domingo, 11 de marzo de 2012

EDITORIAL: Chevín: un vividor




Con gran esmero, el sistema social burgués ha producido una legión uniformada ideológicamente con los más preclaros valores decadentes del capitalismo: los vividores. Su trabajo es vivir del trabajo de otros. Los límites no existen y operan, individualmente o en grupo. Para ellos, es un halago ser señalados por su arte de vividor. Los tenemos por todas partes. Su arte mayor es disfrazarse de corderos. En San Francisco, los vividores se cuentan por miles; y son muy notables sobre todo en la administración pública, llámese sistema “de justicia” o electoral, gobierno municipal o estatal, sindicato magisterial, etc. No pocas veces el talento perverso de los vividores los conduce a gobernar o a infiltrarse en esferas administrativas clave. Lo más común es que sean contratados como “asesores” de tal o cual dependencia; el objetivo: premiar su servilismo. La escala puede ser a nivel de compadres, de amigos, de vecinos, de familias o de matrimonios. No hay fronteras, no hay límites de edad ni freno a las ambiciones de un vividor amateur o profesional, hombre o mujer. El vividor es un parásito. Han  desarrollado  a  tal   grado  su ética, su política y su moral, que pretenden imponerla a toda la sociedad. Pocos se salvan de contaminarse con los efluvios depredadores de los vividores. Son el vivo ejemplo de la vida fácil, de la vida regalada, del mundo del disfrute pagado por el erario o por el trabajo de los demás. En suma, son un emblema del individualismo, de la egolatría y del tufo de superioridad de clase que les hace creer que son “más listos” que todos los demás y que, por eso, se merecen el premio de vivir a costillas de otros. Son una plaga y son nefastos. Son insaciables, y el colmo de su moral es que se sienten ejemplo y triunfo de la escala de los valores burgueses. Por eso, los vividores tiene detrás de ellos a grupos que los defienden con una rabia inaudita: se trata de gente que los quieren emular, siervos imitadores, individuos rastreros que no ven más allá de sus narices (Basado en Fernando Buen Abad Domínguez, rebelión, 1/II/12).
En la pasada contienda interna panista para elegir candidato a la Presidencia Municipal, Chevín, conocido vividor del erario, se alzó con la victoria. Convertida la contienda electoral en un auténtico estercolero, en San Francisco se repitió el  mismo escenario que operó en todo el país: las estructuras del gobierno estatal y las del PAN local actuaron para imponer a quienes se les dio la gana. “Hemos convertido el voto en una mercancía”, dijo Javier Usabiaga, el derrotado candidato a senador, mientras que José Ángel Córdova Villalobos, exsecretario de Salud federal y candidato perdedor ese 5 de febrero, reiteró que en Guanajuato se realizan elecciones de Estado: “Lo he manifestado desde la elección anterior, ahora se corrobora, la elección de Estado, donde hay participación de todas las autoridades”. Empero, los aduladores de Chevín están felices, creen que ha llegado su momento: pegarse como sanguijuelas a este siniestro personaje en busca de un “hueso”, para seguir reciclando al vividor y, como consecuencia, seguirse reciclando ellos. Empero, hay que decir que el resultado adverso no fue hacia la persona de Toño Marún, sino, en todo caso, hacia quienes lo impulsaron como precandidato, es decir, Jaime Verdín y su camarilla. Quedó demostrado que éstos no gozan de las simpatías de Miguel Márquez, quien, hipócritamente se había comprometido con Toño Marún para brindarle el respaldo necesario para que ganara dicha elección. No sucedió así. ¿Por qué? Creemos que hay varias razones: a) la  actual  administración municipal nació débil, el alcalde carece de liderazgo y carácter, fue incapaz de proponer un equipo de gente que fuera leal a su proyecto de gobierno, se concretó a repetir a casi todos los funcionarios en los puestos que venían ocupando desde la administración anterior; por tanto, el alcalde ingenuamente creyó que al ratificar a la misma gente en sus