran manifestación pública. Pero para combatir a los capitalistas se necesita bastante más que eso. Y Obama no lo tiene.

(Texto de Atilio A. Boron, página 12, 4/XI/10).

EDITORIAL: Ratzinger en España: visita desastrosa












En su visita a España, que terminó el 7 de noviembre, el papa Benedicto XVI, lejos de fortalecer la institucionalidad católica en ese país, dejó una estela de incordias que expresan, de manera fehaciente, el choque entre las realidades de la Europa moderna y un papado que se atrinchera en el dogmatismo medieval, en un autoritarismo repelente al desarrollo de las sociedades y en la hipocresía.

Desde antes de pisar suelo español, el pontífice lanzó una crítica sin pertinencia ni fundamentos al país anfitrión. Dijo a los periodistas que lo acompañaron en el vuelo de Roma a Santiago de Compostela que en España impera un “fuerte laicismo, un anticlericalismo y un secularismo muy fuerte y agresivo... como experimentamos en los años 30”, en referencia al carácter laico de la Segunda República Española. El señalamiento es injusto, porque el Estado español, aun en contravención de su carácter “aconfesional”, subsidia a la Iglesia católica local con más de 8 mil millones de dólares anuales y le otorga una condición de paraíso fiscal; es provocador, además, por cuanto obliga a recordar el condenable respaldo del alto clero español al alzamiento fascista que acabó con la República e instauró la dictadura franquista y a evocar, por añadidura, que esa rebelión militar contó con el intenso apoyo del Tercer Reich, en el que el propio Ratzinger fue integrante de las juventudes hitlerianas.

A ese dislate inicial debe agregarse el conjunto de posturas cavernarias mantenidas por el papado ante temas como los derechos reproductivos, las conquistas logradas por las mujeres durante el pasado siglo, así como las luchas de las minorías sexuales por remontar la discriminación, la homofobia y los prejuicios.

Si se tienen en cuenta esos antecedentes, no sorprende que Joseph Ratzinger haya sido recibido con frialdad en Barcelona, adonde acudió a consagrar el templo de La Sagrada Familia como basílica menor, y con manifestaciones de repudio en Madrid, donde se entrevistó con Juan Carlos de Borbón y con el presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.

A su llegada a Santiago, Benedicto XVI retomó el exhorto a Europa, emitido en esa misma ciudad hace dos décadas por su antecesor, Juan Pablo II, en el sentido de que “redescubra sus raíces cristianas”. Pero allí donde el difunto pontífice polaco congregaba a millones de fieles, el papa alemán no logró reunir más que a decenas de miles, y el dato habla del declive, al parecer indetenible, del liderazgo papal en el viejo continente y, en general, en el mundo.

El motivo de esa declinación está a la vista: sin contar con el carisma de Karol Wojtyla, Joseph Ratzinger prefiere colisionar con el mundo en lugar de comprenderlo; las sociedades desarrolladas contemporáneas, diversas y plurales, no se dejan reducir a la condición de feligresías, pero el integrismo vaticano no está dispuesto a dialogar con la gente: pretende, por el contrario, imponerle mandamientos que han de ser acatados en forma incondicional. Para colmo, en años recientes la autoridad moral del Vaticano se ha visto gravemente socavada por las muestras de complicidad para con los sacerdotes que agreden sexualmente a menores en diversos continentes y por la sospecha generalizada de que las redes de encubrimiento de tales delincuentes trascienden los obispados y arzobispados locales y llegan hasta Roma.

Semejante regresión no es una buena noticia. En el atribulado escenario internacional de nuestros días, la máxima dirigencia mundial del catolicismo tendría que desempeñar una función orientadora, esclarecedora y constructiva. Que el Vaticano y los altos mandos clericales de los países preponderantemente católicos opten por atrincherarse en posturas reaccionarias contra el laicismo institucional, contra los derechos de las mujeres, contra la educación sexual, contra las conquistas legales de gays, lesbianas, bisexuales y transgéneros y hasta contra las campañas de salud pública de prevención del sida, margina a la propia Iglesia católica y con ello se generan vacíos que pueden ser colmados por las diversas confesiones protestantes, por el Islam y por otras orientaciones religiosas históricas, pero que también son aprovechados por negocios disfrazados de religiones o por sectas que destruyen a sus seguidores.

A juzgar por sus antecedentes, Ratzinger no cambiará. Cabe esperar que su sucesor sea capaz de emprender la modernización y la apertura que los fieles católicos esperan de su Iglesia, y que ésta pueda encontrar en el mundo una función civilizadora y congruente con los valores que predica.

(Editorial de La Jornada, 8/XI/10).

