La marginación como síndrome tiene múltiples causas, pero es una sintomatología común que se observa en personas marginadas de los centros urbanos. Estrés y neurosis traumática son dos conceptos clave que, desde la sicopatología, permiten explicar el comportamiento de marginados urbanos. Si bien estos individuos se circunscribían a los cinturones de miseria periféricos de las grandes ciudades, en los pasados 30 años el incremento de la pobreza ha crecido de forma alarmante y ahora se ven infiltrados en las manchas urbanas de pueblos y ciudades con cierto grado de industrialización. ¿Con qué palabras describir lo que ha sido la dramática involución de la economía en nuestro país, azotada por las garras del fantasma del neoliberalismo, la corrupción, la violencia sin límite, la descomposición social, la ingobernabilidad reinante en todos estos años y, para colmo de desgracias, la terrible crisis económica que aún no toca fondo? Herederos usufructuarios de desnutrición, depresión, carencias de toda índole y duelos no elaborados, los niños marginados vienen al mundo en condiciones precarias llevadas al extremo: servicios médicos inaccesibles, escasa o nula atención prenatal, alta incidencia de complicaciones peri y transnatales, inadecuado aporte nutricional y, para agravar aún más la situación, llegan a un hogar donde privan el ruido y el hacinamiento. La mayoría de ellos crecen entre una madre deprimida y un padre ausente, o bien alcohólico y violento, condenándolos al grito y al silencio, a la dolorosa experiencia de la marginalidad. El marginado es ese personaje que parece sumergirse cada vez más en las sombras en condiciones de extremo dolor y de un vivir infrahumano, donde desarraigo y falta de pertenencia son las coordenadas de su horizonte. El exilio del marginado es un doble exilio, el de la exclusión por parte de la sociedad a la que arriban, y el otro, que pesa y gravita sobre todos nosotros: el del teatro de la crueldad. Crueldad en la experiencia de la marginalidad, donde todo pareciera situarse en el margen, al margen, en las fronteras, en el exilio, en la exclusión, en la tierra de nadie, en el desarraigo, en la no pertenencia, en el no ha lugar de la ley, en la fragmentación. Inframundo donde los fantasmas danzan en incesante carrusel de escenas grotescas, donde la angustia es el afecto predominante, las pérdidas y los duelos no dan tregua. Gritos y lamentos que emergen desde la oquedad, el vacío y la disonancia. Duelos negros, muy negros. Y así, entre el dolor y el desencuentro el marginado sólo sabe de hambre y miseria. La geografía de la exclusión es contundente. Van algunos números. Los datos del CONEVAL de 2005 señalan que San Francisco es una ciudad con rezagos importantes: a) 6.1% de la población de 15 años o más, es analfabeta; b) 8.79% de la población cuyas edades oscilan de los 6 a 14 años, no va a la escuela; c) 60.16% de la población de 15 años o más no tiene completa su educación básica; d) 47.38% de la población no tiene acceso a los servicios de salud; e) 10.33% de las viviendas habitadas no tienen refrigerador. Es decir, prosperidad para una minoría y desempleo e inseguridad para inmensas mayorías, son dos caras de la llamada estabilidad social. Con un sistema educativo quebrado, es evidente que el peor error del liberalismo ha sido confiar la educación, especialmente en el grado superior, a la empresa privada, y soslayar la responsabilidad del Estado. Pero mientras para los excluidos la vida es un infierno, la cúpula de la burocracia local se deshace en devaneos legaloides y en discursos demagógicos que no hacen sino confirmar lo ya dicho en estas páginas: la ineptitud y la improvisación son el sello de la actual administración pública: a) el alcalde Jaime Verdín, convocó a inicios de marzo a todos los directores de área, para pedirles que por favor no sean gandallas y que si van a rasguñarse algo, lo hagan con total discreción, porque será implacable contra quienes cometan algún robo o fraude; les dijo a los ahí reunidos que, con mucha pena, pero tendrá que darles las gracias y boletinarlos a todas las instancias de gobierno de todos los niveles, para que jamás vuelvan a ser contratados como funcionarios públicos. Por supuesto que los asistentes a tan importante reunión salieron pálidos de terror ante las amenazas proferidas por el alcalde. A partir de ese día, se respira una tranquilizadora honestidad y pulcritud en cada ámbito de la administración; b) cinco días después de la balacera protagonizada por los tripulantes de una motocicleta la noche del 19 de marzo, en contra de jóvenes reunidos en la esquina de las calles Colombia y 5 de Febrero en la colonia Renovación, uno de los llamados “focos rojos” de la ciudad; y 16 días después del lamentable accidente en que perdiera la vida una joven que era transportada por su padre en una motocicleta, en la esquina de los bulevares Josefa O. de Domínguez y Juventino Rosas, miembros del Ejército tomaron por asalto las instalaciones de Seguridad Pública: los policías fueron vergonzosamente “revisados” por la soldadesca. El incapaz director de Seguridad Pública, Héctor Rosiles, responsable de la filtración del video que, circula en cientos y cientos de celulares, en el que se muestra la forma horrible en que la joven perdió la vida, mostró su beneplácito ante tal medida. Por su parte, Jaime Hitler Verdín y su patiño Rodolfo Pinochet Aguirre, expresaron que es “normal” que en “una sociedad democrática como en la que vivimos”, el Ejército se presente y someta a revisión a todo aquel ciudadano o funcionario público con la única y loable finalidad de “generar confianza en el resto de la población”, porque “en lo que se refiere a seguridad, siempre el Municipio (o sea, Hitler Verdín) estará a favor de la tranquilidad de sus habitantes”. ¿Quién habló de la inconstitucionalidad de tal medida? ¿Quién dijo algo sobre la violación a los derechos humanos de quienes fueron ultrajados por la soldaesca?; c) con dedicatoria a José Ángel, quien parece vivir sus últimos días tanto como director del Museo de
(Basado en José Cueli,
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