jueves, 24 de mayo de 2012
EDITORIAL: Ni la burla perdonan
El
pasado 18 de marzo, el diario a.m.
dio la gran noticia: “Nominan a Jaime Verdín como mejor alcalde”. La nominación
fue realizada por la Asociación Mexicana de Consultores Políticos (Amecop) y
Marketing México, ambas relacionadas con ese monumento a la corrupción
denominado “Centro Fox”. Marketing México tiene su domicilio en Irapuato y
ofrece los siguientes servicios o cursos: a) Termina tu ejercicio de Gobierno
con buena Imagen Pública; b) Influye en la mente de los ciudadanos (este
comprende los temas: “Una campaña exitosa”, cómo organizar una campaña para
ganar; “Entrenamiento de medios de comunicación”; “La imagen pública del
candidato en campaña”; “Asesoría integral del gerencia-miento de tu campaña”);
c) Obtén el respaldo ciudadano; d) Haz que apoyen tus programas y proyectos y
e) Asesoría integral para tener buena imagen pública al terminar tu gobierno.
Por lo que, si Jaime Verdín y su camarilla estuvieron en el Centro Fox
atendiendo tales cursos además de pagar con dinero público a tales consultoras
por su atinada “asesoría” en estos casi dos años y medio de “gobierno”, a fin
de lograr que la población de este sufrido San Francisco lo perciba como “un
excelente alcalde”, pues es dable colegir que lo menos que podían hacer tales
agencias de consultoría era inventarle un premio. Porque da la casualidad que,
según Marketing México, después de aplicar una “investigación con criterios
objetivos de los especialistas asociados”, se llegó a la conclusión de que
Verdín es el “mero, mero” en Guanajuato: una estrellita en la frente del
alcalde.
¿Cuáles
fueron los criterios para nominar a Jaime Verdín al premio “Tlatoani”, como
mejor gobernante municipal? Los criterios sugeridos por ellos mismos, es decir,
“la exposición ante medios de comunicación, basado en sus apariciones en medios
digitales e impresos, y su impacto y penetración social, que es como se mide su
presencia política en la comunidad”. Si nos vamos a la literalidad de lo
expuesto por estos farsantes mercadotécnicos, entre más se exponga un
gobernante en periódicos, revistas, radio, televisión, panfletos, eventos
sociales, volantes, pendones, espectaculares, etc., mayormente será aceptado
por la población. Aquí no importa si la obra pública es escasa, tampoco las
balaceras, ejecuciones y acuchillados, ni que la inseguridad se encuentre en
niveles peligrosos, mucho menos si el consumo de enervantes y sustancias
excitantes se ha elevado, nada tiene que ver tampoco que nuestro nivel cultural
sea bajo, que nuestra educación vial sea mala y que el dispendio de recursos
sea el pan de cada día, conjugado con la proliferación en esta administración
de tienditas y negocios disfrazados como comercios, en los que se vende y
distribuye todo tipo de drogas. ¿Qué importa que haya deficiencia en la
recolección de basura (como sucedió en días pasados en Santa Rita y
Fraccionamiento San Miguel –el premiado y estrellado alcalde, como siempre,
sólo da pretextos, pues dijo que “independientemente de que se tienen unidades
en reparación, sucede que sólo trabajó una tercera parte o una cuarta parte del
personal, debido a que se tienen problemas con la cobertura de uno de los tres
turnos de servicio que hay” (a.m.,
11/IV/12)–), asaltos, robos, baches en calles y banquetas, calles sin alumbrar,
semáforos sin funcionar, policías corruptos y corruptores, funcionarios
parásitos, abusos en los cobros de SAPAF, niños en edad escolar trabajando en
talleres y picas de calzado –que, según la Encuesta Nacional de
Ocupación y Empleo, en México, el
10.6% de los menores trabaja–, contaminación de vehículos chatarra mientras el
director de Ecología sigue pasmado y errático, gente prepotente en
Fiscalización en contra de comerciantes ambulantes, maltratos de parte de
directores déspotas hacia sus subalternos (ahí está el jefe de Casa de la
Cultura, Carlos Hernández, quien no se anda con rodeos cuando de humillar a
alguien se trata), un mal servicio de limpia, que el Plan Municipal de
Desarrollo sea un documento ornamental, que Copladem funcione con base en
cuotas de favoritismo y parcialidad, que el Consejo de Honor y Justicia sea
otra pieza de adorno en esta administración, que los contratistas tengan que
“mocharse” con el diezmo para seguir teniendo asignación de la poca obra
pública que hay, etc.? Aquí lo que importa es que el señor alcalde sea visto
por la mayor cantidad de gente posible, lo que cuenta es que se gaste dinero, y
mucho, en el rubro de “exposición mediática”.
Llama
la atención que de los 46 alcaldes en Guanajuato, no se haya mencionado,
siquiera por despiste, qué otros estaban compitiendo contra Verdín para ganar
el premio “Tlatoani”. Porque sucede que el director de Marketing México, de
acuerdo a la información tomada de su página electrónica, es consultor del
Centro Fox, y se ha desempeñado como asesor en numerosas campañas políticas del
PRI, PAN y PRD a gobernador del Estado; presidentes municipales y diputados al
Congreso; Asesor Político de la Secretaría de Gobernación; Asesor del
Gobernador del Estado de Guanajuato y de la Coordinación General de
Comunicación Social; Asesor en materia de Comunicación de la Rectoría y
Coordinador de Eventos Especiales de la Universidad de Guanajuato; Asesor del
Canal 4 de televisión; Director Comercial de los Puertos de Veracruz, Guaymas y
Chiapas. Entonces, si Marketing México presume una vasta experiencia, ¿por qué
se mostró tan novato a la hora de tomar la difícil decisión de favorecer a
Verdín entre tantos otros para darle el codiciado premio? La respuesta es
fácil: porque todo ha sido una ocurrencia más: tú me pagas por darte
“asesoría”, yo te doy tu premio para que se levante tu autoestima y termines tu
administración con una sonrisota.
Finalmente,
el alcalde recibió, el pasado 30 de marzo, como una bendición del “Santo
Padre”, la gran noticia: “por ser el mejor alcalde del estado, se hace acreedor
al premio Tlatoani 2012, por su excelente labor al frente de esta
administración” (a.m., 1/IV/12).
Dicen que Verdín pegó un brinco, que estaba eufórico y feliz: días antes había
estado con el arzobispo Martín Rábago a entregarle el regalo “del pueblo de San
Francisco” para Benedicto XVI, había asistido tanto a la misa en la Expo
Bicentenario como a la despedida del Papa. El Señor, que todo lo ve y todo lo
sabe, le concedió el milagrito.
Y
para que se vea de qué lado masca la iguana, el diario a.m. se montó al festivo tren del premiado alcalde, cuando en su
columna dominical “La Olla” (15 de abril), justifica tal premio en los
siguientes términos: “El reconocimiento para esta Administración pareciera no
ser producto de la casualidad. Ahí está el Premio Mejor Atención y Servicio a nivel
estatal; el premio Agenda desde lo Local Nacional, el único municipio de la
Jurisdicción Sanitaria VIII certificado como Municipio Saludable; y el quinto
municipio de los más de 2 mil 400 en el País; sumado a Guadalajara, Monterrey,
León y Puerto Vallarta, dicho sea de paso ciudades con muchos más recursos, que
está certificado como municipio con agua potable de calidad. Englobando;
reconocimientos de gran calado, que nunca se habían obtenido y que en gran
parte son evaluados por instituciones no gubernamentales, como universidades de
prestigio, asociaciones civiles, agrupaciones empresariales, consultores y
analistas políticos”. ¿Los reconocimientos “de gran calado” han sido evaluados
por instituciones no gubernamentales, universidades de prestigio, asociaciones
civiles, agrupaciones empresariales, consultores y analistas políticos? El
diario miente y manipula la información, tales premios son otorgados por
organismos ligados a la elite empresarial que se ha beneficiado de las
políticas neoliberales aplicadas no solamente por esta administración, sino,
desde principios de los ochenta; no olvidemos que hay organizaciones no
gubernamentales que son auspiciadas por los gobiernos estatal y federal y por
los sindicatos empresariales, que luego son presentadas a la opinión pública
como organismos de la “sociedad civil organizada”; lo mismo sucede con las
asociaciones civiles, consultores y analistas políticos “independientes”, es
decir, son fachada tanto del gobierno estatal proempresarial, como de las
cámaras formadas para defender los intereses de la clase capitalista.
Como
queriéndose lavar las manos, dice a.m.:
“Si bien, el premio al Mejor Alcalde de Guanajuato, no exime a la
Administración de errores u omisiones, el resultado ahí está evidente ante los
ojos de todos y le pese a quien le pese. Aunque sabemos que ni ésta ni ninguna
otra Administración es perfecta, la gente premia o castiga a los políticos en
las elecciones y ahí ya veremos”. ¿Le pese a quien le pese? Es decir, ¿saben
que se trata de una farsa, pero que, sin embargo, serán los votantes los que
tengan la última la palabra al premiar o castigar a los políticos en la
elección del primero de julio? Pero, ¿qué clase de periodismo es el que
practican en a.m. que no va al fondo
de las cosas y todo lo deja en la superficie, como queriendo no ofender a nadie
ni con el zumbido de una mosca, con un estilo cantinflesco, taimado y medroso?
