domingo, 25 de abril de 2010

MUNICIPAL: A los amigos: todo

Si yo pudiera, cerraría todos los zoológicos del mundo./ Si yo pudiera, prohibiría la utilización de animales en los espectáculos de circo./ No debo ser el único que piensa así”: José Saramago

Una de los rasgos que distinguen a la especie humana de todos los seres vivos del planeta reside en la predisposición para el dominio; Darwin enfatizó los efectos de las interacciones en la evolución de las especies, identificando la capacidad de una especie para explotar a otras y prosperar en un medio de enemigos. Como si se tratara de una predisposición congénita, la especie humana transforma el medio ambiente; por un instinto incontenible, los humanos dominan a los débiles. Y en esa red intrincada de interacciones, los humanos que se dedican a la política han logrado desarrollar el sentido de la simulación, de la mentira, del histrionismo. Así, después de cuatro meses y medio de iniciada la presente administración, y sólo para cumplir el requisito, se anuncia la conformación del Consejo Municipal de Salud, el cual se constituyó con gente de Presidencia Municipal. Es decir, los incondicionales de hoy y siempre, al servicio del príncipe en turno. Sin esconder su desidia y conchudez, y de acuerdo a su extraña manía por disculparse de todo, Jaime Verdín expuso que en tal Consejo, “pudieron faltar algunos representantes de organismos sociales, pero fue porque aun no tienen definidas sus representaciones…”. Lo anterior significa que hubo falta de interés por parte de los “organismos sociales” convocados. Empero, la razón por la que se conformó tal Consejo es para atraer recursos federales con el fin de, según lo declarado por el alcalde, “hacerle frente a las principales problemáticas de la sociedad en el aspecto de la salud pública”. Lo dicho: la administración municipal, convertida en mero espectáculo. La Presidencia Municipal, no es más la “casa del pueblo”, sino el lugar donde se produce una visión alterna de la realidad. Y a partir de esa visión, los estrategas del príncipe pretenden que el dolor del pueblo se desvanezca entre las bambalinas, y que las voces de protesta se extingan en el laberinto del olvido y el ruido mediático. No importa que los episodios de violación a los derechos humanos por parte de las “fuerzas del orden” culminen en una serie de farsas espectaculares, como esa payasada de que “los índices delictivos han estado bajando consistentemente gracias a los operativos policiacos”. No obstante, mientras abajo hay dolor y sufrimiento, allá arriba, predomina la indolencia y el sarcasmo. Recientemente, los miembros del Ayuntamiento autorizaron, por mayoría, incremento a los sueldos de los funcionarios más allegados al alcalde: a) la directora de Educación Municipal, b) el Contralor Municipal, c) el director de Casa de la Cultura, d) el director del Archivo Histórico y e) su escolta personalísima. Por lo que se ve, el alcalde maneja los dineros públicos de una manera irresponsable, por decir lo menos, porque, Jaime Verdín, como empresario, nunca dio incrementos de más de 25% a sus trabajadores, tan es así, que muchos de sus empleados lo demandaron laboralmente. Está documentado que, Verdín, recurrió al manido recurso de denunciar penalmente por supuesto robo, a todo aquel empleado que tuvo el atrevimiento de demandarlo por la vía laboral, precisamente con la finalidad de asustarlos y empujarlos a desistirse de tal demanda laboral. Ahora, de manera frívola, usa los dineros públicos para favorecer a sus “colaboradores” más serviles y rastreros. No se puede pensar otra cosa, puesto que los incrementos no fueron en la misma proporción, ni tampoco se hizo a todos los funcionarios. El más beneficiado fue Jesús Zamora, director del Archivo Histórico, quien ya tiene años al servicio del clan Verdín y todo lo que ello representa; su nuevo salario mensual pasó a 15 mil pesos, o sea, tuvo un incremento del 67.4%. Así, de un solo golpe. Aquí, cabe analizar el por qué de tal aumento: Jaime Verdín está pensando en el amigo, no en el servidor público; además, es una forma de blindarlo en caso de que alguna administración municipal futura quisiera despedirlo o, para efectos de jubilación. Si ocurriera el primer supuesto, se trataría de un despido injustificado, y Zamora tendría que ser indemnizado con el salario que perciba en ese momento (90 días, que corresponden a la indemnización constitucional), más la prima de antigüedad (12 días por año laborado). Eso sin contar otras prestaciones menores. Entonces, estamos hablando de una cantidad fuerte, y quien quiera despedirlo, lo va a tener que pensar muchas veces. Por otro lado, los maestros Guadalupe Santillán y Carlos Hernández, directores de Educación Municipal y Casa de la Cultura, respectivamente, percibirán poco más de 19 mil pesos mensuales, es decir, un incremento del 51.1%. El Contralor Municipal, tendrá un ingreso de poco más de 26 mil pesos mensuales, o sea, un incremento del 25%. El alcalde, como ya se está haciendo costumbre, trató de salir en defensa de quienes se beneficiaron con jugosos incrementos en sus ingresos: por más que explicó y explicó, la nebulosa de la duda no se despejó. ¿Por qué a unos sí se les benefició y a los otros no? Sencillo: porque son sus colaboradores más serviles y rastreros. ¿Nos debería sorprender la actitud de Verdín, siendo que la corrupción está en la misma filosofía y la misma pedagogía del capitalismo que directa o indirectamente se enseña desde la cuna? En nuestro país, hace mucho tiempo que los corruptos vienen entrenados en las argucias de la dádiva y del dispendio de los dineros públicos para beneficio de unos cuantos, en el golpe bajo y en la rivalidad sucia y despiadada por el poder. Los únicos obstáculos son exclusivamente tres: no tener ni encontrar la oportunidad, carecer del ingenio para burlar el código penal y las leyes permisivas del mercado, y tener una cultura de desprecio del dinero y del poder como valores máximos sociales. No hay más. Y Jaime Verdín ha actuado en consecuencia: ha burlado esos obstáculos: ha tenido buen olfato para encontrar la oportunidad, ha sabido burlar la normatividad para satisfacer sus caprichos y, su ambición por el poder, está más que demostrado. Miembro de una clase política cleptómana, sabe que el camino hacia la corrupción queda expedito para los que se han ejercitado en la lucha por el poder, para los que están cerca del poder, y para los que, sin pertenecer institucionalmente al poder, se dedican a reforzarlo: altos funcionarios de la administración pública, y profesionales de las profesiones llamadas liberales. Todos apuntalan el sistema.

(Basado en Laura M. López Murillo, argenpress, 23/II/10, 2/III/10; Jaime Richart, argenpress, 23/II/10; a.m., febrero 11, 16 y 17, 2010).

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