miércoles, 21 de julio de 2010

EDITORIAL: La quinta dimensión

En algún lugar insólito, en la esquina sur del polígono cósmico paralelo, por los efectos de la condensación de absurdos en la atmósfera, se respiran incongruencias y extravagancias; es por eso que se invierten todos los conceptos y se distorsionan las dimensiones. Si alguna vez se ubicó al universo paralelo en los confines de la ficción, las evidencias recientes desmienten esa lejanía. Ese mundo raro donde todo está al revés no es un planeta ni una nebulosa en el espacio infinito: es una realidad alterna que impregna el ambiente terrestre. Es una dimensión inverosímil donde el pensamiento se desplaza en elucubraciones incesantes y furtivas; quienes se instalan en ese entorno están condenados a vivir fuera de la realidad. ¿Ejemplos? Jaime Verdín es un habitante distinguido del universo paralelo donde las prioridades carecen de sentido y las insignificancias adquieren una importancia extraordinaria. Los efectos de la atmósfera enrarecida que se respira en la dimensión alterna son irrefutables. Un dato solamente: el alcalde se vio presionado a “renunciar” a Fabián Zamudio como secretario de Ayuntamiento porque de plano se hartó de las constantes quejas en contra de éste. La gota que derramó la bilis del primer panista municipal ocurrió en la sesión del Cabildo del pasado 5 de mayo, cuando la regidora Patricia Orozco, esposa de Toño Salvador, quien, apoyada por el tenebroso Ismael Brizuela, puso contra la pared al propio Verdín, a Zamudio y a Rodolfo Aguirre, al leer un escrito de inconformidad acerca de que las actas del Cabildo han sido firmadas por la mayoría de los regidores sin detenerse a leer su contenido, es decir, las han firmado a lo “puro güey”. No es difícil imaginar la cantidad de saliva que se gastó en casi dos horas discutiendo sobre tan importantísimo asunto. Zamudio, que no es militante panista, tenía contados sus días como secretario de Ayuntamiento: una semana después, mediante un extraño y maloliente movimiento, se permutan las posiciones: Rodolfo Aguirre pasa de síndico a secretario de Ayuntamiento, y Zamudio, pasa a ocupar el cargo de aquél. Los priístas, jubilosos, ante lo que llamaron “un avance democrático de primer nivel de esta administración”, dieron “su voto de confianza”. Verdín, como ya es costumbre, se fue de la lengua y dijo: “el enroque estaba previsto desde que se instaló el Ayuntamiento 2009-2012, era algo que se había hablado con anticipación entre (los miembros) del Ayuntamiento, pero por diferentes factores no se hizo el cambio antes… para nadie es desconocido que desde la campaña, Rodolfo Aguirre se convirtió en mi macizón, en mi mero-mero, por eso le pedí su cercanía en la Secretaría y ahora se oficializa”. ¡Oh, Santa Barba del Crucificado! ¿Y por qué esperó que pasaran siete meses para hacerlo? Francisco Fernández, el gris dirigente del priísmo local, aprovechó el resbalón de Verdín, y sentenció: “Entre líneas, lo que el alcalde Jaime Verdín quiso decir es que Fabián Zamudio no dio el ancho en las tareas encomendadas y con estos cambios, no se puede esperar tampoco un progreso amplio… además, la figura del síndico es un puesto de elección (popular), es incluso más poderosa que la del secretario, porque este último no tiene voz en el Ayuntamiento”. Lo anterior va en sentido contrario a lo declarado por los regidores priístas que, como se ha visto, se han convertido en un soporte esencial para “el gobierno” de Verdín. Y así, mientras Verdín deambula perplejo y perdido en su propia dimensión, la cifra de delitos culposos y dolosos se mantiene incontenible en el municipio; el repudio tiende a generalizarse alimentado por los constantes e inconstitucionales operativos con fines recaudatorios ya sea sobre la verificación a los vehículos de motor, o sobre el uso de casco en los motociclistas, o sobre la portación de licencia, o sobre los antros en que se comercia carne humana, etc.; enfrentamos la realidad de la jodidez galopante por la crisis del capitalismo que se ahonda y, este rincón del estado no es la excepción. Queda claro que la polarización social trasciende el ámbito económico porque envuelve mundos y realidades excluyentes: quienes caminamos con los pies en la Tierra somos inmunes a los absurdos, pero en las alturas del poder se respiran extravagancias y se distorsionan todas las dimensiones.

(Fuentes: Laura M. López Murillo, argenpress, 11/V/10; a.m., mayo 6, 13 y 14, 2010).

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