domingo, 21 de junio de 2009
domingo, 14 de junio de 2009
Operativos infructuosos
(Fuentes: a.m., abril 17, 19 y 22, 2009; La Jornada, 23/IV/09; Jorge Carrasco, proceso, no., 1694).
La peste según Albert Camus
El escritor francés Albert Camus (1913-1960) logró el difícil arte de escribir grandes historias sin complicaciones discursivas. Conexión similar que, en su tiempo, alcanzó uno de sus maestros: Franz Kafka. Por estos días, con la campaña mediática en torno a la mal llamada “gripe porcina”, es un placer leer (y de nuevo descubrir) La peste, la inmortal novela que Camus publicó en 1947.
De La peste se han realizado múltiples interpretaciones. Una de ellas asoma ese “algo absurdo” que a modo de “trampa del destino” nos surge (o lo inventamos) cada cierto tiempo en la historia. Y al final, cuando pasa el tiempo, nada cambia en nosotros. Por ello, años más tarde, retorna ese “algo absurdo”, quizá asumiendo una nueva (o vieja) forma. Y así lo sentencia el premio Nobel en el final de su novela: “puede llegar un día en que la peste, para desgracia y enseñanza de los hombres, despierte a sus ratas y las mande a morir en una ciudad dichosa”.
Los seres humanos andamos transitando una historia circular (creyéndonos ciudadanos de “esa ciudad dichosa”). Unas veces pensamos (el esquema del pensamiento circular) que el problema (o la bendición) es el dinero; otras, señalamos al inmigrante (sobre todo en Europa y Estados Unidos); o aseguramos que la violencia humana nace con la televisión. Con igual obsesión, la fe ha sido dirigida hacia soluciones mágicas como las que hoy entregamos a las nuevas tecnologías (ayer a las religiones). Albert Camus dibuja magistralmente esa ceguera humana que nos hace ver respuestas (o muros) en cualquier espacio externo a nuestra responsabilidad. Y vivimos (en círculo) buscando la culpa en el otro. ¿Quién será el siguiente miserable que tiña de angustia nuestros días?
Hay en La peste una discreta invitación a valorar la vida humana por su propio mérito (el liviano y trascendental peso de la existencia), más allá de los dogmas políticos o religiosos. Pareciera que Camus pretende hacer pensar que al final de todas las pestes (crisis financiera, cerdos voladores y fantasmas disfrazados de dioses) siempre latirá una pregunta dentro de cada existencia.
(Texto de Edgar Borges, rebelión, 13/V/09).
Epidemia y responsabilidades
Desde la declaración de la contingencia, el pasado 23 de abril, el gobierno federal ha carecido de un manejo eficiente y veraz de la información y, por el contrario, han sido habituales las contradicciones declarativas de sus funcionarios –por ejemplo, aquellas surgidas en torno a la adopción de medidas básicas de prevención, como el uso de tapabocas–, así como la ligereza y la imprecisión en el manejo de las cifras de muertes e infectados por el virus de la influenza humana. En relación con esto último, resultan significativos los estudios publicados recientemente en la revista Science, según los cuales podría haber en el país alrededor de 23 mil personas contagiadas por este padecimiento, es decir, 10 veces más casos de los que hasta ahora han sido confirmados por las autoridades federales de salud. Tales fallas han contribuido a la desorientación de la sociedad y han significado, en consecuencia, un lastre para la contención eficaz de la epidemia: cabe preguntarse cuántos contagios o defunciones habrían podido evitarse si el gobierno hubiese cumplido puntual y oportunamente con su responsabilidad de informar.
Por otra parte, el sistema de salud pública ha exhibido en los últimos días una exasperante falta de capacidad en las tareas de identificación del padecimiento, diagnóstico oportuno, seguimiento de los contagios y hasta en la disposición de material de protección para el personal médico (situación que ha generado muestras comprensibles de descontento entre los empleados de los hospitales). Adicionalmente, la opinión pública se ha enterado, por vía de los testimonios de familiares de los enfermos y fallecidos, de la apatía, negligencia y desdén de algunas autoridades hospitalarias, así como de la aplicación, en centros de salud del gobierno, de cobros que, reglamentarios o no, están completamente fuera de lugar en situaciones de emergencia como la que se comenta.
A este conjunto de deficiencias del gobierno federal debe sumarse el descontrol y la falta de transparencia exhibidos por algunas administraciones estatales: en Veracruz, distintos sectores de la sociedad y de la oposición política han acusado al gobernador Fidel Herrera de ocultar información en torno a la situación de las granjas porcícolas en el valle de Perote –lugar donde, según algunas versiones, podría haberse originado el virus de la influenza humana–; en el estado de México, la administración que encabeza Enrique Peña Nieto enfrentó los primeros seis días de la emergencia sanitaria sin contar con un secretario de Salud, y el repunte del virus de la influenza en Jalisco, a principios de mayo, puso de manifiesto el descuido de las autoridades sanitarias de Guadalajara, encabezadas por Alfonso Gutiérrez Carranza, a la sazón ex chofer del gobernador Emilio González Márquez.
Por añadidura, en el ámbito internacional han proliferado señalamientos que alimentan la percepción generalizada de que el gobierno mexicano actuó de manera tardía, errática e indolente. El pasado 27 de abril, la directora del Instituto Nacional de Vigilancia Sanitaria de Francia, Françoise Weber, dijo que “la epidemia de gripe humana circuló en México desde hace semanas y se detectó tardíamente, cuando llegaron los casos más graves y los decesos”, y añadió que la falta de un mecanismo de detección preciso en nuestro país parecía ser la explicación de que la epidemia haya cobrado decenas de vidas en México y no en otros países. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) sostuvo que al menos desde el 11 de abril había alertado a las autoridades mexicanas de casos inusuales de neumonía en Veracruz, pero que éstas negaron que fuera una epidemia. En el mismo sentido, el ministro de Protección Social de Colombia, Diego Palacio, afirmó que el gobierno de nuestro país “no tuvo las medidas en el momento adecuado o no las creyó necesarias”, en tanto que el director de la Agencia Sanitaria de Brasil, Agenor Álvarez, dijo que en México “hubo demora” para declarar la alerta sanitaria internacional. Por último, no pueden obviarse las declaraciones del ex presidente cubano Fidel Castro, quien afirmó que el calderonismo “ocultó” el brote viral por la visita de Barack Obama a nuestro país. Son demasiadas declaraciones coincidentes como para suponerlas producto de animadversiones, desinformación o simple mala fe.
