jueves, 24 de mayo de 2012

MUNICIPAL: San Francisco: ¿y la Cultura?




Este texto está basado en el artículo de Carlos Payán titulado “Cultura como pasión por la vida” (La Jornada, 17/III/12). Dice Payán: “Cultura tiene que ver con cultivo: sembrar y hacer crecer lo que nos alimenta, lo que hace posible la vida. No un adorno, como quieren presentarla; no un asunto suntuario para unos privilegiados. Cultura es, simple y llanamente, posibilidad de vida, para mí, para ustedes, para todos. Y sobre todo para la juventud, que al hallar taponada la senda de la cultura que alimenta, la gran cultura, la gran pasión que permite crecer, está optando masivamente por una cultura oscura, destructiva, escatológica: la cultura de la muerte. Las bandas, las armas, las drogas, las vendettas, la sangre que corre, propia y ajena”.
Estando sumergidos en el tsunami de la transculturización, que acarrea una pérdida gradual de nuestra identidad y la adopción de nuevos modelos de vida, la cultura va tomando otras formas, otras texturas, se le respira atrabancada, provista de una exaltación desbocada, es decir, llevar todo hasta las últimas consecuencias, hasta la exaltación extrema: la destrucción como meta, la propia y ajena, aquí y en el resto del mundo.
Ante esto, ¿qué hacer? ¿Hay alternativas para nuestra juventud? Hay quienes piensan que sí, que la alternativa sólo se encuentra en la cultura: “Pero no entendida burocráticamente –dice Payán–, como clases aburridas, días de ocio y tedio, negación del presente e imposibilidad de futuro”. Sino cultura entendida como la gran pasión, con un compromiso de máxima emoción, constructor de un mejor futuro: a) talleres de poesía, como los que abrió por Nicaragua Ernesto Cardenal durante los días gloriosos de la revolución sandinista; b) talleres de escritura, para que los jóvenes descubran la pasión de dejar testimonio de su propia vida, leer para transformarse en otros, para ser uno y muchos, para  abrirle  la puerta al futuro; c) talleres de cine, de fotografía, de pintura: que nuestros jóvenes puedan filmarse, retratarse, pintarse, a ellos y a su entorno, como vía para comprenderse a sí mismos, de mirarse la cara en el nuevo espejo de la construcción de una nueva realidad; d) talleres de costura, de tejido, de artesanías, para que nuestros jóvenes encuentren el entronque perdido con la gran creatividad de nuestro pueblo, otrora espléndida, y hoy diluida en incertidumbre, angustia, quietud y miseria; e) cine en los barrios, en las calles, en las esquinas: pensar en que una sola película, una sola, que conmueva, y abra puertas, y haga revelaciones, y cimbre las conciencias, una sola película puede cambiarle la vida a una muchacha, a un muchacho, puede revelarle las dimensiones del mundo y la euforia de querer ser parte de él; f) bibliotecas ambulantes, libros en los ciber, en los cafés, en las paleterías, en las escuelas, en las esquinas, y sobre todo libros en las casas de cada familia, porque los libros son alimento, porque sin ellos se seca la vida.
En San Francisco, según el Plan de Gobierno 2009-2012, “la promoción cultural está a cargo de la Casa de la Cultura, cuya labor es propiciar la integración de la comunidad al campo de las manifestaciones culturales y artísticas. Su finalidad es a) procurar la participación activa de todos los sectores de la sociedad en el desarrollo cultural del municipio para enriquecer y ampliar la visión de la realidad con miras a transformarla y b) fomentar el mejor aprovechamiento del tiempo libre, partiendo de las necesidades e intereses de los diferentes sectores de la población”. La Casa de la Cultura es la institución encargada de establecer una relación profunda entre los requerimientos culturales de la población y los propósitos de desarrollo del municipio, del estado y del país, dice el texto del citado plan.
En tal documento se hace énfasis en lo siguiente: para lograr la participación activa de la población en el quehacer cultural, se plantean las siguientes estrategias: impulsar el funcionamiento del Consejo Municipal de Cultura de San Francisco del Rincón; promover convenios con el Instituto Estatal de la Cultura y particulares para invertir en infraestructura dedicada a la cultura; ofrecer actividades artístico-culturales en las que se genere la convivencia entre las familias francorrinconesas y contribuir al desarrollo sociocultural de San Francisco del Rincón.