EDITORIAL: Bienvenidos a bordo
Luego
de un raro periodo de relativa contención obligada de candidatos y partidos, arrancaron
las campañas electorales entre signos preocupantes de distorsión,
mercantilismo, predominio de poderes fácticos (principalmente las televisoras),
desánimo ciudadano, mezcolanzas y anemias ideológicas y programáticas, uso
desbordado de recursos públicos y la presencia amenazante del narcotráfico como
instrumento de desestabilización, veto, financiamiento y obstrucción.
Más
allá del contenido de sus producciones audiovisuales, sus discursos y
proclamas, la esencia del combate electoral está precisada: un priista apoyado
por los factores más oscuros de su partido, la rectoría de la inconciencia
patria (mejor conocida como Televisa) y la desesperación ciudadana que busca
mejorar el trágico panorama actual regresando al regazo de tres colores; una panista
de precariedades propias y pifias inducidas que cree contar con el apoyo del
taimado ocupante de Los Pinos, de la cúpula eclesiástica (que juega a dos
cartas: con JVM y con EPN) y del voto del segmento social conservador que busca la
continuidad de la mano dura felipista, y un (todavía) perredista apoyado
por una base social de izquierda ajena a partidos y por tres de estos que
buscan mejorar votaciones propias y ganar más prerrogativas económicas y cargos
para elencos poco presentables, y por una extendida pero confusa (además de
volátil y desorganizada) percepción amplia de que se necesita un cambio
político que no pase por el bipartidismo gemelar de PRI y PAN.
Uno
parapetado tras los prodigios videograbados con los que las televisoras lo
suplirán; otra hablará y hablará como fórmula para no decir nada que vaya más
allá del manual de la superación personal combinada con un cantinflismo
agravado en momentos de crisis, y el tercero se moverá entre paraísos amorosos
de oportunidad, selectivos perdones de alto nivel y el adelgazamiento de la
oferta de 2006 para ver si así logra colarla ahora por las puertas del poder.
Así
que, alegrémonos, gocemos todos de las cascadas de mensajes electrónicos y
promesas diversas, a los ríos de dinero en los dos bandos unidos en lo esencial
(el copete y la falda), y al nuevo intento desde los poderes para marginar al
lopezobradorismo y a la izquierda en general. Bienvenidos al circo electoral.
Ya los candidatos han deslizado sus verdaderos proyectos, sus habilidades en la
conducción y lo que se espera al final.
Por
lo pronto, el 28 de marzo, Felipe Calderón tuvo una aparición triunfal en
Tercer Grado, el programa de análisis político que Televisa realiza
semanalmente. Como si fuese una continuación del simulacro de informe que había
realizado horas antes en el Auditorio Nacional, se dedicó a desgranar los
múltiples logros que asigna a su gobierno, sin que alguna enjundia periodística
de los entrevistadores le colocara en aprietos ni le impidiera tomar el control
de la sesión, al grado de asignar o posponer el uso de la palabra, contradecir
categóricamente algunas preguntas y opiniones y enardecerse con el tema del
narcotráfico al defender su política bélica. Entre otras cosas, habló de él
como consorte de Margarita Zavala a quien ve como presidenta de México en 2018;
se aferró a tratar de justificar los incidentes de la Estela de Luz que
significaron corrupción y encarecimiento, y le agradeció a López Obrador el
gesto del perdón otorgado, pero dijo no necesitarlo, pues aseguró que él había
ganado limpiamente las elecciones, y calificó al tabasqueño de “perdonavidas”
(Texto de Julio Hernández López, La
Jornada, 30/III/12).
Aunado
a lo anterior, y desde la perspectiva de John M. Ackerman (La Jornada, 16/IV/12) cada vez es más evidente que finalmente no se
cumplirá la amenaza de ruptura de la coalición PRI-PAN que se vislumbraba al
principio del proceso electoral. Desde la reunión privada que sostuvieron
Felipe Calderón y Pedro Joaquín Coldwell en Los Pinos el 27 de febrero, ha habido
un acercamiento real entre estos dos partidos que se han repartido el poder
federal desde 1988. La campaña de Josefina Vásquez Mota existe más para
negociar posiciones e impunidades con el PRI que para conquistar la silla
presidencial. Calderón, parece más preocupado por su legado histórico y su
futuro personal que por la continuidad del PAN en el poder o por honrar la
memoria de su padre. Aprovechó la muerte de Miguel de la Madrid, padre de las
políticas neoliberales enarboladas desde hace tres décadas por el PRIAN, para
terminar de cerrar filas con el PRI. Organizó una pomposa ceremonia luctuosa de
Estado en Palacio Nacional con la asistencia de la cúpula del viejo partido de
Estado, con Carlos Salinas de Gortari y Enrique Peña Nieto a la cabeza. Por si
quedaba duda, en la última semana se han multiplicado los signos de la
cicatrización del PRIAN. Un ejemplo contundente: en el Congreso de la Unión,
ambos partidos actuaron como bloque para aprobar el nuevo convenio
transfronterizo en materia petrolera entre México y Estados Unidos que, en
palabras de Duncan Wood, ofrece “emocionantes nuevas vías para la cooperación
entre Pemex y empresas petroleras privadas”. También impusieron el vergonzante
aumento de cuotas para el FMI y el BID. Vicente Fox ha dicho públicamente lo
que al parecer es el sentir de cada vez más panistas: “Peña Nieto prácticamente
tiene ganada la Presidencia”.
EDITORIAL: Encarnizamiento y deshumanización
El
28 de marzo pasado, la Cámara de Diputados aprobó, por mayoría, la Ley Federal de
Justicia para Adolescentes que establece nuevos procedimientos para procesar a
los menores infractores de entre 12 y 18 años; reduce de 18 a 14 años la edad
mínima para que un individuo pueda ser imputado por la comisión de un delito y
establece un nuevo régimen de sanciones para los adolescentes que violen la
ley: sustituye el sistema de consejos tutelares para menores y decreta la
prisión preventiva para los casos de ilícitos federales –homicidio, terrorismo,
delitos contra la salud, violación, secuestro, asalto en carreteras, robo
calificado y acopio de armas, entre otros–, si bien establece otras formas de
reclusión, como la prisión domiciliaria y el internamiento por hora.
Es
innegable que la delincuencia juvenil constituye un problema de gran peligrosidad
social en el México contemporáneo, y que el Estado debe contar con instrumentos
jurídicos adecuados para hacer frente a ese flagelo. Pero la referida ley pasa
por alto que la existencia de menores infractores es consecuencia de un orden
social caracterizado por la pobreza, los rezagos sociales, el desempleo y las
carencias en materia de educación, salud, vivienda y cultura para la población
en general, y para los jóvenes en particular. En un entorno semejante, con la
consecuente falta de horizontes de desarrollo personal más allá de la economía
informal, la emigración y la delincuencia, es inevitable que ese sector de la
población sea particularmente propenso a ser reclutado por las agrupaciones
delictivas, y resulta desolador que las mismas instituciones que han sido
incapaces de proveer alternativas de supervivencia no tengan más respuesta a
dicha problemática que la criminalización, la persecución y el castigo.
Es
por demás criminal la estipulación legal de otorgar a los menores infractores
un trato judicial idéntico al de los adultos en los casos de delitos federales:
dicha disposición pasa por alto las diferencias que existen entre unos y otros
en materia de derechos políticos, niveles de responsabilidad y potencial de
rehabilitación, e implica una claudicación por parte del Estado de su
obligación a procurar la reinserción social de los adolescentes que violan la
ley.
En
el contexto de una sociedad que considera sospechosos por principio a los
jóvenes, sobre todo a los de escasos recursos, y con el telón de fondo de la
injusta circunstancia que enfrenta ese grupo poblacional a consecuencia de la
política económica vigente, la aprobación de la referida ley equivale, en la
medida en que no vaya acompañada de mecanismos para prevenir la delincuencia juvenil,
a un encarnizamiento del Estado en contra de ese sector de la población.
Dicha
circunstancia pone en perspectiva, el proceso de deshumanización por el que
atraviesan la justicia, la ley y las instituciones del Estado en nuestro país.
(Editorial
de La Jornada, 30/III/12).
EDITORIAL: Final de espaldas a la realidad
En
un ritual ajeno a la formalidad republicana establecida en las leyes, Felipe
Calderón formuló el pasado 28 de marzo en el Auditorio Nacional una larga
exaltación propia y un desmedido autoelogio, a fin de “rendir cuentas” ante una
decena de miles de funcionarios y de burócratas acarreados. Para empezar,
Calderón presentó una justificación de su estrategia antidelictiva y de
seguridad pública, emprendida y aplicada desde hace cinco años con dudosa
legalidad y peores resultados, y afirmó que si él no hubiera “atacado el
problema”, “una parte del territorio nacional estaría hoy dominada por capos”,
“no habría libertad para la gente, ni habría paz, ni habría tranquilidad” y el
próximo gobierno “se habría encontrado con instituciones completamente
infiltradas por los delincuentes”, así como “con una sociedad arrodillada
frente a los criminales”.
Por
lo demás, Calderón realizó un repaso de cifras alegres en materia de salud,
educación, migración, economía, finanzas, infraestructura y política social.
Arremetió contra los indicadores que señalan el crecimiento de la pobreza
durante su administración, negó el declive sostenido de los resultados
educativos y presentó cifras sobre salud, vivienda, infraestructura, escuelas
construidas, becas, apoyos, inversión pública y atención a mujeres –entre otros
rubros– muy semejantes a las que recitaban los mandatarios del ciclo priista
cada primero de septiembre. Dijo, para resumir, que “México es mejor que lo que
lo que era hace seis años”.
