Introducción. Son absurdos algunos milagros: el ciego que ve y no distingue, el suicida que sobrevive y padece una enfermedad incurable, el júbilo por una victoria en la que perecemos, el beso arrebatado a una mujer en un adiós sin esperanza, la desolación en la hermosura de un día soleado, la consecución de una tramposa mayoría ante una minoría crítica y respondona. Las escamas del temblor obnubilan los ojos del niño. La inocencia contiene rostros culpables. El silencio, alaridos. La ira, burlas. Job, el paciente, murió desnucado. Resbaló con una de las bolas caídas del rosario que perteneció a un tal Judas. Necesitaba el cordel para hacer el lazo con el que columpiarse del árbol. Quería ser pájaro y pensó que, estirando el cuello, un oculto automatismo le desplegaría las alas. Hay pisadas de víctimas en la lejanía, sin cementerios. Hay falsedad en el oráculo, sinonimia de horrores antiguos. Una larga hilera de peregrinos lleva dos mil años desperezando el año cero. En estucado cuché, lujoso al tacto, se les anuncia sábados y domingos. Letanía del responso para cosmonautas que no soportaron el aliento de la gravedad, cuando alguien abrió la escotilla de la nave y los vomitó desde el centro del útero. Los obsesionados del poder deambulan por desiertos de polvo que habitan el insomnio donde muere de sed el último camello, y lagunas que han crecido lentas, goteando lágrima a lágrima las traiciones del porvenir. Se inventan la nube y las imágenes. Antes la vela era de cera carnal y la luz brillaba en el consumo. La edad se pudre. El trago salado blasfema. Los ojos del gato brillan en la oscuridad como dos diamantes, y el escalofrío contamina el queso que devoran las ratas, inmunes a los polvos venenosos de granos verdes... ¡Qué trágica es esta hora de nuestra historia!
1. Huellas remplazan presencia. ¿Quién es aquel que en su rocín cabalga, la lanza en ristre y fiero el continente, altivo porte y condición hidalga? ¿Quién es ese que va siendo burla de la gente por su grotesco yelmo y su figura de andante caballero y el trote de su pobre y ruin cabalgadura? Dejémoslo avanzar por la llanura y que a su paso brote la divina lección de locura. En la noche sobre Rocinante, por una ruta incierta y el cielo con nubarrones que lloran tinta roja se advierten misteriosos rumores de pelea, una zozobra extraña, inquietud de espíritus y voces que vibran. ¿Qué sucede? ¿Qué es esto? Acaso es que despierta el alma dormida y abre una nueva conciencia. Estamos ciegos, ciegos, nuestra vida penetra en la crueldad, ¿Qué papel representa este Quijote en el drama que vivimos, ante la realidad de un futuro cuya distancia se acorta? Nada sabemos, nadie a nuestra voz contesta, sólo percibimos extraños rumores de bombazos y balaceras, inundaciones, ruidos, relámpagos, siniestras exclamaciones, hondos lamentos, imposiciones y agoreras palabras, llantos y quejidos de una mujer, palabras enigmáticas, signos de una ruta incierta, hundidos en los infiernos en que cabalga el Quijote.
Dejemos caminar a este Quijote intrépido, soñador y glorioso detrás de su Dulcinea que nació en la tierra donde el sol por entre los maizales, juega y le dio esa vocación para la libertad de imágenes donde todo desaparece, el hambre se anestesia y escapa en la mente a llanuras inmensas, sin límite, sin horizonte y en silenciosos éxtasis suspenden el pensar, sin que nadie lo detenga y sin ver nunca el fin del camino.
Dejemos a este Quijote con sus nubes y sus sombras, sus serpentinas, su mirada vaga, y confetis… si logra salir de los encantamientos de la imaginación y el adormecimiento, acabará vislumbrando con terror cómo el México donde vive pierde, día a día los estrechos límites que lo definen. Al perder los límites ya sin tiempo y sin espacio externo fijo, se comunica vía la imaginación mientras el resto del mundo se ahoga en la vorágine de cifras, datos y pronósticos en torno al derrumbe de la economía mundial.
