miércoles, 27 de julio de 2011

NACIONAL: Golpes electorales

Sacerdotes de la metralleta. Una revelación surcó la planicie poblada de uniformes oscuros, rostros fieros y armas bien dispuestas: el mesías policial hizo saber a los suyos, a su entraña y proyecto, que deberían continuar con su sacra misión depuradora, arrancando la cizaña de los sembradíos (aunque produzcan daños colaterales, horror e injusticia en el trigal social), combatiendo al invasor narcomonstruo de mil cabezas e impidiendo que viejos vicios ya casi tatuados en las corporaciones con charola siguiesen corroyéndolos, predestinados esos agentes salvíficos a convertirse en sacerdotes cívicos, en oficiantes con pasamontañas y chaleco blindado, en pastores de la metralleta, en ministros de la patrulla, en la magna obra del sexenio de las balas, en el Opus Bang.

De los shots de tequila a la policía sacerdotal: San Felipe de Genaro vive en otra realidad y pretende incorporar a todos los mexicanos a esa alta experimentación. Reacciona, como se ve cada vez con más frecuencia, con una encendida pasión inversamente proporcional a lo que sus presuntos gobernados le plantean. Si enarbolan la exigencia de No Más Sangre y si las plazas y las carreteras se pueblan de ciudadanos que desean frenar la locura bélica actual, el adverso comandante se esmera en organizarse desfiles militares y concentraciones de agentes y en decretar días de homenaje a policías. Ya en el atril, se estremece al defender sus tesis de guerra y se deja llevar por aires de misticismo calibre 0.56 hasta levitar conceptualmente y producir esas gotas de delicado perfume santificador de pólvoras al encaminar a sus ejércitos de rifles humeantes al cumplimiento de proféticas tareas de sacerdocio cívico: ya no habrá pocito sino pila de agua bendita, las extorsiones serán consideradas como limosnas, las salas de tortura se convertirán en confesionarios, las mansiones y fortunas de los grandísimos jefes serán explicadas a partir del milagro de la multiplicación de los pesos y los PANes, la sangre derramada será reclasificada para quedar entendida como vino y muchas otras transformaciones profundas sucederán, como el dos de junio se dijo en intensa sesión de tuiteos de humor negro de la que se ha surtido este breve recuento y en la que participó este capellán de la Iglesia de la Última Astilla de la Cruz Restaurada.

Y los signos celestiales no tardaron en aparecer: desde las alturas del episcopado mexicano, el obispo Carlos Aguiar Retes confirmó el sentido de sacrificio que conlleva la misión felipense. Presidente de la conferencia de obispos mexicanos, reunidos en Cuautitlán Izcalli, donde tuvieron ocasión de saludar y dialogar con un copete que les es ideológicamente cercano, Aguiar Retes calificó de encomiable lo que ha hecho Calderón en contra del narcotráfico y justificó la sangre derramada en cuanto era indispensable, no sólo porque el comandante Felipe ya lo había advertido luego de las elecciones de 2006, en el tramo en que se presentaba como presidente electo, sino, además, o sobre todo, porque el problema heredado tenía que afrontarlo, tenía que costar sangre (...) no nos gusta, todos lo lamentamos pero es indispensable, si no, díganme ustedes, ¿cómo se enfrenta a una delincuencia organizada? Vaya. Calderón quiere policías convertidos en sacerdotes y Aguiar Retes transforma la función eclesiástica en justificante policiaco.

Hanquinazo electoral. Felipe ha jalado el gatillo electoral contra el PRI. Lo ha hecho contra un personaje éticamente indefendible y jurídicamente muy vulnerable, pero no por afanes justicieros genuinos sino por cálculos electorales, pretendiendo confirmar así a los votantes del mes entrante (en comicios estatales) y del año venidero (los federales, que incluyen la Presidencia de la República) que los priístas están relacionados consustancialmente con la corrupción y los negocios sucios y, por tanto, deben ser rechazados y castigados a cualquier costo. Tan cantado estaba el golpe contra un distinguido priísta que llama la atención que no haya sido contra un ex gobernador reciente (y vaya que sobran aspirantes a la cárcel), sino contra alguien que no ha alcanzado ese nivel de mando, aunque lo intentó hace unos años y estaba en pleno camino de construcción hacia su segundo intento (apuntalado, entre otros hechos, por el arribo a la primera división profesional de su equipo de futbol, los Xoloitzcuintles).

