domingo, 1 de enero de 2012

OPINIÓN: Unos cuantos pensamientos “pre-revolucionarios”

Lo que han conseguido desde el 17 de septiembre, fecha de inicio del movimiento “Ocupa Wall Street” es introducir una nueva imaginación, un nuevo lenguaje político en el corazón del Imperio. Han reintroducido el derecho a soñar en un sistema que intentaba convertirnos a todos en muertos vivientes hipnotizados para equiparar el consumismo insensato con la felicidad y la plenitud.
Como escritora, dejen que se los diga, se trata de un logro inmenso. No me basto para darles las gracias.
Hablemos de justicia. Hoy, mientras hablamos, el Ejército de los EE. UU., libra una guerra de ocupación en Irak y Afganistán. Aviones norteamericanos no tripulados matan civiles en Pakistán y más allá de sus fronteras. Decenas de miles de soldados y escuadrones de la muerte norteamericanos se desplazan hacia África. Por si no fuera suficiente gastar miles de millones para administrar la ocupación de Irak y Afganistán, se eleva la voz para hablar de una guerra contra Irán.
Desde la Gran Depresión, la fabricación de armas y la exportación de la guerra han sido formas claves de estimular la economía para los EE. UU. Sólo últimamente, con el presidente Obama, los EE. UU. han concluido un acuerdo de venta de armas a Arabia Saudita por valor de 60 mil millones de dólares. Esperan vender miles de revientabúnkeres a los Emiratos. Han vendido aeronaves militares por valor de 5 mil millones de dólares a la India, mi país, que tiene más pobres que todos los países pobres de África juntos. Todos estos conflictos, desde el bombardeo de Hiroshima y Nagasaki a Vietnam, Corea, América Latina, han costado millones de vidas, y todos se han librado para garantizar el “American way of life”.
Hoy sabemos que el “modo de vida americano” –el modelo al que se supone ha de aspirar el resto del mundo– ha ocasionado que cuatrocientas personas posean la misma riqueza que la mitad de la población de los EE. UU. Ha significado que miles de personas se quedaran sin casa y sin trabajo mientras el gobierno norteamericano rescataba bancos y empresas: sólo American International Group (AIG) recibió 182 mil millones de dólares.
Las buenas noticias se resumen en que la gente ha dicho basta y ya no va aguantar más. El movimiento “Ocupa...” se ha sumado a otros millares de movimientos de resistencia en todo el mundo en los que las gentes más pobres se alzan y paran en seco a las grandes empresas. Pocos de nosotros soñábamos con verlos a ustedes, el pueblo de los EE. UU., a nuestro lado, tratando de hacer esto mismo en el corazón del Imperio. No sé cómo comunicarles la inmensidad de lo que esto significa.
Ellos (el 1%) dicen que no tenemos propuestas... no saben, tal vez, que sólo nuestra ira bastaría
para destruirlos. Pero hay algunas cosas para que reflexionemos conjuntamente:
Queremos ponerle un tope a este sistema que fabrica desigualdad. Queremos ponerle un tapón a la acumulación sin restricciones de riquezas y propiedades por parte de individuos y grandes empresas. Exigimos:
Uno, el fin de la propiedad transversal en el sector empresarial. Por ejemplo, los fabricantes de armas no pueden ser propietarios de emisoras de televisión, las grandes empresas mineras no pueden gestionar diarios, las organizaciones empresariales no pueden subvencionar universidades, las empresas farmacéuticas no pueden controlar fondos de salud pública.
Dos, los recursos naturales y la infraestructura esencial – suministro de agua, electricidad, sanidad y educación – no se pueden privatizar.
Tres, todos deben gozar del derecho a una vivienda, a la educación y la salud.
Cuatro, los hijos de los ricos no pueden heredar la fortuna de sus padres.
Esta lucha ha vuelto a despertar nuestra imaginación. En algún punto del camino, el capitalismo redujo la idea de justicia para que diera a entender sólo “derechos humanos”, y se volvió blasfema la idea de soñar con la igualdad. No luchamos por pequeñas ajustes a la hora de reformar un sistema al que hay que sustituir. Saludo su lucha.
Texto del discurso dirigido por la autora a la Universidad Popular de la Plaza Washington de Nueva York reunida en la Justin Memorial Church el 16 de noviembre de 2011.
(Texto de Arundhati Roy, la haine, 23/XI/11).

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