La
protesta que se desarrolló contra la iniciativa de Ley para Detener la
Piratería en Línea (SOPA, por sus siglas en inglés), que se discutió en el
Congreso de Estados Unidos, reunió el apoyo de unas 60 mil páginas web tan sólo
en ese país, entre las que destacaron portales como Wikipedia, Google, Youtube
y Amazon. A las expresiones de rechazo se sumaron también unos 50 legisladores
de distinto signo político, e incluso los senadores republicanos Marco Rubio y
John Cornyn, quienes se habían desempeñado como dos de los principales
impulsores de SOPA, retiraron su respaldo a la iniciativa.
Es
importante recordar que la referida propuesta legislativa, en caso de que
hubiera sido aprobada, impondría a los proveedores de Internet en el vecino país
la responsabilidad de “vigilar” y detectar páginas que compartan contenido
considerado “ilegal” –imágenes, música, videos o textos protegidos mediante
derechos de autor–; obligaría a buscadores como Google a eliminar esas páginas;
permitiría al gobierno de Washington, mediante su Departamento de Justicia,
cerrar sitios alojados en servidores de ese país sin orden judicial alguna, e
incluso colocaría en riesgo de ir a la cárcel a muchos usuarios que compartan
–en páginas personales, redes sociales o correos electrónicos– vínculos o
contenidos copiados sin permiso, aun en el caso de que no busquen beneficiarse
económicamente con su distribución.
Más
que el control o el combate de la piratería o la pretendida defensa de puestos
de trabajo en las industrias culturales, el motivo evidente de la legislación
referida es la defensa de los intereses de grandes compañías musicales,
editoriales, cinematográficas, farmacéuticas, entre otras, sin importar que con
ello se llegue a extremos irracionales como la virtual paralización de la red.
A
los pocos días, cuando parecía inevitable que se aprobaran en las dos cámaras
del Congreso de Estados Unidos la citada ley, todo quedó en suspenso… al menos
temporalmente. Sus promotores fueron sorprendidos por la reacción adversa de
los internautas, encabezados por Wikipedia y Google.
(Editorial
de La Jornada, enero 19 y 23, 2012).
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