2. La era del narco. Los narcotraficantes tomaron la plaza cacho a cacho desde hace años. No lo hicieron solos, hubo, y hay cómplices. Los responsables tienen nombre y apellido. A algunos se les recuerda como honorables, ilustres y patriotas. Otros, han sido defenestrados y echados al cesto del olvido. Los narcos se infiltraron en la vida social de San Francisco, aquí establecieron su lugar de residencia; llegaron de manera sigilosa: arrebataron sirvientas y empleados a las familias de abolengo; impusieron modos y estilos de vida; se apoderaron de los principales negocios de la región para convertirse en destacados empresarios; se ufanan de su poder, son prepotentes y petulantes; hoy son ellos los que gastan fuertes sumas de dinero en lujosas tiendas en exclusivos centros comerciales y suntuosas agencias automotrices de la región. Han logrado incorporarse en el ámbito financiero y de negocios a través de inversiones locales, inaugurando plazas, naves industriales, salones, restaurantes o centros de spa; algunos otros han tendido lazos sanguíneos o políticos, emparentando con familias importantes en la región mediante el matrimonio, las relaciones extramaritales o el amasiato; sus hijos y nietos estudian en las mejores escuelas y universidades y comparten sus aulas con los hijos de prominentes empresarios y políticos.
Los narcos han transformado su rol social y han comenzado a erigirse como líderes en algunos ámbitos, respaldándose en el poder que les da el dinero que han ganado a través de actividades ilícitas y lícitas. Estos individuos se favorecieron, de manera colateral, de actividades como el comercio, el agio, la trata de personas y la prostitución. La vida en San Francisco ha cambiado desde hace décadas; todo mundo lo ha percibido pero no se actúa. Así sucede en todo el país, en todo el territorio la población conoce quiénes son los criminales, sólo falta que las autoridades actúen.
3. ¿Por dónde cabalga la muerte? El terror se define como un miedo muy intenso. El terrorismo se traduce como dominación por el terror y como la sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir el terror. El terror va emparentado con lo siniestro, como fue descrito por Sigmund Freud en su trabajo Lo ominoso, donde aborda el tema del afecto de terror que experimenta el individuo ante algún suceso que presenta el carácter siniestro pero que a la vez, desde el inconsciente, retorna como algo que nos es familiar. Algo inherente a nuestra propia estructura síquica. El terror y el terrorismo se nos presentan como fenómenos sumamente complejos donde los extremos más paradójicos, irracionales e incomprensibles de la naturaleza humana nos salen al paso.
Los actos del Casino Royale en Monterrey, son manifestación de dominación por el terror y sucesión de actos de violencia para infundir pánico que paraliza a la población civil. Tras el espectáculo televisivo la imagen confunde nuestros sentidos y nubla la razón, el yo es tramposamente engañado. Y el despliegue televisivo termina siendo un terrible entrenamiento para la muerte. Millones de televidentes observamos en la pantalla las escenas de las personas encerradas sufriendo la crueldad provocada por el fuego en un moderno infierno. No vemos el terror de las víctimas, no vemos los cadáveres de hombres y mujeres mutilados, masacrados injustamente. Esta anulación de las imágenes visuales conduce a la negación de los afectos que como humanos nos permitirían compenetrarnos con el dolor y el sufrimiento del prójimo, en el entendido tal como Emmanuel Lévinas enuncia: la muerte del otro me atañe porque es también mi propia muerte.
La pulsión de muerte se ve retroalimentada por el engaño del yo. Se estimulan el odio irracional y la envidia por el camino de la regresión, retomamos la omnipotencia infantil y las fantasías narcisistas. El resultado es que los gritos y el horror de las víctimas de la cámara incendiaria de la muerte no nos tocan y, por tanto, se difumina la piedad por el semejante en desgracia. Parece confirmarse la hipótesis freudiana: el aparato síquico tiene una tendencia a regresar al estado cero, al reposo, a la autodestrucción, el retorno a lo inorgánico. Pulsión de muerte que no deja de actuar y más si no podemos ver el rostro del semejante que sufre y el inocente que muere, de los familiares que desgarrados por una herida inelaborable ven morir a sus cercanos consanguíneos y amigos en una batalla que acaba resultando inútil.
