miércoles, 21 de julio de 2010

MUNICIPAL: Silencio masivo

Existe un lugar hermético, al final de una espiral de silencios, en el que yacen las voces que se confinan, los motivos que se excluyen y las ideas que se marginan; y ahí, entre la multitud distante y esquiva, flotando sobre el eco de las decepciones, se percibe el letargo de las convicciones. El pueblo de San Francisco camina, no gracias al gobierno municipal, sino, a pesar de éste. Camina a pesar de los agravios que se acumulan, a pesar de los silencios que se rompen al compás de la marcha fúnebre que, con notas sombrías y melodiosas acompaña el féretro de la cadavérica democracia. La falsa “participación ciudadana” que tanto pregonan el alcalde y sus corifeos, sirven de alimento a los espesos nubarrones que en el horizonte presagian turbulencias sociales. El supuesto régimen de legalidad bajo el que vivimos es trastocado una y otra vez. La mentira y la alevosía son los matices que le dan color a cada discurso desde el gobierno municipal. La clase política de la localidad no está a la altura de las circunstancias de esta exasperante realidad; al contrario, refinan sus métodos de control social y de clientelismo electorero. El mejor ejemplo de ello es la actitud servil y tramposa de la llamada oposición priísta, que ya desde hace meses está en campaña con miras al 2012: repartiendo migajas, esparciendo promesas de un futuro inalcanzable, posicionándose como un partido “que ha aprendido de sus errores”, afinando sus estrategias de cooptación y de compra de conciencias. ¿Quién se los impide? Nadie, simplemente hacen el trabajo sucio al servicio de sus amos. Por otro lado, la actual administración, compuesta por individuos sin convicciones pero muy ambiciosos, aletargada en un clima de desencanto, se enfrenta de manera inconcebible a inconformidades de algunos elementos de Seguridad Pública quienes manifestaron a a.m. su desilusión ante el talante del alcalde, quien se ha conducido errática e insensiblemente a raíz de la toma de las instalaciones de Seguridad Pública por parte de la soldadesca, ocurrida el pasado mes de marzo: “le pedimos al alcalde que hable con verdades completas (sic), porque ha faltado a su palabra; no ha dicho nada acerca de las violaciones a nuestras garantías individuales, nada tampoco sobre nuestros derechos laborales que han sido pisoteados. Miente al decir que ‘hay una lista de elementos que tienen nexos con organizaciones delictivas’”. Una semana después, Verdín acude a las instalaciones de Seguridad Pública, visiblemente dolido por el “periodicazo”, y les suelta toda una retahíla discursiva aderezada en su ya inconfundible enredada adrenalina: “me molesta que anden soltando declaraciones a la prensa, pues eso no habla de honestidad (el burro hablando de orejas). Primero deberían agotar la posibilidad de diálogo directo… Tengan más responsabilidad civil, infórmense directamente, antes que formar teléfonos descompuestos (para este momento la adrenalina ya había causado estragos en la presión arterial del hablante). Las puertas de la Presidencia Municipal siempre han estado abiertas para escuchar, y yo no he sabido que hayan intentado hablar conmigo antes”. Verdín estaba que echaba lumbre, y no contento con lo anterior, les espetó: “sobre el Subsidio de Seguridad Municipal (Subsemun), yo desconocía de la existencia de ese programa antes de entrar a la alcaldía, así que nunca prometí entregárselos”. Además, “hay que llenar ciertos requisitos para poder recibir el incentivo económico”. La reacción del PRI no se hizo esperar, en voz de su líder –es un decir– en el municipio, hizo saber a la comunidad: “El alcalde se ha evidenciado tontamente al decir que no conocía el programa Subsemun, ¿cómo es posible que habiendo sido diputado federal, con asesores pagados, que, aunque no estaba en la Comisión de Seguridad, se supone que debió haber estado al tanto de los recursos y programas que podían destinarse a este distrito? ¿Cómo explica el alcalde que, después de haber ganado las elecciones haya tenido tres meses para capacitarse e involucrarse en las acciones de gobierno, y salga con la batea de babas de que no sabía nada del Subsemun? El responsable es él, que no quiera culpar a otros”. Resulta extraña la conducta de Verdín, quien siendo un profesional de la comunicación, debe saber distinguir entre mentira y error. Humberto Maturana dice que “todos sabemos cuando mentimos, pero no cuando nos equivocamos”. Esto es así porque el error es siempre a posteriori, como cuando uno va caminando en la calle y saluda a alguien que creyó conocer, y luego se da cuenta de que no era la persona conocida y entonces se turba por el equívoco. Uno se da cuenta del error después. Lo que significa que a pesar de que Verdín se ha equivocado, no tiene la humildad para reconocerlo. Por consiguiente, Verdín casi siempre miente, porque lo hace de una manera calculadora y a priori. Es cierto que nadie puede decir cómo “es” la realidad, pero sí podemos ponernos de acuerdo respecto de ella. Somos, como apunta Gregory Bateson, seres en-red-dándonos. Así es que aun cotidianamente el mundo en el que vivimos es un mundo de acuerdos, de articulaciones, es un mundo con, contra, junto a otros. El problema está en la creencia de que uno puede dominar a los otros reclamando para sí el privilegio de saber cómo son las cosas. Lo violento es pretender que el otro, sea como uno. Y esto último no lo entiende el alcalde. Ese es el conflicto: el de la exigencia de una versión única y totalizante.

(Fuentes: Laura M. López Murillo, argenpress, 31/V/10; Sandra H. Massoni, página 12, 2/VI/10; a.m., mayo 11, 19 y 21, 2010).

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