Con
un tono inconfundible de cierre y despedida, la administración calderonista
entra en su último semestre de la misma forma en que empezó: frente a
auditorios blindados ante el disenso, irregular con respecto a las maneras
republicanas y de espaldas a la realidad.
Los
locutores a sueldo, carentes de ética, lo secundaron con coros de alabanza
sobre “sus logros humanistas”. ¿Logros, y además humanistas?, preguntaron los
asqueados mexicanos: 15 millones adicionales de pobres; ambiente de violencia y
barbarie que menoscaba las garantías fundamentales de las personas y que no ha
podido ser atenuada por el gobierno federal; más de 50 mil muertos por la
inseguridad; desempleo; informalidad creciente; salarios de hambre; deterioro
pronunciado en las condiciones de subsistencia de las mayorías; bienestar en el
suelo; encarecimiento injustificable de tarifas y servicios públicos, empezando
por el de los energéticos; persistencia del patrimonialismo y la opacidad en la
conducción de los recursos públicos; el “avance” económico más bajo en casi
tres décadas; crecimiento en 142% de la deuda contratada por el gobierno
federal en este sexenio; corrupción a galope; concentración de la riqueza;
saqueo de la nación; sexenio perdido. ¿Logros?
(Basado
en Editorial de La Jornada, 29 y 31
de marzo, 2012; Carlos Fernández-Vega, La
Jornada, 29/III/12).
EDITORIAL: “Que no me maten...”
Hace
no mucho, los niños de México expresaban sus expectativas a futuro en términos
parecidos a los que emplean los niños en cualquier país del mundo: “Quiero ser
ingeniero”, “quiero ser maestra”, “quiero ser bióloga”, “quiero ser cantante”,
“quiero ser piloto aviador”, “quiero ser director de cine”. Hoy, en la franja
norte del país, de acuerdo con una consulta realizada por el IFE, los niños
tienen, en su mayoría, aspiraciones distintas: quieren seguir vivos, quieren
mantener la cabeza pegada al cuello y el cuello a los hombros, quieren que no
maten a sus familiares y quieren que cesen las balaceras en las calles.
Como
el resto de la población, los menores ofrecen respuestas contrastadas cuando se
les pregunta por la manera de resolver los problemas: “Hablando con los Zetas”
o “pidiéndoles ayuda”, contestan algunos, mientras otros piensan que es
preferible apelar a la policía, al Ejército o a la Marina o, más llanamente,
matar a quienes generan la violencia. En ciertas respuestas hay temor a las
corporaciones públicas: “los policías son los que hacen los problemas” y “te
quitan el dinero”.
–Yo
de grande quiero ser narco –decía un niño juarense de cuatro años en un
testimonio ya censurado en Youtube.
–¿Para
qué quieres ser narco?
–Para
matar.
–¿Y
para qué quieres matar?
–Para
ser rico.
Ahora,
después de un cuarto de siglo de saqueo nacional, destrucción sistemática del
tejido social, saqueo y pillaje realizados tanto desde los distinos niveles de
gobierno como desde las grandes empresas depredadoras, todos en una connivencia
cínica e hipócrita con la delincuencia, matar o que no los maten son los
horizontes deseables para una generación de menores, especialmente en la franja
fronteriza del norte. A eso ha sido conducido el país por la oligarquía
cavernícola y sus sucesivos gerentes en turno, Washington y los socios menores
y desechables, eso que los funcionarios llaman “delincuencia organizada”, como
si ellos mismos no lo fueran.
En
buena parte de los niños de México la visión del país es la de un campo de
batalla, y no es de extrañar que no pocos de ellos se conviertan en
delincuentes antes incluso del momento en que legalmente dejan de ser niños.
Son producto de su tiempo y de su circunstancia. Otros han visto el asesinato
de sus familiares sin tener la edad necesaria para firmar un acta de defunción
en calidad de testigos. Y otros son desalojados de este mundo por error
–confusión o mala puntería– o por una maldad que ya se salió de cauce, antes de
dar la talla para un ataúd de adulto.
Hasta
los hijos de los altos funcionarios viven la inseguridad asfixiante de la
guerra. La infancia y la adolescencia les son robadas por blindajes y enjambres
de guaruras que les hacen imposible la normalidad cotidiana y tal vez los
lleven a concluir que el país en el que viven los odia y desea matarlos.
Es
urgente deshacerse de la lógica de la supervivencia del más apto –el individualismo,
como filosofía de vida–, instaurada sin tapujos durante las dos últimas
presidencias priistas, y continuada en el transcurso de la docena trágica del
panismo gobernante; del enriquecimiento grupal como verdadera razón de ser del
ejercicio del poder público, y de esa concepción del Estado, impuesta por
Calderón, como una máquina de perseguir, encarcelar, desaparecer, torturar y
matar. Para hacer frente a la delincuencia y a la violencia el país debe
incrementar su población escolar y reducir su población carcelaria, e inaugurar
más clínicas y universidades que “centros de comando” que no sirven para
maldita la cosa, como no sea para perder soberanía –porque están infestados de
asesores estadunidenses– y para enriquecer a un puñado de proveedores y a unos
cuantos funcionarios.
La
consulta del IFE refiere, además, aspiraciones de jóvenes de entre 13 y 15
años: “Que los políticos ya no se asocien con el narco; que haya más igualdad,
más seguridad social, que no haya más violaciones ni desempleo; que no haya
pobreza y que se cambie el presidente; que los policías no se dejen sobornar y
que no haya discriminación”. Es tiempo de hacerles caso.
(Texto
de Pedro Miguel, La Jornada,
20/III/12).
EDITORIAL: Francia: barbarie, xenofobia y elecciones
Un
día después de la masacre ocurrida en un colegio judío de Toulouse, Francia
–donde un individuo no identificado mató a tiros a un profesor de la
institución y a tres alumnas–, el ministro del Interior de ese país, Claude
Guéant, dijo que hay indicios de que el asesino videograbó el crimen con una
cámara que llevaba pegada al cuerpo, y lo describió como “alguien que es muy
frío, muy decidido, con gestos precisos, y por lo tanto muy cruel”. Por su
parte, en entrevista televisiva, el canciller francés, Alain Juppé, secundó la
versión formulada la víspera por el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu
–de que “no se puede descartar la posibilidad de que (el crimen) haya sido
motivado por un antisemitismo violento y asesino”–, al afirmar: “el antisemitismo
existe en Francia; hemos luchado (contra eso) por años”.
Más
que a una expresión de odio antijudío, la cadena de crímenes violentos
registrados últimamente en el suroeste francés se presenta como una expresión
de las miserias características de la ultraderecha francesa, la cual ha hecho
capital político azuzando a la población contra los inmigrantes pobres y las
minorías étnicas (judíos, magrebíes, subsaharianos, antillanos,
latinoamericanos, gitanos, entre otros) de esa sociedad.
Mohamed
Merah, el autor de la masacre, sólo cumplió con una de sus promesas: morir con
las armas en la mano. Al cabo de un sitio de 32 horas, cayó abatido de un
balazo en la cabeza cuando saltó por la ventana del baño del departamento donde
se había refugiado. El joven de 24 años resistió solo durante más de un día el
cerco del RAID, el cuerpo de elite de la policía francesa. Mohamed Merah había
prometido entregarse tres veces, pero no lo hizo.
Mohamed
Merah dejó un tendal de muertos, muchas incógnitas y una madeja de argumentos muy
útiles para los sectores más duros de la derecha. La irrupción de Mohamed Merah
legitimó los temas prioritarios de la derecha: la seguridad, la inmigración, el
lugar del Islam en Francia. Apenas muerto, Nicolas Sarkozy anunció un paquete
de medidas represivas. “En adelante, cualquier persona que consulte de forma
regular portales de Internet que hagan apología del terrorismo o que llamen al
odio o a la venganza, será castigada penalmente. Cualquier persona que viaje al
extranjero para adoctrinarse con ideologías que conducen al terrorismo, será
castigada penalmente. La propagación y la apología de ideologías extremistas
serán reprimidas mediante un delito que figura en el Código Penal y con los
medios con que ya cuenta la lucha antiterrorista”, dijo el presidente. Quedan,
en el medio del drama, una polémica y un misterio. La polémica: ¿cómo es
posible que los servicios secretos, que lo tenían bajo vigilancia, no lo
arrestaran antes de que multiplicara los asesinatos? El misterio: ¿quién era
realmente Mohamed Merah? ¿Cómo hizo un joven ladronzuelo de 24 años para
convertirse de la noche a la mañana en un serial
killer confesional que actúa en nombre de Al Qaeda con una crueldad que ni
sus presuntos maestros han sido capaces de alcanzar? Con una ayuda social de
700 dólares, ¿cómo hizo para pagarse los autos, las armas, los departamentos?
La
prensa francesa y los relatos oficiales lo describen como un hombre con 100
rostros. Los primeros retratos de Mohamed Merah evocan un tipo medio
“musculoso”, con una “cicatriz” o un “tatuaje”, de mirada “glacial”. Christian
Etelin, el abogado que lo defendió de los numerosos delitos que cometió cuando
era menor, ofrece otra descripción: “cara de ángel”, de una belleza
“fascinante”, “suave”, de “voz dulce”. En lo que atañe a la religión y la
política, su abogado dice que Mohamed Merah había “levantado una muralla y
nunca abordaba el tema”. Sobre su recorrido como jihadista también hay más de
una versión: estuvo entrenándose en Pakistán y Afganistán con los talibán para
pelear contra las tropas de la OTAN, viajó a Israel, a Palestina, a Siria, a
Irak, a Jordania. Misterio sobre misterio. Los servicios secretos mantienen su
versión inicial: Merah era “un lobo solitario” que presentaba un “perfil de
autorradicalización salafista atípico”, independiente de cualquier
“organización estructurada conocida”, según François Molins, fiscal de París.