Violencia engendra violencia y en un mundo atemorizado y convulsionado lo que menos necesitamos es vivir bajo la égida del terror. Violencia que sólo puede conducir a desenlaces desastrosos, donde el terror de unos desencadene los mecanismos de defensa más primitivos en el otro y la lucha sea entonces desde lo más primitivo, lo más arcaico y lo más destructivo del ser humano.
Octavio Paz escribió: No duele la antigua herida, no arde la vieja quemadura, es una cicatriz casi borrada el sitio de la separación, el lugar del desarraigo, la boca por donde hablan en sueños, la muerte y la vida en una cicatriz invisible.
La pulsión de muerte cabalga en nuestro país sin freno por escabrosos senderos que desembocan en un desprecio total por la vida y una sola meta que todo lo enceguece: el poder.
4. Realidad viscosa. Estoy aquí,/ envuelto en la realidad viscosa,/ ¿no me ves?/ Aquí./ No puedo separarme del suelo,/ no puedo./ En mi tercer ojo/ se acumulan las imágenes/ de los cielos visitados,/ las criaturas llaman a mi retina,/ luego se extienden,/ se convierten en una/ sola cosa,/ y resbalan por mi rostro./ Siento los ruidos de la calle/ y las sombras son lo único que parece tener cuerpo./ Un hombre barre las hojas derramadas. Silencio (elcorazondelelefante.blogspot.com, 9/VIII/08). ¿Sueños oníricos? ¿Pesadillas? ¿Quién está ahí? Sudoroso y con el rostro pálido, nuestro barbado alcalde se siente desfondado, con las fuerzas menguadas, víctima de la desazón, la intriga y una que otra alucinación, como resultado de la exasperante circunstancia de no poder contener el diluvio de críticas y el desencanto de una población cansada de esperar. Al mismo tiempo, la dura realidad cotidiana del municipio sigue sufriendo los efectos de la represión, el abuso, el engaño, la negligencia, la imposición, la inconsecuencia y la intransigencia.
La represión es la acción de contener, detener o castigar actuaciones llamadas antisociales desde el poder por parte de las autoridades públicas. En San Francisco, la represión ha sido desarrollada de manera continua y persistente en contra de los sectores sociales considerados como “peligrosos”. Es ya lugar común que a los miembros de las familias azotadas por la marginación y la exclusión, sean aplacados a punta de macana. Estos seres humanos no sólo sufren de desintegración familiar, sino de adicciones y rechazo social. La colonia Purísima Concepción tiene mucho que decir al respecto, como cuando el pasado 28 de agosto, un par de policías provocaron con su prepotente actitud una agresión en su contra, sufriendo ambos, lesiones en labios y falta de piezas dentales (El Heraldo de León, 29/VIII/11).
El abusador disfruta de su conducta y de los resultados de la misma, pero no acepta, ni siquiera ante sí mismo, que su conducta es violenta. Siempre encuentra una justificación y está convencido que los demás nunca tienen la razón. Eduardo Torres Regalado, concesionario de transporte urbano y suburbano, una y otra vez se ha burlado de la blandengue autoridad, cuando en esta administración ha provocado varias fricciones entre los gobiernos “humanistas” de los pueblos del Rincón, en perjuicio de los usuarios que habitan en las colonias al norte de San Francisco, como la populosa El Carmen. Ambos alcaldes se culpan: “vamos muy lentos (en la solución del problema)” dice Abraham Collazo; “el problema lo generó Purísima, pues no respetó los acuerdos”, dice Jaime Verdín (a.m., 20/VIII/11); y en esas siguen.
La mentira más común es aquella con la que un hombre se engaña a sí mismo. Engañar a los demás es un defecto relativamente vano (Friedrich Nietzsche). Engañar es faltar a la verdad en lo que se dice, se hace, se cree o se piense. Asimismo, es dar a lo falso apariencia de veracidad o provocar que alguien tenga por cierto lo que no lo es. En San Francisco, las casas de ahorro o préstamo en la región han proliferado a pasto, y muchas, aun estando reguladas, engañan a los usuarios con contratos leoninos y altísimos intereses e impagables deudas. El alcalde, tuvo a bien promover la instalación en la ciudad de una oficina de Condusef, institución que no tiene facultades coercitivas en contra de las irregularidades en que incurren tales cajas de préstamo, sino que, a lo más que puede llegar la Condusef es ofrecer capacitaciones y asesorías y pláticas a agrupaciones, organismos, escuelas y demás, con el fin de “ayudar en la previsión y planeación de la economía familiar” (a.m., 2/IX/11). Es decir, se trata de un engaño, con el fin de aparentar que la autoridad se preocupa por los usuarios de tales cajas agiotistas.
