domingo, 11 de marzo de 2012

EDITORIAL: La SOPA y la “propiedad intelectual”




La protesta que se desarrolló contra la iniciativa de Ley para Detener la Piratería en Línea (SOPA, por sus siglas en inglés), que se discutió en el Congreso de Estados Unidos, reunió el apoyo de unas 60 mil páginas web tan sólo en ese país, entre las que destacaron portales como Wikipedia, Google, Youtube y Amazon. A las expresiones de rechazo se sumaron también unos 50 legisladores de distinto signo político, e incluso los senadores republicanos Marco Rubio y John Cornyn, quienes se habían desempeñado como dos de los principales impulsores de SOPA, retiraron su respaldo a la iniciativa.
Es importante recordar que la referida propuesta legislativa, en caso de que hubiera sido aprobada, impondría a los proveedores de Internet en el vecino país la responsabilidad de “vigilar” y detectar páginas que compartan contenido considerado “ilegal” –imágenes, música, videos o textos protegidos mediante derechos de autor–; obligaría a buscadores como Google a eliminar esas páginas; permitiría al gobierno de Washington, mediante su Departamento de Justicia, cerrar sitios alojados en servidores de ese país sin orden judicial alguna, e incluso colocaría en riesgo de ir a la cárcel a muchos usuarios que compartan –en páginas personales, redes sociales o correos electrónicos– vínculos o contenidos copiados sin permiso, aun en el caso de que no busquen beneficiarse económicamente con su distribución.
Más que el control o el combate de la piratería o la pretendida defensa de puestos de trabajo en las industrias culturales, el motivo evidente de la legislación referida es la defensa de los intereses de grandes compañías musicales, editoriales, cinematográficas, farmacéuticas, entre otras, sin importar que con ello se llegue a extremos irracionales como la virtual paralización de la red.
A los pocos días, cuando parecía inevitable que se aprobaran en las dos cámaras del Congreso de Estados Unidos la citada ley, todo quedó en suspenso… al menos temporalmente. Sus promotores fueron sorprendidos por la reacción adversa de los internautas, encabezados por Wikipedia y Google.
(Editorial de La Jornada, enero 19 y 23, 2012).  


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