Sin embargo, el hombre pasó a través de las redes de los servicios de
inteligencia de Francia, pero figuraba en la lista negra de denegación de vuelo
que maneja el FBI, creada después de los atentados de septiembre de 2001. La
policía federal norteamericana le seguía la huella a partir de informes
enviados desde Afganistán. En 2010, Merah fue arrestado en la región afgana de
Kandahar y entregado a los soldados norteamericanos, que lo expulsaron a
Francia. Ahora bien, según el vespertino Le Monde, las fuerzas de la OTAN no
confirmaron su expulsión. Merah decía actuar en nombre de Al Qaeda, pero
Washington asegura que el joven francés de origen argelino nunca estuvo en
contacto con los altos mandos de Al Qaeda.
Nadie
ha podido aportar una respuesta a otra pregunta: ¿cómo pasó de la nada a la
acción descabellada? No se han encontrado
cartas, ni cuadernos íntimos
ni mensajes en Internet donde Mohamed Merah haya manifestado
la más lejana idea. Parece no tener relato propio. Sólo hay un montón de
relatos oficiales y un extraño hilo conductor que cada medio de prensa completa
a su manera. Jihadista pero no tanto, malo pero también “ángel”, pobre pero con
armas y autos, delincuente pero viajero internacional. Una información se
superpone a la otra sin que surja una imagen nítida para saber quién fue ese
hombre que puso su revólver sobre la cabeza de niños y disparó.
(Basado
en Editorial de La Jornada,
21/III/12; Eduardo Febbro, página 12,
23/III/12).
EDITORIAL: Justicia impresentable
El
pasado 21 de marzo, por mayoría de tres votos contra dos, los integrantes de la
primera sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) rechazaron la liberación
de Florence Cassez –sentenciada a 60 años de cárcel por el delito de
secuestro–, como proponía el dictamen elaborado por el ministro Arturo
Zaldívar. Ante la negativa, la resolución sobre el amparo solicitado por la
defensa de la acusada quedó en suspenso, y corresponderá a la ministra Olga
Sánchez Cordero presentar, en semanas o meses próximos, un nuevo proyecto de
dictamen.
No
cabe duda: el sistema de justicia en el país atraviesa por una manifiesta
situación de catástrofe. El reconocimiento, por cuatro de los cinco ministros
de la primera sala, de atropellos diversos a los derechos de la inculpada
durante su detención y durante el proceso en su contra, es un golpe demoledor a
la cadena de instituciones encargadas de procurar e impartir justicia y
salvaguardar el estado de derecho: desde los funcionarios de la Agencia Federal
de Investigaciones (AFI), adscritos a la Procuraduría General de la República
(PGR), que escenificaron la falsa captura de Cassez y violentaron sus derechos
a la asistencia consular y a ser presentada ante el Ministerio Público, hasta
los juzgadores que avalaron dicha práctica y dieron curso a un proceso judicial
viciado de origen.
En
un pleno estado de derecho, las irregularidades mencionadas ni siquiera habrían
tenido lugar. Sólo en el contexto de una legalidad bastante imperfecta sería
concebible y explicable que los atropellos cometidos por la AFI, la PGR y los
jueces hubiesen pasado tantos años sin ser investigados y sancionados. Por
desgracia, en el México contemporáneo las perspectivas de esclarecimiento y de
castigo por estas faltas han sido nulas hasta ahora, y antes bien se ha
premiado a los responsables, si se toma en cuenta el papel protagónico que
ocupa el titular de la Secretaría de Seguridad Pública federal, Genaro García
Luna –quien al momento de la detención de Cassez se desempeñaba como director
de la AFI–, en el gabinete presidencial y en el diseño y aplicación de la
contraproducente estrategia de seguridad en curso.
No
resulta ocioso preguntarse cuántos reclusos y reclusas enfrentan actualmente
sentencias derivadas de procesos tanto o más irregulares que el de Cassez, sin
posibilidad de acceder a los reflectores mediáticos y a la proyección
internacional que tuvo la ciudadana francesa, y qué porcentaje de la población
penitenciaria del país habría podido apelar a la liberación inmediata como
resultado de esas irregularidades, en caso de que el proyecto de Zaldívar
hubiese prosperado.
Al
desaseo exhibido por las deliberaciones del caso Cassez en el máximo tribunal
del país ha de agregarse la inaceptable intromisión del Ejecutivo federal en
los asuntos del Poder Judicial para que sus máximos exponentes rechazaran la
liberación de la sentenciada. El reclamo lanzado ese mismo día por el presidente
de la SCJN, Juan Silva Meza, al
Ejecutivo federal, de que ese organismo está “obligado a garantizar el
derecho de todos” y de que “la ley no puede cumplirse a capricho” constituye
una respuesta procedente y necesaria al comportamiento del gobierno federal en
lo que toca al caso comentado, pero también una contundente descalificación al
desempeño de la actual administración durante el último lustro en materia de
justicia.
El
caso Cassez da cuenta de la descomposición de una institucionalidad que ha
perdido el sentido de apego a la ley y de la moral pública, que ha quedado
exhibida por su turbiedad y por las desviaciones a la legalidad con que se
conduce, y que se ha vuelto un factor de desaliento y cinismo y en una faceta
impresentable de México ante el mundo.
(Editorial
de La Jornada, 22/III/12).
EDITORIAL: Benedicto XVI, visita deficitaria
A
pesar de todos los recursos que se pusieron en juego (apoyo abierto de los
gobiernos federal y guanajuatense, cobertura sumisa de las principales
televisoras, movilización de las estructuras sociales de la Iglesia católica
mexicana), la visita del neomexicano Benedicto XVI no logró el impacto ni la
trascendencia que sus organizadores e impulsores habían considerado.
Una
parte del tono desabrido de este asomo del Papa a tierras mexicanas se debió a
circunstancias personales. A diferencia de su antecesor, Juan Pablo II, todavía
venerado por un amplio sector del catolicismo, el actual ocupante de la
jefatura del Estado del Vaticano carece de aquel carisma y genera apenas un
entusiasmo convencional entre sus seguidores. Por si esa desventaja fuera poca,
sus palabras en público lo mostraron como un funcionario religioso timorato,
apegado a un guión básico que intencionalmente le permitió no abordar temas
difíciles o candentes, deseoso más bien de cumplir con protocolos garantizados,
sin asomo de producción conceptual interesante ni planteamientos especiales
para atender los complicados problemas de la sociedad mexicana actual.
La
medianía pública en que se desarrollaron los actos papales podría, sin embargo,
tener como principal causa el hecho de que fueron demasiados los compromisos
políticos hechos entre el visitante conquistador y el calderonismo cedente y,
al mismo tiempo, beneficiario. El máximo sacerdote Ratzinger no fue capaz de
pronunciar una sola palabra que pudiera causar sofoco a sus anfitriones
federales o a la estructura clerical nativa. Ni una mención específica al grave
problema público de la pederastia sacerdotal ni una condena al belicismo
felipista causante de múltiples daños sangrientos y de reiteradas violaciones a
los derechos humanos, como otras importantes instancias internacionales han
denunciado con claridad inequívoca.
Frente
a la desgracia de México, Ratzinger ofreció su propio rezo constante. Sus
momentos cumbres de motivación se registraron cuando convocó a sus seguidores a
superar el “cansancio de la fe” y a “recuperar la alegría” de pertenecer a su
iglesia. En otra ocasión había hecho referencias distantes, realmente ofensivas
en razón de sus móviles elusivos, a los niños, su felicidad, su sonrisa, como
si no fueran algunos colegas del propio Ratzinger los responsables de mancillar
a esa niñez y de borrar sus sonrisas. Y su principal acto masivo, en Silao,
tuvo zonas que no se llenaron, aunque los organizadores hablaron de 640 mil
asistentes, basados en los reportes que les hizo llegar el yunquismo gobernante
de la entidad. Ya en León, reunido con los obispos del continente, los llamó a
estar más cerca de los marginados.
En
cambio, hubo un vergonzoso montaje amateur de Felipe Calderón para aparentar
una reunión papal con unos cuantos familiares de víctimas de la “guerra” contra
el narcotráfico. Al más puro estilo de García Luna Productions, pero con menos
oficio que el consagrado Genaro, el ocupante de Los Pinos se permitió la
ligereza de informar mediante un boletín oficial de prensa que “al concluir la
reunión con el presidente, el papa Benedicto XVI recibió a familiares de
algunas víctimas de la violencia en México”. En otra parte del tramposo texto
se apuntó que “el papa Benedicto XVI saludó una por una a cada víctima de la
violencia e intercambiaron palabras”. Sin embargo, el vocero del Vaticano
precisó que no hubo tal “reunión específica del Papa con víctimas de la
violencia”. Después de un saludo a niños y yendo de paso hacia otro acto, en un
“salón donde había numerosas personas”, algunas de ellas le fueron presentadas,
“entre éstas las víctimas de la violencia de las que habla el comunicado (…)
Algunas víctimas le fueron presentadas al Papa. Sólo eso”.
