lunes, 19 de septiembre de 2011

REFLEXIÓN: Adversarios y aliados del imperio/II y última

Presión sobre los aliados. Estados Unidos ejerce su liderazgo imperial con la resignada aprobación de Europa y Japón. Este aval ha sido muy visible en la crisis económica de los últimos años. Cada encuentro entre presidentes para ajustar medidas de socorro a los banqueros fue sucedido por reuniones de seguridad, auspiciadas por el Pentágono. En estos cónclaves se definieron las prioridades del imperialismo colectivo.

Japón mantuvo su status político subordinado a las necesidades del Departamento de Estado. Esta actitud surgió al concluir la Segunda Guerra y se atenuó posteriormente, pero nunca evolucionó hacia formas de administración más autónomas. Por esta razón, los conflictos comerciales y financieros con la primera potencia siempre tuvieron desenlaces desfavorables para los nipones.

El status de Europa es muy distinto, pero se encuentra también condicionado por el despliegue de bases militares yanquis, en todos los puntos estratégicos del Viejo Continente. Estados Unidos impuso desde la posguerra relaciones iniciales de subordinación (Alemania), dependencia (Italia), asociación (Gran Bretaña) y también enfrentó tensiones (Francia). Este cuadro tuvo una evolución muy dispar hasta la creación de la Unión Europea.

A partir de esta asociación se ha forjado un nuevo escenario asentado en la existencia de una moneda común y el afianzamiento de un gran tejido comercial, financiero y productivo. Pero la Unión no ha logrado construir su propia estructura militar y tampoco comparte una orientación diplomática externa común. La influencia europea en Medio Oriente y Asia Central decrece y no se han establecido relaciones estrechas con Rusia. Esta impotencia deriva del enanismo militar que se auto-impone la Unión Europea, al mantenerse bajo el paraguas de la OTAN.

Esta irrelevancia salió a flote durante la guerra en la ex Yugoslavia (1999). Estados Unidos fijó los ritmos y las modalidades de la intervención externa, en el primer conflicto militar de proporciones dentro de Europa desde la Segunda Guerra. Estas acciones se articularon bajo el mando del Pentágono, luego del fracaso de todas las mediaciones ensayadas por las potencias del Viejo Continente. Las tropas que enviaron estos países se adaptaron también a las directivas estadounidenses.

La misma sumisión militar volvió a observarse en todas las negociaciones encaradas con el ex bloque soviético. Mientras que Bruselas dirige las decisiones de ingreso a la Euro de cada candidato de Europa Oriental, Washington determina cuántos misiles deben desplegarse en Polonia, el Báltico y la República Checa.

La impotencia bélica europea tiene manifiestas consecuencias en el plano económico. Como los capitalistas advierten quién es su real protector en las situaciones de crisis, se recuestan sobre el dólar y los bonos del Tesoro. Esta preferencia acentúa a su vez las debilidades europeas para gestionar la crisis, manejar la deuda pública y modificar la política conservadora del Banco Central Europeo (que obstruye con altas tasas de interés la integración productiva continental).

El test de la proliferación. Todas las tendencias y contradicciones que rodean a la supremacía imperial estadounidense se verifican en los debates sobre la proliferación de armas atómicas. Estados Unidos ya no afronta perspectivas de guerra nuclear con otras potencias. La confrontación con la ex URSS ha desparecido, pero se ha creado un nuevo problema con el comercio de ese ar mamento. La prioridad del Departamento de Estado es la contención de ese explosivo intercambio y la estricta supervisión estadounidense de esta actividad.

Como ya existen nueve países con arsenal atómico (Estados Unidos, Rusia, China, Gran Bretaña, Francia, Israel, Pakistán, India y probablemente Corea del Norte), resulta casi imposible un bloqueo total de la proliferación. Por esta razón el Pentágono ha centrado todas sus exigencias en el control.

Esta supervisión no guarda el menor parentesco con la pacificación. Lo que está en debate es la racionalización y no la disminución del número de bombas. Mientras se negocia la reorganización del arsenal mundial se están desarrollando nuevos artefactos (X-51), que alcanzarían a cualquier país en menos de una hora. También se ultima el funcionamiento de un submarino, que transportará 6 bombas nucleares. Lo que se discute siempre es el destino de las ojivas obsoletas y no el uso de sus equivalentes almacenados8.

El Pentágono busca acelerar también estos acuerdos, puesto que perfecciona la amenaza nuclear con nuevos desarrollos de fuerzas convencionales. En la medida que asegure su control del ajedrez nuclear, podrá desenvolver esos armamentos, que constituyen su apuesta estratégica para el próximo período9.

Un punto conflictivo es el blanqueo de las 200 cabezas nucleares que tiene Israel. Este reconocimiento es una prenda de negociación para someter a todos los países a las nuevas reglas de Washington. Como el estado sionista es también el principal artífice de un eventual ataque aéreo a las instalaciones nucleares de Irán, su caso ha quedado circunscripto a un tratamiento especial. Israel no quiere rivales en la disuasión atómica de Medio Oriente y tiene en la mira ese eventual bombardeo, antes de la maduración del proyecto nuclear de Teherán.