Culpa es el término que, al igual que la negligencia, supone la voluntaria omisión de eficacia en calcular las consecuencias posibles y previsibles del propio hecho. La negligencia se manifiesta por la imprudencia, impericia o inobservancia de reglamentos o deberes. De ser comprobada la negligencia, a ella debe recaer el resarcimiento del daño, para no dejar al afectado sin reparación. Vecinos de la callejuela 1° de Mayo denunciaron públicamente que con la rehabilitación del servicio de drenaje, ahora tienen problemas cada vez que llueve. ¿El problema? El agua se regresa del drenaje y brota por las coladeras de las casas, lo que les genera daños materiales y de salud; y a casi 7 años de padecer este problema, no ha habido autoridad que ponga solución (a.m., 5/IX/11). Todo comenzó en la inolvidable Administración 2003-2006, en que hubo “corrección del drenaje” y, lejos de mejorar, empeoró. Cuando llega el muy entrañable Toño Salvador “Güero” García, no hubo solución al problema. Hoy, Rogelio Lugo Olivares, director del SAPAF, reparte culpas pero no dice si les va a resolver el problema o no. Ante eso, lo mejor que pueden hacer los vecinos de esa calle es demandar a la autoridad política por responsabilidad civil, para que un juez le ordene corregir el drenaje y para que SAPAF compense a los vecinos por los daños sufridos desde noviembre de 2004. Cuestión que no es fácil, pero que sí sentaría un buen precedente en el municipio. Además, no sería la primera vez que se demandara a una Administración Municipal por responsabilidad civil.
La imposición consiste en exigir a una persona que cumpla o acepte la propuesta de otro. En vez de usar la persuasión y el razonamiento con las personas, se utiliza la imposición autoritaria desde posiciones de fuerza y poder. El objetivo es lograr que las personas se dobleguen a determinados propósitos o, que se sientan mal si no se doblegan. Puede ser que alguien logre lo que desea del otro, pero anulándolo como persona y como ser humano, o convirtiéndolo en un ser hostil y resentido por saberse manipulado. Ahí radica el problema de Jaime Verdín y su obra magna: ha logrado concitar la unión de distintos sectores sociales en torno al muy polémico Complejo Administrativo, aunque las reacciones han sido, invariablemente, en sentido negativo, desde quienes han señalado “que está muy lejos, que matará al centro y terminará con las tradiciones” (a.m., 1/IX/11), hasta quienes se quejan por que “no ha sido suficientemente analizado cómo debe ser la construcción del Complejo Administrativo, sólo se ha visto una opción, y es día en que la mayoría de los regidores del Ayuntamiento no conocen el proyecto arquitectónico, sólo el rastrero Euloquio Valerio del PSD lo conoce íntegro” (Israel “El Gallo” Hermosillo, a.m., 12/IX/11), pasando por la opinión autorizada de un experto en la materia, como el Arquitecto Jesús Eduardo “Guardis” Vázquez, quien señaló que el proyecto no es económica ni topográficamente viable, porque se pretende construir en una de las zonas más bajas de la ciudad, su costo será muy elevado dado que el tipo de terreno es para labores agrícolas, la vialidad de acceso no será suficiente para desfogar el tráfico en las horas pico, dejará en el desamparo psicológico a la población –aquí sí nos parece que se la prolongó Guardis– que está acostumbrada a tener los poderes político-administrativos asentados en el centro de la ciudad, no hay proyecto ejecutivo ni mucho menos existe la correspondiente validación oficial para su construcción, y, finalmente, los empleados y funcionarios municipales quedarían a merced de los delincuentes por la ubicación del terreno (a.m., 13/IX/11); sospechosamente, los únicos que defienden dicho proyecto son ¡adivinó usted! el director de Obras Públicas