De la página electrónica de la Casa de la Cultura, se destaca que ésta “ofrece un total de 6 disciplinas: Teatro, Danza, Música, Manualidades, Artes Plásticas y Letras”. “Mediante la impartición de Talleres Culturales, la Institución ofrece a la población la oportunidad de explorar sus inquietudes artísticas sin importar su edad y potencializarlas cuanto sea posible. Así, podremos estar seguros de contribuir a la formación de ciudadanos conscientes y auténticos, que conozcan y valoren la riqueza cultural con que cuenta nuestro país”. Como se ve, bonitos planes y excelentes propósitos. Sin embargo, ¿en qué nivel nos encontramos, cuál es el resultado obtenido a partir de la contribución de los responsables de la Cultura en nuestro municipio hacia la formación de “ciudadanos conscientes y auténticos”? La respuesta es obvia: en un nivel malo, si consideramos que, independientemente del partido que gobierne en el municipio, la Cultura luce estancada, no ha habido un auténtico compromiso de parte de las distintas autoridades para lograr que se desarrolle la creatividad de nuestro pueblo. Y sobre esto, hay que mencionar que varios de los instructores en Casa de la Cultura tienen más de veinte años en esa institución y no han logrado reproducir grupos consolidados representativos de artes plásticas, música o teatro. Nos atrevemos a decir que el maestro Carlos Canales es de los pocos que han impuesto un sello muy característico a su labor en esa institución. Porque, es una vergüenza que nuestro municipio no cuente con una banda municipal como tal, es decir, que sea el resultado del trabajo de formación de parte de los responsables de la instrucción musical en esa institución. La banda que se ha presentado en las llamadas “serenatas dominicales” y que se presume como “banda municipal”, está formada en su mayoría por músicos que vienen de fuera y que cobran por tocar, no tocan por pasión musical, tampoco tocan por el gusto de contribuir al esparcimiento de los oyentes, tocan porque van a recibir una recompensa pecuniaria. Por tanto, podemos decir que la cultura no es ni ha sido una prioridad para este y anteriores alcaldes, de plano no les interesa. Cada administración se concreta a reciclar las inercias de la inmediata anterior administración. Mencionamos otro ejemplo que ilustra la desidia de los responsables de la cultura en San Francisco: la página oficial de la Casa de la Cultura no ha sido actualizada desde el 24 de noviembre de 2010 en lo referente a los datos de los salones culturales –horarios, días, lugares, instructores, cantidad de alumnos–, permanecen igual desde hace un año y medio.
Para nuestra desgracia, la cultura es vista como el último renglón del presupuesto, como un pretexto de burócratas. Las autoridades no parecen entender que hoy la juventud, sobre todo la juventud, se siente mundial, integrante de la humanidad entera, habitante del planeta, comunicada con lo que hacen y dicen los jóvenes de cada rincón de México y del resto del mundo a través del Internet, fuente ilimitada de información, de educación, de juego, de comunicación, y que se ha impuesto como el sello de intercambio de ideas, vivencias, noticias, herramientas y habilidades de nuestra época (youtube, tweeter, instagram y facebook son algunos ejemplos).
Dice Payán: “Cultura como pasión, como gran pasión, como indispensable fuente de renovación, de significado, de alegría. Cultura como fuente y garantía de vida. Cultura como eje de cualquier programa político, como corazón que le permita palpitar y latir a un proyecto de gobierno que se proponga traer vida, recuperar la vida, llenarla de dignidad, abrirle caminos a la vida futura, darle significado y salidas a la actual”.
¿Cómo lograr que la cultura se vuelva indispensable fuente de renovación? No decimos que sea fácil. Tampoco decimos que dependa de una persona, ni de ornamentales consejos de cultura, ni es algo que se pueda lograr en una sola administración. Tiene que ver con nuestro concepto de ética, de solidaridad y de conciencia social. Un nuevo enfoque de la actividad cultural tendrá que pasar por el replanteamiento radical de la democracia, es decir, aquella que resulta de la conquista paulatina y luchada de seres humanos con conciencia social y solidaria, es decir, desprovista de egoísmos e hipocresías, y no como mero esquema acomodaticio para el gobernante de ocasión, del que podemos quitar o poner a gusto y a golpe de elecciones cada tres años. Tampoco la cultura debe estar sujeta al capricho de los verdugos de los recortes presupuestales, ni de simulaciones para entretener a la gente y vaciar su deseo de iniciar una nueva vida en el mundo de la cultura, ni de manipulación de los medios de información. Sólo la democracia entendida como cultura abierta, amplia y libre puede llevarnos a la derrota de esa otra cultura, la oscura, la de la farsa, la de discursos, la del miedo, la de la violencia, la que tiene a la muerte por bandera. Sólo la democracia y la cultura como pasión por la vida, podrán rescatarnos de la pulsión de muerte que hoy parece arrastrarnos.
Un nuevo enfoque de la actividad cultural tendrá que contar con personas comprometidas con su entorno, con su pueblo, con su país y con la vida; sin importar sus creencias religiosas o políticas. La tarea suprema consiste en humanizar al hombre, inculcar al hombre en los valores espirituales, en la creación histórica consciente. La cultura deberá provocar entusiasmo en quienes pretendan vincularla a los intereses del pueblo, sin forzar a nadie, desprovista de obligación, sino al contrario, vista como placer, como un arma a favor de la humanidad a través de la música, la danza, el teatro, la literatura y la pintura.

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