domingo, 11 de marzo de 2012

VENTANAS: Cuba en los “Espejos” de Galeano


                                                                             Colón
Desafiando la furia de los vientos y el hambre de los monstruos devoradores de barcos, el almirante Cristóbal Colón se echó a la mar.
Él no descubrió América. Un siglo antes habían llegado los polinesios, cinco siglos antes habían llegado los vikingos. Y trescientos siglos antes que todos, habían llegado los más antiguos pobladores de estas tierras, a quienes Colón llamó indios creyendo que había entrado al Oriente por la puerta de atrás.
Como no entendía lo que esos nativos decían, Colón creyó que no sabían hablar; y como andaban desnudos, eran mansos y daban todo a cambio de nada, creyó que no eran gentes de razón.
Aunque murió convencido de que sus viajes lo habían llevado al Asia, Colón tuvo sus dudas. Las despejó en el segundo viaje. Cuando sus naves anclaron en una bahía de Cuba, a mediados de junio de 1494, el almirante dictó un acta estableciendo que estaba en China. Dejó constancia de que sus tripulantes lo reconocían así; y a quien dijera lo contrario se le darían cien azotes, se le cobraría una pena de diez mil maravedíes y se le cortaría la lengua.
Al pie, firmaron los pocos marineros que sabían firmar.

Fundación de América
En Cuba, según Cristóbal Colón, había sirenas con caras de hombre y plumas de gallo.
En la Guayana, según sir Walter Raleigh, había gente con los ojos en los hombros y la boca en el pecho.
En Venezuela, según fray Pedro Simón, había indios de orejas tan grandes que las arrastraban por los suelos.
En el río Amazonas, según Cristóbal de Acuña, había nativos que tenían los pies al revés, con los talones adelante y los dedos atrás.
Según Pedro Martín de Anglería, que escribió la primera historia de América pero nunca estuvo allí, en el Nuevo Mundo había hombres y mujeres con rabos tan largos que sólo podían sentarse en asientos con agujeros.

Fotos: Los ojos más habitados del mundo
La Habana, Plaza de la Revolución, marzo de 1960.
Un barco ha estallado en el puerto. Setenta y seis obreros muertos. El barco traía armas y municiones para la defensa de Cuba, y el gobierno de Eisenhower ha prohibido que Cuba se defienda.
La multitud cubre las calles de la ciudad. Desde el podio, el Che Guevara contempla tanta furia reunida. Tiene la multitud en los ojos. Korda toma esta foto cuando los barbudos llevan poco más de un año en el poder. Su diario no la publica. El director no le ve nada especial. Pasarán los años. Esa foto será un símbolo de nuestro tiempo.
(Eduardo Galeano, cubadebate, 17/I/12).

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