Antes. “Así era el mundo antes de nosotros,/ un cuento con una torre y una aldea,/ animales y huertos, un lago encerrado entre cimas boscosas./ Seis pilotos jóvenes juegan como niños en la orilla del lago negro,/ las montañas lo abrazan, los árboles murmuran,/ las nubes, un viento fresco rizando las aguas…/ ninguna amenaza”, recuerda Daniel Macías Díaz. “No sabría cómo decirles que lo hemos hecho todo mal,/ que habría que volver a empezar,/ que así era el mundo antes de nosotros,/ …se reirían de mí”, aventura el poeta.
Durante. “Los hombres son como las nubes, en cuanto desaparecen se pone un tiempo buenísimo”, soltaba en una película de Ventura Pons una de sus protagonistas. Vienen malos, peores tiempos. Según las últimas previsiones de la ONU, los 6 mil 800 millones de personas de ahora nos convertiremos en 9 mil 100 millones en 2050. Un tercio más. Cerca del 70% de la población mundial vivirá en ciudades frente al 49% que lo hace en la actualidad. La peste humana se multiplica y concentra.
Después. Año 2055, se abre el telón y un veterano y cascado activista echa la vista atrás y repasa con amargura videos de su juventud, comienzos del siglo XXI. Afuera, una catástrofe climática ha arrasado el planeta y apenas quedan supervivientes. “¿Por qué no evitamos el desastre?”, se pregunta resignado el viejo. La película, de la directora británica Franny Armstrong, se titula “La Era de la Estupidez” y se ha estrenado el martes septiembre 22 en más de 50 países para luchar contra el cambio climático. ¿Por qué no? ¿Cómo se contagia la ignorancia? ¿Será que la imbecilidad no tiene cura? ¿Para cuándo una vacuna contra la estupidez humana?
(Texto de Gorka Andraka, gara, rebelión, 26/IX/09).
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