Se le acusa de: 1) votar en favor de la quema de las boletas de la cuestionada elección de 1988, por la que Carlos Salinas llegó a la primera magistratura del país; 2) colaborar con el gobierno salinista, al instaurar las llamadas concertacesiones, que abrieron al PAN la puerta para acceder a gobiernos estatales a cambio de aprobar reformas en el Congreso que permitieron regresiones en los ámbitos social y económico; 3) participar activamente en las negociaciones –entre 1995 y 1997– para que el Estado asumiera como deuda pública el quebranto de los bancos, que derivó en la creación del Fobaproa; 4) negociar desde el Senado, la aprobación de la ley indígena, que incumplió los acuerdos de San Andrés; 5) ser factor clave para la aprobación de la llamada ley Televisa, que luego fue echada abajo por
miércoles, 21 de julio de 2010
EDITORIAL: Diego: el abogado de la Mafia
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