lunes, 31 de octubre de 2011

MUNICIPAL: San Francisco: en busca de tierra firme

Introducción. Vivimos en un lodo social y político en que no es posible distinguir el mundo de lo legal y el de lo ilegal, el mundo de las instituciones y el del crimen. Hace cuatro décadas Foucault abrió una línea de reflexión sobre el poder que no quisimos seguir. Mostró, entre otras cosas, que en vez de separar lo legal de lo ilegal la ley no hace sino gestionar ilegalismos como privilegio de clase. No es un estado de paz, sino una batalla perpetua. Únicamente una ficción puede hacer creer que las leyes están hechas para ser respetadas, que la policía y los tribunales están destinados a hacer que se las respete. No basta saber que las leyes están hechas por unos e impuestas a los demás. Hay que descubrir, además, la falacia inherente al Estado de derecho. El ilegalismo, que atraviesa toda la estructura gubernamental, desde la federal hasta la municipal, no es accidente o imperfección, sino elemento central del funcionamiento social. Todas las leyes articulan espacios en los que la ley puede ser violada, con otros en que puede ser ignorada, con otros en los que las infracciones pueden ser sancionadas. En el límite, se puede decir que la ley no está hecha para impedir tal o cual tipo de comportamiento, sino para diferenciar las maneras de vulnerar a la misma ley (Foucault, Un diálogo sobre el poder, 2008, p 12). (Tomado de Gustavo Esteva, La Jornada, 19/IX/11).

1. Según datos de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública, realizada por el Inegi, cuyos resultados fueron difundidos el pasado 20 de septiembre, 24% de la población mayor de 18 años en nuestro país fue víctima de la criminalidad durante 2010, año en el que se registraron 22 millones 714 mil 927 delitos del fuero común, de los cuales la mayoría –más de 92%– no fueron denunciados ante las autoridades competentes. Tales cifras se inscriben en un clima caracterizado por el colapso de la seguridad pública y el avance de un sentimiento de temor y zozobra generalizados en la población, que, derivan, fundamentalmente, de las expresiones de violencia y criminalidad relacionadas con la estrategia de seguridad emprendida por el gobierno federal hace casi un lustro. En nuestro estado, en el rubro de procuración de justicia para el periodo enero-agosto de 2011, hubo 55 mil 624 averiguaciones previas, y de ellas, solamente 5 mil 849 fueron consignadas, es decir, un poco más del 10% (guanajuato.gob.mx). Más aun, la delincuencia organizada dispersó sus células por los 46 municipios de Guanajuato dejando huellas de sangre principalmente en 29 localidades en los últimos cuatro años, con un repunte en los delitos de alto impacto como el secuestro, que creció 900%. Celaya, León, Irapuato, Salamanca, San Francisco del Rincón, Silao, Guanajuato, Moroleón, Dolores Hidalgo y San Miguel de Allende se encuentran entre la treintena de puntos disputados por la delincuencia organizada (El Universal, 23/III/11). A la luz de esos datos, es evidente que nos encontramos ante una escandalosa impunidad, una fracasada política de seguridad y un quebranto generalizado del Estado de derecho.

El auge de la actividad delictiva es achacable a la incapacidad, la actitud omisa y la corrupción que campean en todos los niveles de gobierno y en los distintos órdenes del poder político. En San Francisco, existen problemas que se magnifican por la falta de tacto político de gente cercana al alcalde, como el impresentable y nefasto Pascual Sánchez, secretario particular del barbado jefe; quien, lejos de dar cumplimiento a la normatividad que rige las relaciones entre autoridad y gobernados, impide la aplicación de la ley en contra de quienes la infringen, abonando al clima de impunidad en que se vivimos. Para colmo, el incumplimiento de las autoridades respecto de su labor fundamental no sólo redunda en la pérdida de vidas, de bienes materiales, de certeza jurídica, de salud institucional y de paz pública, sino también conlleva una afectación considerable a la economía de las familias. (Tomado de Editorial de La Jornada, 21/IX/11).