A
pesar de tan escandalosa mentira, Calderón comulgó en Silao, luego de mostrarse
en diversos tramos de la agenda benedictina como una especie de orgulloso
promotor de un espectáculo añorado. En términos generales, salvo la pifia de la
“reunión” con víctimas, que podría acabar convertida en la nota más relevante
de esta visita, el felipismo tuvo ganancias políticas y electorales que, sin
embargo, no parecen tan cuantiosas ni contundentes como para relanzar la
alicaída campaña de Josefina Vázquez Mota, quien hizo notables esfuerzos por
recordar a los presentes que ella tiene algún papel de relevancia en la
contienda electoral en curso. El error relacionado con las víctimas, por otra
parte, ayudará al expansionismo vaticano a presionar con más soltura al
felipismo para que cumpla con el trato de la visita papal en coyuntura
electoral a cambio de abrir las puertas a la “libertad religiosa”, que
significará más presencia de la Iglesia católica en la educación pública, la
propiedad de los medios de comunicación, las plazas públicas y el discurso
político.
(Texto
de Julio Hernández López, La Jornada,
26/III/12).
EDITORIAL: Cartagena: choque de agendas entre EU y AL
En
la cumbre continental que se inauguró el 14 de abril en Cartagena de Indias, Colombia,
fue evidente la divergencia entre los temas que pretenden priorizar Estados
Unidos y Canadá y los que la mayor parte de los gobiernos latinoamericanos
quiso poner sobre la mesa.
Para Barack Obama no debe discutirse
la estrategia contra el narcotráfico impuesta por Washington a las naciones del
hemisferio hace cerca de cuatro décadas, a pesar del evidente, costosísimo y
doloroso fracaso en que se ha traducido: cientos de miles de muertes, fortalecimiento
de las organizaciones delictivas, incremento de las adicciones, descomposición
institucional y debilitamiento de las estructuras estatales. En este punto,
hasta gobernantes surgidos de las derechas, como el anfitrión Juan Manuel
Santos y el guatemalteco Otto Pérez Molina, coinciden en la necesidad de
revisar una política que se fundamenta en la persecución policial y militar de
los grupos criminales y que ignora la complejidad de componentes sociales,
económicos e históricos del fenómeno delictivo y, en particular, del tráfico de
drogas.
Obama
insistió en centrar el encuentro en asuntos económicos y, particularmente, en
la búsqueda de un incremento de las exportaciones de su país hacia las naciones
latinoamericanas; en segundo plano quedan el combate a la pobreza, la
cooperación tecnológica y el diseño de medidas para enfrentar catástrofes. Por
dictado estadunidense quedaron fuera de la agenda el ya referido tema del
combate al narcotráfico, la inclusión de Cuba en esas reuniones hemisféricas y
la reivindicación histórica de Argentina sobre las islas Malvinas.
Resulta
claro que el gobierno estadunidense no tiene la menor disposición a abordar, en
cónclaves como el que tiene lugar en Cartagena de Indias, los temas que
resultan cruciales para América Latina, y que las cumbres americanas no
responden a los intereses de la región, sino que constituyen un mecanismo más
para aplicar las presiones neocolonialistas de Washington hacia el sur del río
Bravo.
Lamentablemente,
Felipe Calderón, ha plegado la representación de México a los intereses y
prioridades estadunidenses. Es sabido que es uno de los pocos gobernantes
regionales que aún defienden la estrategia contra las drogas impuesta por la
Casa Blanca a la región desde tiempos de Richard Nixon, lo que resulta
coincidente con la postura de Obama de no someter a discusión y revisión esa
estrategia. Por lo demás, a su llegada a Cartagena, en un encuentro con
empresarios, Calderón se erigió en defensor del credo neoliberal, arremetió
contra el fortalecimiento del sector estatal que caracteriza los proyectos
gubernamentales en curso en buena parte de Sudamérica –justamente en momentos
en que se libra una confrontación entre el gobierno soberano de Argentina y la
trasnacional Repsol–, y reiteró su fe en la liberalización comercial como
panacea para las trabas al desarrollo y a la prosperidad.
(Editorial
de La Jornada, 15/IV/12).
EDITORIAL: ¿También sin estrés?
El
estadunidense Jason Russel, uno de los fundadores de la ONG Invisible Children
y creador de la campaña “Kony 2012”, que se propone la captura del guerrillero
ugandés Joseph Kony, ha sido detenido en San Diego, Estados Unidos, luego de
que se paseara en calzoncillos por una calle de esa ciudad, interrumpiera el
tráfico, aporreara coches, insultara a la gente y terminara masturbándose en
público.
“Iba
bebido y, probablemente, bajo la influencia de algo” ha declarado la policía.
Los medios de comunicación, así como Ben Kessey, presidente de la Invisible
Children, han atribuido el “desafortunado accidente” a la presión vivida por la
amplia difusión del vídeo “Kony 2012” que “nos ha cobrado una gran factura
emocional a todos”. La culpa es del estrés.
Robert
Bales, el sargento estadunidense que asesinara a 16 personas en Afganistán, la
mayoría mujeres y niños, mientras dormían, en otro caso más del viejo y
conocido expediente de “hombre perturbado que actúa solo y al servicio de
nadie”, también había estado bebiendo alcohol y padecía estrés, aseguran sus
altos mandos y reiteran los medios de comunicación, ya que, el condecorado
militar, además del desgaste emocional que provoca la guerra, había tenido
tensiones con su esposa la noche de la matanza, se supone que por teléfono, y
se hallaba muy afectado, casualmente, por las heridas que había sufrido la
noche anterior un soldado de su unidad militar.
Un
alto funcionario de Estados Unidos ya ha anticipado los resultados de la
investigación que se ha dispuesto: “Cuando todo salga a la luz, será una
combinación de alcohol, asuntos domésticos y estrés”.
¿Afectarán
también los asuntos domésticos a Joseph Kony? ¿Beberán alcohol los talibanes?
Millones
de seres humanos sin trabajo, hipotecados, sin vivienda, sin ahorros, sin
derechos, sin expectativas ni esperanzas… ¿También sin estrés?
(Texto
de Koldo Campos Sagaseta, rebelión,
23/III/12).
MUNICIPAL: San Francisco: ¿y la Cultura?
Este
texto está basado en el artículo de Carlos Payán titulado “Cultura como pasión
por la vida” (La Jornada, 17/III/12).
Dice Payán: “Cultura tiene que ver con cultivo: sembrar y hacer crecer lo que
nos alimenta, lo que hace posible la vida. No un adorno, como quieren
presentarla; no un asunto suntuario para unos privilegiados. Cultura es, simple
y llanamente, posibilidad de vida, para mí, para ustedes, para todos. Y sobre
todo para la juventud, que al hallar taponada la senda de la cultura que
alimenta, la gran cultura, la gran pasión que permite crecer, está optando
masivamente por una cultura oscura, destructiva, escatológica: la cultura de la
muerte. Las bandas, las armas, las drogas, las vendettas, la sangre que corre,
propia y ajena”.
Estando
sumergidos en el tsunami de la transculturización, que acarrea una pérdida
gradual de nuestra identidad y la adopción de nuevos modelos de vida, la
cultura va tomando otras formas, otras texturas, se le respira atrabancada,
provista de una exaltación desbocada, es decir, llevar todo hasta las últimas
consecuencias, hasta la exaltación extrema: la destrucción como meta, la propia
y ajena, aquí y en el resto del mundo.
Ante
esto, ¿qué hacer? ¿Hay alternativas para nuestra juventud? Hay quienes piensan
que sí, que la alternativa sólo se encuentra en la cultura: “Pero no entendida
burocráticamente –dice Payán–, como clases aburridas, días de ocio y tedio,
negación del presente e imposibilidad de futuro”. Sino cultura entendida como
la gran pasión, con un compromiso de máxima emoción, constructor de un mejor
futuro: a) talleres de poesía, como los que abrió por Nicaragua Ernesto
Cardenal durante los días gloriosos de la revolución sandinista; b) talleres de
escritura, para que los jóvenes descubran la pasión de dejar testimonio de su
propia vida, leer para transformarse en otros, para ser uno y muchos, para abrirle
la puerta al futuro; c) talleres de cine, de fotografía, de pintura: que
nuestros jóvenes puedan filmarse, retratarse, pintarse, a ellos y a su entorno,
como vía para comprenderse a sí mismos, de mirarse la cara en el nuevo espejo
de la construcción de una nueva realidad; d) talleres de costura, de tejido, de
artesanías, para que nuestros jóvenes encuentren el entronque perdido con la
gran creatividad de nuestro pueblo, otrora espléndida, y hoy diluida en
incertidumbre, angustia, quietud y miseria; e) cine en los barrios, en las
calles, en las esquinas: pensar en que una sola película, una sola, que
conmueva, y abra puertas, y haga revelaciones, y cimbre las conciencias, una
sola película puede cambiarle la vida a una muchacha, a un muchacho, puede
revelarle las dimensiones del mundo y la euforia de querer ser parte de él; f)
bibliotecas ambulantes, libros en los ciber, en los cafés, en las paleterías,
en las escuelas, en las esquinas, y sobre todo libros en las casas de cada
familia, porque los libros son alimento, porque sin ellos se seca la vida.