MUNICIPAL: Burocracias y burócratas

Antes se creía que la burocracia era una categoría ligada a papeles y oficinas, hoy se sabe que es una forma de pensamiento, un estilo de dirección y una actitud ante la vida. El burócrata que es un ser plano, cuadrado, monocromático, con frecuencia arbitrario, implacable con quien se aparta dla norma ritual, e incapaz de percibir los matices que adornan a las personas, lo enfoca todo desde una perspectiva administrativa. Cuando mira ve el bosque, no los árboles y de la gente capta a la multitud, jamás al individuo. A diferencia de los humanos normales que son seres inacabados, el burócrata es un tipo terminado, que nunca disfrutó una fantasía y agotó demasiado pronto la cuota de ternura a que todos tenemos derecho. Sin capacidad de abstracción, para él la flexibilidad es sinónimo de subversión. Los burócratas tienen poder aunque carecen de autoridad. Lo primero lo da el cargo, lo segundo el reconocimiento a que ellos ni siquiera aspiran, no lo necesitan, les basta el salario y la sonrisa del jefe. La sociedad no puede liberarse de los burócratas porque los necesita, aunque puede limitar su perniciosa influencia, restringiendo su campo de acción a los procesos repetitivos que requieren más formalidad que creatividad. Los burócratas como los parásitos, no se eliminan completamente, sino que su población se reduce a límites tolerables. Cuando una sociedad tiene más burócratas de los que puede asimilar, se enferma. Nadie debe subestimarlos, los burócratas, que no las burocracias, son eternos. Muchos intelectuales se han burlado de su estupidez y los han ridiculizado hasta la saciedad. Ninguno de aquellos prohombres permanece mientras, el mundo sigue poblado de burócratas, cada vez más dañinos. Pero no hay que ser injustos, el burócrata no es el diligente empleado de cualquier oficina de gobierno; burócrata es el que traslada sus prejuicios y sus creencias a áreas del quehacer social donde carecen de virtualidad, convirtiéndose en trabas, o lo que es peor, en prohibiciones reglamentadas. Una vez que el pensamiento y el modo de hacer burocrático se apoderan de una región de la realidad, no hay nada que reparar: la única manera de lidiar con la burocracia es acatarla y para extirparla tiene que ser de raíz, la poda no es aconsejable, rebrota con más beligerancia. Y la burocracia siempre tiene adeptos entre los suyos. Así, ¿cómo lidiar con esos parásitos mentirosos que, en su afán de agradar al delfín de Juan Manuel Oliva, Miguel Márquez, llegan al extremo de utilizar recursos públicos para asistir a eventos partidistas, como el besa-manos en que se convirtió el acto claramente proselitista y de precampaña electoral, del pasado 17 de octubre? ¿Cuál es la calidad moral de Jaime Verdín, quien, a la vista de todos, se comporta como un farsante vulgar al declarar a la prensa que “ya está harto de que lo persigan”, diciendo, sin ruborizarse, que él, como es “alcalde de tiempo completo”, “no puede saber cuándo va a tener que cambiar de asuntos públicos a privados o cuántas veces al día”? Y enfadado, reta a sus “perseguidores anónimos” a no ser “culebras”, y que hablen con la verdad: “para empezar, soy el primer alcalde que invita a gente de otros partidos políticos a viajar en la ‘unidad presidencial’; por ejemplo, han acudido lo mismo (sic) Samantha Dávalos que Israel Hermosillo a eventos en Guanajuato como fracción del PRI… Además, el viajar varios funcionarios en la unidad en lugar de llevar sólo al alcalde, habla de aprovechamiento óptimo, de no poner en circulación varias unidades por no desgastar, no contaminar y no aplicar gasolina de más –nosotros preguntamos: ¿y por qué no la usa de una vez como unidad de transporte o pesero para recoger al personal de Presidencia o de Servicios municipales?–… Yo pregunto –dice el alcalde–: ¿cuándo se han fijado que es de la bolsa personal del alcalde que sale el pago a gasto de gasolina para gastos de la presidenta y directora del DIF municipal en representaciones a Guanajuato o en territorio local?, ¿por qué mis ‘perseguidores anónimos’ no mandan fotografías a los medios de comunicación de las unidades personales o privadas de la familia Verdín Gómez, cuando son usadas para comisiones del DIF?”. Luego, vendría la ridícula exigencia del Comité Municipal del PRI pidiendo la destitución del Contralor municipal, personaje cercano a Jaime Verdín y que fue uno de los que acompañó a Miguel Márquez en la “comida de amigos”. Sin dar fundamentos jurídicos, el regidor Israel Hermosillo, obnubilado por la ira, declaró: “el Contralor perdió la equidad y transparencia. Su desempeño deja mucho que desear. Ni es priísta, ni dejó de serlo, dejó claro que no le interesa participar con el PRI, aunque los traidores existen en cada partido político”. El Contralor, por su parte, respondió a la bravata del PRI: “Yo no he traicionado a la población, ya que en todo momento me he apegado al juramento que realicé ante el pleno del Ayuntamiento y la ciudadanía, sería un traidor si yo hubiera aceptado ser un instrumento al servicio de intereses del partido tricolor, y haber hecho caso a las indicaciones de los regidores del PRI para golpear en todo momento a la actual administración, esa sí sería una falta de congruencia, pues nada abonaría al beneficio ciudadano… ¿Saben por qué están disgustados los priístas? Por no meter a Mauricio Murillo (presidente del PRI) en el puesto de participación social… Mauricio Murillo no tiene la preparación para el cargo, yo necesitaba gente para profesionalizar la Contraloría, pero Samantha Dávalos e Israel Hermosillo, descalificaron ese trabajo, pero sobre todo la regidora, insistió en que ella tenía el compromiso político-partidista de esa posición para Mauricio Murillo, así que ambos no se preocuparon por el trabajo efectivo y de resultados, sino por sus caprichos de favores políticos… La Contraloría Municipal es una dependencia técnica, no política, aquí no se trabaja por caprichos de cada regidor, aquí no se parte de conjeturas y suposiciones, hay que demostrar y comprobar con la ley en la mano; y ya que estamos desmarcados de la posición del PRI, pues la Contraloría Municipal trabajará a favor de la ciudadanía, y el Ayuntamiento, creo que hará lo pertinente, de ellos espero congruencia y su apego a derecho”. Un día después de haber vertido sus declaraciones, el Contralor declara que ha sido amenazado primero anda de hocicón y ahora chilla por que está en peligro su vida: “recibí llamadas y mensajes que amenazan mi vida y la de mi familia, por eso mi amigo Jaime Verdín me asignó un escolta que me sigue a cualquier lugar que vaya; ¿incluido el baño? Le preguntaron, ¡Ay, no! ¿Cómo crees?, contestó el payasete del Contralor”. En su columna periodística del domingo 24 de octubre, el regidor Hermosillo le espetó al “Contralor incómodo”: “Señor Contralor: ¿qué ha encontrado en las auditorías que ha realizado a la presente gestión municipal? ¿Dónde están los informes que por ley debe rendir ante el Ayuntamiento? ¿Y los módulos de atención, quejas y sugerencias que prometió para los ciudadanos? ¿Y el reglamento interno de la Contraloría en el que estaba trabajando? ¿Por qué cuenta con más personal del que le asignó el Ayuntamiento? ¿Y los resolutivos de sanciones a los directores de la Administración anterior, que supuestamente usted, incurrieron en irregularidades? ¿Por qué usa y permite que se usen los vehículos del Municipio de forma inadecuada? ¿Por qué realiza su trabajo como abogado privado en horarios de oficina?”. El Contralor, no le contestaría, al menos no de manera pública. Envuelto en el escándalo, este simpático personaje volvería a los pocos días, a las primeras planas de los diarios de la región: “He vuelto a recibir amenazas por medio de llamadas telefónicas y en mensajes enviados desde computadora o por otro celular… ya hay una denuncia ante el Ministerio Público por el delito de amenazas… He sido extrañamente vigilado. Me han ido a buscar hasta mi domicilio en la zona privada en la que vivo… Si voy a desayunar a lugares públicos, además de mi escolta o de quienes me acompañen, hay alguien más brincando de mesa en mesa… Pongo mi suerte en las manos de las autoridades y de la Divina Providencia”, dijo un atribulado ¿paranoico? Contralor. Pero las cuitas del primer panista del municipio no terminan ahí, en Seguridad Pública las cosas están al rojo vivo, máxime que ahora la propia autoridad municipal se ha convertido en persecutora de vehículos “chocolate”.