La crisis de salud pública ha arrojado sobrados indicios, en suma, de la indolencia, la desatención, la falta de celeridad y de transparencia, así como la incapacidad de los encargados de proteger la salud de la población en los ámbitos federal y varios estatales para desempeñar sus tareas. Tales consideraciones demandan una profunda investigación de los funcionarios involucrados, a efecto de deslindar responsabilidades o, en su caso, establecer las sanciones políticas y administrativas correspondientes. (Editorial, La Jornada, 13/V/09).
Verdad y simulacro
Sin inteligencia operativa policial
¿Votar? ¿No votar? ¿Anular el voto?
¿Acción responsable?
Ni derechos humanos ni visión de Estado
Hace un año, el EPR anunció una tregua, demandó el establecimiento de un canal de comunicación con las autoridades federales para que éstas informaran de la suerte de los dos desaparecidos y propuso que, para el efecto, se estableciera una comisión integrada por Gilberto López y Rivas, Samuel Ruiz, Miguel Ángel Granados Chapa, Carlos Montemayor, Rosario Ibarra, Juan de Dios Hernández Monge y Enrique González Ruiz, los cuales aceptaron la gestión y realizaron, a lo largo de 12 meses, un esfuerzo sostenido por movilizar a instancias gubernamentales para atender este grave asunto.
El trabajo de los mediadores referidos impulsó, sin duda, la toma de posición de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) de febrero de este año, en la que esa entidad estableció, “con la certeza jurídica suficiente”, que Reyes Amaya y Cruz Sánchez fueron capturados en el marco de un operativo conjunto entre fuerzas militares y efectivos policiales federales, estatales y municipales de Oaxaca, que fueron trasladados a la Procuraduría General de Justicia de esa entidad entre el 24 y el 25 de mayo de 2007 y que desde entonces no se ha vuelto a saber de su paradero. Con base en esa información, la CNDH concluyó que había una “responsabilidad del Estado” en las desapariciones, emitió sendas recomendaciones al secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont; al gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz, y al edil de la capital oaxaqueña, José Antonio Hernández, pidiendo la presentación con vida de los dos eperristas, y resaltó que la Procuraduría General de la República (PGR) “entorpeció, dilató (la investigación) y no se apegó a la verdad de los datos remitidos”.
A la práctica inadmisible, criminal e indignante de la desaparición forzada se suma, la falta de voluntad de las autoridades federales y estatales para investigar violaciones a los derechos humanos perpetradas por servidores públicos, y esa falta de voluntad terminó por hacer inviable la misión de los mediadores.
Por añadidura, la renuencia del gobierno a investigar, esclarecer e informar sobre un hecho repudiable, que no debería tener lugar en el México del siglo XXI, cancela en forma inexorable, en el corto y el mediano plazo, las posibilidades de desactivación, por medio del diálogo, del descontento social y político armado.
La disolución de la comisión civil de intermediación entre el gobierno federal y el EPR evidencia, los peligros que entrañan el manifiesto desinterés de la administración actual por poner un alto a las crecientes y cada vez más graves violaciones a los derechos humanos y su incapacidad para comprender los vínculos profundos y causales entre manejo económico antipopular y ejercicios antidemocráticos y abusivos del poder, por un lado y, por el otro, el auge de la delincuencia común y la presencia de movimientos insurreccionales alimentados por el vasto descontento social. Así pues, a su déficit originario de legitimidad, el gobierno en turno suma una preocupante carencia de visión de Estado.
Lo anterior, en un ambiente económico adverso. El pasado 20 de mayo el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) reveló que la economía mexicana sufrió una contracción de 8.2% en el primer trimestre de 2009, superior a la previsión más pesimista realizada por el gobierno federal. Tal contracción provocó una destrucción de riqueza en el país del orden de 716 mil 612 millones de pesos, unos 55 mil millones de dólares. El hoyo recesivo en que cayó la actividad productiva a partir de la segunda mitad del año pasado tiene ya un costo económico en los últimos 12 meses que, para efectos comparativos, equivale a 10 veces la destrucción provocada por los huracanes que golpearon al país en 2005, año que marca un antes y un después en cuanto al efecto económico de los desastres naturales en el país. La caída en la actividad económica en el primer trimestre del año es la tercera más pronunciada en un siglo. Hasta ahora, la mayor ocurrió en 1932 –cuando el país era arrastrado por la gran depresión en Estados Unidos–, cuando el pro-ducto interno bruto (PIB) se contrajo 14.9%; la segunda se dio en el segundo trimestre de 1995, con una caída de 9.2%, de acuerdo con información del Inegi. Los datos divulgados muestran que dos de los motores económicos del país, las exportaciones y el mercado interno, se han deteriorado. “Estamos en un ciclo recesivo en la economía”, declaró Eduardo Sojo, presidente del INEGI. (Fuentes: Editorial, La Jornada, 22/IV/09; La Jornada, 21/V/09).
Las Venas Pandémicas de México
Ellos sueñan con infectarnos la vida con saliva de burócratas serviles a la carnicería neoliberal.
En México el terrorismo mediático inocula una epidemia usurera devastadora. El terrorismo mediático anda feliz entre los mercados farmacéuticos, anda panzón, bien nutrido, con impunidad globalizada. México suelta borbotones de impotencia, rabia y hartazgo. Una vez más el caldo infecto de la demagogia neoliberal. Se hunde México con el peso de la miseria y el crimen, el hambre, el desempleo, la injusticia galopante. La devastación se exhibe impune en la prensa. Nosotros lo pagamos.
El terrorismo mediático se mira en el espejo de la saliva neoliberal, se arregla la corbata y nos presenta sus noticieros pintados con escándalos macabros que sobrevuelan los salarios, los periodos electorales y los intereses que ya pagamos millones de veces y aun debemos. Miseria, desnutrición, hospitales destruidos, escuelas desvencijadas, podredumbre y hediondez a diestra y siniestra. Depresión, mal humor, desesperanza, hartazgo, tristeza, melancolía rabia... furia... odio. Cansancio y soledad. Obreros devasta-dos, trabajadores humillados. Ancianos victimados con indolencia... enfermos carcomidos por la burocracia. Los niños miran atónitos el futuro que les heredamos. Es una monstruosidad.
A estas horas las condiciones sociales son óptimas para que el virus se expanda. Vivimos en sobrepoblación e infestados de negligencia. Faltan recursos económicos, son insuficientes los médicos, la narcoviolencia es incontrolable, el desempleo aumenta y la crisis nos ahoga hasta en lo más íntimo. Los gobernantes espurios tardaron una eternidad criminal en reconocer los primeros casos de influenza porcina y para colmo muchos casos fueron mal diagnosticados. Los más pobres están más desprotegidos, no están bien alimentados, no pueden ir al doctor, imposible pagar medicamentos y en general no tienen posibilidad de atender su salud y su cuerpo para combatir cualquier virus y menos éste. No es poca cosa.