y quien preside el Colegio de Arquitectos, quienes, debido a que hay varios millones de pesos de por medio, ya tienen asegurada una jugosa mochada por aquello de las licitaciones para su construcción. Agustín López Franco, quiso responder a lo planteado por “Guardis” Vázquez, pero sin acreditar su dicho, es decir, habló de manera evasiva y sin dar constancia de su dicho, dando, en los hechos, la razón al arquitecto Vázquez y, de paso, dejando más enredado y confuso el asunto (a.m., 15/IX/11); las siguientes preguntas surgen de bote pronto dirigidas al director de Obras Públicas: ¿dónde están los resultados de los estudios de mecánica de suelos –que menciona en su réplica– hechos en la Facultad de Ingeniería Civil de la Universidad de Guanajuato? ¿Por qué no dice en qué consiste el “diseño para soportar altas cargas vivas” en el multicitado complejo administrativo? ¿Será que el director de Obras Públicas nos considera un pueblo tan ignorante y atrasado incapaz de entender lo relacionado con “el diseño para soportar altas cargas vivas” en la construcción de un edificio? ¿Por qué apenas “se integra un proyecto para convertir el camino al Ojo de Agua en bulevar” y por qué aun no se tiene el proyecto de las nuevas líneas de agua potable y drenaje? ¿Por qué no hace pública “la anuencia de la Dirección de Desarrollo Urbano” respecto de la edificación de esta “magna obra”? ¿Qué ocultan? ¿Cuál es su temor? ¿Qué pasó con la transparencia de la que tanto presumía nuestro barbado alcalde? ¿En qué transa se han metido nuestras autoridades?
La inconsecuencia es propia de aquellas personas cuyo comportamiento no se corresponde con lo que dice o piensa, así como a su actitud, postura, etc. Un sujeto inconsecuente es inconstante, irresponsable, descuidado, voluble, engañoso, inseguro, pueril, necio, charlatán, indolente, distraído, descarado, indisciplinado. En la Segunda Semana de la Contraloría Social, el contralor municipal dijo que la intención de dicha jornada era llegar a la conciencia de la gente, así como crear la cultura de la revisión y de la exigencia ciudadana para que la autoridad haga su trabajo bien, que demande la correcta y mejor aplicación de los recursos: “Por eso es que se llevan pláticas de honestidad y transparencia tanto a las escuelas como a las comunidades”. En la inauguración, el alcalde señaló: “Para mí es fundamental que el ciudadano sea escuchado, que sea atendido y se lleve una respuesta, sea en el sentido que sea –que, por lo regular, es dar atole con el dedo–. No podremos resolver todos los problemas, pero tenemos la obligación de por lo menos, escuchar…” (a.m., 6/IX/11). Ocho días después, la terca realidad se encargó de desenmascarar ¡otra vez! al Ayuntamiento: Casi el 80% del recurso municipal se va al gasto corriente, se incrementó en un 50% el sueldo del director de Compras, así como un 10 o 15% al salario de personal de Desarrollo Social (a.m., 15/IX/11); ambas direcciones muy íntimamente relacionadas con las cuestiones electorales, que, en seis meses más, estarán a todo vapor. ¿Dónde está el estudio de la directora de Personal que muestre el tabulador para incrementar salarios? Preguntó nuestro finísimo y queridísimo amigo, el regidor Euloquio Valerio. “No, pos no hay –dijo una sonriente Anis Ángel–, cada dirección tendrá que hacer sus propios ajustes”; “Muy bien, muy bien –pensó Jaime Verdín–, a eso se le llama transparencia”. Por lo que se ve, estos individuos no quieren hacer caso de que con su actitud, están cansando al pueblo por tanta indolencia. Las promesas de campaña, ahora están teniendo respuestas contrarias y negativas. Y como reiteran que no podrán satisfacer las demandas populares, están empujando al pueblo hacia un camino difícil, a oscuras y lleno de palos y piedras.