2. En el contexto narrado anteriormente, y de acuerdo al secretario de Salud estatal, las cifras de suicidio se han incrementado 12% en Guanajuato, con respecto al año pasado, con un registro de 240 casos. Según el Inegi, para 2005, Guanajuato ocupaba el sexto lugar a nivel nacional con mayor número de suicidios (a.m., 23/IX/11). En San Francisco, van 12 casos de suicidio en lo que va del año, según el Caises. Su directora, Catalina Guerrero López, da un diagnóstico: “gente desempleada, compromisos económicos con deudas que no se pueden pagar ante la falta de ingresos, y la inmovilidad económica sentida en la ciudad, es al parecer el principal factor que tiene deprimido a un fuerte sector de la población económicamente activa” (a.m., 23/IX/11). “Este fenómeno no se manifiesta en todos los estados, sólo en algunos, pero definitivamente la violencia y la inseguridad social han sido un indicador importante”, opina la doctora Ana María Chávez Hernández, presidenta de la Asociación Mexicana de Suicidiología y académica en la Facultad de Psicología de la Universidad de Guanajuato (correo, 3/I/08). Además, cada vez es más frecuente que se suiciden sujetos menores de edad. A esto se añade el hecho de que la migración ha venido a modificar los patrones de suicidio en la población por el aumento de las mujeres que se suicidan y el uso más frecuente de las armas de fuego. Una posible explicación a lo anterior puede encontrarse en el choque cultural propio de la migración. También se observa la elevada frecuencia del uso de drogas por parte de los suicidas y aunque es difícil explicar un fenómeno en función del otro, ésta es una circunstancia que aumenta la complejidad del suicidio (redalyc.uaemex.mx/pdf).

3. En una sociedad alienada como la nuestra, los objetos desaparecen para dar paso a las marcas. Es un mundo traspasado por la preeminencia de lo simbólico. Si un objeto no es “de marca”, se considera chafa. Por eso, hay quienes no se sienten completos si no usan ropa o utensilios “de marca”. Pero, ¿qué es una marca y, más específicamente, cuál es su valor? Se trataría de una especie de capital simbólico acumulado que permite la transmisión de un conjunto de ideas o sensaciones ligadas a producir una necesidad, no a satisfacerla, y esto es muy interesante porque la marca como producto social de la sociedad postmoderna está dirigida a perpetuar la insatisfacción. La marca no se basa en el valor de uso de un objeto, la marca es una promesa, da la posibilidad de asumir las cualidades ideales que ella ofrece pero que efectivamente nunca llega a cumplir, porque esa es su lógica, el deseo permanente. Sin embargo, la marca llega a ser un suplemento de la identidad fragmentada de las personas que viven en una sociedad hecha para las cosas. De ahí que, por ejemplo, las campañas electorales sean construidas a partir de conceptos mercadotécnicos, con el fin de satisfacer lo que no ocurrirá en el mediano plazo: la idea de que las cosas van a mejorar.

La política construida desde las marcas, es decir, la política marketizada, pierde su cualidad orgánica para convertirse en un imaginario. La política así entendida es producida y administrada en última instancia por la industria del marketing, una industria de los imaginarios. La industria del marketing responde a los intereses de la oligarquía, administrando los imaginarios colectivos bajo un criterio universal: mantener el control de la población mediante mensajes que le sean funcionales a los intereses y propósitos de los grupos oligárquicos. Lo anterior explica el desinterés de la población debido al sin sentido que representa cuando desde el poder se pide participación si nunca participamos, cuando se habla de democracia a sabiendas de que nos conformamos con el espejismo de la democracia. ¿Por qué? Porque nuestra ignorancia y nuestra exclusión son consoladas por esa linda propaganda. Ya hemos visto lo que sucede cuando la propaganda tiende a polarizar los puntos de vista, cuando habla a nombre de todos, generalizando las cosas hasta el absurdo. (Sebastián Endara, rebelión, 27/IX/11).