El producto de manoseo mediático es desolación y desconcierto. La mezquindad hizo de las suyas y se pasea oronda perfumada de arrogancia humillante. Reinan los engaños y las promesas electoreras. Era de esperarse. La pachanga del pánico sembrada como negocio mass media, de curas cómplices, del poder ejecutivo, legislativo y judicial. El capitalismo en persona. El terrorismo mediático mostró de nuevo su desfachatez... mientras, los administradores de la violencia, consiguieron más créditos, nuevas inversiones de empresas sacrosantas que vendrán infectarnos más las heridas.
Nosotros sabemos que la guerra contra la pandemia debe ser una guerra contra el capitalismo, también.
Acá sabemos que la irresponsabilidad absoluta del gobierno espurio aseguró el negocio de los laboratorios farmacológicos que han sacado una tajada monstruosa. Y no hemos visto lo peor. Sabemos que el gobierno luce una incapacidad sospechosa y los informes sobre las muertes se manejan al antojo de la demagogia más servil.
Sabemos que la epidemia actual de influenza porcina estuvo precedida de advertencias; que muchos expertos se desgañitaron y que hubo indiferencia criminal. Sabemos que el gobierno respondió con mano dura contra quienes se atrevieron a levantar voces de denuncia. Sabemos que el gobierno espurio se ha negado a acatar las advertencias y las normas de producción y vigilancia epidemiológica en granjas de producción avícolas y porcinas. Como en Veracruz. Todo salpicado por la inoperancia del gobierno, del comercio y de la industria. Ya comienzan a acusarse los unos y los otros. Para eso pagan noticieros que por la noche infestan las cabezas con desolación y miedo. Todo miedo. Condiciones excelentes para producir cualquier horror político. Promulgó la Cámara de diputados -ya pasa al Senado- la autorización para allanar domicilios, teléfonos y correos electrónicos...
Sabemos que las corporaciones fabricantes de medicamentos son dueñas de la seguridad de miles o millones de personas. Reina el cinismo. Sabemos que la crisis sanitaria expresa la irracionalidad capitalista. En el año 2000, el gobierno presupuestó para salud el 5.8% del Producto Interno Público (PIB), muy poco si se compara con otros que de por sí invierten sumas paupérrimas: Argentina, Colombia y Uruguay 8%. El porcentaje de los llamados países desarrollados oscila entre el 15 y 20 % de sus respectivos PIB. México ocupa, según la OMS, el lugar 64 y ha empeorado. En México hay más de 40 millones de trabajadores muchos en el subempleo, con empleos precarios y salarios míseros... muchos carecen de toda clase de seguridad social.
Existen 220 laboratorios que se diputan un mercado con un valor anual de 12 mil 500 millones de dólares; 10 de ellos acaparan el 90% del mercado nacional. Son los monopolios que manejan al gobierno espurio, imponen sus negocios como si fuesen políticas de salud e imponen condiciones de mercado para especular con medicamentos y precios. Son dueños de la salud de millones de seres humanos. Sabemos cómo el gobierno de Calderón usa la pandemia para inocular, ayudado por sus jefes mediáticos, una epidemia de histeria capaz de esconder la bancarrota de la burguesía y los fraudes políticos que se avecinan. Ellos nos quieren asustados, divididos y desmora-lizados. Nos quieren temerosos, desconfiados y abatidos. Para eso financian el terrorismo mediático. No hay terrorismo que valga contra un pueblo movilizado. Las epidemias son también un problema de clase. (Texto de Fernando Buen Abad Domínguez, rebelión, 6/V/09).
Crisis sistémica: el caos
La doctora Ellen Bassuk, presidenta del National Center on Family Homelessness (Centro Nacional para familias sin hogar) ha declarado que 1.5 millones de niños carecen de vivienda familiar en Estados Unidos.
En efecto, la tasa de paro es ya del 8.9%. Hay, pues, 13.7 millones de parados (abril de 2009), a los que hay que añadir 5.5 millones de personas no contabilizadas (Le Monde, 6/III/09) y 9. 3 millones de personas obligadas a trabajar a tiempo parcial. Con 650 mil parados al mes por término medio, Estados Unidos tendrá 19 millones de parados a fin de año (si todo va bien), en total, un 11% de desempleo.
Si se añaden los 2.3 millones de estadounidenses en prisión (récord del mundo, ya que China “sólo tiene” 1.6 millones de presos), y 3.5 millones sin apoyo familiar, obtenemos la cifra de 40.2 millones de personas.
Habría que añadir, asimismo, a los jubilados que han perdido parte esencial de sus pensiones. La Pension Benefit Guarantee Corporation (PBGC) (Agencia para la Garantía del pago de las pensiones), que ya tiene un déficit de 13 mil millones de dólares (según estimación del Tribunal de Cuentas estadounidense: GAO), deberá garantizar las pensiones de millones de estadounidenses, algo que le resulta imposible. Por ejemplo, General Motors debe desembolsar 12 mil 300 millones de dólares para las jubilaciones antes de 2014 (Fuente: Moneynews.com, 6/III/09). El Estado deberá también intervenir para evitar la quiebra de su sistema de pensiones. Fuente: rapport GAO du 17 janvier 2008.
Por otra parte, según publicó el pasado 9 de mayo, Paul Jorion en su blog, “el número de estadounidenses que siguen trabajando después de llegar a la edad de jubilación continúa aumentando, hasta alcanzar por primera vez el 16.9%”.
A finales de año, Estados Unidos se va a encontrar con más de 50 millones de personas en situación de gran precariedad. En esas condiciones, aumenta la probabilidad de una guerra civil y la instalación de una dictadura.
Quienes creían que Barack Obama iba a cambiar las cosas se han equivocado. Entre el pueblo y las finanzas, ha elegido y se ha quitado la máscara. Aunque sea de pasada, hay que señalar que los problemas de los bancos provienen de las dificultades de los estadounidenses para pagar sus créditos. En lugar de resolver el problema de raíz, Barack Obama ha seguido alimentando al sistema financiero, lo que es una catástrofe porque es como si se estuviera llenando un barril sin fondo.
Por supuesto, se encontrarán soluciones políticas. Se pone en marcha la Unión Norteamericana, aparecerá un nuevo dólar (con su correspondiente devaluación) y el Parlamento europeo ya ha votado en secreto la asociación de Estados Unidos de América y Europa en un enorme mercado trasatlántico que será efectiva en 2015. (Texto de Gilles Bonafi, la haine, 13/V/09).