Intolerante e intransigente son prácticamente sinónimos. Pero mientras el intolerante muestra ser incapaz de aceptar que otros tengan ideas contrarias a las suyas o las combate abiertamente, el intransigente no cede ni a las más mínimas exigencias de los demás. El intolerante tiende a defender fanáticamente sus ideas, el intransigente no cede ante las pretensiones de los demás, por insignificantes que sean. El intolerante puede ser magnánimo con los que piensan como él. El intransigente es mezquino y tiene miedo a perder su autoridad si cede en lo más mínimo. ¿Le suena familiar? Durante la sesión de Cabildo del pasado 8 de septiembre, el alcalde mostró su faceta intolerante e intransigente: cuando de dinero se trata, brincan aquellos que se sienten excluidos de recibir aunque sea algo, ¡Hombre, compartan!, parecería ser el grito de combate de los que están a muele y muele. Todavía no tienen los 35 millones de pesos –crédito aprobado por el Ayuntamiento– y ya pelean con fiereza por un pedacito del pastel. Para los priistas, es correcto el endeudamiento del Municipio –esto en boca de su regidor Gerardo López Montoya–, siempre y cuando ese dinero se destine a la construcción del Complejo Administrativo –¿no que no?–, pavimentación del bulevar Panamá de La Mezquitera al Libramiento Sur, y la semaforización de la glorieta al Tejedor; pero no con el cambio de imagen de la calle Madero o el cambio de imagen de la plaza Juárez, “porque no son obras urgentes, porque hay prioridades mayores” –no dijo cuáles–. Verdín, quien ya está hasta la madre –en su versión local de Javier Sicilia– de que regidores de su propio partido se le pongan al brinco, dijo: “el proyecto de la calle Madero se va a hacer, así como el de la Plaza Juárez; los que se opongan, van a tener que aceptar”. ¡Órales, no pos así por las buenas, sí! Luego, en un gesto de franco encabronamiento, con las venas saltadas en cuello y frente –las del resto de la cara no se notaban por los pelos de la barba–, dijo: “Hay seis regidores seis, que no trabajan, creen que con venir a levantar la mano es suficiente”. Chín, en la madre, todos esperaban que de un salto se les subiera a la yugular, pero no, la panza no se lo permitió, y de pie, con los puños cerrados golpeando la mesa, les espetó: “Sistemáticamente hay gente que le apuesta al fracaso de esta Administración, pero se las van a pelar, y los señalo a usted, señora Patricia Orozco, y a ustedes Ismael Brizuela y Bernardo Murillo, que parece que no quiebras un plato cabrón, así como a los regidores priistas; y les digo que se equivocan, porque va a haber obra, hay muchas que ya comenzaron y varias que están por arrancar” (a.m., septiembre 9 y 12, 2011).
5. Sistema inoperante. El sistema que rige la vida organizada del municipio –como en el resto del país– se atascó y, en continuas ocasiones, produce resultados negativos para la sociedad. Desde hace ya varias decenas de años es incapaz de dar salida a los problemas, sean éstos nuevos o añejos. La energía requerida para mejorar los cauces por donde podrían transitar las soluciones se disuelve en quejas, rebeldías ocasionales, borrones de cuenta y continuos lamentos. Simplemente, no se cuenta con los mecanismos que lo tornen eficaz instrumento de progreso, justicia y bienestar. No concita tampoco el indispensable consenso popular. En las cúspides decisorias se desconoce, o deliberadamente se juzga descartable, lo que en verdad aqueja a los ciudadanos. Menos aún pueden situarse a la altura que requieren las aspiraciones de los ciudadanos. Se va de tumbo en frustración sólo para confirmar el desprestigio de la autoridad cada vez más generalizado.
Tal sistema tiene un centro político que desoye las urgencias y anhelos de las mayorías. Sólo mira sus propias pulsiones de poder o atisba las exigencias de los muy pocos, ya de por sí privilegiados en demasía. En sus correas de transmisión pululan agentes corrosivos que se protegen unos a otros, formando un impenetrable archipiélago de complicidades. Hay quienes dicen que “el arte de la administración pública es cubrirse las espaldas unos a otros”. La impunidad, entonces, se convierte en el duro y cotidiano cemento que resguarda la nociva conducta de individuos y grupos que actúan fuera del marco de la ley. La misma sociedad, debilitada en su organicidad y, peor aún, con una nublada conciencia colectiva, navega sin articular el descontento que la atosiga. Se vuelve así, en un agente incapaz de imponer, por su fuerza numérica, la vigencia de sus intereses.