(Basado en Jorge Gómez Barata, argenpress, 3/XI/10; a.m., octubre 20, 21, 22, 23 y noviembre 4 y 12, 2010; El Heraldo de León, 22/X/10).

ESTATAL: El Frankenstein de Oliva

Gerardo Mosqueda Martínez no está muerto. Aunque el 19 de octubre presentó su renuncia como secretario de Gobierno en Guanajuato (y se queda sin cobijo del PAN estatal, del gobernador y del poder que tenía como funcionario) está decidido a moverle el tapete a Miguel Márquez, secretario de Desarrollo Social, delfín de Juan Manuel Oliva para la sucesión. ¿Y el secretario federal de Salud, José Ángel Córdova? De él dicen que solamente suena en Los Pinos. ¿Y en qué se basa Mosqueda, ese personaje maquiavélico, para creerse con tamaños? En lo siguiente: 1) Tiene todo el apoyo de El Yunque: se lo robó a Oliva; 2) José Espina, secretario general del CEN del PAN, ya le prometió –dice el propio Mosqueda– apoyo total; 3) Fernando Torres Graciano, líder del PAN estatal, fue rebasado: Mosqueda hace contacto directo con el panismo, aunque no es panista; 4) se presenta como opción no sólo del PAN, sino para otros partidos. Al gobernador Oliva se le advirtió que Mosqueda era perverso; se lo dijo la prensa local, a la cual el ahora ex secretario acosó hasta el cansancio; se lo dijeron panistas y funcionarios cercanos. Se aferró. Ahora su Frankenstein le da bofetadas. Gerardo Mosqueda quiere la renuncia de Miguel Márquez. Hábil, dijo hace unos días que él renunciaba “por coherencia y para transparentar al pie de la letra la precampaña”. Y ahora presiona para que Márquez sea coherente. El paso tres de Mosqueda es claro: brincarse a la dirigencia estatal del PAN y al gobernador, y cerrar con el CEN panista su candidatura. ¿Cómo? Con una encuesta a población abierta. Intenta vender la idea de que se mida la popularidad de él, de Miguel Márquez y de José Ángel Córdova, secretario federal de Salud. En una de esas, gana. Y así Oliva perderá la candidatura para su hijo político; pero se la dejará a su Frankenstein. ¿Llegará?

(Tomado de El Universal, octubre 20 y 21, 2010).

NACIONAL: Percepción ciudadana

Apantalla la lucidez del inquilino de Los Pinos. Con un solo toque de micrófono todo lo resuelve, da en el clavo y transmite serenidad a los mexicanos, a quienes pide que no se aceleren, que no exageren, porque los problemas del país (que algunos creen que lo ahogan) no son reales sino, simple y sencillamente, de percepción. Deslumbrante hallazgo, sin duda. De haberlo sabido, cuántas angustias se hubieran ahorrado los habitantes de esta nación, cuántos muertos permanecerían vivos, cuántos pobres ocuparían los empleos que supuestamente se perdieron por miles y millones más no fueron generados, cuántos puntos del producto interno bruto no hubieran terminado en la basura si la creencia popular no insistiera en que la crisis alcanzó proporciones descomunales, cuántas otras cosas, en fin, se hubieran ahorrado.

Que la corrupción alcanza niveles históricos es una mera percepción; que el narco hace y deshace a discreción, que es alarmante la inseguridad, que la llamada “estrategia” gubernamental de plano no sirve, que ya son más de 30 mil muertos y que los gringos a Calderón le toman el pelo todos los días, lo mismo; que la caída económica fue la más drástica en ocho décadas, que el desarrollo brilla por su ausencia, que la pobreza va en caballo de hacienda y que la supuesta “recuperación” no alcanza para tapar el cráter de 2009, igual, y así por el estilo en el tema que se aborde. Todo es percepción de quienes, carentes de la brillantez del inquilino de Los Pinos, no tienen la menor idea de lo que en realidad acontece en México, por mucho que obligada y cotidianamente deban cargar con este tremendo paquete que, dicho sea de paso, en el México feliz y vigoroso de la residencia oficial ni de lejos existe.

Cotidianamente los mexicanos perciben que el horno no está para bollos; de hecho no tienen para gas ni para bollos, pero el inquilino de Los Pinos agarra el micrófono y los tranquiliza de inmediato, con esa psicología aplicada que lo caracteriza (se respeta sintaxis): “de acuerdo con los datos económicos y entonces se vislumbraba una luz al final del túnel, los datos económicos hoy nos demuestran que, efectivamente, México ha salido del periodo recesivo y tiene datos en materia económica que confirman que no sólo se ve la luz, sino que ya salimos, digamos, de esa parte del túnel, a pesar de que en la percepción de los consumidores y agentes económicos seguimos viviendo en una crisis que para algunos es prácticamente imposible salir de ella” (pieza oratoria de colección en la Cumbre de Negocios México 2010, 25 de octubre).

La mayoría de los mexicanos percibe que se los está llevando el carajo, pero no es así. Como bien dijo el susodicho ante los empresarios reunidos en la capital mexiquense, eso es mera percepción, porque lo realmente sólido es aquello de la luz, el túnel, los datos y todas esas cosas que los jodidos de plano no alcanza a ver por ser extremadamente negativos y masoquistas, por aferrarse a esa deplorable condición de vida que mantienen, y con una actitud así, pues ni para cuándo saldrán del hoyo.

