Colón
Desafiando
la furia de los vientos y el hambre de los monstruos devoradores de barcos, el
almirante Cristóbal Colón se echó a la mar.
Él
no descubrió América. Un siglo antes habían llegado los polinesios, cinco
siglos antes habían llegado los vikingos. Y trescientos siglos antes que todos,
habían llegado los más antiguos pobladores de estas tierras, a quienes Colón
llamó indios creyendo que había entrado al Oriente por la puerta de atrás.
Como
no entendía lo que esos nativos decían, Colón creyó que no sabían hablar; y
como andaban desnudos, eran mansos y daban todo a cambio de nada, creyó que no
eran gentes de razón.
Aunque
murió convencido de que sus viajes lo habían llevado al Asia, Colón tuvo sus
dudas. Las despejó en el segundo viaje. Cuando sus naves anclaron en una bahía
de Cuba, a mediados de junio de 1494, el almirante dictó un acta estableciendo
que estaba en China. Dejó constancia de que sus tripulantes lo reconocían así;
y a quien dijera lo contrario se le darían cien azotes, se le cobraría una pena
de diez mil maravedíes y se le cortaría la lengua.
Al
pie, firmaron los pocos marineros que sabían firmar.
Fundación
de América
En
Cuba, según Cristóbal Colón, había sirenas con caras de hombre y plumas de
gallo.
En
la Guayana, según sir Walter Raleigh, había gente con los ojos en los hombros y
la boca en el pecho.
En
Venezuela, según fray Pedro Simón, había indios de orejas tan grandes que las
arrastraban por los suelos.
En
el río Amazonas, según Cristóbal de Acuña, había nativos que tenían los pies al
revés, con los talones adelante y los dedos atrás.
Según
Pedro Martín de Anglería, que escribió la primera historia de América pero
nunca estuvo allí, en el Nuevo Mundo había hombres y mujeres con rabos tan
largos que sólo podían sentarse en asientos con agujeros.
Fotos:
Los ojos más habitados del mundo
La
Habana, Plaza de la Revolución, marzo de 1960.
Un
barco ha estallado en el puerto. Setenta y seis obreros muertos. El barco traía
armas y municiones para la defensa de Cuba, y el gobierno de Eisenhower ha
prohibido que Cuba se defienda.
La
multitud cubre las calles de la ciudad. Desde el podio, el Che Guevara
contempla tanta furia reunida. Tiene la multitud en los ojos. Korda toma esta
foto cuando los barbudos llevan poco más de un año en el poder. Su diario no la
publica. El director no le ve nada especial. Pasarán los años. Esa foto será un
símbolo de nuestro tiempo.
(Eduardo Galeano, cubadebate, 17/I/12).
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