El cambio (Fox) con continuidad (Calderón), presumido por el panismo, ha sido un estrepitoso fracaso en lo político, lo económico y lo social. Por abajo del infausto resultado blanquiazul, sólo se registran los resultados históricos en la segunda y tercera décadas del siglo XX, con el país convulsionado por el movimiento revolucionario, la guerra cristera –de la que se ufana ser heredero el actual inquilino de Los Pinos– y la hecatombe económica de 1929: en el periodo 1911-1920 la tasa anual promedio de crecimiento económico a duras penas alcanzó 0.21%, mientras en 1921-1930 el indicador se redujo a 0.20%, lo que resume 20 años de convulsión política, económica y social, de reacomodos, de guerra y crisis externa (Calderón dixit), carentes de bonanza petrolera, histórica inversión extranjera, boyante planta productiva, exportaciones sin límite, finanzas públicas sanas y demás bellezas presumidas por los neoliberales.
La dupla Fox-Calderón, el panismo institucionalizado, prometió todo e incumplió todo, y decididamente va por más. En el periodo 2001-2009 el resultado económico es desastroso: el crecimiento anual promedio va de 1.03 a 1.13% (depende de si la economía mexicana se hunde 7 u 8% en 2009), algo no registrado en 80 años. Ahora que si el balance se limita al primer trienio calderonista en Los Pinos, entonces el desplome va de 0.83 a 1.17 (ambas, cifras negativas).
En el repaso histórico, y superada la convulsión 1911-1930 (con su 0.2% de avance), la tasa anual promedio de crecimiento económico mexicano se registró así: 1931-1940, 3.36%; 1941-1950, 5.98%; 1951-1960, 6.14%; 1961-1970, 6.48%, y 1971-1980, 6.71%. A partir de ese año todo ha sido escalera para abajo, con un creciente costo social.
Bienvenidos pues, a este 2010, el año de la recuperación de la crisis externa. Sigue la feria de precios en bienes y servicios del sector público. Agreguen el incremento en tarifas eléctricas al ya de por sí voluminoso inventario. Como van las cosas y para vivir mejor, el gobierno calderonista insiste en que los mexicanos se alumbren con velas y guisen con leña, recurran al trueque, recolecten frutos de la madre natura y cacen con piedras, porque el arco y las flechas también subieron de precio.
(Texto de Carlos Fernández-Vega,
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