Este ataque se mantiene como opción, mientras Estados Unidos juega la carta diplomática, para disuadir a Irán de su desafío atómico. El método de presión de los estadunidenses para forzar este desarme se parece mucho al practicado por Bush con Irak. Resoluciones de la ONU condenando al país, exigencias de apertura a las inspecciones internacionales y finalmente, algún ultimátum de rendición. Para realizar este chantaje cuentan con la estrecha colaboración de Alemania y España.

Pero Estados Unidos necesita comprometer a Rusia y eventualmente a China en el cerco contra Irán, para tornar asfixiante esta presión y bloquear las transferencias de tecnología. Ambas potencias exigen fuertes contrapartidas a cambio de esa complicidad. Por esta razón, se han ensayado otros caminos de mediación, a través de Brasil y Turquía.

Estados Unidos necesita, además, el concurso de otros socios para ordenar la situación de ciertos aliados –como India y Pakistán- que han evitado suscribir el tratado de No Proliferación. Un conflicto entre ambas naciones podría derivar en el uso del material nuclear. Pero aquí el Pentágono acepta jugar con fuego, puesto que ambos países integran el círculo íntimo de sus aso ciados.

En cambio, las exigencias sobre Corea del Norte aumentan día a día. El Departamento de Estado busca imponerle a ese país una cuarentena más severa que a Irán, ya que su desarrollo atómico le permite comercializar algunas franjas menores del explosivo armamento. Este hostigamiento es permanente y requiere un activo concurso de China, que el gigante oriental mantiene en reserva.

Todas estas peripecias en torno al arsenal nuclear retratan la situación actual de la dominación imperial estadounidense. La primera potencia ejerce activamente la supremacía militar y busca reafirmar ese poderío contra cualquier adversario existente o potencial. Somete a Europa y Japón, negocia con Rusia y China, fija el calendario de las ofensivas y de los blancos.

Estados Unidos refuerza, por lo tanto, su papel de gendarme para contrarrestar los desafíos de viejos enemigos, nuevos adversarios y tradicionales aliados. Intenta bloquear el ascenso de las economías en crecimiento, mediante la cooptación de ciertos países y la presión militar sobre otras naciones. En todos los casos, ejerce un liderazgo imperial para asegurar la subordinación de sus asociados. Pero cada acto de reafirmación de ese poder enfrenta mayores y condicionamientos. Estos obstáculos se verifican en las zonas más calientes del planeta.

(Texto de Claudio Katz, rebelión, 18/VI/11).

Bibliografía: 1) Chomsky Noam, Genocide denial with a vengeance, Monthly Review, vol 62, no 4, september, 2010; 2) De Pauw Freddy, Patriotes, Ossetes et petrole, Inprecor 541-542, septembre-octobre, 2008; 3) Fiori José Luis, O poder global e la nova geopolitica das nacioes, Editorial Boitempo, 2007, Sao Paulo; 4) Johnson Chalmers, ¿Es posible la liquidación imperial en el caso de USA, rebelion.org, 24/V/07; 5) Johnson Chalmers, El significado del imperialismo, prodavinci.com, 27/I/09; 6) Katz Claudio, Las tres dimensiones de la crisis, Número 37/38 de la revista Ciclos en la historia, la economía y la sociedad, Año XX, Vol. XIX, 2010, ISSN 0327-4063, Buenos Aires, FIHES-IDEHESI; 7) Katz Claudio, Crisis global: las tendencias de la etapa, Aquelarre, Revista de Centro de la Universidad de Tolima, Colombia, vol 9, no 18, 2010; 8) Klare Michael, Guerre du Caucase, Inprecor 541-542, septembre-octobre, 2008; 9) Nanga Jean, Aprés cinquante ans d´independance, Inprecor 562-563, juin-juillet, 2010; 10) Tokatlian Juan Gabriel, Estados Unidos persiste en el error, Clarín, 16/XI/10; 11) Zinn Howard, Foreword, in Lends Sydney The forging or the American empire, Pluto Press, Canada, 2003.

Notas:

1 En el video “Collateral Murder”, filtrado por wikileaks en abril de 2010, se observa cómo operan este tipo de asesinatos de personas (y periodistas) que caminaban pacíficamente por una plaza. Ver: collateralmurder.org.

2 Una de estas firmas (Blackwater) ha extendido con otro nombre (Xe Services) su oferta de trabajos sucios a la actividad civil, La Jornada, México, 1/X/10.

3 Un informe de estas tensiones en Página 12, Buenos Aires, 25/VII/10.

4 Un análisis en La Nación, Buenos Aires, 5/IX/10.

5 Un informe en The Guardian-Clarín, Buenos Aires, 17/VIII/10.

6 La caracterización de estas estrategias es expuesta por: Arrighi Adam Smith en Pekín, Akal, 2007, (cap 10).

7 Este análisis plantea: Hung Ho-Fung, China: ¿la criada de Estados Unidos?, New Left Review no 60, 2010.

8 Ver: Almeyra Guillermo, El desarme nuclear de Obama, La Jornada, México, 18/IV/10.

9 Ver: Weltz Richard, Obama entre el desarme y la supremacía atómica, Clarín, Buenos Aires 11/IV/10.

No hay comentarios:

Publicar un comentario