Este
texto está basado en el artículo de Carlos Payán titulado “Cultura como pasión
por la vida” (La Jornada, 17/III/12).
Dice Payán: “Cultura tiene que ver con cultivo: sembrar y hacer crecer lo que
nos alimenta, lo que hace posible la vida. No un adorno, como quieren
presentarla; no un asunto suntuario para unos privilegiados. Cultura es, simple
y llanamente, posibilidad de vida, para mí, para ustedes, para todos. Y sobre
todo para la juventud, que al hallar taponada la senda de la cultura que
alimenta, la gran cultura, la gran pasión que permite crecer, está optando
masivamente por una cultura oscura, destructiva, escatológica: la cultura de la
muerte. Las bandas, las armas, las drogas, las vendettas, la sangre que corre,
propia y ajena”.
Estando
sumergidos en el tsunami de la transculturización, que acarrea una pérdida
gradual de nuestra identidad y la adopción de nuevos modelos de vida, la
cultura va tomando otras formas, otras texturas, se le respira atrabancada,
provista de una exaltación desbocada, es decir, llevar todo hasta las últimas
consecuencias, hasta la exaltación extrema: la destrucción como meta, la propia
y ajena, aquí y en el resto del mundo.
Ante
esto, ¿qué hacer? ¿Hay alternativas para nuestra juventud? Hay quienes piensan
que sí, que la alternativa sólo se encuentra en la cultura: “Pero no entendida
burocráticamente –dice Payán–, como clases aburridas, días de ocio y tedio,
negación del presente e imposibilidad de futuro”. Sino cultura entendida como
la gran pasión, con un compromiso de máxima emoción, constructor de un mejor
futuro: a) talleres de poesía, como los que abrió por Nicaragua Ernesto
Cardenal durante los días gloriosos de la revolución sandinista; b) talleres de
escritura, para que los jóvenes descubran la pasión de dejar testimonio de su
propia vida, leer para transformarse en otros, para ser uno y muchos, para abrirle
la puerta al futuro; c) talleres de cine, de fotografía, de pintura: que
nuestros jóvenes puedan filmarse, retratarse, pintarse, a ellos y a su entorno,
como vía para comprenderse a sí mismos, de mirarse la cara en el nuevo espejo
de la construcción de una nueva realidad; d) talleres de costura, de tejido, de
artesanías, para que nuestros jóvenes encuentren el entronque perdido con la
gran creatividad de nuestro pueblo, otrora espléndida, y hoy diluida en
incertidumbre, angustia, quietud y miseria; e) cine en los barrios, en las
calles, en las esquinas: pensar en que una sola película, una sola, que
conmueva, y abra puertas, y haga revelaciones, y cimbre las conciencias, una
sola película puede cambiarle la vida a una muchacha, a un muchacho, puede
revelarle las dimensiones del mundo y la euforia de querer ser parte de él; f)
bibliotecas ambulantes, libros en los ciber, en los cafés, en las paleterías,
en las escuelas, en las esquinas, y sobre todo libros en las casas de cada
familia, porque los libros son alimento, porque sin ellos se seca la vida.
En
San Francisco, según el Plan de Gobierno 2009-2012, “la promoción cultural está
a cargo de la Casa de la Cultura, cuya labor es propiciar la integración de la
comunidad al campo de las manifestaciones culturales y artísticas. Su finalidad
es a) procurar la participación activa de todos los sectores de la sociedad en
el desarrollo cultural del municipio para enriquecer y ampliar la visión de la
realidad con miras a transformarla y b) fomentar el mejor aprovechamiento del tiempo
libre, partiendo de las necesidades e intereses de los diferentes sectores de
la población”. La Casa de la Cultura es la institución encargada de establecer
una relación profunda entre los requerimientos culturales de la población y los
propósitos de desarrollo del municipio, del estado y del país, dice el texto
del citado plan.
En
tal documento se hace énfasis en lo siguiente: para lograr la participación
activa de la población en el quehacer cultural, se plantean las siguientes
estrategias: impulsar el funcionamiento del Consejo Municipal de Cultura de San
Francisco del Rincón; promover convenios con el Instituto Estatal de la Cultura
y particulares para invertir en infraestructura dedicada a la cultura; ofrecer
actividades artístico-culturales en las que se genere la convivencia entre las
familias francorrinconesas y contribuir al desarrollo sociocultural de San
Francisco del Rincón.
