domingo, 4 de octubre de 2009

“Me voy tranquilo”



En algún lugar inmenso, cuyos límites trascienden el punto sin retorno, no existe la mesura ni la proporción, no se aplican los principios de la ética, y la justicia es un fantasma ciego y pusilánime; en ese territorio insondable se erige un estado de excepción, una monstruosidad interminable donde residen todos los vicios y todas las versiones de la corrupción. Dicen los que saben que el poder ejerce una extraña fascinación que logra igualar a todos los que lo ostentan, que ahí surge la incongruencia entre el discurso y el proceder de la clase política, y que la perversidad se contrae cuando se incursiona en el exclusivo círculo del poder. La revelación de que el gobernador Oliva propuso a Toño Salvador como integrante de una terna para ocupar una magistratura en el Supremo Tribunal de Justicia del Estado, y que, efectivamente, la maquinaria panista en el Congreso local lo favoreció con 30 votos a favor y 3 en contra el pasado 27 de agosto, no solamente indica el pésimo manejo de los recursos, sino la existencia de una red de complicidades y de tráfico de influencias que lejos de que sea desarticulada, se ha fortalecido. Poco importa que haya personal con años y años de carrera en el Poder Judicial del Estado que, cada vez que es lanzada una convocatoria, se somete a rigurosas pruebas con el afán de ocupar una magistratura. En su lugar, un oportunista como Toño Salvador, que ya antes había sido premiado con una notaría, es hoy favorecido por el dedo del gobernador. La inmensidad de los abismos de la impunidad, el monto inconmensurable de los fraudes al erario, el insondable funcionamiento de la maquinaria gubernamental, son ponderaciones aventuradas porque la corrupción en el poder es una incógnita indescifrable. Y, Toño Salvador, servil y parásito del erario, es parte de esa maquinaria. Al despedirse como alcalde, lanzó la clásica frase de los políticos sinvergüenzas: “Me voy tranquilo”. En entrevista con el diario a.m.arillista, ya como alcalde con licencia, Toño Salvador acepta sus carencias, su torpeza y su intolerancia: “Nos vamos satisfechos pero no conformes –dijo–. Satisfechos porque hicimos todo lo que estuvo en nuestras manos en gestiones, capacidad física y mental (seguramente requirió de mucha capacidad física y mental para despedir a la gente que le resultó incómoda; para el acomodo de recomendados y amigos; para otorgarse buenos sueldos, primas y bonificaciones y, sobre todo, para encubrir a su amigo Joel Alférez, quien, a pesar de haber dejado cuentas pendientes en Seguridad Pública, jamás se le fincó responsabilidad alguna)”. “No estoy conforme –siguió Toño– porque quisiéramos cambiar totalmente el municipio, pero depende de recursos materiales y económicos, como de la mentalidad de muchos de nuestros conciudadanos de quienes hay resistencias, de gente que no quiere ver plenamente al municipio (¿y por qué el propio Toño no venció sus propias resistencias para que en él se adoptara un cambio de actitud? ¿No fueron precisamente sus estúpidos prejuicios los que le valieron para ganarse la enemistad de empresarios, comerciantes, regidores y colonos, quienes le llegaron a manifestar su repudio por mentiroso y demagogo? ¿No fue su cerrazón lo que motivó que se ganara la animadversión de sus opositores?)”. En tono mesiánico, afirmó que “hay gente que no cree en los gobiernos ni en los grandes proyectos, tendremos que seguir insistiendo (es decir, Toño Salvador, en sus adentros, considera que fue el alcalde de los “grandes proyectos”, aunque pocos lo hayan comprendido)”. “Pero lo básico es comprometerse (¿y por qué no mostró su compromiso social bajándose el salario, renunciando a las bonificaciones y a los privilegios de la alta burocracia municipal, mostrándose incluyente y abierto a la crítica y los señalamientos de los opositores? El compromiso de Toño Salvador no fue con el pueblo trabajador, sino con los sectores sociales que desde hace décadas viven como parásitos, hartándose de la sangre y del sudor del proletariado)”. Ahí está su compromiso: el personal llamado “de primer nivel”, va a ser premiado con una liquidación de poco más de 90 días de sueldo por “despido injustificado”. “El prometer ya pasó de moda –continúa Toño–, decir que queremos a San Francisco, que lo amamos, que es nuestra tierra, que nos vio nacer o que nosotros sí somos de San Francisco, pasa a segundo plano; eso hay que demostrarlo con el trabajo diario… con las aptitudes de trabajar y buscar el bienestar de los demás, no