Durante el Congreso Internacional 1a Jornada de Vanguardia Científica que se celebró en la UAM-Xochimilco, su comité organizador –integrado por los doctores Lilia Benavides, Heinz Dieterich y Ana Teresa Gutiérrez del Cid– me invitó a participar, al unísono de distinguidos diplomáticos y académicos internacionales, en el panel El ascenso del BRIC en el sistema mundial y sus implicaciones para la paz mundial (disponible en video).
El acrónimo BRIC (Brasil, Rusia, India y China), un muy laxo bloque geoeconómico, fue acuñado por el británico Jim O’Neill, economista en jefe del vilipendiado Goldman Sachs –uno de los bancos de Wall Street que provocaron la crisis financiera global, según el libro Los trece banqueros, del británico Simon Johnson, anterior economista en jefe del FMI–.
Antes del BRIC se había gestado el concepto geoestratégico del triángulo RIC (Rusia, India y China, sin Brasil), formulado por el ruso Evgueny Primakov para detener el irredentismo de la OTAN y la Unión Europea (UE) en la “periferia inmediata” de la balcanizada Rusia.
El verdadero impulsor del BRIC fue el entonces presidente ruso Vladimir Putin (Thaindian News; 16/V/08).
La idea de O’Neill en 2001 era meramente economicista y carente de la influencia geopolítica (sobre todo regional) que ha adquirido el BRIC 10 años más tarde en las esferas respectivas de influencia de cada uno de los integrantes del gigante geoeconómico: hoy, primer lugar del PIB global (23.56%) que desbancó a la UE (20.72%) y a EU (20.37%), según datos de la CIA 2009.
Desde el punto de vista geoeconómico, existe una “híbrida multipolaridad” entre el G-7, en descenso dramático (debido a su enorme deuda impagable), y el BRIC, en ascenso irresistible (principal ahorrador del mundo tanto en su tenencia de reservas de divisas como en la posesión de “fondos soberanos de riqueza”).
El G-7 y el BRIC forman parte de las principales economías globales del G-20 a quien EU y Gran Bretaña (GB) han ungido con el disfuncional liderazgo de la gobernación mundial.
Desde el punto de vista geoestratégico, se ha acentuado la bipolaridad nuclear entre EU y Rusia, con China en un tercer lugar todavía muy distante, lo cual ha dejado huérfana a Europa en el camino.
En las geofinanzas perdura la unipolaridad del dólar estadunidense que sigue siendo “la peor de las divisas con excepción de las demás”, y que todavía no sabe ni puede sustituir creíblemente al BRIC –en forma individual o colectiva–, quien llegó a sopesar la viabilidad de una “divisa BRIC” sin mucha convicción.
Es en el rubro geofinanciero donde resalta una de las vulnerabilidades del muy laxo bloque cuatripartita que aboga, sin mucho éxito, por el fin del dólar estadunidense como la divisa de reserva mundial.
El mas reciente Índice de Desarrollo Financiero (del Foro Económico Mundial de Davos) coloca al G-7 en los primeros lugares, mientras el BRIC detenta sitiales muy mediocres que no corresponden con su grandeza geoeconómica, lo cual refleja todavía el caduco orden mundial unipolar del auge financierista anglosajón.
En medio de la exacerbación de “la guerra de las divisas” –que alertamos premonitoriamente un mes antes– y en vísperas de la cuarta cumbre del G-20 en Seúl (Corea del Sur), sus ministros acordaron “una reforma histórica del FMI”, donde el BRIC formará parte de sus 10 principales accionistas (The Financial Times, 23/X/10, y TNYT, 24/X/10).
Pese al notable ascenso de India y China en el seno organizativo del FMI, todavía comporta dos aberraciones discriminativas: China, hoy segunda superpotencia geoeconómica mundial, ostenta solamente 3.65% del voto frente a Japón, con 6.01%, y EU, con 17.67%. El voto de EU constituye un veto de facto ya que en las “decisiones cruciales” se requiere una inalcanzable “súper mayoría de 85%”. ¿Quién se atreverá a quitarle a EU su veto en el FMI?
El papel del BRIC en el FMI será de orden secundario, en imagen y semejanza a su rol timorato en el G-20, donde predomina el viejo orden mundial anglosajón que solamente proporciona migajas para atenuar los daños pero sin ceder el control de los organismos internacionales.
The People’s Daily (26/X/10) digiere a regañadientes el “inicial pequeño paso” en “el proceso de reforma monetaria y financiera global” que deberá profundizarse y cuyas cuotas de votos en el FMI deberán ser sopesadas “científicamente” como reflejo del nuevo orden multipolar, que incluya la abolición del “poder de veto”.
Tres del bloque geoeconómico cuatripartita del BRIC son potencias nucleares, con excepción de Brasil (cuyo vicepresidente, José Alençar Gomes da Silva, coqueteó con la posesión de una bomba nuclear, pero no han integrado ninguna alianza propiamente militar y no necesariamente tienen los mismos aliados y adversarios.
La consustancial híper-complejidad de la multipolaridad (re)clama traslapes creativos y ostenta consolidadas regionalizaciones con sus respectivas esferas de influencia. Hoy se actúa regionalmente y se piensa globalmente.
Entre los críticos severos del BRIC se encuentra Henry Kissinger, quien juzga que carece de la capacidad de actuar en conjunto como un “bloque coherente” ni para “excluir a EU, menos para confrontarle” (The Washington Note, 23/IV/10).
Durante la octava Revisión Estratégica Global del británico Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, Kissinger abordó en Ginebra Los cambios de poder y la seguridad (10/IX/10). Sustenta que existen muchas fracturas tectónicas en el mundo, mientras desecha “la compartamentalización del orden internacional en un sistema de hegemonías regionales”, cuando “la relación entre EU y China es un elemento esencial para el orden internacional”. Abulta la “dislocación interna” de China y no aborda siquiera la ominosa descomposición doméstica de EU.
China desarrolló la “súper computadora más veloz del mundo” (TNYT, 28/X/10), pero mas allá de los desafíos de las nuevas tecnologías (nanotecnología, robótica y genoma), el BRIC exhibe una disparidad aparatosa en su rápida adopción, como demuestra el ranking porcentual de las “primeras 500 súper computadoras”, donde el liderazgo de EU es descomunal: 1. EU (56.4%); 2. GB (7.6%); 3. Francia (5.4%); 4. China (4.8%); 5. Alemania (4.8%); 6. Japón (3.6%); 7. Rusia (2.2%); en un alejado doceavo lugar aparece India (1%).
Lo que hemos denominado el “caostán”, que detonó la dupla anglosajona en las fronteras euro-asiáticas del RIC, tiene como finalidad si no su balcanización individual, por lo menos la contención de China.
Las limitaciones geopolíticas del BRIC son más evidentes desde el océano Índico hasta el Mar del Sur de China y el mar Amarillo, donde se ha intensificado la confrontación entre China y Japón.
Una de las pruebas superlativas de la cohesión geoeconómica del BRIC radica(rá) en las nuevas alianzas regionales de cada uno de sus miembros, como la que acaba de celebrar India con Japón, adversario incremental de China.
Mediante sus alianzas con India y Japón, ¿buscan EU y GB la temprana balcanización del BRIC, con apenas dos años de bautizo formal?
(Texto de Alfredo Jalife-Rahme, La Jornada, 31/X/10).
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