4. La noche del 4 de octubre, el teólogo de El Yunque, José Guadalupe Martín Rábago, ante un auditorio cautivo, habló, como buen propagandista del oficialismo, de valores en la familia, de paz y esperanza: “El afán del dinero nos hace violentos. Nuestra patria vive una terrible violencia, nos estamos acostumbrando a ver espeluznantes imágenes y responsabilizar a unos cuantos de todo esto; habría que atrevernos a ver en nuestro interior cuánto es cada uno de nosotros responsable de este estado (¿lo ha hecho él?, ¿será capaz de reconocer su responsabilidad?)”. Mordiéndose la lengua, pidió lo imposible: “No tener una dualidad de identidades, porque eso es lo que causa la crítica o cisma. La familia debe ser formadora, en ella no se debe vivir la violencia, sino la unidad y la felicidad… Me duele decirlo y reconocerlo, pero hay que hacerlo, nuestra Iglesia atraviesa una fuerte tormenta por la cultura de la secularización; se ha dicho que son los últimos tiempos de la Iglesia, que está amenazada por la ruina. Voltaire en su momento dijo que el último Papa sería Pablo VII. Sacerdotes han cedido al pecado ante niños y jóvenes. Vemos a quienes han decidido cambiar sus pasos ante grupos de sectas... y lo que tenemos que hacer es solidificar la unión y la fuerza en la familia para recuperar lo que estamos perdiendo” (a.m., 5/X/11).

Nada dijo sobre la reciente asonada contra la libertad de las mujeres. Nada sobre la autonomía del ser humano, condición que le es innata. Nada sobre las mujeres que quieran interrumpir su embarazo, sobre todo antes de las 12 semanas, mujeres que tienen derecho de ejercer su autonomía. Nada acerca de que México es adalid mundial en el tema de la injusticia y sus sucedáneos: corrupción, pobreza, sistemas de salud ineficientes, impunidad y un larguísimo etcétera. País en que la mayoría de los niños y niñas en situación de calle, por citar un ejemplo, son producto de hogares desarticulados, de embarazos no deseados y de la tenaz y perpetua ineficacia de nuestros gobiernos. Nada dijo acerca de que si hubiese menos pobreza habría menos embarazos no deseados. Nada sobre la contradicción de los grupos antiabortistas, afines a la Iglesia católica, todos proclives a los regímenes políticos, que han proclamado su compromiso de brindar hogar y educación a los hijos. No lo hizo porque sabe que mienten: basta caminar por las calles de cualquiera de nuestras ciudades para constatar esa falacia.

La decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) de aprobar las leyes antiaborto de Baja California y San Luis Potosí no proviene del azar, sino de una política planeada. Amnistía Internacional ha expresado que es vergonzoso que el Estado obligue a continuar la gestación a niñas o mujeres embarazadas como consecuencia de violación. En La moralidad del aborto (Editorial Siglo XXI, 2009), Gustavo Ortiz Millán escribe: Quienes defienden la penalización a sabiendas que no se va a ejercer la ley, ni se van a ejercer recursos públicos para perseguir a toda esta gente y que, por lo demás, la ley no tiene ningún efecto en la reducción del número de abortos, simplemente son cómplices del sistema de simulación e hipocresía que está detrás de esta ley. (Arnoldo Kraus, La Jornada, 5/X/11).

En El laberinto de la soledad, Octavio Paz nos regaló una frase tremendamente cierta: La mujer nunca ha sido dueña de sí. Su ser se divide entre lo que es y la imagen que se hace de ella dictada por la familia, escuela, amigas, religión y amante. Es terrible que sigan existiendo en nuestro país zonas de excepción jurídica en contra de las mujeres; que sectas religiosas y políticas que ven en la mujer a un ciudadano de segunda decidan sobre el destino de las más. Esos cristeros modernos, esos talibanes nacidos en México, esos mesías tropicales de sotana o traje sastre confunden sus razones con la razón, sus pecados con los delitos, sus credos con la ley, su voluntad, con la voluntad de los demás. (Javier Aranda Luna, La Jornada, 5/X/11).