De
la página electrónica de la Casa de la Cultura, se destaca que ésta “ofrece un
total de 6 disciplinas: Teatro, Danza, Música, Manualidades, Artes Plásticas y
Letras”. “Mediante la impartición de Talleres Culturales, la Institución ofrece
a la población la oportunidad de explorar sus inquietudes artísticas sin
importar su edad y potencializarlas cuanto sea posible. Así, podremos estar
seguros de contribuir a la formación de ciudadanos conscientes y auténticos,
que conozcan y valoren la riqueza cultural con que cuenta nuestro país”. Como
se ve, bonitos planes y excelentes propósitos. Sin embargo, ¿en qué nivel nos
encontramos, cuál es el resultado obtenido a partir de la contribución de los
responsables de la Cultura en nuestro municipio hacia la formación de
“ciudadanos conscientes y auténticos”? La respuesta es obvia: en un nivel malo,
si consideramos que, independientemente del partido que gobierne en el
municipio, la Cultura luce estancada, no ha habido un auténtico compromiso de
parte de las distintas autoridades para lograr que se desarrolle la creatividad
de nuestro pueblo. Y sobre esto, hay que mencionar que varios de los
instructores en Casa de la Cultura tienen más de veinte años en esa institución
y no han logrado reproducir grupos consolidados representativos de artes
plásticas, música o teatro. Nos atrevemos a decir que el maestro Carlos Canales
es de los pocos que han impuesto un sello muy característico a su labor en esa
institución. Porque, es una vergüenza que nuestro municipio no cuente con una
banda municipal como tal, es decir, que sea el resultado del trabajo de
formación de parte de los responsables de la instrucción musical en esa
institución. La banda que se ha presentado en las llamadas “serenatas
dominicales” y que se presume como “banda municipal”, está formada en su
mayoría por músicos que vienen de fuera y que cobran por tocar, no tocan por
pasión musical, tampoco tocan por el gusto de contribuir al esparcimiento de
los oyentes, tocan porque van a recibir una recompensa pecuniaria. Por tanto,
podemos decir que la cultura no es ni ha sido una prioridad para este y
anteriores alcaldes, de plano no les interesa. Cada administración se concreta
a reciclar las inercias de la inmediata anterior administración. Mencionamos
otro ejemplo que ilustra la desidia de los responsables de la cultura en San
Francisco: la página oficial de la Casa de la Cultura no ha sido actualizada
desde el 24 de noviembre de 2010 en lo referente a los datos de los salones
culturales –horarios, días, lugares, instructores, cantidad de alumnos–,
permanecen igual desde hace un año y medio.
Para
nuestra desgracia, la cultura es vista como el último renglón del presupuesto,
como un pretexto de burócratas. Las autoridades no parecen entender que hoy la
juventud, sobre todo la juventud, se siente mundial, integrante de la humanidad
entera, habitante del planeta, comunicada con lo que hacen y dicen los jóvenes
de cada rincón de México y del resto del mundo a través del Internet, fuente
ilimitada de información, de educación, de juego, de comunicación, y que se ha
impuesto como el sello de intercambio de ideas, vivencias, noticias, herramientas
y habilidades de nuestra época (youtube, tweeter, instagram y facebook son
algunos ejemplos).
Dice
Payán: “Cultura como pasión, como gran pasión, como indispensable fuente de
renovación, de significado, de alegría. Cultura como fuente y garantía de vida.
Cultura como eje de cualquier programa político, como corazón que le permita
palpitar y latir a un proyecto de gobierno que se proponga traer vida,
recuperar la vida, llenarla de dignidad, abrirle caminos a la vida futura,
darle significado y salidas a la actual”.
¿Cómo
lograr que la cultura se vuelva indispensable fuente de renovación? No decimos
que sea fácil. Tampoco decimos que dependa de una persona, ni de ornamentales
consejos de cultura, ni es algo que se pueda lograr en una sola administración.
Tiene que ver con nuestro concepto de ética, de solidaridad y de conciencia
social. Un nuevo enfoque de la actividad cultural tendrá que pasar por el
replanteamiento radical de la democracia, es decir, aquella que resulta de la
conquista paulatina y luchada de seres humanos con conciencia social y
solidaria, es decir, desprovista de egoísmos e hipocresías, y no como mero
esquema acomodaticio para el gobernante de ocasión, del que podemos quitar o
poner a gusto y a golpe de elecciones cada tres años. Tampoco la cultura debe
estar sujeta al capricho de los verdugos de los recortes presupuestales, ni de
simulaciones para entretener a la gente y vaciar su deseo de iniciar una nueva
vida en el mundo de la cultura, ni de manipulación de los medios de
información. Sólo la democracia entendida como cultura abierta, amplia y libre
puede llevarnos a la derrota de esa otra cultura, la oscura, la de la farsa, la
de discursos, la del miedo, la de la violencia, la que tiene a la muerte por
bandera. Sólo la democracia y la cultura como pasión por la vida, podrán
rescatarnos de la pulsión de muerte que hoy parece arrastrarnos.
Un
nuevo enfoque de la actividad cultural tendrá que contar con personas
comprometidas con su entorno, con su pueblo, con su país y con la vida; sin importar
sus creencias religiosas o políticas. La tarea suprema consiste en humanizar al
hombre, inculcar al hombre en los valores espirituales, en la creación
histórica consciente. La cultura deberá provocar entusiasmo en quienes
pretendan vincularla a los intereses del pueblo, sin forzar a nadie,
desprovista de obligación, sino al contrario, vista como placer, como un arma a
favor de la humanidad a través de la música, la danza, el teatro, la literatura
y la pintura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario