domingo, 11 de marzo de 2012

OPINIÓN: Recordando a Howard Zinn




Nota: El pasado 27 de enero fue el segundo aniversario de la muerte de Howard Zinn. Activo participante en el movimiento en favor de los derechos civiles, fue despedido en 1963 de su puesto como profesor titular en el Spelman College de Atlanta después de ponerse de lado de los estudiantes negros en su lucha en contra de la segregación. En 1967 escribió el primer y más influyente de los libros que pedía acabar con la guerra de Vietnam. Veterano de las fuerzas aéreas estadounidenses, editó The Pentagon Papers, filtrado desde dentro de esta organización por Daniel Ellsberg, el cual más tarde fue considerado por el FBI un “riego extremo para la seguridad”.
Su éxito de ventas, La otra historia de Estados Unidos*, generó un nuevo campo de estudio histórico: las historias de las personas. Este enfoque contrarrestaba el examen triunfalista tradicional de la “historia escrita por los vencedores” y se concentraba en cambio en las personas pobres y aparentemente sin poder, aquellas que resistieron a la hegemonía imperialista, cultural y corporativa. Zinn fue un activista social, escritor e historiador laureado con varios premios; por consiguiente, ¿quién mejor para compartir su recuerdo que su buen amigo e intelectual de enorme talla como él, Noam Chomsky?
No me resulta fácil escribir sobre Howard Zinn, el gran activista e historiador estadunidense. Fue un amigo muy cercano durante 45 años. Nuestras familias también fueron muy cercanas. Su mujer Roz, que había muerto de cáncer no mucho antes, fue una persona maravillosa y una gran amiga. También resulta sombrío darse cuenta de que toda una generación parece estar desapareciendo, incluyendo varios viejos amigos: Edward Said, Eqbal Ahmed y otros, que fueron no sólo perspicaces y productivos estudiosos sino también militantes entregados y valientes, siempre dispuestos cuando se les necesitaba, lo que era constante. Una combinación que es esencial si se espera una supervivencia decente.
Las notables vida y obra de Howard se resumen mejor en sus propias palabras. Explicaba que su preocupación fundamental era “las innumerables pequeñas acciones de personas desconocidas” que están en el origen de “aquellos grandes momentos” que entran en el registro histórico, un registro que será profundamente engañoso y carecerá gravemente de poder si se le separa de estas raíces mientras pasa por los filtros de la doctrina y el dogma. Su vida siempre estuvo estrechamente entrelazada con sus escritos y con innumerables charlas y entrevistas. Estaba  entregado  desinteresadamente  a  otorgar   poder  a  las  personas  desconocidas  que provocaron grandes momentos.
Cuando enseñaba en Spelman College en Atlanta, Georgia, Howard apoyó a los alumnos y alumnas que estaban a la vanguardia del movimiento en favor de los derechos civiles en sus primeros y más peligrosos días, muchos de los cuales llegaron a ser muy conocidos años después (Alice Walker, Julian Bond y otros) y que le querían y veneraban, como le ocurría a cualquier persona que le conociera bien. Y, como siempre, no se limitó a apoyarlos, lo cual ya era bastante raro, sino que también participó directamente con ellos y ellas en las campañas más arriesgadas, que no eran fáciles de emprender en aquella época, antes de que hubiera ningún movimiento popular organizado y ante la hostilidad del gobierno durante varios años. Finalmente, se inflamó el apoyo popular, en gran parte gracias a las valientes acciones de los jóvenes que hacían sentadas ante los mostradores de lugares donde se servían comidas, conducían autobuses de la libertad, organizaban manifestaciones, se enfrentaban al amargo racismo y a la brutalidad, y a veces a la muerte**.
Una influencia civilizadora. En el ámbito personal, llegué a conocer bien a Howard cuando fuimos juntos a una manifestación en favor de los derechos civiles en Jackson Mississippi (creo que) en 1964, que incluso llegó a ser escena de un violento antagonismo público, de brutalidad policial e indiferencia; o incluso cooperación, con las fuerzas de seguridad por parte de las autoridades federales, a veces de un modo extraño.
Después de ser expulsado del College de Atlanta en el que enseñaba, Howard vino a Boston y pasó el resto de su carrera académica en la universidad de Boston, donde fue, estoy seguro, el miembro del campus universitario más admirado y querido, y el blanco de un amargo antagonismo y de una crueldad mezquina por parte de la administración. Sin embargo, en los últimos años, después de su jubilación, obtuvo el honor y el respeto públicos, que siempre habían sido abrumadores entre los alumnos, el personal de la universidad, gran parte de la facultad y la comunidad en general. Mientras estuvo ahí, Howard escribió los libros que le dieron una bien merecida fama. Su libro Logic of Withdrawal, de 1967, fue el primero que expresó clara y firmemente lo que muchos apenas empezaban a contemplar: que Estados Unidos no tenía derecho siquiera a pedir un acuerdo negociado en Vietnam, lo que dejaría a Washington con el poder y un control sustancial del país que había invadido y que para entonces ya había destruido en gran parte.