Pocos días después, el Arzobispo habría de darnos a conocer lo que él entiende por paz y armonía sociales, cuando en la sección editorial del semanario gaudium (no. 403, p 2), órgano que expresa el punto de vista del arzobispado, dice, en palabras de Mariano González-Leal: “Se apruebe o no se apruebe el monstruoso proyecto de un sujeto que despacha con toga, birrete y pretensiones de sabio en el edificio de la Suprema Corte con el visto bueno de siete señores de la misma ralea que lo respaldan –y la oposición de algunos Señores Ministros que cumplen a cabalidad su deber–, lo cierto es que la mayor parte de la Suprema Corte de Justicia de la Nación está hoy en manos de gente que no merece el nombre de Ministro; y que podrá saber mucho de triquiñuelas judiciales no sólo para absolver de crímenes, sino para fomentarlos aun invadiendo la jurisdicción de Estados que sólo son ‘libres y soberanos’ en teoría, pero a quien de la formación ética, del sentido del deber, del compromiso con los valores que le fueron encomendados, se le da un soberano ardite.

“Hay que asumirlo con vergüenza y con dolor: en esas manos está la justicia en México.

“¿Qué de raro tiene que la delincuencia prospere como ha prosperado, si los primeros delincuentes, y los peores, son los señores togados que tienen en sus manos la protección de la vida y de los valores fundamentales, y que usan su potestad para infringirlos?

“¿Dónde están los derechos humanos de los que todo el día se habla; y dónde el respeto a la inmensa mayoría de los mexicanos que nos oponemos a la institucionalización del crimen, si por la voluntad de una minoría de asesinos con poder y de otra porción de intelectualoides y de gente del llamado ‘círculo rojo’ se fomenta el más ruin de los crímenes y hasta se le denomina ‘derecho’?

“Pues sí, señores, en esas manos estamos”. ¡Cuánta hipocresía señor Arzobispo!

5. Ante la mediocridad de la administración municipal, el alcalde de Purísima astutamente aprovechó el momento prelectoral y, “creó división en El Maguey, territorio de San Francisco, porque Purísima reclama una franja de tierra que bautizó con el nombre de ‘Tablas del Maguey’” (a.m., 6/X/11). Ante el despojo del que ha sido víctima nuestro municipio, el alcalde Jaime Verdín, junto con su titiritero Rodolfo Aguirre, pidieron “prudencia para evitar confusión entre la gente”. ¿Prudencia, responsabilidad, respeto ante semejante atropello? ¿Por qué, a sabiendas de que tres semanas atrás, Purísima ya preparaba este golpe a la legalidad, el alcalde de San Francisco y el Ayuntamiento no hicieron nada? ¿En verdad Verdín es tan estúpido e ingenuo como para esperar que sea el Congreso del Estado el que resuelva el conflicto? Él sabe que eso no va a suceder. Y no va a suceder porque, según Verdín: “desafortunadamente las bases de conteo que tomó el Inegi en donde tiene en cuenta a población de El Maguey para Purísima, ahora desencadena a que incluso el IFE les dé credenciales de población para el Municipio vecino, cuando es territorio local”. Entonces, no hay vuelta de hoja, porque hay un consentimiento tácito de parte del alcalde.

Ahora, vea usted cómo se justifica el alcalde de Purísima: “No estamos invadiendo ningún otro municipio ni moviendo límites. Sólo estamos dando atención a la gente de Purísima; eso es todo, que no se confundan… Reconozco que hemos tenido un poco olvidada a la gente de la comunidad (Nuevo Maguey), pero es como todo, llega el momento en que la gente pide atención y nos exige servicios al participar con su pago (de predial) en nuestra localidad” (El Heraldo de León, 7/X/11). Por lo pronto, y sacándole al parche, Verdín se va de vacaciones a Francia, durante una semana “para firmar un convenio de participación en asesoría de trabajo de las zonas metropolitanas” (a.m., 9/X/11). ¡Verdín, de verdad, es una vergüenza que seas alcalde de San Francisco!