Como se constata, la mayoría de los mexicanos percibe que el inquilino de Los Pinos no tiene la menor idea de lo que pasa en el país; percibe que lo que él llama “crecimiento” no es otra que el raquitismo que registra la economía nacional desde hace tres décadas; percibe que el autodenominado gobierno no tiene pies ni cabeza; percibe que lo que urge no es un psicólogo de micrófono, sino un gobernante que resuelva los problemas nacionales, no que los justifique y percibe, en fin, que sin un cambio de fondo el país va directo al precipicio.

El que tampoco percibe bien las cosas es el afamado doctor “catarrito”, el mismísimo Agustín Carstens –hoy en funciones de gobernador del Banco de México–, para quien 2011 no será un año del todo grato, pues según sus cálculos, la economía mexicana “avanzará” 3.2 por ciento en 2011, lo que hace percibir que el calderonato confirmará su logro: el peor resultado económico desde tiempos de Miguel de la Madrid, con una tasa promedio anual de “crecimiento” de 1.24 por ciento en un quinquenio.

(Texto de Carlos Fernández-Vega, La Jornada, 29/X/10).

NACIONAL: Iniciativa México, el partido de las televisoras

El domingo 7 de noviembre se realizó la “gran final” de Iniciativa México con un enorme despliegue mediático que recordó el estilo y la propuesta del Teletón, surgido hace 13 años, como un mecanismo para disfrazar de filantropía lo que en realidad es un ejercicio de exención fiscal para los grandes donantes.

Iniciativa México es algo mucho más ambicioso que el Teletón. No sólo se trató de premiar a los seis finalistas de una lista de poco más de 47 mil inscritos y convocar a la audiencia a que “votara” por las organizaciones a partir de las cápsulas televisivas desplegadas a modo, para que funcionaran como “el espectáculo de los nuevos héroes mexicanos”, según Emilio Azcárraga Jean.

Iniciativa México le aportó a las dos televisoras, pero, en especial, a Televisa una red de comunicación y de enlace con casi 50 mil organizaciones no gubernamentales que se pueden convertir también en un potencial político para un escenario electoral que reclame a “ciudadanos independientes” como candidatos o figuras emblemáticas que reciban el apoyo de la pantalla comercial.

Tal como han expresado algunos observadores desde adentro de la propia Iniciativa México, se trata de la gestación de un “partido de las televisoras” o de un neocorporativismo que ya no pasa por las clientelas partidistas y gubernamentales, sino por el palomeo del poder mediático.

Las “buenas iniciativas” impulsadas tuvieron el buen tacto de no afectar ninguno de los intereses del poder mediático. Ninguno de los rubros del concurso se relacionó, por ejemplo, con la iniciativa de crear nuevos medios de comunicación alternos a los ya existentes. Ni radios comunitarias, ni medios cibernéticos, mucho menos productores independientes de contenidos audiovisuales forman parte de los mexicanos que son “agentes del cambio”.

La sospecha de una ambición política más amplia, no evidente, está presente desde que el 7 de junio se realizó un gran despliegue mediático para promover a la Iniciativa México. Con humildad, en un tono característico de un candidato, Azcárraga Jean remató así su discurso durante la presentación de la iniciativa:

“Ojalá, dentro de 100 años, alguien se acuerde un buen día, que en 2010, los mexicanos supimos poner de lado nuestras diferencias para reconocer lo mejor de nosotros mismos y para conseguir la transformación que el país aguarda.”

Por supuesto, los que tienen diferencias con Televisa no entran dentro de ese gran acuerdo. Aquellos medios que no participan en su agenda, pueden ser objeto de ataques inusitados en pantalla, como sucedió entre el 6 y 9 de septiembre en contra del Grupo Reforma.

Tampoco se integraron a la campaña teledirigida periódicos como La Jornada, Diario de Yucatán y mucho menos revistas como Proceso que anticipó en su portada de aquella ocasión que Iniciativa México se trataba de darle una nueva careta a la oligarquía encapsulada en torno a las televisoras.

Tras la Iniciativa México ya surgió otra “campaña paraguas” con una mayor carga ideológica: Todo es Mejor en Familia. Según Televisa, se trata de ser “un fuerte promotor de la unión familiar” y dar “consejos prácticas para reforzar valores”.

Todo es Mejor en Familia no promueve la multiplicidad y diversidad de las familias, incluidas aquellas formadas por parejas del mismo sexo; mucho menos aquellas encabezadas por sólo uno de los padres. Como en el caso del Teletón, de la Iniciativa México y de otros eventos de “valores”, lo único que brilla por su ausencia es la transparencia en el manejo de los fondos que alientan estas empresas mediáticas.

(Texto de Jenaro Villamil, proceso.com, 9/XI/10).

NACIONAL: Disparar contra estudiantes

Desquiciamiento oficial. Convertido abiertamente en instrumento de agresión social y mentira cínica, el aparato policial federal destacado en Ciudad Juárez dio cuenta el viernes 29 de octubre de su lógica de guerra: balas institucionales contra protestas estudiantiles, disparo de armas de fuego contra mentadas de madre, detonaciones preventivas frente a los nuevos delitos dignos de paredón que ahora constituyen pintar leyendas en paredes (mientras narcomantas son colocadas tranquilamente) y manifestarse con parte de la cara cubierta (mientras policías y soldados así se mueven, inidentificables, oscuramente tocados).

Federales implacables ante estudiantes desarmados (o armados con piedras, latas y múltiples proyectiles verbales), a uno de los cuales hirieron de gravedad aunque por fortuna parece estar ya a salvo; prueba tajante de insania gubernamental: agredir a jóvenes en protesta contra la militarización y la violencia policiaca, violar la autonomía universitaria, confirmar en caso extremo la sabida conducta de violaciones y agresiones contra la población en general, herir a los inermes mientras se protege o huye de los impunes sanguinarios desatados, atacar a los jóvenes que protestan por la muerte de decenas de sus coetáneos y por la masacre diaria que allá se vive, en esa urbe fronteriza declarada por el calderonismo mucho más que una locación de El infierno, convertida en síntesis y sentencia del sexenio de la muerte.

