OPINIÓN: 2012, el
año del Juicio Final
Introducción.
La perspectiva
social, política y económica para 2012 es extremadamente negativa. El consenso
casi universal, incluso entre los economistas ortodoxos convencionales, es
pesimista respecto a la economía mundial. Hay poderosas razones para creer que
2012 será el principio de un declive mayor que el experimentado durante la Gran
Recesión de 2008 a 2009. Con menos recursos, mayor deuda y una creciente
resistencia popular a salvar el sistema capitalista, los gobiernos no pueden
rescatar el sistema. (Nota de última hora: Es tan difícil el panorama, que el
13 de enero la agencia Standard & Poor’s rebajó la calificación de la deuda
de nueve gobiernos integrantes de la Unión Europea, en algunos casos a niveles
considerados humillantes, como el de Portugal, cuyos bonos públicos fueron
colocados en la categoría "basura". La rebaja en la calificación de
la deuda tendrá efectos devastadores para los países de la zona euro, pues los
gobiernos deberán pagar mayores tasas de interés para los créditos que contraten
y para las nuevas emisiones de deuda pública, lo que llevará a un
encarecimiento del dinero. La redacción).
Los
anteriores motores económicos de la expansión global, Estados Unidos y la Unión
Europea, han agotado sus potencialidades y están en franco declive. Los nuevos
centros de crecimiento -China, India, Brasil y Rusia- que durante una ‘corta
década’ proporcionaron un nuevo ímpetu al crecimiento mundial han recorrido
todo el trayecto posible y ahora se encuentran en rápida desaceleración.
El colapso de la Unión Europea. La
destrucción causada por la crisis en la Unión Europea la terminará de romper y
su estructura de facto de complejos niveles se convertirá en una serie de
acuerdos bilaterales/multilaterales de comercio e inversión. Alemania, Francia,
los Países Bajos y Escandinavos intentarán aguantar la depresión. Inglaterra,
en concreto la City, espléndidamente aislada, se hundirá en un crecimiento
negativo y sus financieros se pelearán por encontrar nuevas oportunidades de
especulación entre los Estados petroleros del Golfo y otros ‘nichos’. Europa
central y del este, en particular Polonia y la República Checa, fortalecerán
sus vínculos con Alemania, pero padecerán las consecuencias del declive general
de los mercados mundiales. Europa del sur (Grecia, España, Portugal e Italia)
entrará en depresión a medida que los pagos masivos de la deuda que se afrontan
mediante las agresiones salvajes a los salarios y las prestaciones sociales
reducen la demanda de los consumidores.
El
desempleo, que se encuentra en niveles de depresión, y el subempleo que afecta
a un tercio de la fuerza de trabajo detonarán conflictos sociales que durarán
buena parte del año y se convertirán en levantamientos populares. Con el
tiempo, la desintegración de la Unión Europea es inevitable. Se restituirán las
monedas nacionales en lugar del euro, lo que permitiría la devaluación y el
proteccionismo. El nacionalismo estará a la orden del día. Los préstamos
concedidos a los países del sur por los bancos en Alemania, Francia y Suiza
serán objeto de grandes pérdidas. Se necesitarán importantes rescates, lo que
polarizará las mayorías que pagan impuestos y los banqueros en Alemania y
Francia. La militancia sindical y el seudo ‘populismo’ derechista (neofascismo)
intensificarán las luchas nacionales y de clases.
Estados Unidos: la recesión vuelve con venganza. La economía
estadunidense sufrirá las consecuencias de su hinchado déficit fiscal y no
podrá salir de la recesión mundial de 2012 mediante el gasto. Tampoco podrá
superar el crecimiento negativo mediante la exportación hacia Asia
anteriormente dinámica, porque China, India y el resto de Asia están perdiendo
ímpetu económico. China crecerá mucho menos que su media de 9%. India decrecerá
de 8% a 5% o más.
Por
otra parte la política militar de alejamiento del régimen de Obama, su política
de exclusión y proteccionismo excluirá cualquier estímulo nuevo que proceda de
China.
