domingo, 3 de enero de 2010

EDITORIAL: En el umbral de la certeza


En algún lugar de la lógica, en los niveles elementales del raciocinio, se postula la existencia del umbral de las certezas; y en esa tenue frontera se determina la condición pública de las verdades. El impacto de los medios de comunicación reside en su capacidad para condicionar la opinión pública, para moldear percepciones e infundir aprehensiones. De esto sabe el alcalde Jaime Verdín, quien, para convencer a la burguesía local de que “el sí podía conducir los destinos municipales”, se valió de artimañas mediáticas y de conciliábulos con los sectores más retrógrados del panismo. Hoy, esos sectores ya le exigen cuentas: “Si no puede, renuncie”. Por eso, al saber que es un alcalde débil; sin los apoyos que le den fortaleza y legitimidad moral ante esa burguesía, es que sale a relucir la mano dura, la mano represiva. Verdín, al vivir alejado de la realidad de los de abajo, se ha convertido en un peligro para San Francisco, pues ciegamente confía en que la magia de la mediocracia modifique los rangos de la realidad y reconfigure el ámbito de las falacias. Su argumentación es simple: mediante la divulgación mediática, las imprecisiones adquieren contundencia cuando se propagan y se esparcen: “una vulgar mentira se transforma en una verdad absoluta cuando aparece una y otra vez en el discurso mediático”. Igual que los fascistas, cree que “las ideas, por disparatadas que parezcan, adquieren veracidad por el efecto de la repetición y las incertidumbres se configuran como certezas en cuanto se difunden”. San Francisco no es una isla. Recientemente, la idea de un posible estallido social ronda los titulares de prensa y aparece en la declaración de personajes públicos: desde el rector de la UNAM, pasando por el presidente de la Comisión Episcopal para la Pastoral Social, hasta el presidente del Consejo Coordinador Empresarial. En el municipio, el Consejo Coordinador Regional ha manifestado su preocupación por la insensibilidad de las autoridades ante los casos de impunidad, de inseguridad pública, de incremento en las adicciones, de deserción escolar, de la falta de espacios de expresión, etc. ¿Le han hecho caso? No. La autoridad municipal se hace la desentendida, y se vuelve sobre los pasos de quienes los precedieron. La historia amenaza con repetirse: ante una política económica errática implementada desde el gobierno federal, puede darse un estallido social en 2010. En este afán de la clase dominante por condicionar la percepción social, nosotros oponemos el ejercicio del discernimiento como el único conjuro para los efectos idiotizantes de la mediocracia. La exposición reiterada de un argumento endeble, como es el de esparcir la sensación de inestabilidad por la presencia de células de narcotraficantes en cada municipio, con la idea de generalizar el temor para justificar una respuesta represiva a las manifestaciones de descontento social por parte de los cuerpos policiacos y militares del estado, es una estrategia equivocada: hay sectores populares que saben cómo conjurar tales amenazas invisibles. Al propagar ese temor inverosímil se traspasó el umbral de las certezas, y entonces, un barrunto se adjudicó la condición pública de las verdades… Jaime Verdín está en una encrucijada: pasar a la historia como un alcalde inseguro y mediocre o sacudirse sus prejuicios y temores para alcanzar las alturas de la congruencia política. (Fuente: Laura M. López Murillo, argenpress, 27/X/09).

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