EDITORIAL: Aquel “error de diciembre”
Hace
17 años, los días previos a Navidad, en México ocurrió lo que se conoce como el
“error de diciembre”. Sin conocer y entender lo que sucedió aquellos días es
difícil explicarnos la realidad del México de hoy. ¿Por qué desapareció buena
parte de la clase media? ¿Por qué hay tantos pobres y un grupo tan reducido de
millonarios? ¿Cuál es la razón por la que el país está tan endeudado? ¿Cómo
nació el Fobaproa y su deuda de miles de millones de dólares no pudo ser pagada
el siglo pasado y seguirá abonándose el resto de la nueva centuria? ¿Por qué el
sistema bancario nacional tuvo que ser entregado a extranjeros? ¿De qué modo la
crisis contribuyó a que el PRI perdiera la Presidencia de la República y la
mayoría en la Cámara de Diputados? ¿Qué es la Roqueseñal y qué tiene que ver
con el aumento del IVA de 10 a 15 por ciento, y luego a 16? ¿Qué papel ha
jugado el PAN en todo esto? ¿Por qué votó en favor del Fobaproa, en tiempos en
que Felipe Calderón era presidente del partido? ¿Por qué Salinas de Gortari y
Aspe le quitaron tres ceros a la moneda, de otro modo la cotización del peso
sería de 14 mil pesos, no de 14, frente al dólar? ¿Cómo fue que Fox traicionó
su promesa de crear una comisión de la verdad que destapara a los responsables
del desastre para llevarlos ante la justicia?
En
estos días en que el PRI pretende recuperar la Presidencia y el PAN pugna por
conservarla, conviene revisar qué ha sucedido desde el 20 de diciembre de 1994
hasta nuestros días. Ernesto Zedillo acababa de tomar posesión, supuestamente
Salinas de Gortari había entregado un país muy próspero. La realidad era otra.
La banda salinista había dejado temblando al país, y el gobierno no podía hacer
frente al pago de unos bonos que había emitido –los dichosos Tesobonos. Nunca
se ha sabido con certeza a dónde fue a parar el dinero que prestaron los
inversionistas, nacionales y extranjeros. El nuevo gobierno se veía en la necesidad
de devaluar la moneda y el entonces secretario de Hacienda, Jaime Serra Puche,
cometió el error –¿error?– de anunciarlo a un grupo de empresarios. Se lanzaron
a comprar dólares. Las reservas internacionales del Banco de México oscilaban
en 10 mil millones de dólares, en unas cuantas horas bajaron a la mitad. La
moneda nacional se hizo talco. Y ahí se desencadenó la catástrofe. Zedillo y
Salinas de Gortari se culpan recíprocamente del “error de diciembre”, Zedillo
metió a la cárcel a su hermano Raúl pero no se atrevió a tocar al ex
presidente.
Hoy
día comienzan a aparecer síntomas que anticipan otra crisis. En realidad no es
otra, es la misma, sólo que reciclada.
No es porque las reservas de divisas del Banco de México estén agotadas, al
contrario, nunca habían sido tan cuantiosas. El problema viene de otro lado: la
violencia. Se están yendo de México empresarios y profesionistas, con sus
familias y sus capitales. Están comprando propiedades en Houston, San Diego,
San Antonio. También están tratando de echar a andar allá algún negocio. La
inversión directa –la que crea empleo– no levanta arriba de los 20 mil millones
de dólares anuales, cuando debería ser lo doble, cuando menos. El año 2011
supuestamente sería el del turismo; según Calderón, México iba a colocarse en
el top five, junto a China, Estados Unidos, Italia, Francia y España, pero
quedamos muy lejos de la meta. La venta de automóviles nuevos da tristeza; la
mayor parte de los que se ensamblan se destinan a la exportación, aquí el
consumidor no tiene dinero para comprarse uno. La válvula de escape que fue el bracerismo se está cerrando. El salario
mínimo a lo largo de los seis años del actual gobierno aumentó solo 13 pesos.
México es el país número uno en desempleo. Nada de esto se parece a la divisa
del gobierno panista: “vivir mejor”. A menos de que se le haga un añadido: “con
el narco”.
(Texto
de Enrique Galván Ochoa, La Jornada,
22/XII/11).
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