Desquiciada mano dura contra estudiantes juarenses, mientras un hijo del jefe Diego es acusado de usar a agentes federales para asuntos conyugales y la toma de dos menores de edad (en Cozumel, David Fernández de Cevallos, acompañado de su hermano Rodrigo y su escolta de policías, arremetió contra su esposa y los padres de ella para llevarse a dos pequeños, de cuatro y un año de edad), mientras los michoacanos protestan de nuevo en las calles en demanda de que el Estado informe de la suerte de una veintena de paisanos que fueron desaparecidos en Acapulco, mientras el mismo Ejército interviene en Tijuana para liberar a tres familiares del poderoso Mayo Zambada que habían sido secuestradas por narcotraficantes contrarios, lo que podría generar una espiral de venganzas de primer nivel, ante lo cual preferible fue pintar con letras verdes conciliatorias que a las familias se les debe respetar; mientras la gerencia católica metropolitana, a cargo del licenciado Rivera, acepta –a fuerza de hechos comprobados, como la capilla construida por un jefe zeta en su tierra natal, con placa conmemorativa– que el poder corruptor del narcotráfico ha penetrado incluso la textura eclesial. Estampas de patología oficial, con la Policía Federal encañonando estudiantes y disparándoles, en una etapa superior de la guerra calderonista verdadera, que es contra la población. Guerra para implantar miedo social, para cancelar derechos y libertades, para encerrar a la gente en sus casas y someterla a la conservación angustiada de sus haberes mínimos, de su precaria seguridad personal: no protestes, no te manifiestes, no hagas caminatas de denuncia, no te opongas, no votes, no guardes esperanza más allá de que hoy no te toque a ti.

País Tormenta. Doble vuelta de tuerca: con el abatimiento de Antonio Ezequiel Cárdenas Guillén, conocido como Tony Tormenta, se aviva el combate entre las dos facciones tamaulipecas separadas, el cártel del Golfo y Los Zetas y, con los combates urbanos en Matamoros y otras plazas norteñas, más el mensaje de crueldad georreferenciada enviado a michoacanos desde Acapulco, se garantiza que las matanzas continúen por apremios y por venganza. Violencia asegurada por largo rato, tensión social programada, inviabilidad estructural del estado de derecho y otras piezas de museo: olvídense de la posibilidad de que cese o disminuya la “guerra” calderonista contra el narcotráfico; va para largo, tal vez mucho más allá de lo que la costumbre sexenal sugiere, convertido ya el accionar policiaco y militar en una forma de gobierno, en tentación de continuidad “necesaria”, “patriótica”, al costo y al calibre que sea.

La Tormenta, pues, como programa de gobierno. La dictadura de los hechos: entre más difícil sea la situación, menos control y freno habrá a las medidas gubernamentales de presunta corrección urgente. Mientras nadie esté a salvo todo estará sujeto a la discrecionalidad del poder, nada bueno florecerá mientras la pólvora y la sangre sigan siendo la tierra y el abono de los cultivos oficiales.

Política narco. Aun cuando lo parecieran, no son lo mismo la narcopolítica que la política narco. El primer término suele utilizarse para designar la infiltración de las bandas dedicadas al negocio de las drogas en los terrenos electorales y políticos, mediante el financiamiento y el soborno, de tal manera que las autoridades así constituidas acaben dando protección a sus patrocinadores e incluso les permitan recuperar sus inversiones mediante la asignación de carteras claves, normalmente relacionadas con la obra pública y el manejo de las policías. Esa versión instrumental, la narcopolítica, que sólo busca protección y complicidad, sin propósitos mayores, ha alcanzado a presidentes municipales, diputados locales y federales, senadores, gobernadores y presidentes de la República. Diferente, pues es conceptual, estratégica, de largo alcance y perspectiva superior, es la política narco, entendida como el uso intencional de la narcopolítica –de lo instrumental, de lo operativo– y otros ingredientes correlacionados, para desarrollar una suerte de proyecto oficial de control político y social mediante la instauración del miedo colectivo y la supresión de derechos y garantías hasta convertir la política y lo electoral en endebles fantasmas condicionados y virtualmente suprimidos por la violencia institucionalizada.

En México, Felipe Calderón ha establecido una política narco. No sólo, originalmente, para tratar de alcanzar alguna forma de legitimación luego del fraude electoral de 2006 sino, viendo hacia adelante, para gastar los bríos cívicos desatados e instalar un temprano elemento de distorsión, amago y posible suspensión de los procesos electorales. Ya no hay condiciones adecuadas para el ejercicio de libertades ni para la elección más o menos aceptable de representantes y autoridades, pues ese ámbito cívico ha sido afectado gravemente por la violencia generalizada, la indefensión ciudadana, la abolición de amplios segmentos de la seguridad jurídica, el exterminio de candidatos y de autoridades electas o en funciones y la impunidad de los escuadrones asesinos que igual ultiman hoy a sus presuntos adversarios que mañana a personajes seleccionados en razón de consideraciones políticas.

En Estados Unidos, compareciente ante el poderoso Consejo de Relaciones Exteriores que tiene en la mira a México, el embajador Arturo Sarukhán se aventó la puntada de criticar la cobertura periodística internacional que se centra en “la sangre” y no, por ejemplo, en supuestos logros del calderonismo como “la expansión de la clase media” (aventurada tesis ésta, a menos que el diplomático considere signos de expansión el que ya haya mexicanos de clase media que han debido esparcirse por el extranjero a causa de la sangre delictiva que los periodistas extranjeros debieran dejar de destacar).

(Textos de Julio Hernández López, La Jornada, noviembre 1, 8 y 11, 2010).

INTERNACIONAL: Israel no respetó la moratoria











La construcción en los asentamientos judíos en Cisjordania ocupada continuó durante la moratoria de diez meses decretada por el Gobierno israelí y que expiró el pasado 26 de septiembre, dijo el 20 de octubre en Madrid el activista palestino Dawood Hamudeh.

“En Cisjordania se advertía este verano a simple vista esa edificación, sobre todo, en las carreteras especiales para los colonos judíos, pero también en las zonas industriales”, añadió Hamudeh, miembro de la ONG “Parar el Muro”, en una rueda de prensa en la capital española, a invitación de la “Plataforma 2015 y Más”. Durante la moratoria “se construyeron cuatro mil casas, además de infraestructuras. Muchas de esas viviendas están vacías”, indicó Hamudeh, experto en economía israelí y residente en Jerusalén Este.