El militarismo agrava la depresión económica. Estados Unidos y el Reino Unido serán los mayores
perdedores en la reconstrucción económica de la posguerra iraquí. De los
proyectos de infraestructura por valor de 186 billones de dólares, Estados
Unidos y el Reino Unido ganarán menos del 5% (Financial Times, 16/XII/11). El resultado será parecido en Libia y
otros lugares. El militarismo imperial de Estados Unidos destruye a su
adversario, se llena de deudas para hacerlo y las entidades civiles cosechan
los lucrativos contratos económicos de reconstrucción de la posguerra.
La
economía estadounidense se contraerá en 2012 y un pronunciado incremento del
desempleo sustituirá la “recuperación sin creación de empleo de 2011”. La
explotación de la mano de obra (“productividad”) se intensificará a medida que
los capitalistas obligan a los trabajadores a producir más por menos dinero y
de esta manera se ensancha la brecha salarial entre ingresos y ganancias.
Recortes
salvajes en los programas sociales acompañarán la depresión económica y el
aumento del desempleo, con el objetivo de subvencionar a los bancos y las
industrias con problemas financieros. Los debates entre los partidos versarán
sobre cuán grandes han de ser los recortes para los trabajadores y pensionistas
con el fin de procurar la ‘confianza’ de los titulares de bonos. Confrontado
con opciones igualmente limitadas, el electorado reaccionará mediante el
rechazo de los cargos actuales, la abstención o la movilización masiva
organizada y espontánea, como la protesta Occupy Wall Street. El descontento,
la hostilidad y la frustración impregnarán la sociedad. Los demagogos del
Partido Demócrata victimizarán a China; los demagogos del Partido Republicano
culparán a los inmigrantes. Los dos fulminarán a los “fascistas islámicos”,
especialmente a Irán.
Nuevas guerras en medio de la crisis: los sionistas aprietan el gatillo. Los ‘52 presidentes de las principales organizaciones
judías estadounidenses’ y sus seguidores “Israel es lo primero” en el Congreso,
el Departamento de Estado, el Departamento del Tesoro y el Pentágono fomentarán
la guerra con Irán. Si tienen éxito, la consecuencia será una conflagración
regional y la depresión mundial. Dado el éxito del régimen extremista israelí
para conseguir la obediencia ciega del Congreso estadounidense y la Casa Blanca
acerca de sus políticas bélicas, todo puede suceder.
China: mecanismos compensatorios en 2012. China se enfrentará a la recesión global de 2012 con
varias posibilidades de aminorar sus consecuencias. Pekín podría producir
bienes y servicios para los 700 millones de consumidores internos que
actualmente están fuera del circuito económico. Al aumentar los salarios, los
servicios sociales y la seguridad del medioambiente, China podría compensar la
pérdida de mercados exteriores. El crecimiento económico de China, que depende
fuertemente de la especulación inmobiliaria, se verá afectado adversamente
cuando estalle esta burbuja. Se producirá una fuerte depresión, bancarrotas
municipales y más conflicto social y de clases. Esto podría traer más represión
o una gradual democratización, lo que afectará profundamente a las relaciones
entre el mercado y el Estado. Lo más probable es que la crisis económica
fortalecerá el control estatal del mercado.
Rusia se enfrenta a la crisis. En
Rusia la elección del Presidente Putin conducirá a menos apoyo de los
levantamientos y sanciones promovidas por Estados Unidos contra los aliados y
socios comerciales rusos. Putin reforzará sus vínculos con China y se
beneficiará de la desintegración de la UE y el debilitamiento de la OTAN.
La
oposición apoyada por los medios occidentales utilizará su influencia
financiera para erosionar la imagen de Putin y alentar los boicoteos a la
inversión, aunque perderá las elecciones presidenciales por un margen grande. La
recesión mundial debilitará la economía rusa y la forzará a escoger entre una
mayor propiedad pública o una mayor dependencia de fondos estatales para
rescatar a destacados oligarcas.
La transición entre 2011 y 2012. El
año 2011 preparó la infraestructura para la desintegración de la Unión Europea.
