domingo, 21 de marzo de 2010

MUNICIPAL: Paseos y avenidas

En algún lugar de la realidad, las costumbres han configurado la geografía social donde coexisten los vicios y las virtudes; por eso, existe un espacio para todas las expresiones de la condición humana, desde las sublimes hasta las perversas... Históricamente, todas las sociedades han reconocido la existencia de diversos grupos, con funciones específicas y expresiones distintivas. Así surgieron los ámbitos identificados por la antropología social: el clero, la milicia, la política, la academia, la cultura y el pueblo, pero también surgió la ilegalidad. Circunscrita a las zonas de tolerancia, la esfera de la ilegalidad albergó a indigentes y mendicantes, vagos y maleantes, delincuentes y viciosos. Y si la ilegalidad es pariente cercano de la irregularidad, entonces ahí tenemos el resultado de la falta de atingencia en el trabajo que realiza la presente administración municipal: a tan sólo 37 días de haber inaugurado el llamado “distribuidor vial del Rincón”, se han registrado varios accidentes: cinco entre el 21 de enero y la madrugada del 22. Las causas: exceso de velocidad de los conductores, falta de señales viales, grava suelta, pésimo alumbrado público. Trastabillándose, el alcalde se hizo bolas y emitió una serie de ideas contradictorias con las que de plano manifestó que a él no se le podía señalar como responsable, que mejor le buscaran por otro lado. Esto fue lo que dijo (a.m., 22/I/10): “El Municipio debía trabajar en la atención social y deslindarse de la responsabilidad que podría suponerse tiene la obra, pues la obra no ha sido entregada a responsabilidad y control municipal. A la fecha, aunque se haya abierto al servicio de la comunidad, la obra sigue estando en manos y obligación de la empresa (constructora)”. Aprovechando el resbalón del alcalde, el priísmo en voz de Francisco Fernández, dirigente municipal, consideró que “el alcalde Jaime Verdín está evadiendo la responsabilidad que le es implícita en el distribuidor vial, desde el momento que accedió al capricho del gobernador de inaugurar la obra si aun no estaba concluida”. Y se dio vuelo: “Quién va a cubrir los gastos por los daños automovilísticos a todos los que se accidentaron… es conveniente que el Municipio vaya exigiendo un seguro que cubra estos daños… no se vale que la autoridad simplemente se desmarque o se deslinde de sus responsabilidades cuando está para cuidar a la ciudadanía”. Dos días después, luego de haber sido convencido por sus asesores, Jaime Verdín reviró con esta monada: “Acepto y agradezco las críticas y sugerencias del presidente del Comité Municipal del PRI, pero le pido que no pierda de vista que algunos accidentes se debieron al exceso de velocidad y a la falta de atención a los señalamientos que hay en el distribuidor vial… Hago pública mi intención para que estos temas u otros que sean de interés para el PRI, los platiquemos y los podamos resolver… Las puertas de la Presidencia Municipal están abiertas a la atención de todas las personas y ciudadanos que quieran cosas buenas para San Francisco”. Casi dos semanas después, se da a conocer que será hasta mediados de marzo cuando “formalmente se haga entrega del distribuidor vial al Municipio” (El Heraldo de León, 3/II/10). Pero la perversión no sólo se manifiesta en el ámbito de la irregularidad o lo ilícito: se han realizado abusos aberrantes bajo la aureola de lo “políticamente correcto”, porque los seres humanos tenemos una extraña aptitud: somos capaces de crear y percibir lo sublime, pero también somos aptos para la degradación; y ésta no tiene límite. Y en San Francisco, como en muchos lugares, hace falta un liderazgo real, una figura de autoridad capaz de reconocer la diversidad social, que establezca los límites de los paseos y avenidas. Una autoridad honesta, que, por ejemplo, no engañe a la población, como cuando el alcalde Jaime Verdín, haciéndose el chistoso, y a sabiendas del repudio de los vecinos de la calle Obregón y calles aledañas sobre la instalación de la Agencia Federal de Investigación (AFI) en la vieja casona que antes ocupó el IMSS, frente al internado “Julio Orozco Sáinz”, declaró (a.m., 26/I/10): “ningún ciudadano ha presentado por escrito alguna inquietud al respecto”. En una actitud francamente ruin y cuevera, Verdín justificó tal cambio de la AFI al centro de la ciudad, porque “se trata de un asunto que no es competencia municipal”. Así es como responde al diálogo con “quienes quieren cosas buenas para San Francisco”. Así es como se teje la telaraña de la mentira y la falsedad. Desde el despacho privado del alcalde se traza las tendencias, y desde ahí se emiten las actitudes y los criterios predominantes; por eso, en todos los bastiones del poder se refleja la imagen de un alcalde débil y temeroso de asumir con gallardía su responsabilidad. Cada administración municipal inicia con un lema que pretende englobar las aspiraciones del proyecto gubernamental, cada trienio surge un nuevo logotipo para la administración municipal y el criterio del alcalde se instituye como el dogma de la administración. En la presente, la improvisación es el sello de la casa. Ahí está como ejemplo el convenio entre la actual administración municipal y la inútil Procuraduría de los Derechos Humanos, con el propósito de brindar “capacitaciones y trabajo de comunicación para evitar que se presenten problemáticas de excesos o faltas que involucren daños o afectación a la población”. Es decir, se trata de convenios de saliva, porque todo va a seguir igual: es difícil romper las inercias de tantos años de vicios y distorsiones. La millonaria deuda de casi tres millones de pesos al IMSS, confirma lo anterior: la tesorera municipal reconoció que debido “a una mala integración de los salarios de los trabajadores tanto en la administración del siempre bien recordado Pepe Velázquez, como en la de Toño Salvador”, se llegó a incumplir con los dictámenes fiscales de esas administraciones. Sin mencionarlo por su nombre, la tesorera arguyó que se trató de una “soberana transa”. Rápido y con un buen presupuesto, ubicada a la diestra del poder, la Dirección de Comunicación Social se encarga de divulgar el matiz con el que habrá de percibirse y comprenderse la realidad. Mientras, José Luis Chagolla, ex director del SAPAF, desmiente al Contralor Municipal con respecto del supuesto despido del que fue objeto y, retando al demagogo Jaime Verdín le recuerda que el nuevo Consejo de SAPAF no fue integrado el pasado 2 de febrero, tal y como estaba previsto.

(Fuentes: Laura M. López Murillo, argenpress, 6/X/09, 13/I/10; a.m., enero 22, 24, 26, 27 y 28, 2010; 6/II/10).

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