“Lo que pedimos como palestinos no es congelar los asentamientos, sino pararlos. Eso supone también cesar la consiguiente edificación de escuelas, supermercados y carreteras. Toda esa infraestructura que los convierte en pequeños pueblos”, manifestó.

En cuanto a la disputada zona, el representante de “Parar el Muro”, cuya sede central está en la ciudad cisjordana de Ramala, comentó: “Existe una lucha por cada metro cuadrado de tierra en Cisjordania entre los colonos judíos y la población palestina”. Esa lucha deriva “del hecho histórico de que desde 1948 ha habido diferentes divisiones de la Palestina histórica que la han convertido a día de hoy en un terreno muy fragmentado”, explicó.

Recordó que en la actualidad el muro, que Israel prevé tenga 710 kilómetros, “cuenta con unos 287 guetos”, y que no se puede edificar a menos de 150 metros de él en Cisjordania por razones de seguridad. En cuanto al objetivo de esta barrera, admitió la efectividad que ha tenido para los planes israelíes. “Si Israel cree que el muro puede bloquear a los (terroristas) suicidas, vale. Pero no ocurrirá así con la resistencia palestina”, precisó.

No obstante, Hamudeh insistió en que “el objetivo de la valla es controlar la tierra. Separar a los palestinos, pero sobre todo, controlar el agua”, un bien escaso en la zona. “Israel controla todas las carreteras e infraestructuras”, agregó y precisó que existen 200 mil colonos judíos en Cisjordania y 200 mil en Jerusalén oriental, donde los palestinos aspiran a proclamar su Estado.

Sobre la diferente percepción del muro, Hamudeh aseguró que “los israelíes no lo ven”. “En la parte donde es más frecuente el paso de la población israelí la barrera está camuflada inteligentemente con plantas. O como ocurre en Jerusalén están pintados artísticamente con ‘grafitis’”. En la parte palestina es más visible el “hormigón”, relató.

“En 2002 cuando comenzó a construirse, la población palestina desconocía su alcance. En 2005 cuando su impacto empezaba a ser considerable comenzó a organizarse. Ahora se ha dado cuenta de que la protesta sirve más que las negociaciones”, indicó. “Por ello, hay una esperanza en que la resistencia popular pacífica sirva para algo”, dijo sin atreverse a poner una fecha imaginaria a su demolición.

Sobre las actuales negociaciones de paz palestino-israelíes Hamudeh declaró: “la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y Al Fatah, ambas presididas por Mahmud Abás, intentan forzar un acuerdo”. “No puede forzar a la sociedad palestina a creer que esto es por su bien. Esa sociedad tiene que empatizar con él. De lo contrario, la siguiente “Intifada podría ser contra la ANP”, concluyó.

(Tomado de cubadebate, 20/X/10).

OPINIÓN: Friedrich Katz y nuestro México

Innumerables senderos que se entrecruzan al azar de los andares pueden mirarse en los 13 ensayos de Friedrich Katz publicados por Ediciones Era bajo el título de Nuevos ensayos mexicanos. Cada lector podrá seguir, sabiéndolo o no, aquellos que sus afinidades le indiquen. Si los camina hasta el fin, descubrirá que el huellero, Friedrich Katz, se empeñó en descubrir que cada uno de esos senderos trazados por las huellas de cada vida a través de las generaciones tiene sentido. Ese sentido Katz no lo da ni lo atribuye. Sencillamente lo va descubriendo. Dice la copla margariteña que “el cantar tiene sentido, entendimiento y razón”. Siguiendo los ensayos de este libro encontraremos, entre muchas otras cosas, que el azar, deidad suprema de la historia, vez tras vez tiene un sentido y esconde una razón, pero que esto no lo despoja de su cualidad intrínseca en cada hecho, el de ser único, imprevisible e irrepetible.

Decía Clausewitz que ninguna actividad humana tiene contacto más universal con el azar que la guerra. Pero sabía lo que desde Demócrito se sabe: “Todo lo que existe en el universo es fruto del azar y de la necesidad”. En esta feliz oscilación se mueve el encanto del arte de narrar de Friedrich Katz, desde la lógica y las razones de la expansión del capital en el porfiriato, hasta el relato policial sobre el espía mexicano que entre 1926 y 1927 el presidente Calles había plantado en el despacho mismo del hostil embajador de Estados Unidos en esos días, James Rockwell Sheffield.

Este método está arraigado en la formación científica y filosófica de este historiador y mucho también, quiero creer, en la herencia de la historia familiar. A riesgo de ser elemental, quiero insistir en que toda idea de teleología, en muchos otros casos escondida hasta para el mismo historiador, está ausente del razonamiento de estos ensayos.

No voy a entrar en la discusión de si la historia es ciencia o arte. Pero si es arte, debe decirse que pocos instrumentos de conocimiento hay tan apegados por su naturaleza misma al postulado de objetividad, consustancial al conocimiento científico, como la mano del artesano en contacto con su materia de trabajo. Por similar razón, quedan fuera de ese oficio de artesano que es la historia tanto los eternos destinos escritos por el dedo de Dios como los destinos manifiestos imaginados por las humanas ansias de dominación.

En la erudita y clara mirada de Katz no encuentro destino trascendente, aunque sí interrogantes y conjeturas, que no es lo mismo. Las conjeturas, por carentes de respuesta que ellas puedan ser –pues lo que fue, fue así y no de otro modo– amenizan el relato, azuzan la imaginación y recuerdan siempre la ubicua presencia del azar, en la bala que mató a Bernardo Reyes al inicio de la Decena Trágica o en la granada que no mató a Obregón en Celaya, sino que sólo le arrancó la mano, para que en el Parque de la Bombilla ésta se alzara como perdurable monumento al azar de las batallas y a la ambición de eternidad de los grandes efímeros.

Entre los múltiples senderos mexicanos de los tres ensayos, por afinidad o por azar escogeré hablar esta noche de tres: la formación del Estado en tanto relación entre gobierno y gobernados; la presencia incesante, visible o invisible, del pueblo indio y campesino en todos los caminos de esa historia; la definición de México en relación con el mundo en cada momento cardinal de su conformación y su configuración como nación, es decir, como comunidad de historia y de destino, ni eterno ni manifiesto sino sencillamente humano.