En
San Francisco, según el Plan de Gobierno 2009-2012, “la promoción cultural está
a cargo de la Casa de la Cultura, cuya labor es propiciar la integración de la
comunidad al campo de las manifestaciones culturales y artísticas. Su finalidad
es a) procurar la participación activa de todos los sectores de la sociedad en
el desarrollo cultural del municipio para enriquecer y ampliar la visión de la
realidad con miras a transformarla y b) fomentar el mejor aprovechamiento del tiempo
libre, partiendo de las necesidades e intereses de los diferentes sectores de
la población”. La Casa de la Cultura es la institución encargada de establecer
una relación profunda entre los requerimientos culturales de la población y los
propósitos de desarrollo del municipio, del estado y del país, dice el texto
del citado plan.
En
tal documento se hace énfasis en lo siguiente: para lograr la participación
activa de la población en el quehacer cultural, se plantean las siguientes
estrategias: impulsar el funcionamiento del Consejo Municipal de Cultura de San
Francisco del Rincón; promover convenios con el Instituto Estatal de la Cultura
y particulares para invertir en infraestructura dedicada a la cultura; ofrecer
actividades artístico-culturales en las que se genere la convivencia entre las
familias francorrinconesas y contribuir al desarrollo sociocultural de San
Francisco del Rincón.
De
la página electrónica de la Casa de la Cultura, se destaca que ésta “ofrece un
total de 6 disciplinas: Teatro, Danza, Música, Manualidades, Artes Plásticas y
Letras”. “Mediante la impartición de Talleres Culturales, la Institución ofrece
a la población la oportunidad de explorar sus inquietudes artísticas sin
importar su edad y potencializarlas cuanto sea posible. Así, podremos estar
seguros de contribuir a la formación de ciudadanos conscientes y auténticos,
que conozcan y valoren la riqueza cultural con que cuenta nuestro país”. Como
se ve, bonitos planes y excelentes propósitos. Sin embargo, ¿en qué nivel nos
encontramos, cuál es el resultado obtenido a partir de la contribución de los
responsables de la Cultura en nuestro municipio hacia la formación de
“ciudadanos conscientes y auténticos”? La respuesta es obvia: en un nivel malo,
si consideramos que, independientemente del partido que gobierne en el
municipio, la Cultura luce estancada, no ha habido un auténtico compromiso de
parte de las distintas autoridades para lograr que se desarrolle la creatividad
de nuestro pueblo. Y sobre esto, hay que mencionar que varios de los
instructores en Casa de la Cultura tienen más de veinte años en esa institución
y no han logrado reproducir grupos consolidados representativos de artes
plásticas, música o teatro. Nos atrevemos a decir que el maestro Carlos Canales
es de los pocos que han impuesto un sello muy característico a su labor en esa
institución. Porque, es una vergüenza que nuestro municipio no cuente con una
banda municipal como tal, es decir, que sea el resultado del trabajo de
formación de parte de los responsables de la instrucción musical en esa
institución. La banda que se ha presentado en las llamadas “serenatas
dominicales” y que se presume como “banda municipal”, está formada en su
mayoría por músicos que vienen de fuera y que cobran por tocar, no tocan por
pasión musical, tampoco tocan por el gusto de contribuir al esparcimiento de
los oyentes, tocan porque van a recibir una recompensa pecuniaria. Por tanto,
podemos decir que la cultura no es ni ha sido una prioridad para este y
anteriores alcaldes, de plano no les interesa. Cada administración se concreta
a reciclar las inercias de la inmediata anterior administración. Mencionamos
otro ejemplo que ilustra la desidia de los responsables de la cultura en San
Francisco: la página oficial de la Casa de la Cultura no ha sido actualizada
desde el 24 de noviembre de 2010 en lo referente a los datos de los salones
culturales –horarios, días, lugares, instructores, cantidad de alumnos–,
permanecen igual desde hace un año y medio.
Para
nuestra desgracia, la cultura es vista como el último renglón del presupuesto,
como un pretexto de burócratas. Las autoridades no parecen entender que hoy la
juventud, sobre todo la juventud, se siente mundial, integrante de la humanidad
entera, habitante del planeta, comunicada con lo que hacen y dicen los jóvenes
de cada rincón de México y del resto del mundo a través del Internet, fuente
ilimitada de información, de educación, de juego, de comunicación, y que se ha
impuesto como el sello de intercambio de ideas, vivencias, noticias, herramientas
y habilidades de nuestra época (youtube, tweeter, instagram y facebook son
algunos ejemplos).
Dice
Payán: “Cultura como pasión, como gran pasión, como indispensable fuente de
renovación, de significado, de alegría. Cultura como fuente y garantía de vida.
Cultura como eje de cualquier programa político, como corazón que le permita
palpitar y latir a un proyecto de gobierno que se proponga traer vida,
recuperar la vida, llenarla de dignidad, abrirle caminos a la vida futura,
darle significado y salidas a la actual”.
¿Cómo
lograr que la cultura se vuelva indispensable fuente de renovación? No decimos
que sea fácil. Tampoco decimos que dependa de una persona, ni de ornamentales
consejos de cultura, ni es algo que se pueda lograr en una sola administración.
Tiene que ver con nuestro concepto de ética, de solidaridad y de conciencia
social. Un nuevo enfoque de la actividad cultural tendrá que pasar por el
replanteamiento radical de la democracia, es decir, aquella que resulta de la
conquista paulatina y luchada de seres humanos con conciencia social y
solidaria, es decir, desprovista de egoísmos e hipocresías, y no como mero
esquema acomodaticio para el gobernante de ocasión, del que podemos quitar o
poner a gusto y a golpe de elecciones cada tres años. Tampoco la cultura debe
estar sujeta al capricho de los verdugos de los recortes presupuestales, ni de
simulaciones para entretener a la gente y vaciar su deseo de iniciar una nueva
vida en el mundo de la cultura, ni de manipulación de los medios de
información. Sólo la democracia entendida como cultura abierta, amplia y libre
puede llevarnos a la derrota de esa otra cultura, la oscura, la de la farsa, la
de discursos, la del miedo, la de la violencia, la que tiene a la muerte por
bandera. Sólo la democracia y la cultura como pasión por la vida, podrán
rescatarnos de la pulsión de muerte que hoy parece arrastrarnos.
Un
nuevo enfoque de la actividad cultural tendrá que contar con personas
comprometidas con su entorno, con su pueblo, con su país y con la vida; sin importar
sus creencias religiosas o políticas. La tarea suprema consiste en humanizar al
hombre, inculcar al hombre en los valores espirituales, en la creación
histórica consciente. La cultura deberá provocar entusiasmo en quienes
pretendan vincularla a los intereses del pueblo, sin forzar a nadie,
desprovista de obligación, sino al contrario, vista como placer, como un arma a
favor de la humanidad a través de la música, la danza, el teatro, la literatura
y la pintura.
ESTATAL: Bendecidos por Ratzinger
1.
El devoto secretario de Educación de Guanajuato (SEG), Alberto Diosdado, hace
unas semanas propuso al Congreso local desaparecer las escuelas normales
privadas y oficiales de la entidad para crear una facultad de ciencias de la
educación que las remplace. Se trata del mismo funcionario quien sin
autorización de la Secretaría de Educación Pública (SEP) distribuyó libros de
biología de primero de secundaria que basaban la educación sexual en el
matrimonio y la virginidad. Según Diosdado, las escuelas del estado necesitan
docentes bilingües y que manejen las tecnologías de la comunicación, perfil que
no tienen las 26 normales privadas y públicas de Guanajuato.
Docentes
de la Normal Oficial de Guanajuato calificaron de “dolosa e ignorante” la
propuesta del funcionario, y para dar constancia de su repudio, colocaron en la
fachada del plantel una manta con la leyenda: “repudio absoluto al cierre de
las normales en Guanajuato”. Dijeron además, que el perfil bilingüe y del
manejo de las tecnologías es una “solución mágica y simplista” para solucionar
una supuesta deficiencia en la enseñanza (La
Jornada, 17/III/12).
2.
Hace 13 años, Felipe Calderón, como presidente del PAN, evaluaba la visita de
Juan Pablo II: “Confío en que los reclamos emitidos por el Papa de manera
pública o privada sean atendidos por el gobierno, particularmente para lograr
el cese a la hostilidad en contra de los creyentes católicos en Chiapas, y
también para avanzar en mayores espacios de educación religiosa, que siguen
haciendo falta en México”. Que se sepa, el antecesor de Benedicto XVI nunca
hizo tales reclamos ni había “hostilidades” contra los católicos en Chiapas
(antes al contrario, en ese entonces, como ahora, son numerosos los testimonios
de persecución a otras denominaciones religiosas en diversas partes del país).
El
23 de marzo, apenas pisaba Joseph Ratzinger tierra guanajuatense, presuroso,
Calderón parece informarle que sí hizo la tarea: “Visita usted un país donde
avanzamos a la consolidación de nuestra democracia, con pleno respeto a la
libertad, a la libertad de culto, a la pluralidad política, religiosa e
ideológica que es posible en un Estado laico”. Claro, si de recibir al Papa se
trata, la pluralidad tiene sus límites, pues hubo reportes de jaloneos,
empujones e insultos en contra de aquellos que expresaron su rechazo a la
visita papal, lo cual es una muestra de la “pluralidad religiosa”, presumida
por Calderón. La noche de ese día, el vocero papal aludió al suceso. Dijo, de
entrada, que las protestas son normales en todos los viajes del Papa. Algo así
ocurre cuando “minorías quieren oponerse a la alegría de la gran mayoría del
pueblo”. ¡Oh, qué alivio, que el Señor bendiga a los que forman parte de la
mayoría! (La Jornada, 24/III/12).
3.
