lunes, 13 de julio de 2009
Mentiras, sólo mentiras
De nueva cuenta, Toño (el príncipe que fenece), cuya estrella ve opacarse conforme se acerca su final, está furioso, porque no acepta que se le toque ni con el pétalo de una crítica. Toño, un individuo cuyo futuro político está poblado de nubarrones, está furioso porque se siente “atacado”; él, que (para sus adentros) “ha sido un buen gobernante”; él, que se ha sacrificado por este pueblo ingrato y malagradecido. ¿Por qué sus fibras se exasperan al menor rozón? ¿Por qué se le inflaman las arterias y le sube la presión cuando su “probidad” se pone en duda? ¿A quiénes protege, de qué tiene miedo, por qué estalla en furia en contra de quienes lo cuestionan? Su más reciente queja: un grupo de amigos utilizaron a “verdaderos profesionistas” integrados en Colegios, para perjudicar su “buena imagen” con fines políticos, al publicar a media plana a nombre del Consejo Coordinador Regional (CCR) “groseros señalamientos” sobre el gasto de 30 millones de pesos en las instalaciones de SAPAF. Desde la óptica de Toño, el CCR tomó prestada la palabra y reputación de los representantes de algunos colegios, sin contar con su autorización que respaldara la “publicación de falsedades” (sic) el domingo 21 de junio. Toño recalcó sobre la falta de responsabilidad de los integrantes del CCR, sobre todo de quien los representa, Juan Olivares Rocha, quien en tiempos políticos -¿qué tiempos no son políticos?- publica “una serie de mentiras y falsedades” para perjudicar a la actual administración. ¡Oh, cuán delgada tenéis vuestra piel querido Toño! ¿Cuánto le va a tocar de esos 30 milloncetes al buen Toñín? En su desplegado, el CCR llama al Ayuntamiento a detener la obra de remodelación y ampliación de las oficinas del SAPAF, porque “habiendo tantas otras necesidades de prioridad en la localidad, se van a gastar 30 millones de pesos”. Ya entrado, Toño se lanza contra el CCR: “hay una intencionalidad en ese grupo de amigos, que utilizaron el nombre y reputación de diferentes colegios para sus fines políticos. Además, ¿por qué no ha pedido su registro oficial como CCR, de manera que se tenga la certeza de que están debidamente registrados?”. Nótese lo truculento y morboso que es nuestro príncipe, no va al fondo del asunto que se plantea, es decir, sobre la inversión de esos 30 millones en SAPAF en tiempos crisis, de carencias y de malos servicios, sino que se va a la yugular del organismo que simplemente hace el señalamiento y que a sus planteamientos Toño les llama “falsedades”; sin ocuparse de desmentir punto por punto lo planteado por el CCR; además, para Toño, “los verdaderos profesionistas” son aquellos que son sus “amigos”, los otros, “tienen intereses partidistas y no les importa el progreso de San Francisco”. “Si el CCR quisiera ayudar al desarrollo de San Francisco y realmente contribuir a un beneficio -dice Toño-, ¿cómo es que desde el inicio sólo se la han pasado criticando, sin respaldar acciones (sic)?”. Y aquí sale el peine: Toño y sus secuaces no pueden prescindir de sus prejuicios a la hora de analizar cualquier asunto que se plantea, y en este caso, no podía ser la excepción: “Los que deben ser apolíticos, propositivos y sin dejarse llevar por apasionamientos, al pretender supuestamente ver por el desarrollo y el progreso de la región son los miembros del CCR, y sin embargo, en lugar de informarse y conocer de primera mano qué se hace en SAPAF, se lleva por efervescencias políticas, rompiendo su credibilidad”. O sea que, Toño termina “su” administración peleado con todos y por todo. ¡Cómo cambia el poder a las personas! ¿No fue este el mismo Toño que se presentó al inicio de la administración como un “alcalde sobrio, ecuánime, calculador y sensible a cualquier planteamiento o problema”? ¿Qué sucedió de entonces a la fecha? ¿Mucho dolor porque se acaba la ubre, o es por el exceso de prozac para mantenerse “en equilibrio emocional”, o es que está mal aconsejado por el perverso y torvo Ismamael Narizuela? Para apuntalar a su jefe en apuros, José Luis Chagoya López, director del SAPAF, declara sobre la “irresponsabilidad” de Juan Olivares Rocha y de Mayo del Moral, porque con personas o dirigentes así, “pierde San Francisco” (sic), debido a que confunde a la opinión pública. Juan Olivares, no se quedó callado: “Lástima de la investidura de alcalde, porque