Gerardo Mosqueda Martínez no está muerto. Aunque el 19 de octubre presentó su renuncia como secretario de Gobierno en Guanajuato (y se queda sin cobijo del PAN estatal, del gobernador y del poder que tenía como funcionario) está decidido a moverle el tapete a Miguel Márquez, secretario de Desarrollo Social, delfín de Juan Manuel Oliva para la sucesión. ¿Y el secretario federal de Salud, José Ángel Córdova? De él dicen que solamente suena en Los Pinos. ¿Y en qué se basa Mosqueda, ese personaje maquiavélico, para creerse con tamaños? En lo siguiente: 1) Tiene todo el apoyo de El Yunque: se lo robó a Oliva; 2) José Espina, secretario general del CEN del PAN, ya le prometió –dice el propio Mosqueda– apoyo total; 3) Fernando Torres Graciano, líder del PAN estatal, fue rebasado: Mosqueda hace contacto directo con el panismo, aunque no es panista; 4) se presenta como opción no sólo del PAN, sino para otros partidos. Al gobernador Oliva se le advirtió que Mosqueda era perverso; se lo dijo la prensa local, a la cual el ahora ex secretario acosó hasta el cansancio; se lo dijeron panistas y funcionarios cercanos. Se aferró. Ahora su Frankenstein le da bofetadas. Gerardo Mosqueda quiere la renuncia de Miguel Márquez. Hábil, dijo hace unos días que él renunciaba “por coherencia y para transparentar al pie de la letra la precampaña”. Y ahora presiona para que Márquez sea coherente. El paso tres de Mosqueda es claro: brincarse a la dirigencia estatal del PAN y al gobernador, y cerrar con el CEN panista su candidatura. ¿Cómo? Con una encuesta a población abierta. Intenta vender la idea de que se mida la popularidad de él, de Miguel Márquez y de José Ángel Córdova, secretario federal de Salud. En una de esas, gana. Y así Oliva perderá la candidatura para su hijo político; pero se la dejará a su Frankenstein. ¿Llegará?
(Tomado de El Universal, octubre 20 y 21, 2010).
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