domingo, 1 de abril de 2012

NACIONAL: El PAN y la decadencia moral




Manuel Clouthier, Rogelio Sada Zambrano, Javier Corral y Manuel Espino tienen razón: Los días en que el PAN defendía valores democráticos y enarbolaba una propuesta de renovación moral han concluido. Felipe Calderón consolidó el cambio histórico, iniciado en 1988 a partir del pacto con Carlos Salinas de Gortari, que ha convertido a este partido en una simple mafia política basada en intereses personales y redes de complicidad. La inclusión tanto de Fernando Larrazabal como de la hermana del presidente de la República en las listas plurinominales para el Congreso es solamente el indicador más reciente de esta decadencia moral. El caso de Florence Cassez también nos recuerda que la falsificación y la impunidad han sido el sello del gobierno federal calderonista desde su inicio.
El actual cisma en el PAN no es menor, sino que recuerda la desbandada histórica de 1992, cuando renunciaron al partido destacados dirigentes agrupados en el Foro Democrático y Doctrinario. En ese momento, Bernando Bátiz, Jesús González Schmal y Pablo Emilio Madero encabezaron un amplio movimiento de denuncia de la colusión del PAN con las medidas antidemocráticas y represivas del gobierno de Salinas, así como de la “burocratización” del partido y la “intransigencia con los grupos y opiniones divergentes”. En su carta, destinada a la dirección del blanquiazul, estos dirigentes señalaron que el PAN ya no era “el partido de inspiración humanista que defendía los derechos humanos contra los abusos de la autoridad y que buscaba una justa distribución de la riqueza, que se oponía con valor y con espíritu de libertad e independencia al régimen y que movía voluntades con ideas, con principios y con programas propios, inspirados en su doctrina. Hoy el PAN es prosalinista, proliberal y pragmático”.
Ahora, sin embargo, la situación del PAN es aún peor. Los 12 años al mando del gobierno federal han terminado por corromper los escasos restos de ética que le quedaban. La actitud evasiva, descalificadora y despreciativa del nuevo secretario de la Función Pública (SFP), Rafael Morgan Ríos, en su comparecencia en la Cámara de Diputados el 7 de marzo, revela que el tema de la renovación moral y el combate a la corrupción ya fueron abandonados hace mucho por este grupo político. Los informes de la Auditoría Superior de la Federación y de Transparencia Internacional también revelan anualmente el nulo avance en la materia bajo las administraciones panistas.
Recordemos que en 2009 Calderón llegó al extremo de presentar una iniciativa que desaparecería a la Secretaría de la Función Pública (SFP). El cinismo y la insolencia de altos funcionarios como Juan Molinar Horcasitas, Ernesto Cordero, Alonso Lujambio y Luis Téllez son otros claros botones de muestra del abandono de cualquier principio democrático a favor del más puro pragmatismo.
El PRI tampoco ofrece nada nuevo en esta materia. Los enormes boquetes en las finanzas del Estado de México y Coahuila, las maletas de dinero del gobierno de Veracruz y las acusaciones de complicidad con el narcotráfico que pesan sobre exgobernadores de Tamaulipas son apenas unos cuantos ejemplos que demuestran que el “nuevo” PRI es el mismo PRI de siempre. Este partido también se exhibe con la inclusión en sus listas plurinominales al Congreso de tan cuestionables figuras como los líderes petroleros Carlos Romero Deschamps y Ricardo Aldana, los ejecutivos de TV Azteca Jorge Mendoza y Tristán Canales, así como la esposa de Jorge Hank Rohn, María Elvia Amaya, y “el rey de la basura”, Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre.
Llama poderosamente la atención que ni un solo intelectual, académico o periodista letrado se haya atrevido a apoyar públicamente las aspiraciones presidenciales de Enrique Peña Nieto. Existen, desde luego, numerosas figuras en los medios, las universidades y las instituciones públicas que en los hechos trabajan arduamente para que los dinosaurios regresen al poder, pero curiosamente les da vergüenza hacerlo abiertamente.
Asimismo, las listas plurinominales del PRD, el PT y el MC tampoco destacan por la pulcritud y el nivel intelectual de las figuras propuestas. La determinación de candidaturas por la vía de encuestas también ha dejado a la izquierda electoral con un candidato para el gobierno del Distrito Federal carente de propuestas claras y convicciones progresistas.
Tristemente, cada día existen menos espacios en radio y televisión que incluyan debates plurales y profundos sobre la realidad nacional. Una vez más tendrá que ser la ciudadanía, y en particular los universitarios, quienes lleven la voz para elevar el nivel de debate y obligar a los candidatos a comprometerse con una verdadera renovación moral de la política en el país.
(Texto de John M. Ackerman, proceso.com, 12/III/12).



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