le faltan pantalones, al asegurar que tomamos nombres indebidamente, de contadores, ingenieros, arquitectos y que ha recibido llamadas de que no aceptaron la publicación, cuando la realidad es que tuvimos la aprobación de las respectivas instituciones y si trata de desacreditar echando mentiras, eso indica que le faltan pantalones… aunque no me extraña, porque la ignorancia la ha demostrado desde el inicio”. Toño, y su maquiavélico secretario particular, Ismamael Narizuela, rápido soltaron la jauría de rastreros y abyectos: consiguieron las aportaciones de dos panistas para echarle tierra al CCR: a) Juan Carlos Muñiz Felipe, supuesto presidente del Colegio de Médicos, que cobra en el DIF municipal y que fuera destituido del cargo de secretario de ayuntamiento en la administración 2000-2003 por su ineptitud, envió un oficio a Presidencia Municipal para “aclarar” que él no dio su firma para el citado desplegado: “el Colegio de Médicos es un órgano sin fines políticos o partidistas –dice en su escrito–, y que en ningún momento será factor de fricción entre autoridades y población. A la luz de los acontecimientos no estamos en condiciones de emitir un juicio adecuado en cuanto al caso del proyecto SAPAF”; b) Juan Gerardo Carranza, vocal del Club de Leones, personalmente habló con Toño para “explicarle” que, ellos no estaban de acuerdo con el desplegado porque “no se tenían los elementos suficientes para tomar una decisión de aprobación o desaprobación a la construcción del nuevo edificio del SAPAF”. Y, para cerrar la pinza, el también panista Miguel Ángel García Palafox –quien se va a llevar su buena tajada en la remodelación de las instalaciones de SAPAF–, presidente del Colegio de Arquitectos, lamentó el desprestigio a que ha llegado el CCR “porque en su conformación, siempre se tuvo la finalidad de proponer, desarrollar y hablar como un todo en beneficio de la sociedad, no por volver personales los conflictos con alguien”. Y abundó: “Yo, así como el Colegio de Arquitectos, jamás hemos emitido dictamen alguno sobre la construcción del nuevo edificio del SAPAF”. Además, “como consejero del CCR –dijo García Palafox–, he considerado proponer a los demás consejeros de los diferentes colegios, agrupaciones y clubes, que Juan Olivares Rocha sea cesado del cargo. Porque aparte la calidad y nivel de sus declaraciones contra el presidente municipal, no van acordes a un organismo que antes que nada respeta y busca el mecanismo correcto al diálogo y la información”. Finalmente, a los regidores panistas les tomó cinco días para responder a “las falsedades” del CCR; mezquinos e indignos, Marcelo Salas y Érica Aguirre le respondieron de manera personal a Juan Olivares (a.m., junio 26): “Así como a nombre del CCR, Juan Olivares Rocha pidió al Ayuntamiento que tomaran decisiones conforme a ‘su buen juicio, sereno y desapasionado razonamiento’, es que ahora los miembros del Cabildo le requieren que se informe y sea honesto con él mismo y con la gente, porque está visto que hizo una serie de suposiciones que no existieron”. ¿Por qué el enojo de Toño? En el fondo de la cuestión está el hecho de que el alcalde a) tiene un criterio muy chato, y una forma de razonar cuadrada y rígida, de ahí su ignorancia y su talante autoritario; b) desde un principio estuvo celoso de la actividad del CCR, de su poder de convocatoria, que, en su paranoia, el alcalde lo vio como un contrapoder; c) no soporta el señalamiento, venga de donde venga, por eso su reacción es desproporcionada y escandalosa; d) en su desesperación, se valió de sus amigos panistas para desprestigiar no sólo a Juan Olivares sino al CCR, que, parecía navegar con impulso propio, hasta que apareció el Führer Toño I; e) no toleraría que el CCR tuviera como cabeza visible a Juan Olivares, personaje que, aun no siendo panista, su reputación creció a tal grado que se convirtió en un referente obligado por sus opiniones basadas en cifras y tendencias relacionadas con la economía y políticas de gobierno principalmente, sustentadas no sólo desde su percepción, sino, derivadas de las que dan a conocer las propias autoridades. Creemos que una vez más, Toño mostró el cobre: intolerante, cerrado y prejuiciado. Peor no podía terminar la presente administración.
(Fuentes: a.m., junio 23, 24, 25, 26, 2009).
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