domingo, 3 de enero de 2010

MUNICIPAL: “No es pa¬ra alar¬mar¬se”


Desde que las au¬to¬ri¬da¬des de San Fran¬cis¬co en¬con¬tra¬ran los primeros pa¬tos muertos en el vaso de la pre¬sa de Sil¬va a finales de octubre, las cifras siguen aumentando con el paso de los días. Gua¬da¬lu¬pe Cha¬go¬ya, supuesto responsable de Eco¬lo¬gía en el municipio, declaró que “esta si¬tua-ción no es pa¬ra alar¬mar¬se ni cau¬sar polémicas, to¬da vez que es¬tamos to¬man¬do me¬di¬das preventi-vas pa¬ra evi¬tar más muer¬tes”. Sin explicar en qué consisten esas “medidas preventivas”, las autoridades no sa¬ben qué es lo que ha provocado las muertes de las aves acuáticas; como tampoco cuentan con equipo propio, necesario para la recolección de cadáveres de aves que se encuentran flotando en el centro de la presa. Lo anterior, a sabiendas de que los patos muertos son la prin¬ci¬pal fuen¬te de in¬fec¬ción pa¬ra las aves que lle¬gan sa¬nas: “la toxina que les afec¬ta se con¬cen¬tra prin¬ci¬pal¬men¬te en las lar¬vas que habi¬tan en los ca¬dá¬ve¬res”, dijo Chagoya. Pero, ¿a qué se debe que a más de una década de que se diera una mortandad masiva de patos en la Presa de Silva aun no se tenga una estrategia de prevención, o cuando menos contar con el equipo mínimo de laboratorio (como instrumental para medir el pH del agua, el porcentaje de sales de metales pesados que contiene, el tipo de bacterias, microorganismos, etc.) para determinar las posibles causas de esas muertes? Desde entonces a la fecha, cada fin de año es lo mismo: la autoridad “responsable” sólo se dedica a la recolecta de cadáveres de aves y siempre declaran que están haciendo lo correcto. En paralelo con lo previamente expuesto, aparecen en escena los corruptos de la clase política con discursos grandilocuentes sobre “humanismo”, “legalidad” y “democracia”. Presurosos, se desviven por agradar al nuevo príncipe, sin importarles que su larga cola sea pisoteada una y otra vez. Sin que todos den la cara por aquello de la coartada, las suplantaciones de personalidad y los testaferros que estos individuos saben cuidar además de saber manejar los tiempos. No en vano la política fue desde siempre una actividad sospechosa en la que caben tantos que sólo lucen labia. Estos políticos y la mayoría de los periodistas que cubren sus actividades, temerosos de que la creencia del pueblo en la democracia se debilite en vista de tanta podredumbre, se apresuran a decir que ellos sí son gente decente, “porque están comprometidos con San Francisco”. Un ejemplo elocuente: el MCF (Maestro en Ciencias Forenses, así le gusta que le llamen a este payasete) J. Salvador Jiménez Longoria, contralor municipal, confirmó “la detección de posible fraude contra el Municipio”, recayendo tal delito en el ex director de Servicios Públicos Municipales, Joel Murillo. ¿En qué consiste tal afectación? En que Joel Murillo, individuo de pocas luces, vendió herrería y fierro viejo como desecho –postes de alumbrado público, letreros, espectaculares propiedad del Municipio, etc.– que ya se había acumulado por varios meses. A Joel Murillo se le hizo fácil: para evitar la engorrosa tramitología burocrática aventó todo ese desecho a una camioneta, lo vendió todo por unos cuantos miles de pesos y, ¿cuál fue su error? Que no repartió nada del botín. Ofendidos los subalternos por semejante agandalle, le pusieron el dedo acusador, tildándolo de trinquetero y marrullero. El contralor MCF Jiménez Longoria, aparentando que es dedicado, decente y profesional, promete “llegar hasta las últimas consecuencias”. En la misma sintonía, los regidores priístas Israel Hermosillo y Samantha Dávalos se dijeron confiados en que el alcalde “no será blandito” al momento de aplicar sanciones a quienes incumplan la Ley. Sin embargo, no hay que perder de vista que a mayor responsabilidad, mayores ganancias y más privilegios, ¿por qué no se ha adoptado la misma conducta en contra del anterior director de Obras Públicas o el de Transportes, que, se sabe, estuvieron recibiendo jugosos “diezmos” por dejar operar a compañías de dudosa calidad moral? ¿Hasta dónde van a llegar con el desfalco en SAPAF por más de 300 mil pesos, del que, de inmediato el contralor municipal se apresuró a decir que tal quebranto a las finanzas de SAPAF ocurrió “en la pasada administración”? Difícilmente se procederá penalmente en contra de los verdaderos responsables, cuando mucho habrá uno que otro chivo expiatorio, porque resulta que todos gozan de práctica inmunidad, es decir, la impunidad continúa y continuará en el sangriento trienio de Jaime Verdín. Por ello es que el alcalde, fingiendo preocupación por que su administración es un desgarriate, convocó a la “segunda reunión general con directores de área” (noviembre 24), para requerir de todos un proyecto anual de trabajo, un informe mensual de sus actividades, así como una dedicación a su servicio las 24 horas del día. Y más: casi de rodillas solicitó a las dependencias a que tengan una mejor comunicación, que ésta sea cercana, por que la información que sale “debe cuadrar”, para “evitar que salga de control la actividad”. O sea, se confirma lo que aquí hemos venido diciendo: esta administración nació mal: ¿cómo es que hasta ahora se les pide un proyecto anual de trabajo? ¿No se supone que desde su campaña electoral Verdín ya contaba con un proyecto mínimo de gobierno, y que, de acuerdo a ese proyecto se iban a sentar los lineamientos de su administración y, por consiguiente, los directores de área, todos en sintonía, se sujetarían al mismo? ¿Qué le pasa al licenciado Verdín? ¿Un gobierno de ocurrencias? El caso es que, dada la facilidad con la que los políticos manejan sumas millonarias, permisos para construir, para calificar y recalificar terrenos; dado su escaso o nulo respeto por los bienes públicos; y dado el desprecio de la ética universal, es para asegurar que no hay uno solo que se salve. Si se castigara cada delito en contra de los bienes públicos o en contra del mal uso del erario, las cárceles serían insuficientes, se requeriría de un enorme campo de concentración con alambradas de alta tensión para que no se escapen. Empero, más allá de los calabozos, en virtud de las triquiñuelas leguleyas y el tácito contubernio de los poderes institucionales, la impunidad goza de buena salud en estas democracias del apestoso capitalismo. (Fuentes: El Heraldo de León, noviembre 13 y 26, 2009; Jaime Richart, argenpress, 30/X/09; a.m., noviembre 8, 19 y 25, 2009).

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