Existe un lugar hermético, al final de una espiral de silencios, en el que yacen las voces que se confinan, los motivos que se excluyen y las ideas que se marginan; y ahí, entre la multitud distante y esquiva, flotando sobre el eco de las decepciones, se percibe el letargo de las convicciones. El pueblo de San Francisco camina, no gracias al gobierno municipal, sino, a pesar de éste. Camina a pesar de los agravios que se acumulan, a pesar de los silencios que se rompen al compás de la marcha fúnebre que, con notas sombrías y melodiosas acompaña el féretro de la cadavérica democracia. La falsa “participación ciudadana” que tanto pregonan el alcalde y sus corifeos, sirven de alimento a los espesos nubarrones que en el horizonte presagian turbulencias sociales. El supuesto régimen de legalidad bajo el que vivimos es trastocado una y otra vez. La mentira y la alevosía son los matices que le dan color a cada discurso desde el gobierno municipal. La clase política de la localidad no está a la altura de las circunstancias de esta exasperante realidad; al contrario, refinan sus métodos de control social y de clientelismo electorero. El mejor ejemplo de ello es la actitud servil y tramposa de la llamada oposición priísta, que ya desde hace meses está en campaña con miras al 2012: repartiendo migajas, esparciendo promesas de un futuro inalcanzable, posicionándose como un partido “que ha aprendido de sus errores”, afinando sus estrategias de cooptación y de compra de conciencias. ¿Quién se los impide? Nadie, simplemente hacen el trabajo sucio al servicio de sus amos. Por otro lado, la actual administración, compuesta por individuos sin convicciones pero muy ambiciosos, aletargada en un clima de desencanto, se enfrenta de manera inconcebible a inconformidades de algunos elementos de Seguridad Pública quienes manifestaron a a.m. su desilusión ante el talante del alcalde, quien se ha conducido errática e insensiblemente a raíz de la toma de las instalaciones de Seguridad Pública por parte de la soldadesca, ocurrida el pasado mes de marzo: “le pedimos al alcalde que hable con verdades completas (sic), porque ha faltado a su palabra; no ha dicho nada acerca de las violaciones a nuestras garantías individuales, nada tampoco sobre nuestros derechos laborales que han sido pisoteados. Miente al decir que ‘hay una lista de elementos que tienen nexos con organizaciones delictivas’”. Una semana después, Verdín acude a las instalaciones de Seguridad Pública, visiblemente dolido por el “periodicazo”, y les suelta toda una retahíla discursiva aderezada en su ya inconfundible enredada adrenalina: “me molesta que anden soltando declaraciones a la prensa, pues eso no habla de honestidad (el burro hablando de orejas). Primero deberían agotar la posibilidad de diálogo directo… Tengan más responsabilidad civil, infórmense directamente, antes que formar teléfonos descompuestos (para este momento la adrenalina ya había causado estragos en la presión arterial del hablante). Las puertas de
(Fuentes: Laura M. López Murillo, argenpress, 31/V/10; Sandra H. Massoni, página 12, 2/VI/10; a.m.,
No hay comentarios:
Publicar un comentario