¿La
crisis económica y financiera global? Mucha gente piensa que se trata de un
accidente. Algo inesperado, un tropiezo. Después de la caída, vendrá la
recuperación. Hacia el futuro, habrá que tener más cuidado.
Sólo
que las cosas no son así. La crisis es inherente al capitalismo. Sólo porque la
gente se acostumbra a vivir bajo esta forma de producción, termina por verle
como algo natural. Por eso la inestabilidad y los problemas que acarrea
aparecen como accidentes.
Hay
que subrayarlo: la crisis no es un accidente, es consustancial al capitalismo.
Tiene muchas formas de manifestarse. Frecuentemente germina cuando la gente
piensa que se abre una época de bonanza. Eso sucedió en Estados Unidos y
Europa. Un momento Minsky de proporciones históricas: la estabilidad engendró
la inestabilidad y la crisis.
Después
viene la pregunta obligada: ¿cómo paga el capital por las crisis que genera? De
ser necesario, sacrificando una generación, quizás todo un país.
Grecia
atraviesa hoy por este calvario, anuncio de lo que espera a otros pueblos
europeos. Esta semana continuaron las negociaciones para restructurar la deuda
con los acreedores privados. Se habla de una quita de 50% y rebajas en tasas de
interés, pero los privados todavía titubean. Quizás se llegue a un acuerdo
pronto, pero eso no resolverá los problemas.
Para
empezar, varios fondos de cobertura son acreedores de 70 mil millones de euros
(mmde) y no han aceptado la restructuración. El primer ministro Papademos
amenaza con activar las cláusulas de acción colectiva para forzarlos a aceptar
el recorte de 50%. Los fondos han respondido que llevarían el caso a la Corte europea. Por su parte, el Banco Central
Europeo (BCE) también tiene una buena parte de la deuda griega, pero
insiste en que no aceptará quitas porque no es un acreedor privado.
Una
parte importante de la deuda griega es detentada por bancos y compañías de
seguros de ese país. La restructuración afectará sus estados financieros y eso
reclamará más recursos para recapitalizarlos. No se ve qué entidades podrían
aportar esos recursos. Por eso se sigue discutiendo el duro ajuste fiscal que
se quiere imponer a Atenas. Las negociaciones involucran un paquete de rescate
de 130 mil millones de euros (mmde) que debe ser aprobado por las autoridades
políticas del país. Con elecciones en abril, eso puede ser el suicidio político
de muchos.
Hace
días Alemania propuso un control supranacional sobre las finanzas públicas
griegas para otorgar prioridad suprema al servicio de la deuda. La propuesta
fue rechazada pero ahora se busca el mismo objetivo con la creación de una
cuenta especial de garantía (manejada por el FMI y el BCE) en la que se
colocarían los recursos destinados al rescate para entregarlos a los
acreedores.
¿Por
qué se insiste tanto en el control de las finanzas griegas? Porque muchos
juzgan insuficiente ese paquete de 130 mmde. Alemania y Holanda han indicado
que no aportarán ni un céntimo más por arriba de ese monto. Se espera que con
la cuenta de garantía se podrían atraer más recursos. No es seguro. Con una
restructuración tan problemática con los acreedores privados, lo más probable
es que Grecia caiga en moratoria y salga de la eurozona.
Afuera
del parlamento griego, decenas de miles de trabajadores en huelga mantienen su
rebeldía frente a esta injusta hipoteca sobre el pueblo griego. Tienen razón.
La
historia económica de América Latina, en especial de México, en los últimos 30
años es la lección que Europa no debe olvidar. En 1982 México cayó en moratoria
sobre su deuda externa y precipitó una crisis de la que nunca se recuperó. Los
programas de ajuste de la década de los 80 fueron seguidos por la imposición
del modelo neoliberal en su versión más pura. A principios de los 90 buena
parte de la población compró la ilusión neoliberal, sólo para ver la crisis
explotar en 1994. En esa crisis quebró todo el sistema bancario. Se requirió su
‘saneamiento’ con recursos públicos para poder entregarla a la banca
extranjera, todo ello violando la legislación federal en materia de títulos,
instituciones y operaciones de crédito. La nueva y pesada hipoteca que quedó
sobre las finanzas públicas se sigue pagando al día de hoy. El señor Gurría,
secretario general de la OCDE, fue uno de los arquitectos de este terrible
episodio.
Por
eso la economía mexicana ha permanecido estancada ya por tres décadas. El gasto
público (en términos reales) en salud, educación, vivienda y otros rubros
claves para el bienestar de una población se ha mantenido en niveles
peligrosamente bajos. En cambio, el análisis de la cuenta pública revela
cantidades astronómicas destinadas a pagar cargas financieras. Para frenar las
presiones inflacionarias el salario
real también fue castigado a la baja
durante 30 años. El resultado fue
el sacrificio de una generación y hoy enfrentamos la desintegración del Estado
mexicano. Es el espejo en el que se refleja el futuro de Europa si sus pueblos
fracasan en la lucha.
(Texto
de Alejandro Nadal, La Jornada,
8/II/12).
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