La crisis empezó con la defunción del euro, el estancamiento en Estados Unidos
y el estallido de protestas masivas contra las desigualdades obscenas a nivel
mundial. Los acontecimientos de 2011 constituyeron un ensayo general del nuevo
año de guerras comerciales a gran escala entre las grandes potencias, lo que
agudizará las luchas imperialistas y la probabilidad de que las rebeliones
populares se conviertan en revoluciones. Además, el recrudecimiento de la
fiebre bélica orquestada por los sionistas contra Irán en 2011, promete
convertirse en la mayor guerra regional desde el conflicto entre Estados
Unidos, India y China.
La
Casa Blanca incrementará sus esfuerzos para desestabilizar el comercio e
inversiones de China en Asia, África y otros lugares. Podemos esperar mayores
esfuerzos por parte de Estados Unidos para explotar los conflictos internos
étnicos y populares y para incrementar su presencia militar frente a la costa
china. Tampoco se debe descartar una gran provocación o incidente fabricado
dentro de este contexto. En 2012 esto podría dar lugar a rabiosos llamamientos
chovinistas a una nueva y costosa ‘Guerra Fría’. Obama ha proporcionado el
marco y la justificación para una confrontación a gran escala y largo plazo con
China, lo que se interpretará como un esfuerzo desesperado de apuntalar la
influencia estadunidense y las posiciones estratégicas en Asia. El
“cuadrilátero de poder” militar estadounidense -Estados Unidos, Japón,
Australia y Corea del Sur- con el apoyo satélite de Filipinas, enfrentará los
vínculos de mercado de China con la propaganda militar de Washington.
Las guerras futuras que pondrán fin a Estados Unidos como lo conocemos. Dentro de Estados Unidos, Obama ha
puesto los cimientos para una nueva y gran guerra en Oriente Próximo al
concentrar ahora a los soldados que operaban en Irak y Afganistán contra Irán.
Con el fin de menoscabar a Irán, Washington está desarrollando operaciones
militares y civiles clandestinas contra los aliados iraníes en Siria, Pakistán,
Venezuela y China. La clave de la estrategia bélica de Estados Unidos e Israel
contra Irán es una serie de guerras en estados vecinos, sanciones económicas a
escala mundial, ataques cibernéticos destinados a neutralizar industrias
vitales y asesinatos terroristas clandestinos de científicos y militares.
El
impulso, la planificación y la ejecución de las políticas estadunidenses que
conducirán a la guerra con Irán se pueden atribuir empíricamente y sin ninguna
duda a la configuración sionista de poder (CSP) que ocupa posiciones
estratégicas en el gobierno estadunidense, los medios de comunicación de masas
y la ‘sociedad civil’. La estrategia israelí-sionista es rodear a Irán,
debilitarlo económicamente y atacarlo militarmente. La invasión de Irak fue la
primera guerra de Estados Unidos realizada para Israel; la guerra de Libia la
segunda; la actual guerra por poderes contra Siria es la tercera. Estas guerras
han destruido o están destruyendo a los adversarios de Israel.
En
2011 las sanciones económicas diseñadas para crear descontento en Irán fueron
las principales armas escogidas. La campaña de sanciones globales ocupó todas
las energías de los principales grupos de presión judío-sionistas. No han
encontrado ninguna oposición en los medios de comunicación de masas, el
Congreso o la Casa Blanca. La CSP no ha recibido prácticamente ninguna crítica
por parte de las revistas, movimientos o grupos socialistas, de izquierdas o
progresistas, salvo pocas insignes excepciones. El traslado de tropas
estadounidenses de Irak a las fronteras de Irán realizado el año pasado, las
sanciones y el impulso de la Quinta Columna de Israel dentro de Estados Unidos
extendieron la guerra en Oriente Próximo. Esto seguramente significará una
agresión “sorpresa” aérea y marítima por parte de las fuerzas estadunidenses,
basada en el pretexto de “inminente ataque nuclear” urdido por el Mossad
israelí y fielmente transmitido por la CSP a sus lacayos del Congreso
estadounidense y la Casa Blanca para el consumo mundial. Será una guerra larga,
sangrienta y destructiva para Israel; Estados Unidos costeará los gastos
militares directos y el resto del mundo pagará el carísimo precio económico. La
guerra de Estados Unidos promovida por los sionistas convertirá la recesión de
principios de 2012 en una importante depresión para finales del año y
probablemente provocará levantamientos masivos.
(Texto de
James Petras, la haine, 31/XII/11).
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