Cuba-EU: el lento deshielo
Los revolucionarios cubanos asumieron el poder en enero de 1959. Las relaciones con Estados Unidos se deterioraron mucho en el lapso de un año. En marzo de 1960, el presidente Eisenhower ordenó preparar una invasión de exiliados cubanos para derrocar al gobierno de Cuba. En marzo de 1961, poco después de llegar a presidente, John F. Kennedy aprobó una versión revisada del plan Eisenhower. El plan se instrumentó un mes después. Se le conoce como la invasión de Bahía de Cochinos (Playa Girón). Duró unos cuantos días y fue un fiasco militar para los invasores respaldados por Estados Unidos.
En enero de 1962, Estados Unidos propuso en la reunión de la Organización de Estados Americanos (OEA) que se le suspendiera su membresía a Cuba. La propuesta de Estados Unidos se aprobó por 14 de los 21 miembros, apenas las dos terceras partes necesarias para que pasara. Cuba votó que no y se abstuvieron otros seis países latinoamericanos. El argumento principal para la suspensión fue que Cuba había anunciado su adhesión al marxismo-leninismo, que se consideró incompatible con la membresía. Además, Estados Unidos lanzó un embargo total a las relaciones comerciales con Cuba y buscó la aquiescencia con este boicot de los aliados de la OTAN en Europa occidental y de los estados latinoamericanos.
Octubre de 1962 marcó la muy dramática crisis de los misiles cubanos. La Unión Soviética colocó misiles nucleares en sitios de la isla. Estados Unidos exigió que fueran retirados. El mundo temió que estuviéramos a punto de una guerra nuclear. Al final, la Unión Soviética retiró los misiles, supuestamente a cambio de un compromiso secreto de Estados Unidos de que no respaldaría ninguna invasión más a Cuba. El gobierno cubano indicó su desacuerdo con la decisión de la Unión Soviética, pero mantuvo sus buenas relaciones con ese gobierno.
Como resulta evidente, el principal elemento en la hostilidad estadounidense hacia el gobierno cubano se debió a consideraciones de la guerra fría. De ahí en adelante, el gobierno de Estados Unidos puso presión constante en sus aliados de la OTAN y en los estados latinoamericanos para que cortaran todos sus vínculos con Cuba, lazos que, uno por uno, casi todos cortaron.
Al mismo tiempo, hubo un número creciente de exiliados cubanos en Estados Unidos. Estos exiliados estaban decididos a derrocar al gobierno cubano, y se organizaron políticamente para garantizar un fuerte apoyo a esta idea por parte del Congreso y del gobierno estadounidense. Durante los primeros 30 años, este esfuerzo tuvo más y más éxito.
Contra esta hostilidad, el gobierno cubano buscó alianzas no sólo con países del llamado bloque socialista sino con gobiernos y movimientos revolucionarios en el llamado tercer mundo. “Exportó” a los países del tercer mundo su capital humano en la forma de médicos y profesores bien capacitados. Ofreció ayuda militar crucial al gobierno de la Angola independiente, que entonces luchaba contra los invasores del gobierno de Sudáfrica, promotor del apartheid. Las tropas cubanas ayudaron a derrotar a los sudafricanos en la crucial batalla de Cuito Carnavale en 1988.
La situación cambió por completo en los años 90, en tres modos cruciales. El primer nuevo elemento fue el colapso de la Unión Soviética. Esto significó que las consideraciones de la guerra fría se volvieran irrelevantes. Significó también que Cuba sufriera grandes penurias económicas en los años 90 debido al fin de la asistencia económica ruso/soviética, y que tuviera que ajustar su programa interno.
El segundo nuevo elemento, especialmente evidente en la presidencia de George W. Bush, fue la aguda decadencia del poderío geopolítico estadounidense. Esto desató un serio revés en la política latinoamericana, con la subida al poder de gobiernos de centroizquierda en un país tras otro. Una por una, todas estas naciones empezaron a restablecer relaciones con Cuba y llamaron a ponerle fin al boicot estadounidense y a la reintegración de Cuba a la OEA.
El tercer elemento fue una marcada transformación en el escenario político estadounidense. Por vez primera, comenzó a hablarse con seriedad del “fracaso” de las políticas estadounidenses hacia Cuba. Hubo presión de los agricultores que se interesaron en conseguir el derecho de vender sus productos en Cuba. Esto obtuvo respaldo de muchos senadores republicanos, incluido, notablemente, Richard Luger, el decano republicano en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado.
Más importante aún fue el hecho de que, después de 50 años, la comunidad de exiliados en Cuba evolucionó en sus puntos de vista políticos. Un gran número de cubanoestadounidenses más jóvenes comenzaron a argumentar en favor de su derecho a viajar a Cuba, enviar dinero ahí y establecer un intercambio libre y abierto.
Cuando Barack Obama llegó a la presidencia, recibió algunas presiones para emprender el “deshielo” en las relaciones cubanoestadounidenses. Esto lo hizo mediante varios gestos iniciales, deshaciendo las restricciones a las remesas familiares y a los viajes que su predecesor había impuesto.
Qué tan lejos está dispuesto a llegar Obama para mejorar las relaciones es algo que no sabemos todavía. Pero mientras que hace apenas 10 años las presiones políticas internas en Estados Unidos estaban abrumadoramente en favor de un boicot económico, hoy el público y los políticos están divididos. Y debido a la evolución de la opinión latinoamericana y el tamaño creciente de la población latina en Estados Unidos, es probable que la opinión pública evolucione todavía más en uno o dos años por venir.
La reacción de Cuba ha sido prudente. Fidel Castro lo explicó bien el 5 de abril. Dijo que los gestos y afirmaciones de Obama estaban destinados primordialmente al público estadounidense y expresaban la opinión de un presidente de Estados Unidos. “Sin duda es mucho mejor que Bush y McCain” (algo que muchos críticos de izquierda no quieren admitir de Obama), pero Obama está constreñido por las realidades. “El imperio es mucho más poderoso que él y sus buenas intenciones”.
Así que Cuba está tentativamente explorando qué tan lejos quiere llegar Estados Unidos. Hay discusiones diplomáticas de “bajo nivel” que ya están en curso. El gobierno de Obama tiene presiones que empujan hacia el “deshielo”. El gobierno de Castro tiene presiones en América Latina en favor de un “deshielo”. Si las realidades geopolíticas continúan evolucionando en la dirección que se han encaminado en los últimos años, no es imposible que Cuba y Estados Unidos logren relaciones diplomáticas “normales”. No hay duda de que ambos continuarían teniendo perspectivas diferentes con respecto del mundo, y que prosigan diferentes objetivos, pero eso es cierto para casi todas las relaciones bilaterales. Lograr una situación en que las relaciones entre Cuba y Estados Unidos fueran unas de dignidad y respeto mutuo sería un gran avance con respecto a las relaciones de los pasados 50 años. (Texto de Immanuel Wallerstein, La Jornada, 10/V/09).