El EPR también dio a conocer su opinión sobre la visita papal: “La visita del
Papa a México no es con fines pastorales (sino que) constituye un acto
eminentemente político con la intención de fortalecer a la ultraderecha, para
apuntalar los vientos conservadores que reclaman reformas retrógradas que
significan un retroceso histórico en el desarrollo de la humanidad.
“Guanajuato
destaca por los altos índices de pobreza y marginación social, es puntero
nacional en analfabetismo absoluto y funcional, en pobreza, en marginación
social, en la proliferación de enfermedades producto de la pobreza como la
tuberculosis y la desnutrición, así como por plagas parasitarias propias de la
miseria como la sarna, piojos, chinches y pulgas que se han propagado tanto en
el campo como en la ciudad. Hecho que se puede constatar en las ciudades de
León, Silao y Guanajuato donde abundan los cinturones de miseria, en torno al
‘gran desarrollo industrial’.
“La
opresión política-ideológica toma forma material en la omnipresente y
omnipotente injerencia de la cúpula eclesiástica en los asuntos políticos y la
vida social del país, en Guanajuato eso es pan de todos los días; el rezago
educativo es uno de los ‘grandes logros’ de los gobiernos panistas donde la
educación privada y confesional ha recibido todos los beneficios en detrimento
de la educación pública;
el
PAN y todos los grupos económicos y políticos ultraconservadores buscan con la
visita de Joseph Ratzinger recibir las bendiciones papales para explotar y
oprimir sin remordimiento moral alguno; legitimar los crímenes de lesa
humanidad cometidos contra el pueblo; convalidar una historia de violencia
institucionalizada contra los trabajadores desde los tiempos de la colonia;
fortalecer el andamiaje de la enajenación y alienación de los trabajadores para
que acepten sumisamente la sobreexplotación económica y la opresión política;
y, seguir criminalizando desde el poder político y económico a la mujer
negándole sus derechos más elementales, en donde ésta no es sujeto social, sino
objeto de uso” (Cedema.org, 24/III/12).
4.
Guanajuato es una de las entidades afectadas por la intensa sequía, por lo que
millones de personas que viven, en y del sector rural, están padeciendo no sólo
los resultados de la falta del agua para el
cultivo de la tierra, sino sobre todo
de años de pésimas políticas públicas tanto del gobierno del estado como
de los municipios. Según el investigador Saúl Arellano, director de
investigaciones de CEIDAS, desde hace al menos 10 años, numerosos
investigadores y académicos habían advertido que de continuar gobernando –hoy
valdría decir “desgobernando”– con base en los criterios impuestos por la
lógica tecnocrática y neoliberal, los resultados serían sumamente perniciosos
para amplias franjas de la población.
Dice
Arellano: “Hoy tenemos que enfrentar como país y como entidad, la vergüenza de
estar al borde de la hambruna, así como ante condiciones en las que se están
intensificando los riesgos de enfermarse o incluso morir por desnutrición. Ante
la dimensión del hambre, resulta ofensiva la política de dispendio en
comunicación social que sigue la presente administración estatal. Con Juanita
de la Cruz a la cabeza, en el presente sexenio se ha desarrollado una siniestra
política de “pan y palo” en la relación con los medios de comunicación, amén
del desarrollo de una serie de estrategias de propaganda diseñadas para la
mentira o el ocultamiento de la información.
“Para
los cinco años que corresponden a esta administración y para los cuales hay
información oficial disponible, el número de fallecimientos por desnutrición
asciende a 2 mil 510, teniendo los peores indicadores en los años 2009 y 2010
en los cuales se contabilizaron 525 y 542 decesos por la causa señalada. Más de un muerto por desnutrición al
día será la penosa herencia que deje esta administración, y es sobre este tipo
de indicadores sobre los que, por ejemplo el Congreso, debería poner atención
pues la pretendida corrupción que ha inundado a este sexenio, tiene una de sus
peores traducciones en la frustración y desesperanza que genera el hambre”. (correo, 13/II/12).
5.
Ominosa señal envió Josefina Vázquez Mota a la población al confiar su éxito
electoral al gobernador con licencia
Juan Manuel Oliva, individuo que
representa lo peor del PAN: mal gobierno, clientelismo, defraudación electoral
y fanatismo religioso. Una perla de lo que dejó Oliva: disparó la deuda de
Guanajuato nada menos que en 425% y es acusado de enriquecimiento inexplicable.
La Secretaría de Hacienda y Crédito Público ubicaba la deuda de Guanajuato en 7
mil 595 millones de pesos al primer semestre de 2011 –hace casi un año–, y
cuando el panista asumió el gobierno era de sólo mil 303 millones.
El
gobierno de Oliva se caracterizó por la opacidad en el manejo de los recursos
públicos y el favoritismo a familiares, amigos y colaboradores, escándalos a
menudo silenciados por abundantes recursos para los medios sometidos y el
boicot publicitario para los remisos. Un ejemplo de opacidad y corrupción es la
compra de los terrenos para lo que sería la refinería bicentenario –que finalmente
fue para Hidalgo y que ni siquiera se ha puesto un ladrillo–, cuyas 970
hectáreas costaron mil 700 millones de pesos y que, además, están ociosas. Otro
ejemplo de despilfarro y opacidad, que también ha generado sospechas de
corrupción, es la Expo Bicentenario, donde Joseph Ratzinger ofició la
multitudinaria misa, que costó casi lo mismo que la Estela de Luz de Felipe
Calderón: aproximadamente mil 500 millones de
pesos.
Además, Oliva acaba de estrenar una mansión que, según las estimaciones, tiene
un valor de 10 millones de pesos, pese a que durante todo su gobierno sólo ganó
8 millones.
Con
Oliva en el gobierno, Guanajuato retrocedió en competitividad, pero sobre todo
su vida política se degradó con conductas de defraudación electoral, en las que
es experto. Aun los propios que han desafiado a la facción hegemónica,
encabezada por la secta secreta El
Yunque, han sido aplastados. Oliva ha sido uno de los artífices del
clientelismo panista que ha creado centrales obrera, campesina y magisterial,
así como ha afiliado al PAN a tianguistas y transportistas. Hay agrupaciones de
taxis que llevan los nombres de Manuel Gómez Morín, Manuel Clouthier y Carlos
Castillo Peraza. Este modelo sedujo a Germán Martínez, quien como presidente
del PAN ofreció “guanajuatizar México”, quizá ignorante o de plano cómplice de
la lógica de facción con la que ha sido gobernado Guanajuato por la
organización ultraderechista El Yunque, ligada al catolicismo más pedestre.
Oliva, sin embargo, no es tan electoralmente eficaz como se ufana: en las
elecciones de 2010 se hizo cargo de la operación en Aguascalientes y Tlaxcala
para retener los gobiernos para el PAN. Terminó ganando el PRI. (Álvaro
Delgado, proceso.com, 2/IV/12).
NACIONAL: Ineficiencia educativa
Con
un candidato presidencial que presume hasta de su ignorancia, cobijado por los
monopolios que le prometen el cuidado de su imagen televisiva, y con una
candidata que fue tan débil durante la mitad de este sexenio que hizo hasta lo
imposible para entregar la educación nacional en charola de plata al grupo
cerrado que comanda el oprobioso sindicato magisterial, es ignominioso lo que
de política aprenden las actuales generaciones de niños y jóvenes.
En
cuanto a la educación primaria, lo que aprenden no sirve para el 40% de los
niños porque no les permite continuar con sus estudios de secundaria. De los
que logran ingresar a este segundo nivel, lo que memorizan o repiten tampoco
sirve a la mitad de ellos para continuar con sus estudios de bachillerato. Los
más necesitados de ambos niveles (una minoría del 10%) optan por los estudios
técnicos o terminales de educación media superior, pero muchos de quienes
consiguen ingresar a un bachillerato propedéutico no pueden aspirar a continuar
con sus estudios superiores, debido a sus deficiencias en habilidades básicas
en lectura, en razonamiento lógico y matemático, y en sus capacidades para
comunicarse de forma verbal o escrita, así como para construir conceptos que
permitan analizar los avances de una disciplina determinada.
A
la injusticia social que reproduce el sistema educativo, que va segregando y
expulsando a millones de personas, primero por la vía de la reprobación (uno de
cada tres reprueba al menos una materia entre cada ciclo escolar) y luego por
desidia o insatisfacción cuando esa persona alcanza la extra-edad respecto de
su generación escolar, ahora se han agregado una verdadera ineficacia
pedagógica y mala calidad de los procesos académicos y educativos, para no
hacer referencia a las condiciones físicas en las que se desarrollan los
aprendizajes.
En
general, en lectura, matemáticas y ciencias los alumnos mexicanos están 20% por
debajo de sus pares urbanos de unos 30 países, y se llega al extremo de la
ineficacia entre la población rural o indígena, que se halla en el verdadero
abandono. La mitad de los alumnos en educación media superior cuentan apenas
con niveles elementales de lectura (el nivel de Enrique Peña Nieto), mientras
que el 46% no pueden resolver ejercicios básicos y simples de matemáticas.
Y
luego exigen pasar pruebas y más pruebas, cuando no han podido garantizar que
se aprenda en forma adecuada. Ocurre tal y como lo reseña William Ospina para
el caso de Colombia, país con el que vamos encontrando muchos parecidos:
“Pretende estar poniendo a prueba los conocimientos y la idoneidad de los
estudiantes, cuando en realidad está encubriendo su escandalosa ineptitud para
ofrecer cupos a todos los graduados y para garantizar la continuidad del
proceso. A muchos de los que logran sobrevivir a la contienda todavía los espera,
al final de su experiencia universitaria, la frustración posterior de no
encontrar oficio y descubrir con asombro, después de lustros de supersticiones
académicas, que se ganan mejor la vida los traficantes y los contrabandistas
que los jóvenes letrados con sus laureles todavía verdes sobre sus sienes”. (La
escuela de la noche, editorial Norma, Bogotá, 2008, página 195.)