6. Eusebio Padilla, director de Mercados, coronó su actuación en esta administración con un viejo sueño: desunir al gremio de tianguistas con el fin de darle impulso a uno de sus protegidos. En efecto, los tianguistas que cada fin de semana se instalan en Calzada San Miguel, destituyeron a su hoy exdirigente José Padilla. La traición se estuvo fraguando desde hace varios meses: el taimado Eusebio Padilla inoculó una versión envenenada, consistente en que “José Padilla, por así convenir a sus intereses, estuvo negociando ante Presidencia Municipal, a espaldas de sus representados, que serían reubicados en el Macro Tianguis de San Miguel”. Y sí, en asamblea extraordinaria, Eusebio Padilla de inmediato reconoció al nuevo dirigente: “yo no vine aquí a destituir a nadie, simplemente vine a darme por enterado de las decisiones de la agrupación, y mantener las reglas de trabajo en la vía pública” (a.m., 3/X/11). ¡Más claro ni el agua!

Pero, la mañana del 9 de octubre, José González Padilla, “presidente interino” de tianguistas, no pudo trabajar en el tianguis, porque, según su testimonio, durante la noche-madrugada del día anterior, alguien vació un montón de tepetate en el lugar donde acostumbra armar su puesto de ropa. Dicha acción la atribuyó al exdirigente José María Padilla y a la gente que trae “de su lado”, quienes “han venido actuando de manera ilegal”, después de la destitución de José María. Es más, dice el dirigente impuesto por el director de Mercados: “No soy el único, hay más gente que tiene miedo de ser expulsados del tianguis, y que han recibido supuestos oficios donde intentan amedrentarnos. Pero nosotros somos mayoría, queremos trabajar como siempre, sin problemas ni incertidumbres, solo que no podemos solos, necesitamos que las autoridades nos ayuden” (El Heraldo de León, 10/X/11). ¿Las autoridades? ¿Cuáles autoridades?

7. La noche del martes 27 de septiembre se dio a conocer la ya sabida imposición de parte del barbado Príncipe: “Por mis güesos –dijo Verdín–, aquí se construirá el Complejo Administrativo… Ya no tiene reversa, la primera piedra se colocará en los próximos días”. Se dijo respetuoso –eso dicen todos los tiranitos– de aquellos que se oponen al cambio de sede de la Casa de Gobierno. “Me vale madres lo que digan”, sería el lenguaje coloquial a la citada expresión del siempre amado jefe de negra barba. Puntilloso, dijo que comprende a los que se resisten “al avance del municipio”, sobre todo a los ciudadanos mayores de edad –Órales, así que todo aquel que se manifieste en contra de los designios de este déspota son considerados como ancianos, es decir, antimodernos, es decir, prediluvianos–, que consideran que es parte de la “cultura o tradición” ver el Palacio Municipal en la Zona Peatonal. Luego, destilando harta baba discursiva, se aventó con esta puntada: “Soy sensible a las necesidades sociales (¿qué tal si no lo fuera?), sé que no todos tienen vehículo y que hay gente a la que le resultará complicado desplazarse del Centro al lugar que albergará el Complejo Administrativo; razón por la que ya se han pensado diversas opciones: una es la apertura de espacios para cobro por servicios en bancos o en las tiendas OXXO –buen comercial–, como lo recomendó uno de los regidores del Ayuntamiento, otra es la compra de un camión de pasajeros que pueda hacer un recorrido turístico por la ciudad, en lo que llevan o traen de regreso a la gente” (a.m., 29/IX/11). Demagogia pura.

