En algún lugar inmutable, cuando los mecanismos del poder se desencadenan, los especímenes de una subespecie emergen del inframundo, envilecen el aire respirable y corrompen el entorno... El 2010 adquiere una especial importancia en el devenir histórico: se conmemoran el bicentenario de la lucha independentista y el centenario de la gesta revolucionaria, pero también se inicia una contienda encarnizada por el poder cuya culminación consolidará a la élite gobernante. Los movimientos están a la orden del día: desde Miguel Márquez, que, tocado por el dedo de Oliva, cree que tiene los tamaños para llegar a ser gobernador; hasta los representantes de las familias caciquiles de San Francisco quienes, atrincherados en el PRI, ya han sido ventaneados como posibles candidatos para el no tan lejano 2012. En el PAN, las pugnas internas no dan espacio para que surja algún liderazgo. La reconfiguración de la geografía política ha iniciado: los especímenes de la infraespecie política se aprestan a invadir el entorno social, algunos han cambiado de piel y convicciones en el imperativo afán de incorporarse al estrecho círculo del poder. La partidocracia se dispone a fortalecer sus huestes y despliega todos los argumentos posibles para atraer a los ingenuos e incautos que detentan un grado extraordinario de oportunismo y ambición. Así, nuestros abnegados próceres tratarán de mantenerse muy activos, ya anunciando la construcción de nuevas vialidades, ya inaugurando “magnas obras” como pavimentación, bacheo, colocación de topes, introducción de agua potable o rehabilitación de centros comunitarios, etc., todo con el afán de que en el imaginario popular quede la idea de que en esta administración sí se trabaja a favor del tan sobado “bien común”. En ese sentido, y ávido de reflectores, el alcalde dio a conocer en días pasados, mediante su amigo J. Salvador Jiménez Longoria, Contralor municipal, que cumplió con la obligación de rendir su declaración patrimonial; aunque el contenido de tal declaración es un misterio. Es decir, se ignora a cuánto ascienden los activos del licenciado Verdín, aunque eso sí, dijo que con su acción, abona a la transparencia y a la honestidad de “su” gobierno. Por cierto, de la primera dama, presidenta del DIF municipal, no se dijo nada con respecto de sus bienes. Otro misterio. Sin embargo, la maquinaria partidista se ha echado a andar: durante la tregua navideña se abrieron las puertas del panismo rampante y excluyente para reclutar simpatizantes con el fin de revertir los estragos del repudio generalizado. Hoy por hoy, en la víspera de la contienda de doce gubernaturas, en la penumbra del mercantilismo electoral se fraguan desconcertantes alianzas del PAN y el PRD –en 2009 el PRI y el PRD se coaligaron hacia la obtención de varias alcaldías en nuestro estado, una de ellas, la ciudad de Guanajuato– confirmando la veleidosa naturaleza de las convicciones partidistas y la ausencia total de ética en la política. La partidocracia y la clase gobernante concentran el repudio social porque no han respondido a las expectativas de la ciudadanía, porque el Estado no ha cumplido la encomienda primigenia, porque entre las líneas de la reforma del Estado yace la intención oculta de seguir prolongando el actual régimen oligárquico, porque el ejercicio de la democracia se ha tergiversado en vulgares concertacesiones, en fin, porque todo apesta. En sus afanes grandilocuentes, convencido de que pasará a la historia como uno de los mejores alcaldes de las últimas décadas, Jaime Verdín anunció con bombo y platillo que el día 15 de enero “quedó escrita una nueva historia” con “el rompimiento del candado de la puerta central de lo que fue el Centro de Salud Urbano”. “Algo histórico”, murmuraron sus colaboradores tratando de quedar bien con el preciso. Aunque al momento de cerrar esta edición (7 de febrero), todavía no se concretaba sobre el destino que tendrá el inmueble, por lo pronto, el lugar luce limpio desde el exterior. Verdín, no dejó pasar la ocasión para sustentar su dicho de que “él sí cumple”: “ya han pasado dos administraciones –el alcalde se cuidó de no involucrar a la de Eduardo Arroyo– y la que yo encabezo es la primera en tomar cartas en el asunto”. “Este edificio tiene un valor histórico, y es una lástima que esté en total abandono desde hace diez años –aquí ya incluyó a la administración de Arroyo–, pues perdió el valor y se convirtió en un problema de salud pública… pero ahora la situación es diferente”. ¿Para qué piensa que será utilizado el inmueble?, se le preguntó al alcalde; pues, “sería un buen lugar para albergar el Museo de
(Fuentes: Laura M. López Murillo, argenpress, 19/I/10; a.m., enero 15 y 19, 2010; El Heraldo de León, 16/I/10).
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