La
educación es el futuro, repiten incansablemente los candidatos de la
superficialidad y la ignorancia, pero ellos han sido quienes la han
desacreditado y desechado en el pasado, mientras que en el presente siguen
siendo reproductores de lo que sólo es materia imprescindible de su demagogia.
Primero tendrían que ser educados ellos mismos, y deberíamos hacerles pruebas
de que saben de lo que están hablando, sobre todo cuando se refieren a lo que
se enseña y aprende en la vida y en la escuela, porque, a partir de lo que
dicen, se ve que no saben qué es la educación ni tienen conciencia de que la
falta de ésta es el problema más grave para el desarrollo del país.
No
habrá avance en la reconstrucción del tejido social, que se ha vulnerado y
resquebrajado por todos lados, si no se entiende que la educación debe cambiar
sustancialmente, que debe ser transformada de raíz y contar con leyes, políticas
y mecanismos harto distintos a los actuales. Por supuesto que esto es más que
válido para las personas que han estado malbaratando la educación, volviéndola
una mercancía para el lucro desmedido, o haciendo de ésta un botín para su
entero beneficio. Esas personas de plano deberían hacerse a un lado de forma
definitiva, sólo por educación.
(Texto
de Axel Didriksson, proceso.com,
24/III/12).
NACIONAL: Evaluación universal: el extremo
En
1990, en lugar de comenzar a reparar un sistema educativo postrado por la
crisis, se optó por evaluarlo. En consecuencia, durante los pasados 20 años y en nombre
de la calidad se han aplicado más
de 100 millones de exámenes estandarizados; más de un millón de maestros y
académicos de todos los niveles son evaluados periódicamente; al mismo tiempo,
que para hacerlas de calidad, decenas de miles de escuelas, cientos de
universidades, y miles de programas de estudio son también objeto de
escrutinio.
Desde
una lógica empresarial, se suponía que la competencia y la posibilidad de una
recompensa económica –es decir, el mercado–, transformaría la educación
mexicana. Sin embargo, hoy, dos décadas más tarde, nadie (ni PISA, ni Enlace,
ni Ceneval, ni el INEE, ni las propias autoridades educativas, ni los analistas,
estudiantes, maestros, padres de familia y comunidades) puede afirmar que en
estos años la educación mexicana ha entrado en una etapa de vigoroso dinamismo,
creatividad y mejoría.
Parte
este enorme fracaso se debe al uso intensivo de la evaluación externa, vertical
y de mercado. Excluir como actores de la evaluación a los actores principales
del proceso educativo (estudiantes, maestros, colectivos escolares) y
someterlos a un régimen estricto de control de calidad y de individualización
no es precisamente algo que promueva el compromiso colectivo, la autogestión,
la relación con padres de familia y con la comunidad, elementos indispensables
todos para la formación de personas y ciudadanos.
Con
este antecedente, llama la atención que ahora se insista en profundizar esa vía
mediante una evaluación universal que sería aprobada como parte de la Ley
General de Educación y comenzaría su aplicación el próximo junio.
Sin
hacer un balance de los pasados 20 años, se intenta comprometer a la próxima
administración por un camino que claramente se ha convertido en un callejón sin
salida.
Con
la evaluación universal se aplicaría a los maestros un coctel de cuatro pruebas
distintas, que al combinarse crearían un ambiente asfixiante en las escuelas.
El maestro sería evaluado –y hasta despedido– a partir de 1) los resultados que
obtenga en los cursos de formación que unilateralmente determine la Secretaría
de Educación Pública (SEP); 2) los puntajes que logren sus estudiantes en la
prueba Enlace, a pesar de que se reconoce que estos reflejan más la profunda
diferenciación social y educativa del país que la actuación de un maestro en lo
individual. Sería como hacer responsables de la acentuada mortandad infantil a
los médicos que trabajan en zonas marginadas; 3) Los resultados que obtenga el
docente en una prueba estandarizada, a pesar de que es un instrumento
probadamente incapaz de medir el talento profesional. Por ejemplo, se pregunta,
“¿Qué niveles educativos integran el sistema educativo nacional? A) Básica,
media superior, superior y posgrado; B) Inicial, preescolar, primaria,
secundaria, media superior y superior; C) Inicial, básica, media superior y
superior; D) Básica, para el trabajo, media superior y superior”. ¿Atinar a la
respuesta correcta de preguntas cantinflescas como ésta realmente identifica a
un buen maestro? Finalmente se contabilizaría también 4) el grado en que cada
uno del millón de maestros del país, se ajusta a los “estándares” (una veintena
de actitudes o comportamientos obligatorios), por medio de un mecanismo de
vigilancia periódica de su actuación frente a grupo. Es decir, robotizar la
enseñanza, con maestros de 20 comportamientos programados.
Así,
la inocente “rendición de cuentas” se transformó en una estructura de sujeción
del maestro, cada vez más extrema y contraproducente. Los maestros,
evidentemente, se oponen y están diciendo que es el momento de replantear la
evaluación nacional, a partir de la otra evaluación, la que surge desde el aula
y la escuela misma, de los estudiantes y maestros, de los padres de familia y
de las comunidades. La SEP puede apoyarse en este proceso o combatirlo.
(Texto
de Hugo Aboites, La Jornada,
14/IV/12).
NACIONAL: Duro con el pecado, indulgente con el pecador
“Es
desconcertante saber que el mafioso mientras dispara y mata, invoca a Dios”,
dice el historiador, político y estudioso de las mafias italianas, Isaia Sales,
en su libro Los curas y la mafia. La cita viene a colación por el certero
comentario del obispo de Saltillo, Raúl Vera, quien dijo que Felipe “Calderón
acudirá a misa –oficiada por Ratzinger en la Expo Bicentenario– con una cola de
60 mil muertos”. En esa misa, el principal responsable de los ríos de sangre y
odio que corren por los poblados de casi todo el país, rezó y comulgó para
“recibir el cuerpo de Cristo”.
Calderón,
con sus manos manchadas de sangre (literalmente hablando), se postró ante el
Papa y pidió por la “paz” cuando es él quien mantiene esta guerra teniendo como
estrategia al Ejército en las calles.
Previo
a la llegada del Papa a Guanajuato, el obispo Vera López declaró: “A mí me da
vergüenza que tengamos al frente de México a una persona que se confiesa
públicamente católica y que está llevando una estrategia con ausencia de
procuración de justicia”.
Sacerdotes
católicos como Raúl Vera o el padre Alejandro Solalinde que pregonan y accionan
en beneficio de los más necesitados, como los desplazados, los migrantes, los
huérfanos de la guerra, los hambrientos, los desempleados, los abandonados del
gobierno, son pocos, pues es bien sabido que la Iglesia católica forma hoy
parte de esta complicidad para la expansión del crimen organizado. ¿Acaso
podría el crimen organizado penetrar en las estructuras del municipio, de la
sociedad con tanta fuerza sin la connivencia de las autoridades, pero también
sin el silencio cómplice de la Iglesia?
La
Iglesia, con su silencio, ha sido cómplice del crimen organizado; la Iglesia,
con la aceptación de las dádivas del crimen organizado, para la construcción de
un templo, por ejemplo, es cómplice y lleva a sus fieles a aceptar el actuar
del crimen organizado.
El
escritor y político italiano Isaia Sales sostiene que la Iglesia ha sido “dura
con el pecado, tolerante con el pecador”, y como muestra de ello en México está
el obispo Emilio Carlos Berlié que, encargado de la diócesis de Baja
California, sirvió de vínculo para que los hermanos Arellano Félix pudieran
hablar con el entonces nuncio apostólico Girolamo Prigione y entrevistarse con
personeros del gobierno de Carlos Salinas.
Las
palabras del político italiano parecieran haberse concretado con el dicho de
Benedicto XVI en su trayecto a México: “La Iglesia debe desenmascarar la
idolatría del dinero, que esclaviza a los hombres; desenmascarar el mal y las
falsas promesas; desenmascarar la mentira y estafa que están detrás de la
droga”. En otras palabras, sólo condena el pecado, mientras miembros de la
Iglesia católica son “tolerantes con el pecador”; es decir, con el mafioso, el
narcotraficante, el que construye el templo, como lo hizo Joaquín El Chapo
Guzmán cerca de Badiraguato, Sinaloa, quien edificó una iglesia para que su
madre y sus amigas tuvieran un espacio donde hacer sus oraciones.
Por
ética y por obligación, la Iglesia no puede seguir en el silencio ante el
narcotráfico ni el actuar de Calderón, ya que su poder de influenza y
persuasión entre las masas hace indispensable que se pronuncie contra “el
pecado y el pecador”. Benedicto XVI es, sin duda, “duro con el pecado pero
benévolo con el pecador”, en este caso Felipe Calderón.
Pero,
al final, ¿cuáles son las cuentas sobre los beneficios espirituales que generó
la visita de Ratzinger? Ni siquiera se generó la derrama económica que
esperaban los comerciantes hoteleros y restauranteros. ¡Vaya, ni las estampitas
lograron agotarse!
(Texto
de Jesusa Cervantes, proceso.com,
24/III/12).
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