***

La República Restaurada y el porfiriato es una síntesis histórica clásica sobre este periodo clave en la estructura del Estado mexicano. Ya publicado hace 20 años, en 1986, en el volumen 9 de la Historia de América Latina dirigida por Leslie Bethell para Cambridge University Press, este ensayo de Katz era allí una especie de pieza de equilibro del entero volumen entre los de historiadores tan destacados como John Womack, Jean Meyer o Ciro F.S. Cardoso. Esta misma y tal vez no buscada función, la de dar centro de gravedad y equilibrio a un conjunto, cumple ahora en esta colección de estudios varios del propio Friedrich Katz. Su acompañante natural en este volumen es el ensayo sobre Benito Juárez.

De ambos surge uno de los varios rasgos definitorios de ese Estado hasta los años 80 del siglo XIX, es decir, en su periodo de conformación y consolidación: sus dos figuras mayores, Juárez y Díaz, no provienen de la burocracia político-estatal, aunque contribuyan a engendrarla, sino que se forman y se educan en la guerra, en la penuria, en tomar decisiones sobre el campo y en sobreponerse a grandes adversidades que a veces ni siquiera se presentan como tales. Son lo opuesto de los gobernantes, aun de los grandes, surgidos y formados a través de un sistema burocrático parlamentario en la intermitente normalidad de los tiempos de paz.

Katz resalta muy bien, no en el adjetivo, sino en el relato, las peculiaridades de estos personajes provenientes de capas intermedias de la población y no de las grandes familias consolidadas en la República oligárquica posterior cuyos cimientos ellos echaron. En realidad, la guerra de Intervención es un momento decisivo en la formación de estos presidentes y de su entorno intelectual, inesperada herencia que el fugaz Imperio dejó a la restaurada y luego consolidada República mexicana.

Esta República, según aparece en los estudios de Katz, tiene que irse definiendo con Juárez, con Lerdo y con Porfirio Díaz en confrontación y negociación permanentes con al menos cuatro fuerzas: el poder de la Iglesia, la institución más antigua, pervasiva y duradera desde los días de la Conquista; la naturaleza bélica, expansiva y dominadora de la nación del Norte, Estados Unidos de América; el poder fragmentario pero arraigado de los caudillos regionales; y la presencia ubicua, silenciosa o tumultuosa según los tiempos, del pueblo indio y campesino, con sus costumbres, sus creencias, sus rituales, sus idiomas y sus utopías, todos ellos ajenos a la construcción jurídica liberal republicana.

Entretanto, por debajo de esas zonas de turbulencia, una fuerza impersonal de los nuevos tiempos, los del último tercio del siglo XIX: la expansión del capital y de sus modos de dominación y de relación social, iba acomodando, desplazando y subordinando a los demás factores, resolviendo, disolviendo y subsumiendo sus conflictos y dando forma a la ejemplar República liberal oligárquica con sus clases dominantes, cuyo final florecimiento a inicio del siglo XX se agota de repente después del primer centenario, el de 1910.

Con nitidez en el trazo y claridad en el razonamiento surge este complejo ciclo de los ensayos de Friedrich Katz sobre el periodo, que a partir de esta edición seguirán siendo, como ya antes lo fueron, una de nuestras referencias obligadas para guiar el estudio y la reflexión.

***

En dos de los ensayos de Katz, Las rebeliones rurales en México a partir de 1810 y El fin del viejo orden en las haciendas de México, 1911-1913, aparece en primer plano un elemento siempre determinante en su modo de pensar la historia mexicana: la presencia ubicua del pueblo campesino e indígena en cada episodio y cada vericueto, aunque ella pueda mostrarse tantas veces como silencio o como aparente ausencia.

De los ensayos acerca de la República y de su inveterada sombra, las rebeliones campesinas, surge una constante: más todavía que sobre la explotación de la fuerza de trabajo, relación que fue creciendo con la expansión del capital, esta República creció, se materializó y se consolidó en el despojo de las tierras, las aguas y los bosques de los habitantes originarios de la tierra mexicana. La memoria de las generaciones sucesivas es, ante todo, una memoria del despojo. Detrás de cada una de las encarnaciones o de los símbolos resplandecientes del progreso, hay una despiadada operación de despojo. Escribe Katz:

“El auge de la economía mexicana produjo la mayor catástrofe de la historia para el campesinado mexicano desde la masiva mortandad de los indios en los siglos XVI y XVII. La mayoría de los pueblos que habían logrado conservar su tierra a lo largo de la época colonial la perdieron a finales del siglo XIX y principios del XX ante el avance de los hacendados, especuladores y miembros ricos de sus comunidades”.

La Revolución Mexicana fue un estallido contra lo que a través de las generaciones se había ido conformando como una República del despojo, que se proponía disciplinar como asalariados o como marginales a los despojados y a sus descendientes.

Esa rebelión, su energía y su odio se nutrió como ninguna “de la imagen de los antepasados esclavizados y no del ideal de los descendientes liberados”, según el decir de Walter Benjamin en 1940. En esa experiencia acumulada, también llamada memoria, se conformó su peculiar código de honor, una de cuyas encarnaciones era Pancho Villa, según lo menciona Katz en su ensayo sobre Villa y Estados Unidos. Vida propia y mejoría familiar fueron haciendo a quienes serían sus jefes campesinos: “Lo que puede sufrirse lo he sufrido/ lo que puede llorarse lo he llorado”, dice también el polo margariteño.

“Todos los dirigentes villistas –escribe Katz– alzados mucho antes de que estallara la revolución, como Toribio Ortega, Calixto Contreras, Porfirio Talamantes y Severiano Ceniceros, habían sido dirigentes campesinos que habían peleado contra el despojo de las tierras de los pueblos.”

Es ahí donde está la verdad más profunda, aunque no la única, de la revolución del norte: el programa y el ethos están en sus vidas y en sus memorias que dan el sentido de su movimiento. El carácter de la rebelión consiste en su ser; no en el origen de sus dirigentes, sino en el destino, los métodos, los fines que de ese ser se desprenden; y en su manera de ser, la afirmación gozosa de ese ser a través de una específica direccionalidad de la violencia y de la piedad. Palabra religiosa esta última, me dirán, pero que aquí empleo en su preciso significado terrenal de relación entre humanos, al igual que sus consonantes fraternidad o solidaridad, donde toda idea de paternalismo o condescendencia está excluida.