En vez de ello, Estados Unidos tenía que hacer lo que todo agresor debería hacer, retirarse y permitir que en cierto modo la población reconstruyera como pudiera a partir de las ruinas, y si fuera posible, llegar a un mínimo de honestidad, pagar unas reparaciones masivas por los crímenes que habían cometido los ejércitos invasores, unos vastos crímenes en este caso. El libro tuvo una enorme influencia entre el público aunque a día de hoy los círculos cultivados apenas pueden comprender siquiera su mensaje, lo que indica el trabajo tan necesario que tenemos ante nosotros.
Es muy significativo que entre el público general de la época al final de esa guerra, un 70% considerara la guerra “fundamentalmente  equivocada e inmoral”, no un “error”. Tal  cifra es notable considerando el hecho de que apenas se podía expresar una insinuación de este pensamiento en la opinión dominante. Los escritos de Howard (y, como siempre, su destacada presencia en protestas y en la resistencia directa) fueron un factor fundamental en la educación de gran parte del país.
En aquellos mismos años, Howard también se convirtió en uno de los más destacados partidarios del movimiento de resistencia que se estaba desarrollando. Fue uno de los primeros signatarios del Llamamiento a Resistir a la Autoridad Ilegítima (Call to Resist Illegitimate Authority) y estuvo tan cercano de las actividades de (la organización) Resistir que fue prácticamente uno de los organizadores. Howard siempre estaba donde se le necesitara (charlas, participación en desobediencia civil, apoyo a personas resistentes, dar testimonio en juicios).
“La historia desde abajo”. Aún más influyente a largo plazo que los escritos y acciones de Howard en contra de la guerra, fue su imperecedera obra de arte, La otra historia de Estados Unidos, un libro que literalmente cambió la conciencia de una generación. En ella desarrolló con cuidado, lucidez y de forma exhaustiva su mensaje fundamental acerca del papel crucial de personas que siguen siendo desconocidas en llevar adelante la interminable lucha por la paz y la justicia, es decir, de las víctimas del sistema de poder que crea su propia versión de la historia y trata de imponerla a la sociedad. Posteriormente, sus “Voces” de la Historia del Pueblo, ahora una aclamada producción teatral y de televisión, ha llevado a muchas personas las palabras reales de aquellas personas olvidadas o ignoradas que desempeñaron un papel tan valioso para crear un mundo mejor.
El logro único de Howard en rescatar las acciones y voces de personas desconocidas de las profundidades a las que habían sido confinadas mayoritariamente, ha generado una enorme investigación histórica, centrada en periodos críticos de la historia de Estados Unidos y que se vuelve también a otros países, lo que es bienvenido. No es algo completamente novedoso (anteriormente hubo investigaciones eruditas sobre temas particulares), pero no son en absoluto comparables a la amplia e incisiva evocación que hace Howard de la “historia desde abajo”, que compensa las omisiones críticas en cómo se ha interpretado y transmitido la historia de Estados Unidos.
El entregado activismo de Howard siguió, literalmente sin descanso, hasta el mismo final, incluso en sus últimos años, cuando padecía graves dolencias y una pérdida personal (aunque a duras penas se supiera cuando uno se encontraba con él o lo veía hablar incansable ante audiencias cautivadas por todo el país). Ahí donde había una lucha por la paz y la justicia, Howard estaba ahí, en primera línea, inagotable en su entusiasmo e inspirador en su integridad, compromiso, elocuencia y decencia pura. Resulta difícil calcular cuántas vidas de personas jóvenes y en qué grado se vieron afectadas por sus logros, tanto en su trabajo como en su vida.
Hay lugares en los que la vida y obra de Howard tuvieron una resonancia especial. Uno de ellos, que debería ser mucho más conocido, es Turquía. No conozco otro país en el que destacados escritores, artistas, periodistas, académicos y otros intelectuales hayan reunido un récord tan impresionante de valor e integridad en condenar crímenes de  Estado e ir  más allá para emprender la desobediencia civil, para acabar con la opresión y la violencia, haciendo frente a una fuerte represión y a veces padeciéndola.
Es un récord honroso, único que yo sepa, un récord del que el país debería estar orgulloso. Y uno que debería ser un modelo para otros, del mismo modo que la vida y obra de Howard Zinn son un modelo inolvidable, que con toda seguridad deja una huella permanente en la forma de entender la historia y en cómo se debería vivir una vida decente y honorable.
* A People’s History of the United States, traducción al castellano de Toni Strubel, La otra historia de Estados Unidos, Hondarribia, Hiru, 2005; edición revisada y corregida por el autor.
** Howard Zinn habla de estos años y estas luchas en su libro Nadie es neutral en un tren en marcha, Hondarribia, Hiru, 2001.
Noam Chomsky es profesor emérito del Departamento de Lingüística y Filosofía del MIT. Es autor de varios libros políticos de gran éxito, incluyendo 9-11: Was There an Alternative? (Seven Stories Press). (Texto de Noam Chomsky, rebelión, 30/I/12).




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