jueves, 24 de mayo de 2012

VENTANAS: Lo que hay que decir





Por qué guardo silencio, demasiado tiempo,/ sobre lo que es manifiesto y se utilizaba/ en juegos de guerra a cuyo final, supervivientes,/ sólo acabamos como notas a pie de página.
Es el supuesto derecho a un ataque preventivo/ el que podría exterminar al pueblo iraní,/ subyugado y conducido al júbilo organizado/ por un fanfarrón,/ porque en su jurisdicción se sospecha/ la fabricación de una bomba atómica.
Pero ¿por qué me prohíbo nombrar/ a ese otro país en el que/ desde hace años —aunque mantenido en secreto—/ se dispone de un creciente potencial nuclear,/ fuera de control, ya que/ es inaccesible a toda inspección?
El silencio general sobre ese hecho,/ al que se ha sometido mi propio silencio,/ lo siento como gravosa mentira/ y coacción que amenaza castigar/ en cuanto no se respeta;/ “antisemitismo” se llama la condena.
Ahora, sin embargo, porque mi país,/ alcanzado y llamado a capítulo una y otra vez/ por crímenes muy propios/ sin parangón alguno,/ de nuevo y de forma rutinaria, aunque/ enseguida calificada de reparación,/ va a entregar a Israel otro submarino cuya especialidad/ es dirigir ojivas aniquiladoras/ hacia donde no se ha probado/ la existencia de una sola bomba,/ aunque se quiera aportar como prueba el temor.../ digo lo que hay que decir.
¿Por qué he callado hasta ahora?/ Porque creía que mi origen,/ marcado por un estigma imborrable,/ me prohibía atribuir ese hecho, como evidente,/ al país de Israel, al que estoy unido/ y quiero seguir estándolo.
¿Por qué solo ahora lo digo,/ envejecido y con mi última tinta:/ Israel, potencia nuclear, pone en peligro/ una paz mundial ya de por sí quebradiza?
Porque hay que decir/ lo que mañana podría ser demasiado tarde,/ y porque —suficientemente incriminados como alemanes—/ podríamos ser cómplices de un crimen/ que es previsible, por lo que nuestra parte de culpa/ no podría extinguirse/ con ninguna de las excusas habituales.
Lo admito: no sigo callando/ porque estoy harto/ de la hipocresía de Occidente; cabe esperar además/ que muchos se liberen del silencio, exijan/ al causante de ese peligro visible que renuncie/ al uso de la fuerza e insistan también/ en que los gobiernos de ambos países permitan/ el control permanente y sin trabas/ por una instancia internacional/ del potencial nuclear israelí/ y de las instalaciones nucleares iraníes.
Sólo así podremos ayudar a todos, israelíes y palestinos,/ más aún, a todos los seres humanos que en esa región/ ocupada por la demencia/ viven enemistados codo con codo,/ odiándose mutuamente,/ y en definitiva también ayudarnos.
(Texto de Günter Grass, elpais.com, 4/IV/12).

No hay comentarios:

Publicar un comentario