La crisis de la mafia
A lo anterior, hay que agregar que las declaraciones del ex presidente Miguel de la Madrid señalando a su sucesor Carlos Salinas de Gortari, protector y guía del presidente de facto Felipe Calderón, como un delincuente enriquecido con el narcotráfico, no han hecho más que evidenciar la crisis interna de la mafia PRI-PAN en el poder y la gravedad de la situación en la que se halla México tras el fracaso histórico del gobierno calderonista impuesto por ellos.
1. La crisis política por la que atraviesa el gobierno calderonista, instaurado por la mafia panista-salinista tras el fraude electoral de 2006, y que estalla justo antes de llegar a la mitad del sexenio, es consecuencia de la ineptitud de Calderón y de su equipo, y evidencia, una vez más, las crecientes desavenencias en su interior, que se agravan por la incapacidad del gobierno no sólo para responder en un mínimo a las demandas populares, lo que poco parece importarles, sino para satisfacer las expectativas de los grupos oligárquicos que lo impusieron violando la institucionalidad del país para establecer ese poder de facto, y que ahora parecen sorprendidos, no por su venalidad, sino por su ineptitud.
2. El proceso electoral de 2009, que supone la renovación de la Cámara de Diputados, que muchos siguen entendiendo como la “representación nacional” y diversas elecciones locales, está siendo visto en consecuencia por las propias encuestadoras del régimen como un episodio en el que el saldo de cuentas entre panistas y priístas continúa agravando la situación del país y la inconformidad de los mexicanos que le están dando la espalda.
3. El libro del corrupto aventurero argentino Carlos Ahumada, Derecho de réplica (Grijalbo, 2008), redactado a todas luces con el aval del gobierno calderonista con el propósito de insistir en lo mismo y de saldar cuentas personales, no logra finalmente más que revertirse contra él y evidenciar de nueva cuenta que en 2005 organizaron un complot Fox, Salinas y Diego, en el que participaron Rosario Robles y varios seguidores de Cuauhtémoc Cárdenas, para imponer a Calderón ilegalmente en la silla presidencial, y de paso hace ver que el narcopoder, que Calderón pretende combatir, estaba también en esta empresa.
4. Las acusaciones van y vuelan en todas direcciones, y si hace un mes Jesús Murillo Karam señalaba a los panistas que Calderón había asumido el poder gracias a ellos (9 de abril), ahora en su libro El despojo (Planeta, 2008), Roberto Madrazo le revira a los panistas las acusaciones contra su partido sobre las que busca el PAN articular su campaña electoral, y acusa directamente al gobierno panista de Vicente Fox de una corrupción desenfrenada por su abierta vinculación con el narcotráfico.
5. La crisis de la mafia gobernante se acentuó, sin embargo, de manera mucho más crítica con las declaraciones hechas por el ex presidente Miguel de la Madrid Hurtado a la periodista Carmen Aristegui, durante la entrevista que le concedió en su casa en Coyoacán –a lo largo de una hora y 29 minutos–, y que fue parcialmente transmitida en su programa matutino de MVS radio del pasado miércoles 13 de mayo, en las que reconoce que su sucesor en la silla presidencial, Carlos Salinas de Gortari, fue un delincuente que acumuló durante su gobierno una inmensa fortuna y poder político por la vía del tráfico de influencias, el peculado y, sobre todo, el narcotráfico, y reconoce haberse equivocado al imponerlo como su sucesor (La Jornada, 14/V/09), declaraciones de las que se retractó por la noche tras recibir durante dos horas la visita de Emilio Gamboa, el amenazador enviado de Salinas (www.elgolfo.info), publicando un comunicado declarándose un anciano irresponsable.
6. La respuesta airada de Salinas descalificando a su vez como senil e incapaz a su predecesor y antiguo protector y la orden fulminante dada tanto por Calderón como por Salinas a priístas y panistas de no hacer comentarios sobre el tema, buscando así apaciguar la discusión con la tesis de que han logrado hacer cínica a la sociedad para que lo acepte todo, no está haciendo sino ahondar la crisis de esa mafia de poder que amenaza con hundir más al país.
7. El hecho incuestionable es, sin embargo, que Calderón fue impuesto en Los Pinos por Salinas y su mafia y que sin ésta es incapaz de gobernar, como lo evidencian las pocas iniciativas que ha tomado por sí mismo, como las relacionadas en torno a la “influenza porcina”. El ocultamiento que en un principio hizo Calderón con propósitos políticos del virus AH1N1 llamado ahora mexican flu a fin de hacer una manipulación propagandística de la información magnificando el peligro y buscando crear un clima de miedo en el país, ha terminado por revertírsele.
8. Las acciones delictivas de Calderón al ocultar la información fueron denunciadas primero por una funcionaria del Ministerio de Salud de Francia (Proceso, no. 1696) y luego por el comandante Fidel Castro, el 11 y el 14 de mayo, y las consecuencias de sus exageraciones ulteriores hechas en un abuso estúpido de poder están a la vista: en el exterior conflictos con decenas de países que en ejercicio de su soberanía y asumiéndolas como ciertas han tomado medidas preventivas, y en el interior un grave daño a miles de empresas, a decenas de miles de trabajadores y a la economía nacional en su conjunto. Con su irresponsabilidad, Calderón no ha mejorado la imagen electoral del PAN y sí ha conducido a miles de empresas a la quiebra y a cientos de miles al desempleo, y le ha hecho a México un daño irreparable.
9. Con su intento de manipulación política, Calderón se halla entrampado en su propia maniobra: si niega ahora la gravedad que le atribuyó en un principio al problema, emergerán sus responsabilidades internacionales; y si lo quiere seguir manipulando con propósitos político-electorales, ahondará la crisis económica de México.
10. La crisis inocultable de la mafia política y económica en el poder no puede ya tener solución en términos de los viejos códigos del crimen organizado: sacrificando a alguno. Es urgente para México que se vayan todos, empezando por Salinas y su peón Calderón, y que se inicie una verdadera reconstrucción nacional. (Fuentes: Luis Javier Garrido, La Jornada, 15/V/09; La Jornada, 23/V/09).