Lo anterior es una razón de por qué los programas de prevención del suicidio, por ejemplo, no funcionen, pues ni siquiera logran mitigar los dolores de los que sufren en la parte más íntima de su ser. ¿De qué sirven los llamados de las autoridades a que los niños y jóvenes tengan una mejor comunicación con sus padres y maestros (a.m., 10/IX/11), si la propia autoridad no es consecuente entre lo que dice y hace? ¿No suena ridículo el que el titular de Salud Municipal llame a las familias a ocuparse en promover su unión, ya que –dice–, cuando los niños y adolescentes se enferman sicológicamente no tienen metas claras, tienen sentimientos encontrados y son susceptibles de ser influidos para mal (El Heraldo de León, 10/IX/11), mientras el Ayuntamiento se ha convertido en un agitado ring, en el que no hay el menor entendimiento? ¿Cómo confiar en las autoridades, quienes son incapaces de reconocer que los llamados “guardianes de la ley” con bastante frecuencia se extralimitan en sus funciones, como fue el caso del homicidio de un joven de 23 años en la madrugada del 10 de septiembre (a.m., 11/IX/11), cuyo responsable alegó una nada creíble “legítima defensa”?
6. ¿Ética? ¿Cuál ética? Freud, que fue uno de los primeros investigadores en resaltar el gran peso de las enfermedades mentales delineadas por el capitalismo materialista de siglo XIX, nunca se preguntó por la ética subyacente. Tal vez sintió que hemos pagado un precio elevado por lo que él llama civilización, y que el costo lo ha valido. No se le ocurrió preguntarse si ese precio era necesario. No hay razón que nos impida disfrutar de las ventajas de la así llamada civilización, sin necesidad de conflictos agraviantes. Freud descubrió la extensión del pensamiento marginal, inconsciente, pero fracasó en entender cómo tal pensamiento podría ser útil y ventajoso. “Donde hubo ello y superyó, cabrá que el yo sea,” es una proposición fuera de moda. De hecho el ego consciente es en muchos casos un asilo, al igual que alguien que se dispone a dominar una habilidad física como el tiro, la esgrima, el boxeo, el automovilismo. Sólo cuando tus respuestas se han vuelto automáticas y operan sin una voluntad consciente es que puedes funcionar con eficacia.
Después de observar un número de síntomas patológicos que adscribió a conflictos inconscientes, llegó a considerar al inconsciente como algo destructivo, o al menos como un depósito de impulsos irracionales y atávicos. Freud dice que las restricciones de los impulsos inconscientes son necesarias para mantener unida a una civilización. Sin embargo, esta explicación es en su conjunto demasiado racional, ya que presupone un contrato social acordado conscientemente para suprimir lo irracional. Freud debió haber visto los defectos de este argumento y prosiguió a desarrollar su dudoso concepto de un Instinto de Muerte y un Instinto de Vida en eterna lucha.
Estudiosos de la conducta humana han demostrado que el miedo irracional, la agresión y la ansiedad pueden ser producidas por estimulaciones eléctricas de ciertas áreas del cerebro. Todos los síntomas de la lucha del inconsciente se pueden prender y apagar por el movimiento de un interruptor. El biofeedback ha demostrado que reacciones autónomas tales como sudar, ritmo cardiaco acelerado y presión sanguínea, que son síntomas del conflicto inconsciente, pueden ser sometidos al control de la consciencia. ¿Será posible poder controlar la irracionalidad de un ego sediento de poder y fama a costa del sufrimiento de un pueblo? ¿Cómo racionalizar la ceguera del que no quiere ver?
(Con base en Enrique Gutiérrez Ordorika, luke, no. 130; José Cueli, La Jornada, septiembre 2 y 9, 2011; Simón Vargas Aguilar, La Jornada, 28/VIII/11; William S. Burroughs, RevistaFractal.org, 10/IX/11; Luis Linares Zapata, La Jornada, 14/IX/11).
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