Verdín, tan sensible y tan demócrata como presume que es, también desoyó la opinión del exalcalde Juan Manuel Dávalos, quien manifestó cosas interesantes: “Nunca en una Administración se había dado la imposición que ahora ratifica el alcalde Jaime Verdín Saldaña con ‘no hay marcha atrás’… Si ya el Municipio compró el terreno para el Complejo Administrativo, que lo deje, y que mejor compre otro terreno hacia el sur, que es hacia donde San Francisco tiene el crecimiento y sus principales comunidades… El terreno en cuestión está pegado a Purísima, lugar en donde no se han definido los límites territoriales… que se forme un fideicomiso para planear bien el proyecto y no se pierda el recurso” (a.m., 29/IX/11). ¡Uy, uy, uy! ¿Un fideicomiso señor Dávalos? Si de lo que se trata es de soltar la billetiza a los amigos que van a entrar a la farsa de la licitación para la ejecución de la obra. Verdín y sus cuates van por su mochada. Un fideicomiso paralizaría sus planes en el “Año de Hidalgo”. Ni pensarlo, ¿qué es más importante: el interés de un grupo de trasnochados que nomás se están a queje y queje, o, “el avance y progreso de San Francisco”? La respuesta es obvia.

8. Un día antes de rendir su II Informe, Verdín, sabedor de la repulsa en su contra, se soltó con el siguiente chistorete: “Industriales de San Francisco podrían ser proveedores de empresas automotrices que han llegado a Guanajuato. Empresarios de la localidad tienen maquinaria, capacidad en infraestructura, la visión de impulsar la economía, y además, vialidades que conectan con diversos destinos industriales de la entidad, y del país, que acortan distancias… Aquí hay máquinas inyectoras de poliuretano, y de haber el acercamiento podrían fabricar asientos, coderas, manijas y más. Hay gente que está metida en la cuestión del plástico, aunque lo aplica en el calzado, y serían proveedores potenciales… Esto sería el beneficio indirecto que podríamos tener con la llegada de la industria automotriz a nuestro estado. De momento no hay proveedores, pero puede catapultarse el desarrollo y puede significar una oportunidad de diversificar la industria a nivel regional”. ¿Y qué espera usted, como alcalde, para iniciar ese acercamiento del que habla? –se le preguntó–, ¡Ah, pos, nosotros como gobierno damos las condiciones, pero el empresario debe hacer lo que le toca! (El Heraldo de León, 29/IX/11).

9. Para quienes asistieron al II Informe de Gobierno, se dieron cuenta que para el alcalde, todo lo que él decida, trae y traerá, beneficios para la población de San Francisco: seremos uno de los municipios más beneficiados el año entrante con el programa de Zonas Metropolitanas; familias de escasos recursos que buscan el alimento diario y servicios, cuentan con pavimentación, con un apoyo en becas para sus hijos y más; en el seno del Ayuntamiento se dan los debates, pero eso no significa que peleemos o discutamos, yo soy un demócrata convencido, y cuando tenga que tomar una decisión, lo haré; hemos impactado a todos los sectores, por eso tenemos obras por toda la ciudad (a.m., 30/IX/11); todo eso dijo, sin ruborizarse. Con un repugnante servilismo, el diario El Heraldo de León, citó en su crónica (septiembre 30): “Este 2011 (Jaime Verdín) entra a su último año de gobierno. Y con ello la oportunidad de seguir trabajando para afianzar el desarrollo y superar obstáculos. Esto por que ha tenido caídas y tropiezos de los que se ha levantado con coraje, humildad, y con la ayuda del equipo que lo respalda”.

Eso sí, Verdín ya se dispone a seguir mamando del presupuesto cuando en su tiempo libre se dedica a hacer proselitismo a favor de Ernesto Cordero, formando parte del equipo de coordinadores del denominado proyecto “Unidos con Ernesto”, el mismo que es impulsado por el gobernador Oliva (a.m., 10/X/11).

No hay comentarios:

Publicar un comentario