lunes, 4 de octubre de 2010

EDITORIAL: La vaciedad de los discursos

Ante la inoperancia para ofrecer soluciones reales y no ficticias y demagógicas a la situación de crisis crónica de la sociedad civil y de la clase política, en nuestro estado y en el municipio, la ausencia de un discurso político en la izquierda, en la derecha y en los sectores llamados nacionalistas y progresistas, conlleva tratar al que sostiene una posición ideológica contraria, como un enemigo a liquidar o a temer para que no llegue a ejercer el poder de las instituciones pseudo-democráticas, o se le permita estar en un segundo plano en ellas sin molestar mucho, como ha hecho la derecha en San Francisco, llámese PRI o PAN, que, para efectos prácticos, son una y la misma cosa. Así han actuado tales partidos políticos, con estrategias de miedo ideológico al contrario, como si las diferencias entre las formas de hacer gobierno por parte de ellos fueran muy distintas, como si no se dieran cuenta que han actuado en el sentido contrario al interés de las mayorías, es decir, como desintegradores de la armonía social de San Francisco, pero cohesionados para mantenerse en el poder.

Cuando hay carencia de propuestas políticas congruentes, y se hacen discursos de utopías ficticias, la única alternativa es el desprecio y la denigración política y mediática del contrario. El PAN y sus aliados radicales de la ultraderecha ligada a la cúpula de la iglesia católica de esta diócesis, se han otorgado unos privilegios desde los cuales se dedican a destruir la democracia constitucional para fabricar entelequias territoriales y políticas que atentan contra la multisecular unidad y la identidad histórica de Guanajuato y de San Francisco. Ante una de las más graves crisis moral y política, social y cultural, económica e institucional de Guanajuato, y por ende, de San Francisco, en esta primera década del siglo XXI, a los que han ejercido el poder político y económico, sólo les queda el instrumento de la dilación y la traición de los consensos, que son los recursos habituales de las ideologías acabadas y peligrosas para el bienestar de la sociedad en general, con tal de perpetuarse en el poder.

La vaciedad de los discursos de la clase gobernante, junto a los trasnochados discursos de los que se asumen como herederos de la revolución de 1910, no se sustentan en ideas y principios democráticos, sino en disquisiciones cuyos únicos mensajes son pretender convencernos de que ellos son los mejores en la historia de la ideas políticas, mientras que a las demás tendencias políticas las consideran como enemigos a destruir. Ya no dicen ni aportan nada, los vejestorios e inservibles discursos modernizadores neoliberales, basados en la mercadotecnia y en la administración empresarial, ideologías decadentes sin principios morales y éticos universales, sin el sentido de la responsabilidad comunitaria del buen gobernar las instituciones constitucionales e históricas de un auténtico Estado de Derecho.

San Francisco está colapsado por los discursos huecos, cientos y cientos de veces repetidos desde el siglo XIX, que no salen de las putrefactas consignas de las partidocracias sin que haya avances en el desarrollo humano integral y solidario. La vaciedad de los discursos partidistas de las dos partidocracias endémicas de Guanajuato y de San Francisco, no van más allá de la estúpida confrontación supuestamente ideológica del ineficaz e insoportable bipartidismo político, que ha conducido a Guanajuato a una crisis profunda de identidad histórica. Esto es así, porque donde prevalecen las imposiciones, la mentira y la demagogia en la acción política y mediática, que han logrado engañar a la sociedad civil durante años y años, hasta lograr dejarla sin recursos morales y políticos, culturales y democráticos, económicos y sociales para desarrollarse como una sociedad adulta y responsable de su propio destino.

La sociedad civil, ya no es una sociedad cohesionada en proyectos comunes compartidos, sino más bien es una simplona ciudadanía sonámbula, maleable y desorientada de cuyos desequilibrios se aprovechan los discursos vacuos de la ideología imperante, basada en el simplismo y en fórmulas de autosuperación personal mediante auténticos lavados de cerebro. Discursos sin contenido, con embobamientos mediático-políticos que bombardean día y noche a la sociedad civil desde el control de las instituciones del Estado y de los medios de comunicación, desde la sumisión y el sometimiento de los medios de producción económicos, empresariales y financieros , así como de las estructuras culturales y educativas.

(Basado en Diego Quiñones Estevez, camineo.info, 16/III/10).

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