El cruento asalto emprendido en la noche del 30 de mayo por militares israelíes contra una flotilla de seis embarcaciones que se proponía llevar ayuda humanitaria a la cercada población de Gaza –que dejó un saldo de 19 activistas muertos y decenas de heridos– es consecuencia de los inaceptables márgenes de impunidad que Estados Unidos y Europa occidental han otorgado al régimen de Tel Aviv para que cometa toda suerte de crímenes de guerra, atropellos y violaciones a los derechos humanos, no sólo contra los palestinos, prisioneros en su propia tierra, sino también contra cualquier expresión de solidaridad para con ese infortunado pueblo. Los gobernantes israelíes saben que pueden cometer cualquier delito, en cualquier lugar del mundo, sin que ello les acarree consecuencias negativas.
Tal es la circunstancia en la que se produjo la agresión, en aguas internacionales del Mediterráneo, contra
Como es su costumbre, la propaganda oficial israelí presentó a los agredidos como agresores y los acusó de haber “atacado, golpeado y apuñalado” a los efectivos castrenses que tomaron por asalto las embarcaciones y dispararon indiscriminadamente contra quienes se encontraban en ellas.
Tales falsificaciones propagandísticas muestran claramente que el ataque contra las embarcaciones humanitarias no fue un caso aislado de descontrol, sino consecuencia de una decisión de Estado a la que no se le puede ver más propósito que descarrilar los esfuerzos diplomáticos que venían realizándose con miras a aliviar, así fuera en una mínima medida, la ocupación depredadora en Cisjordania y el cerco israelí contra Gaza, cuya población ha venido padeciendo actos de genocidio que evocan, de manera inevitable, la circunstancia terrible de los judíos que fueron hacinados y masacrados por los nazis en el gueto de Varsovia.
La indignación mundial generada por la agresión contra
Las notas diplomáticas deben ser remplazadas por sanciones políticas y económicas concretas, así como por acciones judiciales orientadas a llevar a los gobernantes de Israel a las instancias internacionales de justicia. Cabe recordar, en este punto, la doble vara que ha caracterizado la conducta de las naciones ricas de Occidente, las cuales arrasaron a Irak y a Serbia, y sometieron a juicio a sus ex gobernantes, por atrocidades no muy distintas de las que Israel ha cometido en
Si Washington y
(Editorial de
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