puestos, éstos le deberían lealtad. Ya se vio que no; b) hay funcionarios de la actual administración que están íntimamente ligados a Chevín: entre otros, Pascual Sánchez, el protervo secretario particular del alcalde y, Juan Carlos Sainz, encargado de repartir y administrar los programas sociales en el municipio. Lo que da una idea de qué lado estuvo mascando la iguana para favorecer a Chevín, el eterno vividor; c) Toño Marún, como encargado de Compras, fue visto tanto por varios directores de “primer nivel” así como por mandos medios, como un obstáculo para recibir las típicas “mochadas”, pues aquél, se negó a cooperar con los proveedores para inflar costos y simular gastos que no se hacían; d) Chevín tiene treinta años, treinta, viviendo de la “política”. Conoce ampliamente las cañerías del panismo local y estatal, él sabe cómo coaccionar y comprar el voto de los militantes, es su especialidad. Además, igual que Toño Salvador, Miguel Márquez, Gerardo Mosqueda y Juan Carlos Romero Hicks (estos últimos dos lo acompañaron en su presentación ante la militancia panista), son yunquistas; ellos saben cómo torcerle el brazo a quienes se opongan a sus intereses; el apoyo del alcalde y la dirigencia panista local no fueron suficientes para darle la victoria a Toño Marún; e) Chevín se autodefine como un “panista químicamente puro”, en oposición a aquellos que no comulgan con sus formas de hacer política, como es el caso de Jaime verdín o de Eduardo Arroyo o de Ramón Ascencio, por citar a los más representativos, a quienes los aduladores de Chevín los caracterizan como “no verdaderos panistas”; lo anterior da una idea del calibre de la guerra sucia que se desató en contra de Toño Marún, además de que trasluce una gran división al interior del PAN municipal; f) Chevín no jugó limpio, obtuvo el apoyo económico y “moral” de algunos de los sectores poderosos –económicamente hablando–, del municipio y de la región: desde empresarios, comerciantes, prestadores de servicios, líderes de comerciantes y caciques, hasta distribuidores de droga, etc. Ahora se sabe que corrió mucho dinero, muchos compromisos y muchas promesas para “convencer” a la militancia de que él representa la mejor opción para el municipio. La pregunta obligada es: ¿con qué cara le va a pedir este cínico el voto no sólo a la ciudadanía en general, sino, a los panistas “no verdaderos” o “no químicamente puros”?; g) finalmente, es de prever que si llega Chevín a la Presidencia Municipal, se vendrá una época de inestabilidad social en el municipio, consecuencia del deterioro de la vida institucional del país, la cual se verá agudizada por el egocentrismo, desequilibrio emocional –no hay que olvidar que en varias ocasiones ha estado en rehabilitación por su adicción a drogas tanto legales como ilegales– y cinismo de este vividor (quien cuenta con muchos aduladores, listos para hacer cualquier cosa en busca de seguir viviendo del erario, o en su defecto, en busca de un “hueso”).
Aunado a lo anterior: locos, mitómanos, adictos o borrachines podrán seguir ocupando cargos de elección popular, de acuerdo con un fallo de la Suprema Corte de Justicia. Se negó a cerrar las puertas del poder a personajes como Vicente Fox o Carlos Salinas de Gortari, a quienes se atribuyen trastornos de personalidad que causaron graves daños a la nación el tiempo en que estuvieron en el ejercicio de sus cargos. Fox supuestamente era adicto al Prozac y la señora Marta siempre tenía a la mano un pastillero con píldoras de varios colores para su uso personal. Salinas de Gortari hizo famosa la frase ni los veo ni los oigo, que además de mostrar su cerrazón ante demandas populares expresaba una condición enfermiza de su capacidad de comunicación (Enrique Galván Ochoa, La Jornada, 21/II/12). ¿Qué podemos esperar de un Chevín que en 1999 hiciera aquella faramalla de “huelga de hambre” cuando buscaba ser favorecido por el dedo elector hacia el Senado y luego declarara que “hablaba con dios”?

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