con la mentalidad del hacendado o del cacique que sólo busca su bienestar. Poco a poco hay que ir cambiando nuestro actuar (¿Mentalidad de hacendado o cacique, que sólo busca su bienestar? No cabe duda, Toño Salvador se vuelve a morder la lengua; él, que ya lleva años viviendo del presupuesto público; él, que ha sabido acomodarse en las filas del yunquismo bajo las órdenes del “jefe” y cacique Elías Villegas; él, que sólo ha buscado su bienestar y el de su familia; él, que para comprobar lo anterior, impuso a su esposa como primera regidora en la planilla de Jaime Verdín. ¿En qué mundo de fantasía vive Toño? Su mundo es color de rosa: ve la paja en el ojo ajeno, pero no la viga en el propio)”. Soberbio, acepta que no se arrepiente de nada: “Aunque debe ser claro que somos humanos y probablemente (sic) nos equivocamos en muchas de nuestras acciones, nos equivocamos por desconocimiento y hay que aceptarlo (por supuesto que hubo errores y equivocaciones deliberados; por supuesto que estuvo mal aconsejado todo este tiempo; por supuesto que la mayoría de las veces mostró un terrible desconocimiento no sólo de lo que es la función pública, sino del propio Derecho; por supuesto que muchas veces se comportó como un vulgar tiranuelo; por supuesto que actuó de mala fe en muchas ocasiones; por supuesto que sabía de la red que se formó alrededor de quienes en su administración abusaron del erario; por supuesto que se dio cuenta de los malos manejos de muchos, sí, de muchos de sus colaboradores)”. Toño se cura en salud: “Siempre tuvimos la mentalidad de hacer las cosas bien, nunca en los errores actuamos de mala fe (muy al contrario, su mala fe se manifestó a partir de decisiones derivadas de su criterio estrecho y por su falta de humildad para reconocer tales errores en su momento)”. “Pudimos tener muchos errores por diferentes razones, pero siempre procuramos el beneficio de San Francisco como lo hemos demostrado (Nadie le regatea el que haya habido obra pública; escasa, pero la hubo. Además, esa era su obligación. El problema de Toño Salvador es que trate de engañar diciendo que procuró el beneficio de San Francisco. ¿A cuál San Francisco se refiere? ¿Al San Francisco de los narcoempresarios, al San Francisco de quienes viven de la transa y el trinquete, al San Francisco del glamour y la vida nice, al San Francisco que se da golpes de pecho con una mano y con la otra porta el látigo del desprecio? Porque el San Francisco de las barriadas marginales y de las comunidades sin servicios y de los hogares que viven en la desesperanza, lo único que le van a agradecer es que los haya mantenido en el olvido)”. Petulante, acepta que le gustaría regresar: “Si la gente (de San Francisco) vuelve a apoyar a Toño Salvador con gusto lo haríamos, con gusto yo volvería a trabajar con todo el pueblo, si es que lo consideran (no comments)”. Luego, saca a relucir los fierros de su intolerancia hacia los que no comparten su forma de pensar: “Al inicio de la administración, dije que ésta era panista, y en ella deben trabajar panistas o gente afín, sería ilógico tener enemigos o fuego amigo en el trabajo (es decir, desde la óptica de Toño, los empleados que, aun siendo eficientes y responsables, mientras no fueran catalogados como panistas, entonces había que enviarlos a las filas del desempleo. Una lógica muy propia de los yunquistas)”. Y, otra vez, se vuelve a morder la lengua, cuando habla de la necesidad de la alternancia: “ésta es buena, porque se rompe con un vicio, (sobre todo) cuando son varios gobiernos continuos (de un mismo partido), sí hay que darle una oxigenación a ese proceso”. Eso significa que en León, municipio con más de veinte años de panismo, el “proceso de gobierno” se ha tornado un vicio. Finalmente, sacó a relucir su corazón noble, cristiano, bondadoso e hipocritón: “Agradezco principalmente a dios nuestro señor y a la Virgen de Guadalupe, por haberme dado la oportunidad de servirle a San Francisco, de haberme dado salud, paciencia, sabiduría y resignación en muchas cosas; a mi familia, a mi madre, a mis amigos, de los que nos aislamos para dedicarnos al servicio de apostolado por San Francisco”. ¡Oh, gracias al Todopoderoso por haber enviado a estas tierras a este ser prodigioso y abnegado! ¡Sí, nos unimos al coro de los que cantan aleluyas y elevan sus plegarias al cielo para que Toño Salvador regrese pronto a gobernar el terruño! Tan-tan.
(Fuentes: a.m., 3/VIII/09; Laura M. López Murillo, argenpress, 4/VIII/09).

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