Aberraciones ópticas. La conocida impericia política de Felipe Calderón y los gatos salvajes que le rasguñan la panza electoral han producido una aberrante ilusión óptica: Jorge Hank Rhon, hombre de casinos con prolongado olor a mafia, grosero emblema de la transmutación priísta de riqueza pública en privada, se ha convertido hoy en una impensada pieza de denuncia de los abusos cometidos por la administración militar felipista contra sus adversarios políticos, en un lance que los atrincherados de Los Pinos pretendieron etiquetar como el arranque de una guerra de alto nivel contra el dinosaurismo encopetado, pero que acabó como una tragicómica pataleta de madrugada que solamente enturbia el panorama político y electoral, sin aportar aires de justicia, ni percepción de legalidad triunfante, ni victoria moral alguna, sino simple pleito callejonero por el poder.

Otro golpe electoral. El gobernador de Chiapas ha cerrado el improbable camino de retorno electoral de su antecesor, Pablo Salazar Mendiguchía, mediante un golpe judicial politizado que, al igual que en el norte del país, en Tijuana, deja la sensación de que se ha abierto una temporada de cacería en la que las armas y las leyes están siendo utilizadas retorcidamente para amagar o castigar a personajes que ciertamente han hecho suficientes méritos para ser sujetos a procesos penales pero que hoy más bien están siendo aprovechados desde los poderes constituidos para consolidación de éstos o para estrategias comiciales no sólo aventuradas, sino peligrosamente pervertidas.

(A Salazar) largamente se le acusó de apropiarse de dinero público enviado a la entidad para atender desgracias causadas por fenómenos meteorológicos, en especial el denominado Stan. Su brazo policiaco, Mariano Herrán Salvatti, que llevaba desde el Distrito Federal una larga cauda de intereses y enredos densos y pesados, le ayudó a generar animadversión creciente en su contra. Y a su portafolio personal de conflictos el ahora apresado añadió un largo y envenenado ánimo persecutorio contra periodistas y medios de comunicación, con tal intensidad que, luego de soportar las oleadas represivas, muchos de ellos se han convertido en sonoros demandantes de justicia, a tal grado que la aprehensión de Salazar coincidió con fechas tradicionales de festejo oficialista del periodismo, como si Sabines hubiese planeado un regalo imperial al gremio.

Justicia divina. Podéis ir en paz, la transa ha terminado (al menos en esta instancia, a reserva del resultado posterior de la anunciación, ya hecha, de un recurso opositor ante las alturas judiciales). Divinidad de justicia, la mexicana: Onésimo, el obispo de la opción preferencial por los millones (obviamente, de dólares), libra las acechanzas de la malignidad litigante que pretendía arrebatarle el esforzado fruto de su esfuerzo, es decir, no las limosnas y las contribuciones eclesiales en sí, sino la colección de arte que el ex corredor de bolsa, entonces compañero del joven Carlos Slim Helú , logró transferir de las agónicas manos de una rica anciana a las propias de ese suertudo jefe de la feligresía católica de Ecatepec que para justificar las presuntas transacciones dolientes hubo de soltar la tesis exculpatoria de que había hecho un etéreo préstamo por 130 millones de dólares (¿salidos de dónde?, ¿cuál fue y es la situación fiscal correspondiente a ese movimiento de dinero?), que en triangulación celestial acabaron dándole en propiedad las obras de arte que son motivo del pleito que en principio un juez consideró adverso al obispo de la gran vida, por lo cual debería habérsele girado una orden de aprehensión que en una primera etapa fue frenada porque providencialmente al inminente reo le llegó una oportuna afección cardiaca que lo recluyó en una habitación de lujo de un hotel de primer nivel del que el bendito coleccionista salió cuando ya no había peligro, para reintegrarse a su cotidianidad de cinco estrellas en la que el 16 de junio fue informado del milagroso resolutivo de dos magistrados contra uno que echaron atrás la pretensión de encarcelarlo y lo fortalecen en la apropiación del arte ahora sí ya penalmente a salvo (salvo lo que digan las alturas). ¡Uf!

(Tomado de Julio Hernández López, La Jornada, junio 3, 6, 7, 8, 17, 2011).

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