Control social total
George Orwell, 1984
Ya nadie duda que estamos todos vigilados, observados y fichados. En el paseo, en el mercado, en el autobús, en el banco, en el metro, en el estadio, en el aparcamiento, en las carreteras... alguien nos está mirando por el ojo de las nuevas cerraduras digitales. Múltiples mallas de vigilancia nos acosan por todo el planeta, la mirada penetrante de los satélites nos persigue desde el espacio, las pupilas silenciosas de las cámaras nos controlan por las calles, el sistema Echelon –Sistema de espionaje planetario de las llamadas telefónicas y del correo electrónico, dependiente de la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense– inspecciona nuestras comunicaciones, y los chips RFID –Identificación por Radiofrecuencia– revelan nuestro perfil de consumidor. Cada uso de la computadora, de Internet (Google, YouTube, MySpace...) o de la tarjeta de crédito deja huellas imborrables que delatan nuestra identidad, nuestra personalidad, nuestras inclinaciones. Se ha cumplido el viejo recelo de George Orwell que nos pareció, durante tanto tiempo, utópico o excesivamente paranoico (Orwell lo concibió, en 1948, para denunciar a la sociedad estalinista, en contraste con el Occidente “de democracia y libertad”). Se ha roto el necesario equilibrio entre libertad y seguridad. Con la intención de proteger al conjunto de la sociedad, las autoridades, en nuestras modernas democracias, tienden hoy a ver en cada ciudadano a un virtual maleante. La guerra sin cuartel contra el terrorismo –preocupación dominante en el último decenio– ha procurado una impecable coartada moral y favorecido la acumulación de un impresionante arsenal legal –la Ley de Videovigilancia aprobada en 1997 permitió, en España, la instalación en lugares públicos de cámaras de vigilancia “para velar por la seguridad ciudadana”– que está permitiendo llevar a cabo el proyecto de control social integral. Los “progresos” tecnológicos (informático y digital) también han ayudado y las autoridades tienen cada vez mejores herramientas para la vigilancia electrónica.
“Habrá menos privacidad, menos intimidad, pero mayor seguridad”, nos dicen. Y en nombre de ese nuevo imperativo categórico, se ha instalado de modo progresivo e indoloro, un régimen de dominación que podemos calificar de “sociedad de control”. Con la particularidad de que –a diferencia de las precedentes “sociedades disciplinarias” que confinaban a los rebeldes o descarriados en lugares cerrados (cárcel, reformatorio, manicomio)–, la sociedad de control encierra a los sospechosos (o sea, a casi todos los ciudadanos) al aire libre y los mantiene bajo acecho constante. A veces, mediante los aparatos que libremente ellos mismos han adquirido: computadoras, teléfonos celulares y otros dispositivos informáticos (tarjeta de crédito, agenda electrónica tipo Palm, billetes de transporte, GPS, etc.). Y otras veces, gracias al uso de sistemas discretos y ocultos que atisban los movimientos de cada persona, como los radares de carreteras o las cámaras de videovigilancia (léase Armand Mattelart, Un Mundo vigilado, Paidós, Barcelona, 2009).
Éstas se han multiplicado hasta tal punto que, en el Reino Unido, por ejemplo, donde se han instalado más de cuatro millones de ellas (una por cada quince habitantes), una persona puede ser filmada hasta 300 veces al día... Las nuevas cámaras Gigapan, de ultra alta resolución (más de mil millones de píxeles) permiten, en una sola imagen y por un vertiginoso efecto de zoom, el fichaje biométrico del rostro de cada uno de los miles de espectadores presentes en un estadio, en una manifestación o en un mitin político.
Aunque los estudios serios demuestran la poca eficacia de la videovigilancia, la confianza en esta tecnología sigue en aumento. Aprovechando la paranoia antiterrorista que ellos mismos han creado, algunos gobiernos han constituido batallones de confidentes voluntarios civiles que informan de lo que oyen y ven a las autoridades. El Departamento de Justicia de Estados Unidos lanzó en 2002, bajo la presidencia de George W. Bush, la Operation Tips (Operación Soplos) para convertir en confidentes a más de un millón de trabajadores cuya particularidad era la de entrar en los hogares de la gente (fontaneros, albañiles, electricistas, jardineros), que debían llamar a un número de teléfono de la policía si notaban algo sospechoso.
Pasar de una sociedad informada a una de informantes es el proyecto que acaba de lanzar la Asociación de Sherifs de la frontera de Texas (Texas Border Sheriff ‘s Coalition ) que ha colocado quince cámaras de videovigilancia a lo largo de la frontera con México en puntos aislados y estratégicos. Las cámaras están conectadas a Internet (www.blueservo.net) y cada ciudadano, a través del mundo, instalado en su casa frente a su computadora, puede espiar las áreas desérticas texanas o las riberas del Río Bravo. Si ve pasar a algún emigrante clandestino puede denunciarlo con un simple correo electrónico. Cerca de treinta millones de individuos, de diversos países, ya han aceptado la función de confidente voluntario de la policía de Texas para luchar contra la inmigración clandestina. Es fácil de imaginar que, con la agravación de la crisis económica actual y el brutal aumento de la xenofobia, si se instalase en Europa, a lo largo de las costas del Mediterráneo, un sistema semejante de cámaras de vigilancia, el número de espías civiles voluntarios sería sin duda importante.
Es una de las perversiones de la actual sociedad de control: desea convertir a los ciudadanos, a la vez, en vigilados y en vigilantes. Cada uno debe espiar a los demás, al tiempo que es él mismo espiado. O sea, en un marco democrático en el que cada individuo está convencido de vivir en la mayor libertad, la realización del objetivo represivo máximo de las sociedades totalitarias.
(Texto de Ignacio Ramonet, Le Monde Diplomatique, rebelión, 3/V/09).
¿Por qué Las venas abiertas?
Un libro que asienta la comprensión de nuestra América en los dos pilares que articulan nuestra violenta inserción subordinada al mercado capitalista internacional: el colonialismo y las dos más grandes masacres de la historia de la humanidad, la aniquilación de los pueblos indígenas y la esclavitud. El capitalismo llegó a estas tierras chorreando sangre, mostrando a lo que venía. No a traer civilización fundada en las armas y el crucifijo, sino opresión, discriminación, explotación de los recursos naturales y los seres humanos.
El proceso de colonización, que cambió de forma con el paso a la explotación imperial, es el fundamento, el tema central y el nombre del libro: “Es América Latina, la región de las venas abiertas. Desde el descubrimiento hasta nuestros días, todo se ha trasmutado siempre en capital europeo o, más tarde, norteamericano, y como tal se ha acumulado y se acumula en los lejanos centros de poder. Todo: la tierra, sus frutos y sus profundidades ricas en minerales, los hombres y su capacidad de trabajo y de consumo, los recursos naturales y los recursos humanos. El modo de producción y la estructura de clases de cada lugar han sido sucesivamente determinados, desde fuera, por su incorporación al engranaje universal del capitalismo”.
Las venas demuestran fehacientemente cómo “...el subdesarrollo latinoamericano es una consecuencia del desarrollo ajeno, que los latinoamericanos somos pobres porque es rico el suelo que pisamos y que los lugares privilegiados por la naturaleza han sido malditos por la historia. En este mundo nuestro, mundo de centros poderosos y suburbios sometidos, no hay riqueza que no resulte, por lo menos, sospechosa”.