Katz percibe esta presencia, esta forma de estar, como rasgo propio del villismo: el grito de “Ahora es tiempo, yerbabuena, de que des sabor al caldo”, se levantaron en armas, según cuenta William Meyers, las primeras partidas campesinas rebeldes de la región lagunera. Estos orígenes de la rebelión del norte, a cuya cabeza política aparecía Francisco Madero, están descritos y documentados en forma precisa en el ensayo El fin del viejo orden en las haciendas de México, 1911-1913, donde se presenta la figura grande de Calixto Contreras, jefe de la rebelión de Durango que “llegó a comandar varios miles de jinetes”, según su adversario Patrick O’Hea, quien así lo describe:

“Un mechón lacio caía a un lado de su cabeza, ya en parte calva, y servía, de modo un tanto siniestro, para ocultar parcialmente su expresión. De fisonomía casi mongólica, ojos rasgados y pómulos altos, tez amarillenta, maneras calmadas y despectivas, hablar suave y lento, pero con una curiosa sonoridad, su edad era indefinible, porque lo mismo podía tener 40 que 60 años (...) No era cruel ni homicida”.

A este mismo Calixto Contreras proponía Zapata a Villa designar como presidente provisional de la Convención, allá por 1915, cuando Villa a su vez le proponía nombrar para el cargo al general Felipe Ángeles: ambos candidatos, ni que decirlo, jefes en 1914 en la batalla de Zacatecas.

***

Algunas historias extraordinarias refieren los ensayos donde Katz se ocupa de las relaciones de la nación mexicana con el mundo. Tal vez la mayor, en el sentido preciso de la formación espiritual de la nación, no sea la gran hazaña de la expropiación petrolera, descrita en muchos otros lugares, sino una mucho más inasible y, sobre todo, gratuita: el apoyo sin condiciones a la República española y, al mismo tiempo, en palabras de Friedrich Katz, “su solitaria postura en favor de la independencia de Austria en el momento en que los países más poderosos del mundo se habían resignado a la ocupación de mi país natal por Hitler”.

El 19 de marzo de 1938, al día siguiente de la arriesgada e histórica decisión de la expropiación petrolera, el presidente Cárdenas dio instrucciones al representante mexicano en la Sociedad de las Naciones, Isidro Fabela, para que presentara la siguiente protesta:

“El gobierno mexicano, que ha observado siempre los principios del Pacto de la Liga de las Naciones y del derecho internacional, no puede admitir una conquista violenta, protestando de la manera más enérgica contra la agresión en cuya víctima se ha convertido la República de Austria”.

Katz estudia las difíciles condiciones en que México planteó esta protesta solitaria y, por diversos caminos de análisis, busca y plantea explicaciones. Pero, al fin de cuentas, el sentido último de la medida, “los motivos secretos de la protesta de México”, según Katz, están en una entrada del diario personal del general Cárdenas, quien el 15 de marzo de 1938 anotaba: “Finalmente, Alemania se entenderá con Inglaterra y Francia para repartirse entre sí los países pequeños de Europa. El avance del imperialismo podrá detenerse solamente cuando se unan las masas trabajadoras de todos los países para acabar de una vez con las guerras de agresión. Mientras no se haya establecido una unidad de esta clase no había ni una potencia ni un tratado que pueda detener al conquistador”.

El otro gesto gratuito, único y solitario entre todos los países, de la política internacional del México de Cárdenas fue la ayuda en armas y pertrechos sin condiciones a la República española y, después, al exilio republicano. A este tema está dedicado uno de los ensayos más conmovedores de este libro, aquel en el cual se relata la extraordinaria actividad de Gilberto Bosques, cónsul mexicano en la Francia de Vichy durante la Segunda Guerra Mundial, quien mediante toda clase de medidas, maniobras y artilugios dio protección en dos castillos alquilados al efecto y extendió visas mexicanas a un número incontable de refugiados españoles y de otras nacionalidades.

“Bosques decidió excederse ampliamente de sus instrucciones”, escribe Katz. “Cualquier refugiado que se le acercaba obtenía una carta del consulado mexicano en la que se declaraba que él o ella tenía una visa mexicana con la cual podía escapar de los campos de internamiento franceses antes de que la Gestapo llegara para deportarlo de regreso a Alemania. Bosques no sólo les procuraba la libertad, sino también dinero”.

La figura única de don Gilberto, encarnación de una política internacional de solidaridad y apoyo a los pueblos avasallados, aparece en toda su dimensión en los recuerdos de Friedrich Katz, habiendo sido él y su familia unos de los que fueron salvados por esa política. Bosques mismo terminó internado en Alemania cuando México declaró la guerra a este país, y sólo pudo volver a su patria en 1944, en intercambio con agentes alemanes detenidos en México.

Y aquí entra, en este libro singular, la figura del muchacho que era Katz en ese año. El Katz adulto nos narra la escena del regreso de don Gilberto:

“Cuando se extendió la noticia de su liberación entre la comunidad de los refugiados en México, miles de los que le debían ayuda y otros que lo respetaban por lo que había hecho, como mis padres, decidieron acudir a darle la bienvenida a la estación de Buenavista, en la ciudad de México. En esa ocasión, mis padres me llevaron con ellos, y recuerdo haber esperado durante tres horas en una noche mexicana más bien fresca. El tren se retrasó varias horas, pero ninguno de los miles de refugiados que esperaban allí de pie se fue a su casa. Cuando Bosques llegó, hubo vítores y abrazos, y miles de personas lo sacaron en triunfo de la estación de ferrocarril”.

Así era México y así era entonces Friedrich Katz. Así siguen siendo, nuestro México a pesar de los pesares, y Friedrich Katz en esta obra de la espléndida madurez de su oficio de siempre.

*Texto leído en la presentación del libro Nuevos ensayos mexicanos, de Friedrich Katz, en el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones Mexicanas, el 12 de octubre de 2006, el cual se publicó el 25 de octubre de ese año.

(Texto de Adolfo Gilly, La Jornada, 17/X/10).