“Con el paso del tiempo, se van perfeccionando los métodos de exportación de las crisis. El capital monopolista alcanza su más alto grado de concentración y su dominio internacional de los mercados, los créditos y las inversiones hacen posible el sistemático y creciente traslado de las contradicciones: los suburbios pagan el precio de la prosperidad, sin mayores sobresaltos, de los centros”. “Ya se sabe quiénes son los condenados a pagar las crisis de reajuste del sistema. Los precios de la mayoría de los productos que América latina vende bajan implacablemente en relación a los precios de los productos que compra a los países que monopolizan la tecnología, el comercio, la inversión y el crédito”.
El presidente de Estados Unidos dijo, con razón, que la reunión de Trinidad-Tobago demostrará su significado por los efectos concretos que tenga. Ningún efecto será más importante que las consecuencias que él –y tantos otros mandatarios latinoamericanos– saquen de la lectura de Las venas abiertas de América latina, de nuestro mejor escritor, Eduardo Galeano. Las verdades de sus páginas se han confirmado al trasformarse el libro en prueba irrefutable del carácter subversivo del que fuera agarrado con un ejemplar en su casa, durante las dictaduras militares latinoamericanas.
Pero por la fuerza de sus verdades es por lo que este libro latinoamericano merece estar en cualquier lista de lecturas indispensables, hechas o por hacer. Es el mejor regalo que un latinoamericano le puede dar al presidente de Estados Unidos, a todos y a cualquier norteamericano, a todos los latinoamericanos, por lo que descifra de nuestra historia y de nuestra identidad, de nuestro pasado y de nuestro presente. (Texto de Emir Sader, página 12, 22/IV/09).
Rodolfo Walsh, el periodismo necesario
Rodolfo Walsh, oficiante de la palabra, sigue acusando desde la memoria la siembra del pueblo argentino en una de las dictaduras más cruentas del sur del subcontinente. Rebelde de todas las causas justas, nació en Choele-Choel, provincia de Río Negro, Argentina, el 9 de enero de 1927 y se encuentra desaparecido desde el 25 de marzo de 1977.
Su voz sigue denunciando pese a la desmemoria y la imposición de los silencios. Su palabra es un arma capaz de demostrar las traiciones. Aunque hayan querido acallarlo su voz retumba en el papel, como el vértigo develado de las sombras.
“No es el menor de esos espejismos la idea de que un lugar así no puede estar tan tranquilo, tan silencioso y olvidado bajo el sol que se va a poner, sin que nadie vigile la historia prisionera en la basura cortada por la falsa marea de metales muertos que brillan reflexivamente”, dice Walsh en Operación Masacre, un libro que es una llamarada de conciencia.
Hay palabras que mostrando, nos muestran las heridas, esa es la de Walsh, sur entre los sures, humano en su dimensión de hombre, voz de los sin voz, de esos otros que caminan el destino con hambre. Se asomó a ver qué pasaba y se sumó a las luchas. No resistió la pasiva mirada desde los muros, sino que se internó en las profundidades de la violencia y allí nació para siempre, joven, rebelde, con la razón a cuestas. Porque era precisamente su compromiso, ese, el de decir donde nadie más se atrevía a nombrar las verdades.
Rodolfo Walsh, incendiario en su palabra, un día antes de haber sido detenido ilegalmente, envió una carta a la Junta Militar.
“La censura de prensa, la persecución a intelectuales, el allanamiento de mi casa en el Tigre, el asesinato de amigos queridos y la pérdida de una hija que murió combatiéndolos, son algunos de los hechos que me obligan a esta forma de expresión clandestina después de haber opinado libremente como escritor y periodista durante casi treinta años”.
Son éstos, tiempos de volver a su lectura, para anudarse a la geografía de las verdades necesarias. Él es un llamado a los jóvenes periodistas de hoy, para que no se vendan, para que se mantengan del lado de los pueblos. Su ejemplo de lucha y de convicción libertaria, revolucionaria, es un llamado a la palabra certera, a la que debe decir y decirnos los caminos y los sueños.
“Si una propaganda abrumadora, reflejo deforme de hechos malvados no pretendiera que esa Junta procura la paz, que el general Videla defiende los derechos humanos o que el almirante Massera ama la vida, aún cabría pedir a los señores Comandantes en Jefe de las tres Armas que meditaran sobre el abismo al que conducen al país tras la ilusión de ganar una guerra que, aún si mataran al último guerrillero, no haría más que empezar bajo nuevas formas, porque las causas que hace más de veinte años mueven la resistencia del pueblo argentino no estarán desaparecidas sino agravadas por el recuerdo del estrago causado y la revelación de las atrocidades cometidas”.
Aquí la voz desgarrada, cascada de tanto grito para despertar al alba, aquí su nombre de periodista cierto, de periodista comprometido con la historia del tiempo que le tocó vivir. Su palabra seguirá encendiendo las mañanas de las mujeres y hombres que leyéndolo viven a través de él y de todas y todos los que andan construyendo juntos el mañana que necesariamente habrá de venir. (Texto de Daniela Saidman, Diario de Guayana, rebelión, 12/IV/09).
Disculpen la molestia
Quiero compartir algunas preguntas, moscas que me zumban en la cabeza. ¿Es justa la justicia? ¿Está parada sobre sus pies la justicia del mundo al revés? El zapatista de Irak, el que arrojó los zapatazos contra Bush, fue condenado a tres años de cárcel. ¿No merecía, más bien, una condecoración?
¿Quién es el terrorista? ¿El zapatista o el zapateado? ¿No es culpable de terrorismo el serial killer que mintiendo inventó la guerra de Irak, asesinó a un gentío y legalizó la tortura y mandó aplicarla?
¿Son culpables los pobladores de Atenco, en México, o los indígenas mapuches de Chile, o los kekchíes de Guatemala, o los campesinos sin tierra de Brasil, acusados todos de terrorismo por defender su derecho a la tierra? Si sagrada es la tierra, aunque la ley no lo diga, ¿no son sagrados, también, quienes la defienden?
Según la revista Foreign Policy, Somalia es el lugar más peligroso de todos. Pero, ¿quiénes son los piratas? ¿Los muertos de hambre que asaltan barcos o los especuladores de Wall Street, que llevan años asaltando el mundo y ahora reciben multimillonarias recompensas por sus afanes?
¿Por qué el mundo premia a quienes lo desvalijan?
¿Por qué la justicia es ciega de un solo ojo? Wal Mart, la empresa más poderosa de todas, prohíbe los sindicatos. McDonald’s, también. ¿Por qué estas empresas violan, con delincuente impunidad, la ley internacional? ¿Será porque en el mundo de nuestro tiempo el trabajo vale menos que la basura y menos todavía valen los derechos de los trabajadores?
¿Quiénes son los justos y quiénes los injustos? Si la justicia internacional de veras existe, ¿por qué nunca juzga a los poderosos? No van presos los autores de las más feroces carnicerías. ¿Será porque son ellos quienes tienen las llaves de las cárceles?
¿Por qué son intocables las cinco potencias que tienen derecho de veto en las Naciones Unidas? ¿Ese derecho tiene origen divino? ¿Velan por la paz los que hacen el negocio de la guerra? ¿Es justo que la paz mundial esté a cargo de las cinco potencias que son las principales productoras de armas? Sin despreciar a los narcotraficantes, ¿no es éste también un caso de “crimen organizado”?
Pero no demandan castigo contra los amos del mundo los clamores de quienes exigen, en todas partes, la pena de muerte. Faltaba más. Los clamores claman contra los asesinos que usan navajas, no contra los que usan misiles.
Y uno se pregunta: ya que esos justicieros están tan locos de ganas de matar, ¿por qué no exigen la pena de muerte contra la injusticia social? ¿Es justo un mundo que cada minuto destina tres millones de dólares a los gastos militares, mientras cada minuto mueren quince niños por hambre o enfermedad curable? ¿Contra quién se arma, hasta los dientes, la llamada comunidad internacional? ¿Contra la pobreza o contra los pobres?
¿Por qué los fervorosos de la pena capital no exigen la pena de muerte contra los valores de la sociedad de consumo, que cotidianamente atentan contra la seguridad pública? ¿O acaso no invita al crimen el bombardeo de la publicidad que aturde a millones y millones de jóvenes desempleados, o mal pagados, repitiéndoles noche y día que ser es tener, tener un automóvil, tener zapatos de marca, tener, tener, y quien no tiene, no es?
¿Y por qué no se implanta la pena de muerte contra la muerte? El mundo está organizado al servicio de la muerte. ¿O no fabrica muerte la industria militar, que devora la mayor parte de nuestros recursos y buena parte de nuestras energías? Los amos del mundo sólo condenan la violencia cuando la ejercen otros. Y este monopolio de la violencia se traduce en un hecho inexplicable para los extraterrestres, y también insoportable para los terrestres que todavía queremos, contra toda evidencia, sobrevivir: los humanos somos los únicos animales especializados en el exterminio mutuo, y hemos desarrollado una tecnología de la destrucción que está aniquilando, de paso, al planeta y a todos sus habitantes.
Esa tecnología se alimenta del miedo. Es el miedo quien fabrica los enemigos que justifican el derroche militar y policial. Y en tren de implantar la pena de muerte, ¿qué tal si condenamos a muerte al miedo? ¿No sería sano acabar con esta dictadura universal de los asustadores profesionales? Los sembradores de pánicos nos condenan a la soledad, nos prohíben la solidaridad: sálvese quien pueda, aplastaos los unos a los otros, el prójimo es siempre un peligro que acecha, ojo, mucho cuidado, éste te robará, aquél te violará, ese cochecito de bebé esconde una bomba musulmana y si esa mujer te mira, esa vecina de aspecto inocente, es seguro que te contagia la peste porcina.
En el mundo al revés, dan miedo hasta los más elementales actos de justicia y sentido común. Cuando el presidente Evo Morales inició la refundación de Bolivia, para que este país de mayoría indígena dejara de tener vergüenza de mirarse al espejo, provocó pánico. Este desafío era catastrófico desde el punto de vista del orden racista tradicional, que decía ser el único orden posible: Evo era, traía el caos y la violencia, y por su culpa la unidad nacional iba a estallar, rota en pedazos. Y cuando el presidente ecuatoriano Correa anunció que se negaba a pagar las deudas no legítimas, la noticia produjo terror en el mundo financiero y el Ecuador fue amenazado con terribles castigos, por estar dando tan mal ejemplo. Si las dictaduras militares y los políticos ladrones han sido siempre mimados por la banca internacional, ¿no nos hemos acostumbrado ya a aceptar como fatalidad del destino que el pueblo pague el garrote que lo golpea y la codicia que lo saquea?
Pero, ¿será que han sido divorciados para siempre jamás el sentido común y la justicia? ¿No nacieron para caminar juntos, bien pegaditos, el sentido común y la justicia? ¿No es de sentido común, y tam-bién de justicia, ese lema de las feministas que dicen que si nosotros, los machos, quedáramos emba-razados, el aborto sería libre? ¿Por qué no se legaliza el derecho al aborto? ¿Será porque entonces dejaría de ser el privilegio de las mujeres que pueden pagarlo y de los médicos que pueden cobrarlo?
Lo mismo ocurre con otro escandaloso caso de negación de la justicia y el sentido común: ¿por qué no se legaliza la droga? ¿Acaso no es, como el aborto, un tema de salud pública? Y el país que más drogadictos contiene, ¿qué autoridad moral tiene para condenar a quienes abastecen su demanda? ¿Y por qué los grandes medios de comunicación, tan consagrados a la guerra contra el flagelo de la droga, jamás dicen que proviene de Afganistán casi toda la heroína que se consume en el mundo? ¿Quién manda en Afganistán? ¿No es ese un país militarmente ocupado por el mesiánico país que se atribuye la misión de salvarnos a todos? ¿Por qué no se legalizan las drogas de una buena vez? ¿No será porque brindan el mejor pretexto para las invasiones militares, además de brindar las más jugosas ganancias a los grandes bancos que en las noches trabajan como lavanderías?
Ahora el mundo está triste porque se venden menos autos. Una de las consecuencias de la crisis mundial es la caída de la próspera industria del automóvil. Si tuviéramos algún resto de sentido común, y alguito de sentido de la justicia ¿no tendríamos que celebrar esa buena noticia? ¿O acaso la disminución de los automóviles no es una buena noticia, desde el punto de vista de la naturaleza, que estará un poquito menos envenenada, y de los peatones, que morirán un poquito menos?
Según Lewis Carroll,
–Ahí lo tienes –dijo
En El Salvador, el arzobispo Oscar Arnulfo Romero comprobó que la justicia, como la serpiente, sólo muerde a los descalzos. El murió a balazos, por denunciar que en su país los descalzos nacían de antemano condenados, por delito de nacimiento.
El resultado de las recientes elecciones en El Salvador, ¿no es de alguna manera un homenaje? ¿Un homenaje al arzobispo Romero y a los miles que como él murieron luchando por una justicia justa en el reino de la injusticia?
A veces terminan mal las historias de